miércoles, 9 de septiembre de 2020

Covadonga: Santa María la Real. Por Rodrigo Huerta Migoya

Entre el campo de los historiadores, hay versiones de todo tipo respecto a lo ocurrido a comienzos del siglo VIII en este singular enclave del concejo de Cangas de Onís: escaramuza mitificada o hecho real; "covadonguismo" o hito clave de nuestra historia... Especular no cuesta, aunque todo quedará siempre en conjeturas. Pero hay evidencias y vestigios que son innegables y que ha menudo pasamos por alto. Yo, quizá no siendo menos en la línea especulativa y de opinión, me quedo con algo clave a mi modo de ver: lo importante no es si eran cien moros o mil, ni siquiera si hubo milagro o aparición o no de la Virgen; lo que a mi me interpela singularmente es que Pelayo sabiéndose inferior en número con los suyos no estudió una estrategia militar perfecta, sino que se acogió a sagrado tras entrar en una cueva ya entonces dedicada a la Santísima Virgen a la que oró pidiendo su auxilio. No sabemos cómo lo hizo o qué oraciones rezaría, quizá rezó el "sub tuum praesidium" (bajo tu amparo nos acogemos) considerada la oración más antigua dedicada a la Virgen que conocemos del siglo IV, pero Pelayo y los suyos estaban fundamentalmente movidos por la fe.

Nuestros antepasados, resistentes y re-conquistadores, son el ejemplo del pueblo que acude a la Señora en como primordial opción en una situación límite. En Covadonga tomó conciencia de nación un Pueblo, y de la obligación de devolver la cristiandad a la Península, iniciándose una saga real. Todo fue aquí, en y desde la Cueva de María. Aquellos pocos en número acabaron siendo muchos, aquella cruz arrinconada en el norte volvió a presidir todo el suelo de la península, y aquel caudillo valeroso fue coronado rey según la tradición en ese barrio de la parroquia de Covadonga denominado "El Repelao," aludiendo a nuestro Rey Pelayo. 

La primera imagen que conocemos de nuestra Santina -datada entre finales del Siglo XIII o comienzos del XIV- es una imagen sedente de María coronada. El pueblo fiel siempre la tuvo por "reina y madre" y es por ello que también decimos que Covadonga es Real Sitio, Real Santuario, Real Colegiata... En nuestro país encontramos centenares de parroquias, cofradías e instituciones católicas que tienen el título de "Real" por una concesión especial de la Casa del Rey, más cabría decir que este enclave y esta advocación mariana era Real mucho antes incluso de estar asentada la monarquía asturiana, no sólo por ser la cuna de la realeza en nuestra Patria chica, sino por ser morada de la Reina del Cielo antes incluso de la propia batalla de Covadonga.

La Casa Real siempre ha tenido una deferencia especial hacia este Santuario debido a la tradición entretejida por las diferentes dinastías reales que en el tiempo han ocupado el trono de España y han querido ver aquí las raíces de su propia corona, por no remitirnos a épocas anecdóticas en las que algunos personajes quisieron presentarse en sociedad como los legítimos reyes de la Nación, aludiendo a que por sus venas corría la sangre del mismísimo Pelayo como antepasado. La excentricidad, por suerte, se superó hace siglos, pero aún hoy la monarquía española sigue teniendo alta consideración por Covadonga. Sorprendió la visita en 2018 de la familia real al lugar el 8 de Septiembre cuando, por otro lado, habían decidido suprimir la misa del Espíritu Santo al inicio de reinado. Covadonga sigue siendo, sin duda, muy importante incluso para los reyes del siglo XXI.

Es la Santa Cueva también -aunque pase desapercibido- el primer Panteón Real de la Nación, no sólo por Pelayo, sino porque detrás de la Virgen yacen los restos de Alfonso I. A lo largo de nuestra geografía encontramos importantes templos bajo la advocación de Santa María la Real en los que igualmente se hallan tumbas reales por vinculación a alguna fundación pía de algún miembro de la realeza, o por la relación del propio lugar con ésta. 

En la diócesis de Oviedo tenemos unas cuantas parroquias bajo la advocación de Santa María la Real: Obona (Tineo), Logrezana (Carreño), La Corte (Oviedo), El Naranco (Oviedo), Pelúgano (Aller), Tanes (Caso), Oviñana - Rioseco (Sobrescobio), Fresnedo (Cabranes)... El monasterio de Santa María la Real de Valdediós o la Capilla de Santa María del Rey Casto -de nuevo Panteón Real-. 

Y es que desde bien antiguo el pueblo cristiano vio a María como Reina por ser la madre del Rey de Reyes. Aunque propiamente dicha la festividad litúrgica de la realeza de Nuestra Señora no se instituyó hasta 1954 por el Papa Pío XII; este gesto oficial -relativamente moderno- no desdice la antigüedad del culto a María Reina en todo el orbe católico. La Santina no es reina para los católicos por el origen del reino astur. Ella es reina desde el mismo momento de su asunción cuando concluida su vida mortal no sólo decimos que es glorificada al ser asunta en cuerpo y alma, sino que añadimos que es coronada como reina de cielos y tierra.

Un gesto hermoso en la religiosidad popular siempre han sido las coronaciones de las imágenes de Nuestra Señora, en ellas el pueblo fiel no sólo profesa su gran devoción y reconocimiento, sino que es una petición implícita: ''María reina llévanos al Rey, llévanos a tu Hijo, que Él nos haga partícipes de su reino eterno en la gloria''. Precisamente buena parte de los textos propios de la misa de Santa María Reina (22 de Agosto o misa propia de María Reina del Universo) fue compuesta a partir del ritual para la coronación de imágenes de Santa María. 

El reino asturiano desapareció, fue temporal, tuvo su fin; sin embargo, a lo largo de los siglos donde han caído muchas coronas, dinastías y linajes, en Ella vislumbramos el reinado que no tiene fin, el de su Hijo cuyas palabras no pasarán aunque pase el cielo y la tierra. 

En María Cristo ha tenido su trono más precioso en su vientre y en su regazo. Ella nos ha traído al Mesías, nos muestra al Hijo de David cuyo reino no es de este mundo. En María se cumple su canto del Magnificat: ''enaltece a los humildes''; así es la realeza de Nuestra Señora: humilde, maternal, intercesora... En Ella vemos ya aquí, la gloria de la que gozarán los bienaventurados. 
María es Reina del pueblo, pues Dios la eligió por su sencillez. Ella salió del pueblo y nunca se enalteció. Siempre se consideró esclava del Señor y por eso el Altísimo la sentó a su derecha asumpta en cuerpo y alma. Que Ella nos lleve a Él, y que por su intercesión el Rey de reyes nos admita en el Reino que no tiene fin.

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