miércoles, 28 de agosto de 2024

La liturgia como una expresión unificada y colectiva, sin individualismos

(Infovaticana) En un mensaje enviado con motivo de la 74ª Semana Litúrgica Nacional, firmado por el cardenal Parolin, el Papa destaca la importancia del canto coral, el canto sagrado y el silencio, señalando que estos elementos fomentan una oración profunda e íntima, alejada del frenesí, el ruido y las distracciones.

La liturgia requiere más que simple participación; demanda un «arte» que haga sentir a los participantes como parte de un todo unido, elevando una oración conjunta a Dios, como un coro que unifica las voces de todos. Este es el tema central de la Semana Litúrgica Nacional en Italia, que se celebra en la archidiócesis de Módena-Nonantola desde el 26 de agosto hasta el próximo jueves. En su mensaje al presidente del Centro de Acción Litúrgica, el arzobispo de Catanzaro-Squillace Claudio Maniago, el Papa subraya la esencia de la oración litúrgica, que rechaza cualquier forma de individualismo y división.

Oración y participación sensorial

El tema de la Semana destaca que es en la liturgia donde se expresa «la verdadera oración de la Iglesia», conectando al Pueblo de Dios con el ars celebrandi. La oración litúrgica, según el mensaje del Papa, es una escuela de comunión que libera el corazón de la indiferencia, acorta distancias entre los hermanos y se alinea con los sentimientos de Jesús. No es tarea de un pequeño grupo, sino que involucra a «todos los bautizados». Francisco, en su Carta apostólica sobre la formación litúrgica Desiderio desideravi, ya había enfatizado que los gestos de la asamblea, como la reunión, las posturas, el silencio, y la expresión vocal, son formas en que se participa en la celebración.

Redescubrimiento de los Salmos

El Papa resalta cuatro aspectos clave para una oración litúrgica auténtica. El primero es redescubrir la «coralidad», un entrelazamiento de voces que Francisco anima a experimentar, por ejemplo, mediante la práctica de la Liturgia de las Horas. El Papa desea que las comunidades retomen el hábito de recitar los Salmos en coro, aprendiendo a vivir en la liturgia y en la vida diaria el valor de la unidad y la comunión. El segundo aspecto es el vínculo entre la liturgia y el canto sagrado, donde la música no es solo ornamental, sino una parte integral que requiere especial atención, especialmente en las liturgias dominicales.

El espacio del silencio

Francisco destaca también la importancia del silencio, que contrarresta el frenesí, el ruido y la conversación superficial que afectan nuestra vida cotidiana. El acto sagrado del silencio proporciona un tiempo y un espacio propicios para «cultivar una mirada contemplativa» y profundizar la oración del corazón. La última dimensión se refiere a la «promoción de la ministerialidad litúrgica», donde es crucial reconocer los ministerios al servicio de la liturgia, cuya diversidad fomenta la participación activa de la asamblea y la corresponsabilidad en la misión, manifestando así la naturaleza sinodal de la Iglesia.

martes, 27 de agosto de 2024

Reminiscencias del Lugones de la Edad Media. Por Rodrigo Huerta Migoya

Dos entregas de tierras de Lugones en 1158

En este año encontramos en los archivos del desaparecido monasterio benedictino de Oviedo dos donaciones con la diferencia de muy pocas semanas, la primera habla de la donación de una villa en Lugones a este monasterio. La donación de esta villa ''Olali'' la hace la señora Juliana Gutiérrez cumpliendo la voluntad de su difunto esposo Suero Ordoñez, firmada el día 15 de septiembre de 1158. La otra herencia destinada también a la comunidad de monjes benedictinos de Oviedo de tierras ubicadas en Lugones está firmado el 23 de octubre del mismo año 1158.

Las tierras de Olali en Lugones para los monjes de Oviedo

Si ya habíamos comentado la existencia de una zona, barrio o finca en Lugones denominada ''Olali'' por una venta a principios del siglo XII y por otra arriba mencionada de mediados del mismo siglo, sabemos por el Archivo de las Pelayas que la Comunidad de benedictinos de San Vicente de Oviedo quién fue su última titular. Pues la Orden benedictina la recibió en testamento de una mujer llamada María Ibáñez casada con un tal Pedro Cativo, así como de la madre de ésta, llamada María Sánchez. La mitad de la parte que perteneció a la última en la villa de Lugones. Y aludía la cláusula ''cédenlo por su alma y las de sus padres y bajo la condición de no ser dado en préstamo”. Era común entre las personas con posibles dejar alguna finca de valor a un monasterio de religiosas y religiosos, para que rezaran por su alma y ofrecieran misas por los donantes a cambio de que esas tierras contribuyeran a la economía monacal. Esta donación está fechada el 30 de abril de 1160 y para salir de las dudas del momento aclara: ''regnando in Legione et Gallecia rege Fredinando et Tooleto puero Adefonso, in Oveto regina Urraca''.

