jueves, 23 de diciembre de 2021

Han desaparecido María y José. Se recompensará cualquier noticia. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Esto no es lo que era. Este año el ángel no va a poder anunciar el nacimiento de Cristo porque han llegado muchas almas al cielo de humanos víctimas del COVID y al final se han dado varios positivos entre los coros de los ángeles, incluyendo un par de arcángeles y numerosos querubines y serafines. El padre Dios no ha querido asumir riesgos y, habida cuenta los medios técnicos, ha preferido apostar por las redes sociales.

El problema es que los pastores de siempre están a lo suyo y no se entretienen demasiado comprobando los WhatsApp, con lo cual mucho nos tememos que apenas acudan. Otro tanto hemos de decir de las ya inexistentes lavanderas, que hoy disponen de magníficas máquinas de lavar y secar, de bajo consumo y respetuosas con el medio ambiente, y que aprovechan el tiempo libre para acudir al único bingo que aún resiste en su barrio.

Me consta, sin embargo, que la noticia del próximo nacimiento del Hijo de Dios, ha llegado a la velocidad de la Luz, no podía ser de otra manera, a la curia vaticana que, es lo normal, ha pasado comunicación urgente a todos los episcopados del mundo para que sean los excelentísimos monseñores, las eminencias, los reverendos, sus ilustrísimas los que este año acudan corriendo a Belén para ofrecer sus dones al niño.

Este año el niño Jesús no recibirá, parece, ni corderos, ni requesón con miel, tampoco gozará con la tradicional burra cargada de chocolate ni podrá escuchar el tan navideño son del tamborilero. Este año todo será a lo grande. Dónde se va a comparar.

Será una gran procesión de altos cargos vaticanos y curiales de todas las diócesis del mundo. Encabezados por el santo padre, luego irán por orden: cardenales, arzobispos, obispos, monseñores… revestidos de pontifical. Los regalos, este año, de más entidad, enjundia y prosapia. El santo padre entregará los materiales del sínodo de la sinodalidad, dos cardenales el protocolo de prevención de abusos, dos más el proyecto de reforma de la curia, y otro llevará Traditionis custodes con dubia y todo no en un cojín, abajo las formas de antes, sino en un pendrive, que ya es hora de que se modernicen en el portal.

Los obispos aportan sus últimas cartas pastorales, el último plan de evangelización de cada diócesis y dosieres de la vida pastoral de los últimos años, algo cocinados para que la cosa resulte lo mejor posible.

Ante tamañas previsiones, mis fuentes belemitas me dicen que ya han aterrizado en Tel Aviv algunos delegados papales y gente de la gendarmería vaticana para preparar el dispositivo de seguridad, ubicar las cámaras de televisión, y ver la posibilidad de mover el portal a una zona más amplia y de mejores comunicaciones donde pueda lucir como se merece la previsible procesión para la adoración del Niño.

Pero parece que han surgido complicaciones gordas. No hay forma de ponerse al habla con María y José para organizar todo con ellos. Y el caso es que estos días de atrás ya habían sido vistos por Belén almorzando en casa de unos primos mientras buscaban alojamiento. Hoy no aparecen por sitio alguno. Parece que habían llegado rumores de una adoración distinta, que en vez de ángel, pastores y los corderitos de siempre llegarían multitudes de eclesiásticos y se han asustado, diciendo que a ellos lo de siempre.

En este momento, a pocas horas del alumbramiento del Mesías, nadie sabe nada. Nervios en el Vaticano: ¿Cómo que han desaparecido? Que los localicen inmediatamente y vuelvan al portal de Belén como es su obligación, y que alguien les diga que se lo pide en santo padre en nombre de toda la Iglesia. Menudo ridículo mundial si nos presentamos en Belén y no encontramos el portal.

Creo que no estén lejos. Me dicen que a su lado dos lavanderas, un par de pastores y unas ovejas acompañan las horas de espera, y que sorprendentemente se ha presentado una señora mayor por si necesitan algo. No la conocían, es de España y parece buena gente. Creo que se llama Rafaela y lleva unas rosquillas para acompañar el día. No quieren más. El nacimiento siempre fue así. FELIZ NAVIDAD.

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