martes, 14 de diciembre de 2021

El párroco de las Luiñas cumple 75 años. Por José Andrés Tuya Medio

(lne) Los 75 años son importantes para los sacerdotes y obispos, porque es la edad en la que obtienen el derecho a la jubilación. Sin embargo, tanto el obispo como el Papa pueden pedir que continúen con su labor pastoral por razones del servicio.

Don Antonio Fernández Díez ha cumplido en este año de 2021 los 75 años de edad. Lleva como párroco de San Martín de Luiña desde 1983. Es un hombre de temperamento y carácter de los que en psicología se denominan de tipo secundario.

En su trayectoria vital destaca, en el trato con la gente, por su prudencia, templanza, capacidad de juicio y de escucha, junto a una gran sensibilidad.

En su trabajo, es hacendoso, detallista, emprendedor, práctico y adaptable a las diversas circunstancias de la vida, tanto agradables como desagradables.

Mantiene su teléfono móvil encendido y operativo las 24 horas del día y su casa abierta para atender a todas aquellas personas que solicitan sus servicios.

En cuanto a la atención a sus feligreses enfermos e impedidos, ha sido un adelantado en su tiempo, ya que ideó y logró que se construyera un edificio en un solar al lado de la iglesia de San Martín, en la década de los años noventa, donde pudieran ser atendidos ancianos impedidos y enfermos de la zona rural de la Comarca de las Luiñas. Lo denominó “La Casa Tutelada”. Hoy en día sigue funcionando con 12 plazas y demás servicios.

Mantiene la costumbre de visitar frecuentemente los diversos pueblos de cada parroquia, visitas que aprovecha para organizar comisiones y juntas de vecinos a fin de cuidar del mantenimiento de la iglesia y capillas, así como de organizar fiestas, para así facilitar el mantenimiento de las raíces identitarias de sus habitantes, tanto los habituales como los ocasionales por residir fuera.

Durante estos últimos 38 años de su vida se ha dedicado a tiempo completo a facilitar la consecución y aumento de la calidad de vida de sus feligreses de las parroquias de San Martín, Faedo, Soto, Oviñana, Novellana y Ballota a través del cuidado de la salud espiritual, de la salud mental y de la cohesión social. Podría decirse que ha sido, es y será un cura de pueblo, injertado en el pueblo. Un cura de caleya y barro, más que de asfalto y moqueta.

Esta carta pretende aportar a la memoria histórica del pueblo asturiano la labor de un hombre que en un momento de su vida decidió dedicarse al cuidado de los demás, y en especial de los cristianos católicos.

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