Donación familiar del año 1178

Unos años después del anterior testamento, dieciocho años para ser exactos, encontramos un nuevo legado de una familia de Lugones para la misma comunidad del Monasterio benedictino de San Vicente de Oviedo. Además uno de los donantes se apellida también Ibáñez, lo que nos hace pensar que muy probablemente se podría tratar de un hermano o primo de la donante del año 1160. En este caso los donantes son el matrimonio formado por Martín Ibañez y su esposa Oria Rodríguez, quienes legan al citado monasterio la sexta parte de su herencia en bienes sitos todos ellos en el pueblo de Lugones. Por este documento sabemos que el matrimonio tenía un hijo y cuatro hijas, pues se adelantan a donar ya a la Comunidad Benedictina -con ellos cinco vivos- la parte que corresponda a los cualquiera de ellos que muera sin herederos. El documento está firmado el 3 de agosto de 1178.

1214: La Manjoya para los de Lugones y Ventanielles

El rey Alfonso IX concede a los vecinos de Paredes (Lugones) y a los de Ventanielles (Oviedo) los prados que roturaran en Monjuán ''in mon ioane'', dice textualmente el documento fechado el 8 de abril de 1214. El epigrafista oventense Ciriaco Miguel Vigil, siempre defendió que el lugar al que se refiere esa descripción se descubre por el topónimo Monsuañe, que es la misma etimología que Mont-joie o Mont yoa -pronunciado en francés-. Por ello La Manjoya viene de aquella costumbre romana de depositar piedras en las alturas a las que llegaban mont - joie (monte de la alegría).

La Visitación de María a Santa Isabel explicada por el Papa Francisco


Dicen las Escrituras que el rey David, una vez establecido su reino, decidió transportar el Arca de la Alianza a Jerusalén. Después de haber convocado al pueblo, se levantó y partió para ir a traerla; luego, durante el trayecto, él mismo danzaba frente a ella junto con la gente, exultando de alegría por la presencia del Señor (cf. 2 S 6,1-15). Con esta escena de trasfondo, el evangelista Lucas nos relata la visita de María a su prima Isabel. En efecto, también María se levantó y partió hacia la región de Jerusalén y, cuando entró en la casa de Isabel, el niño que ella llevaba en el seno saltó de alegría al reconocer la llegada del Mesías, se puso a danzar como había hecho David frente al Arca (cf. Lc 1,39-45).

María, por tanto, es presentada como la verdadera Arca de la Alianza, que introduce al Señor encarnado en el mundo. Es la joven Virgen que sale al encuentro de la anciana estéril y, llevando a Jesús, se convierte en signo de la visita de Dios que vence toda esterilidad. Es la Madre que sube hacia los montes de Judá, para decirnos que Dios se pone en camino hacia nosotros, para encontrarnos con su amor y hacernos exultar de gozo ¡Es Dios, que se pone en camino!

En estas dos mujeres, María e Isabel, se revela la visita de Dios a la humanidad: una es joven y la otra anciana, una es virgen y la otra estéril, y sin embargo ambas están encinta de un modo “imposible”. Esta es la obra de Dios en nuestra vida: hace posible aun aquello que parece imposible, engendra vida incluso en la esterilidad.

Hermanos y hermanas, preguntémonos con sinceridad de corazón: ¿creemos que Dios está obrando en nuestra vida? ¿Creemos que el Señor, de manera misteriosa y a menudo imprevisible, actúa en la historia, realiza maravillas y está obrando también en nuestras sociedades marcadas por el secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?

Hay un modo para discernir si tenemos esta confianza en el Señor. ¿Cuál es este modo? El Evangelio dice que «apenas Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno» (v. 41). Este es el signo: saltar, estremecerse. El que cree, el que reza, el que acoge al Señor exulta en el Espíritu, siente que algo se mueve dentro, “danza” de alegría. Y quisiera detenerme y reflexionar sobre este exultar de la fe.

La experiencia de fe genera ante todo un estremecimiento ante la vida. Exultar significa ser “tocados por dentro”, tener un estremecimiento interior, sentir que algo se mueve en nuestro corazón. Es lo contrario de un corazón aburrido, frío, acomodado a una vida tranquila, que se blinda en la indiferencia y se vuelve impermeable, que se endurece, insensible a todo y a todos, aun al trágico descarte de la vida humana, que hoy es rechazada en tantas personas que emigran, así como en tantos niños no nacidos y en tantos ancianos abandonados. Un corazón frío y aburrido arrastra la vida de modo mecánico, sin pasión, sin impulso, sin deseo. Y de todo esto, en nuestra sociedad europea, podemos enfermarnos: del cinismo, del desencanto, de la resignación, de la incertidumbre surge un sentido general de tristeza ―todo junto: la tristeza, aquella tristeza escondida en los corazones―. Alguien las ha llamado “pasiones tristes”; es una vida sin sobresaltos.

