(Fernando Beltrán/ Vatican News)
Hoy ha tenido lugar, tras 189 días, la primera audiencia general del Papa Francisco con la presencia de fieles, aunque no ha sido como antes de la pandemia. El lugar elegido ha sido el patio de San Dámaso, que cuenta con un espacio mucho más reducido que la Plaza de San Pedro o el Aula Pablo VI, con un aforo limitado a unos 500 fieles.
Además, debido a las medidas de prevención de contagios, las personas que acudieron a la catequesis -además de que se les midiera la temperatura y se les proporcionará gel desinfectante- tuvieron que sentarse en sitios separados escrupulosamente entre sí para guardar la distancia estipulada. Algo completamente inútil, ya que al aparecer el Papa en el lugar los presentes se agolparon en las vallas para captar el momento con su teléfono móvil y para ver al Pontífice a menor distancia.
Al Papa también se le pudo ver estrechando las manos de los obispos y monseñores que acudieron a la audiencia con las mascarillas.
En la audiencia el Papa Francisco se centró en la solidaridad y comenzó planteando que el origen común de todos los humanos es Dios y que “vivimos en una casa común, el planeta-jardín en el que Dios nos ha puesto; y tenemos un destino común en Cristo”. Sin embargo, afirmó que cuando optamos por la dinámica contraria a este origen común, “nuestra interdependencia se convierte en dependencia de unos hacia otros, aumentando la desigualdad y la marginación; se debilita el tejido social y se deteriora el ambiente”, recoge Vatican News.
El Santo Padre señaló que “sólo siendo solidarios podremos salir adelante, pues de lo contrario surgen desigualdad, egoísmos, injusticia y marginación”. “La solidaridad es una cuestión de justicia, un cambio de mentalidad que nos conduzca a pensar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes de parte de unos pocos”, manifestó Su Santidad.
El Papa aseguró que la solidaridad es “el único camino posible hacia un mundo post-pandemia, y el remedio para curar las enfermedades interpersonales y sociales que afligen a nuestro mundo actual”.
Tras finalizar la catequesis, Francisco anunció la convocatoria de una jornada de ayuno y oración por Líbano, país que sufrió una terrible explosión este agosto, para el 4 de septiembre próximo. Además, saludando al pueblo polaco, recordó el 40 aniversario del nacimiento del sindicato Solidarność, sindicato que recibió un gran apoyo de Juan Pablo II en la liberación de Polonia del comunismo.
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