miércoles, 23 de septiembre de 2020

Un corto sobre los mártires de Canet dirigido por un adolescente: «Fueron un modelo radical de amor»

(Rel./ Javier Lozano) Sólo tenía 15 años cuando Martín García decidió que haría una película sobre los mártires de Canet de Mar, siete jóvenes misioneros del Sagrado Corazón que fueron apresados y posteriormente fusilados por milicianos en septiembre de 1936 cuando huían a Francia del odio anticatólico durante la Guerra Civil. (Puede conocer más de su historia aquí).

Estos mártires ya beatos tenían todos entre 20 y 28 años. Esta juventud y valentía es lo que llamó la atención a Martín, este joven católico que ahora con 18 años ha cumplido su sueño y ha podido rodar y por fin mostrar al mundo su cortometraje, titulado Los siete mártires de Canet de Mar.

Con la mayoría de edad recién alcanzada y como estudiante de Formación Profesional, Martín se empeñó en contar la historia de estos jóvenes mártires para mostrar al mundo su perseverancia y su fe en Dios a pesar del sufrimiento. Para lograrlo se dedicó a vender bizcochos en la puerta de su parroquia para conseguir fondos para comprar el material o a pedir a sus amigos, profesores e incluso a feligreses de su parroquia que salían de misa que participaran como actores.

El resultado ya está visible. Es un corto hecho con fe y amor, no sólo suyo sino de todos los voluntarios que han participado. Es también una forma de aprender para poder cumplir su sueño de ser cineasta, pero también será una herramienta de evangelización, sobre todo cuando muchos jóvenes ya no han oído hablar de Jesucristo. Sobre todo y mucho más hemos con Martín en Religión en Libertad:

-Ahora tienes 18 años, aunque empezaste a rodarlo con sólo 16. Cuando otros chicos de tu edad quieren ser youtubers, se dedican a jugar online o estar en las redes sociales tú decidiste contar la historia de unos mártires de hace 84 años. ¿Por qué un chico tan joven como tú decidió hacer esto?

-Me gusta hacer cine desde los 10 años más o menos. Cuando tenía 14 años grabé en el colegio con mis compañeros mi primer corto para la asignatura de inglés. Lo hacíamos durante el recreo. Era algo que me gustaba. Cuando terminé quise hacer otro corto que me aportase no sólo experiencia sino un poco de ingresos también para seguir mejorando. Por eso pensé en hacer esta historia. El plan era presentar el corto al concurso que se organiza en las jornadas martiriales en Barbastro, ganar experiencia y con un poco de suerte ganar el primer premio también. Finalmente, no pude presentar el corto al concurso porque se canceló. Es una pena. Pero después de tantos contratiempos a lo largo del rodaje terminas acostumbrándote.

-¿Por qué elegiste concretamente la historia de los siete mártires de Canet de Mar, cuando son miles de mártires los que hay de esta época?

Es una historia que leí en la revista Ave María, me gustó y enseguida me puse a prepararla. Me llamó especialmente la atención el hecho de que fuesen tan jóvenes, y su huida por el bosque en dirección a Francia, donde yo viví tres años.

-¿Nos puedes contar a grandes rasgos qué es lo que más te llama la atención de los protagonistas de tu cortometraje?

-Me gusta su valentía. Sintieron miedo como nosotros, pero lucharon contra él y lo vencieron porque no renegaron de su fe. Porque, como escribió monseñor Munilla el otro día en Instagram, “da más fuerza saberse amado, que saberse fuerte.” Ellos se sabían débiles pero muy amados por Dios y en Él pusieron su confianza.

-Supongo que no ha sido fácil cumplir este sueño. De hecho, hemos sabido que vendías bizcochos para poder comprar el material para el rodaje. ¿Cómo ha sido todo este proceso?

-Mi madre y mi hermana me ayudaron mucho haciendo bizcochos. Los vendíamos al salir de misa. Los colocábamos en una mesa y los vendíamos a 5 euros. La gente fue muy generosa, sin conocerme compraban. Yo les explicaba que era para hacer un cortometraje sobre la vida de 7 religiosos que murieron mártires y gracias a ellos conseguimos 800‎ euros en un verano.

-¿Cómo reaccionaba la gente cuándo se lo explicabas?

- Todos reaccionaron muy generosamente y me animaban a seguir. Recuerdo que un señor me dio un billete de 20 euros y me pidió 2 bizcochos. Cuando le iba a dar el cambio me dijo que no hacía falta. Recuerdo también con mucha ilusión esas señoras mayores que me daban en la mano un montón de monedas, quizás no llegaban a los 5 euros, sin querer bizcocho a cambio, y hasta se disculpaban por no poder darme más. Otras me compraban un bizcocho pero no se lo llevaban, eran diabéticas.

-¿Y de dónde has sacado los actores?

- La mayor parte de los actores son gente de mi parroquia, Santo Cristo de la Misericordia en Boadilla del Monte. Otros son antiguos profesores míos, uno de ellos del colegio Veracruz del que proceden también varios protagonistas del cortometraje, otros son antiguos compañeros míos en dicho colegio. El resto son de Schola Cordis Iesu.

Cuando estuve buscando actores esperaba al final de la misa en mi parroquia para preguntar a la gente que salía y que yo pensaba que lo harían bien si estaban interesados. Muchos de ellos aceptaron con gusto sin conocerme. Cuando lo pienso, me doy cuenta que han sido muy generosos y valientes por dar su tiempo cuando no tenían ninguna garantía de que el proyecto llegara a buen puerto.

-¿Cuál es tu objetivo con esta historia? 

-Por un lado mejorar como cineasta, pero dándole también una gran importancia a la evangelización. Me gustaría que este corto lo vieran muchos católicos de España, especialmente para que nos sirva de ejemplo a seguir.

¿Qué crees que les puede aportar?

- Creo que les puede aportar un poco de conocimiento de nuestra propia historia y tener un modelo a seguir en dar la vida por amor a Dios de forma radical, sin medias tintas.

- Y tú, Martín, ¿cómo vives la fe en este momento?

Soy el mayor de una familia numerosa católica. Pertenecemos al Apostolado de la Oración, en concreto a Schola Cordis Iesu, fundada en Barcelona en 1925 por el padre Ramón Orlandis, S.I.

-¿Qué es y qué significa para ti Scholas Cordis Iesu?

- Schola Cordis Iesu es una sección del Apostolado de la Oración, es una familia de familias que nos reunimos semanalmente para compartir un rato de formación y la Santa Misa. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es el pilar y el carisma de este grupo, complementado con la doctrina de Santo Tomás de Aquino, de San Ignacio de Loyola y de Santa Teresita del Niño Jesús.

Soy de Schola desde que nací, porque iba con mis padres. Allí formé también parte del primer grupo de Tarsicios, niños adoradores en el Tibidabo de Barcelona. Más tarde nos mudamos a Biarritz (Francia) por el trabajo de mi padre y seguimos yendo a Schola en San Sebastián. Ahora voy al grupo que hay en Madrid.

Schola me ha aportado y me aporta la formación básica y sólida de un cristiano y la posibilidad de convivir con jóvenes de mi edad con los que compartimos una misma forma de ver la vida, especialmente en los campamentos de verano donde nos reunimos jóvenes de toda España.



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