miércoles, 19 de agosto de 2020

La mayoría despreciada. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Estamos en esa época en la que está de moda lo de preguntar al pueblo. A las bases dirían algunos. También seguimos viendo manifiestos, escritos, declaraciones. Y, por supuesto, nos preocupa y mucho lo que digan los medios de comunicación. Esto es normal en muchos sitios y me temo que en la Iglesia no nos es ajeno.

Hay tres voces a las que en la Iglesia se tiene mucho respeto y que paso a exponer sin que el hecho de que vayan primera, segunda o tercera no tenga mayor importancia. En algún orden había que exponerlas.

Teólogos, pseudoteólogos y pequeños grupos de disidencia. Son esa gente que se cree agraciada con una iluminación especial del Espíritu Santo que, curiosamente, los lleva a criticar justo lo que el mismo Espíritu ha sugerido para bien de la Iglesia. Coloquen aquí teólogos a los que se retiró hace mucho tiempo la venia docendi para impartir sus teorías en universidades de la Iglesia, párrocos alternativos, sacerdotes cabreados con todo lo que se menea, religiosos y religiosas autoproclamados de base, cuatro grupúsculos autodenominados comunidades de no sé qué.

Parece mentira que a esta gente se la tenga en tantísima consideración. Es que lo ha dicho Fulanítez (con más años que los rodapiés de las cuevas de Altamira y dudas de aceptable equilibrio mental), hay un manifiesto de los curas de Tal, un video de las Társilas sección renovada y además ha salido en un blog en “Iglesia Fatal”.

¿Miedo a qué? Pues hay que ver a esta gente, con menos porvenir que el Alcoyano en la Champions, cómo se la respeta. Es que son grupos de Iglesia… ¡Anda ya!

En un segundo lugar se hace más caso del que queremos reconocer al qué dirán de nosotros los no creyentes, en todos los ámbitos y muy especialmente en la televisión. Pues qué van a decir, que somos malos malísimos, si eso ya se sabe. Lo preocupante sería lo contrario. Pero deseamos conocer su opinión, a ver qué piensan de la Iglesia, que ya lo sabemos. Lo que piensan es que debemos limitarnos a ser una ONG y punto pelota. Ducho eso, lo que buscan es acabar con nosotros como sea. Nos creemos que con hacer un par de gestos de acercamiento nos van a perdonar la vida. Todo lo contrario. Se crecen. Lo vemos cada día.

En tercer lugar, tomamos en consideración a los grupos de las parroquias, muchas veces formados por marisabidillos. Concedo que sean gente de muy buena voluntad, aunque, en la gran mayoría de los casos, con una formación más que justita. ¿Cuánta gente de nuestras parroquias puede estar en grupos opinando y trabajando? De los que suelen acudir a misa los domingos, ¿Cuántos pertenecen además a alguno de los distintos grupos parroquiales? ¿Un veinte, un treinta, un cuarenta por ciento?

En el mejor de los casos, nos encontramos los domingos en misa con un sesenta, setenta por ciento de los fieles a los que nadie pregunta. Son fieles que asisten a misa todos los domingos y festivos, aportan su donativo, intentan vivir como católicos y son la base

Gente que demasiadas veces sufre con paciencia los excesos litúrgicos de su párroco, las ocurrencias del equipo de liturgia, los avisos de Cáritas y las misas con niños tan repetidas como insufribles. Son las Rafaelas de cada parroquia que están siempre pero no pintan nada.

Rafaelas a las que preguntar qué piensan de su parroquia y que quisieran que fuera. Que a lo mejor, teniendo un coro bueno, nos dicen, por ejemplo, que si no es posible tener alguna misa rezada sin más o que se cansan de ese monitor tan amable. Rafaelas que piden algo tan sencillo como que la misa sea una misa siguiendo el misal, los avisos sean mínimos y resulte fácil confesarse o acudir al despacho.

Rafaelas que aguantan con dignidad campañas, testimonios, avisos, cantos, moniciones, catequesis de la experiencia y renovación ecológica. Gente buena, de los que van a misa también en vacaciones, pero completamente ignorados en el día a día.

No sé la forma. Pero basta estar atentos a algunas voces. Lo mismo nos llevamos sorpresas.

Los teólogos progres, los grupos de base y la disidencia crónica no aportan más que disgustos y sus personales frustraciones para privar a la Iglesia de fieles y de medios materiales. Los no creyentes y los medios de comunicación van a ir a por nosotros siempre, aunque sonrían como táctica. Los fieles de nuestros grupos son de lo mejor que tenemos, pero nada sería posible sin las Rafaelas de cada día. Justo, las ignoradas o incluso despreciadas.

Hoy reivindico, una vez más, a las Rafaelas de cada parroquia. Si tuviéramos más en cuenta sus opiniones, lo mismo nos llevábamos sorpresas.

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