jueves, 11 de febrero de 2016

“CRISTIANOS” SOCIALES Y DE FUNERALES


Algo constatado en el tiempo es la vertiginosa evolución de nuestra sociedad. Los cristianos formamos parte de ella, y por ende, estamos inmersos en esos cambios para bien y para mal. Atrás quedan ya los tiempos del llamado “nacional catolicismo”, donde jóvenes y mayores iban a misa los domingos y participaban de todas las actividades de la Parroquia y ésta era el centro de la vida de todos los cristianos que la formaban. En el fondo, aún con cierta nostalgia de algunas cosas bellas que se nos han escapado, pienso que es mejor así, pues desde la libertad de cada cual (hoy cada uno puede ser o hacer lo que quiera) y en consonancia con el propio Evangelio, quedan así de manifiesto “las actitudes de muchos corazones”.

Para no pocos, la Parroquia es hoy como una especie de supermercado de lo religioso, que desde una antropología filosófica satisface la necesidad “del rito”, el cual, desgraciadamente, no se inserta necesariamente en una realidad católica, ni tiene como eje, camino, verdad y vida, la figura de Jesucristo. Para éstos, la Parroquia es como un lugar donde mostrarse socialmente y poner de manifiesto una cierta “sintonía común” ante un hecho solemne o trascendente. Esto se pone particularmente en evidencia en los funerales y aniversarios.

En esta tipología de “cristianismo puntual” suele haber dos modelos principalmente: personas que siguen el protocolo litúrgico educadamente y mantienen las formas o -las menos, afortunadamente- que no participan; que no siguen la celebración, bien porque no saben o porque no quieren; o que adoptan posturas y actitudes toscas y maleducadas, irreverentes o incluso desafiantes. Que no están ni se sienten en su lugar para nada. Entre ellas tampoco falta la que se pasa toda la celebración sentada con las piernas cruzadas ajena a todo, o la que de principio a fin se tira la misa rumiando chicle en movimiento circular, a riesgo de desencajar su mandíbula. Estos se ven perfectamente y se definen por sí mismos…

Lo que me parece realmente más preocupante, son aquellos que respetuosos aparentemente con toda la celebración -eso sí- “por fulanito”, tienen más fácil que les toque “el gordo” de Navidad que verles un domingo en la misa de la Comunidad, o que se presten a echar una mano para limpiar, montar el belén, pasar la cesta, rezar el rosario o proclamar una lectura. Muchos de estos consideran a la vez la Iglesia como una especie asociación de vecinos (que no es lo mismo que feligreses) la cual es “de todos”. Pues no. La Iglesia es más de unos que de otros. De todos, es el Ayuntamiento, la Casa de la Cultura o la Piscina Municipal, pero la llave la tiene el alcalde y él pone los horarios y decide el color de la pintura de la pared junto con sus colaboradores directos.

Para que se dé esa pretendida “cotitularidad” de la Iglesia por parte de “todos”, no basta con exhibirse en funerales y aniversarios, ni pretender equipararse a los que verdaderamente son y están; utilizando al tiempo con cierta arrogancia y como chantaje del sentimiento una esporádica colaboración que pretende, finalmente, secuestrar y acallar la voz y el obrar de quienes sí están y son todos los días, o de quien por nombramiento con total vinculación jurídica, tiene la responsabilidad última.

A los verdaderos “titulares” de una Parroquia, se les conoce y reconoce en la implicación y participación de la vida diaria de su Comunidad; no sólo en funerales, aniversarios, bodas, bautizos, comuniones, la fiesta sacramental o la colecta puntual para esto o aquello (que tampoco "todos"). Esto es más que evidente, y los que así actúan también son conocidos, pese a lo cual tampoco falta en su descaro la expresión más “libertaria” que cristiana de “la iglesia es del pueblo”… Pues mire Vd., más de lo mismo y más “asociación de vecinos”, que no feligreses. “El Pueblo” no existe como entidad; es una expresión ambigua, abstracta, no definida ni registrada y carente de personalidad o representatividad jurídica alguna, máxime, cuando cualquier pueblo es plural en personas, opiniones, gustos, compromisos y actitudes. Una cosa es la Parroquia como entidad civil y otra muy distinta la Parroquia como Comunidad Católica de la Iglesia de Jesucristo, Modelo, Pasto y Pastor.

Joaquín, Párroco

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