En cambio, el que es generado en la fe reconoce la presencia del Señor, como el niño en el seno de Isabel. Reconoce su obra en la sucesión de los días y recibe ojos nuevos para observar la realidad; aun en medio a las fatigas, los problemas y los sufrimientos, descubre cotidianamente la visita de Dios y se siente acompañado y sostenido por Él. Frente al misterio de la vida personal y a los desafíos de la sociedad, el que cree exulta, tiene una pasión, un sueño que cultivar, un interés que impulsa a comprometerse en primera persona. Ahora que cada uno de nosotros se pregunte: ¿siento yo estas cosas? ¿tengo yo estas cosas? Quien es así sabe que el Señor está presente en todo, llama, invita a testimoniar el Evangelio para edificar con mansedumbre un mundo nuevo, a través de los dones y los carismas recibidos.

La experiencia de la fe, además de un estremecimiento ante la vida, genera también un estremecimiento ante el prójimo. En el misterio de la Visitación, en efecto, vemos que la visita de Dios no se realiza por medio de acontecimientos celestiales extraordinarios, sino en la sencillez de un encuentro. Dios viene a la puerta de una casa de familia, en el tierno abrazo entre dos mujeres, en el encontrarse de dos embarazos llenos de admiración y esperanza. Y en este encuentro está la solicitud de María, la maravilla de Isabel, la alegría de compartir.

Recordémoslo siempre, también en la Iglesia: Dios es relación y nos visita con frecuencia a través de los encuentros humanos, cuando sabemos abrirnos al otro, cuando hay un estremecimiento por la vida de quien pasa cada día a nuestro lado y cuando nuestro corazón no permanece indiferente e insensible ante las heridas del que es más frágil. Nuestras ciudades metropolitanas y los numerosos países europeos como Francia, donde conviven culturas y religiones diferentes son, en este sentido, un gran desafío contra las exasperaciones del individualismo, contra los egoísmos y las cerrazones que producen soledades y sufrimientos. Aprendamos de Jesús a conmovernos por quienes viven a nuestro lado, aprendamos de Él que, ante las multitudes cansadas y exhaustas, siente compasión y se conmueve (cf. Mc 6,34), se estremece de misericordia ante la carne herida de aquel que encuentra. Como afirma uno de sus grandes santos, san Vicente de Paúl: «es preciso que sepamos enternecer nuestros corazones y hacerlos capaces de sentir los sufrimientos y las miserias del prójimo, pidiendo a Dios que nos dé el verdadero espíritu de misericordia, que es el espíritu propio de Dios», hasta reconocer que los pobres son «nuestros señores y nuestros amos» (cf. Correspondance, entretiens, documents, París 1920-25, 341; 392-393).

Hermanos, hermanas, pienso en tantos “estremecimientos” de Francia, en una historia rica de santidad, de cultura, de artistas y de pensadores, que apasionaron a tantas generaciones. También hoy nuestra vida, la vida de la Iglesia, Francia, Europa necesitan esto: la gracia de un estremecimiento, de un nuevo estremecimiento de fe, de caridad y de esperanza. Necesitamos recuperar la pasión y el entusiasmo, redescubrir el gusto del compromiso por la fraternidad, de seguir corriendo el riesgo del amor en las familias y hacia los más débiles, y de reencontrar en el Evangelio una gracia que transforma y embellece la vida.

Miremos a María, que se incomoda poniéndose en camino y nos enseña que Dios es precisamente así: nos incomoda, nos pone en movimiento, nos hace “exultar”, como le sucedió a Isabel. Y nosotros queremos ser cristianos que encuentran a Dios con la oración y a los hermanos con el amor; cristianos que exultan, vibran, acogen el fuego del Espíritu para después dejarse arder por las preguntas de hoy, por los desafíos del Mediterráneo, por el grito de los pobres, por las “santas utopías” de fraternidad y de paz que esperan ser realizadas.

Hermanos y hermanas, junto con ustedes suplico a la Virgen, Nuestra Señora de la Guardia, que vele sobre vuestra vida, que cuide a Francia, que cuide a toda Europa, y que nos haga exultar en el Espíritu. Y quisiera hacerlo con las palabras de Paul Claudel: Está la Iglesia abierta. […] / Sin nada que pedirte, nada que darte. / Sólo he venido, Madre, para mirarte. / Mirarte, llorar de dicha, mostrar así / que soy hijo tuyo y que tú estás aquí. […] Estar contigo, María, donde tú estás. […] / Simplemente porque eres María / porque eres simplemente y siempre estás aquí, / Madre de Jesucristo, ¡gracias a ti!» (cf. «La Vierge à midi», Poëmes de Guerre 1914-1916, Paris 1922).

HOMILÍA DEL SANTO PADRE. Viaje Apostólico a Marsella. Sábado, 23 de septiembre de 2023

lunes, 26 de agosto de 2024

Santa Teresa de Jesús Jornet, apoyo de la ancianidad

(COPE) La caridad consiste en ver a Dios en el otro para saber que se lo hacemos al propio Señor siempre. Hoy celebramos a Santa Teresa de Jesús Jornet. Su vida siempre estuvo inflamada en la caridad de Cristo con el prójimo. Nace en Aytona, Provincia de Lérida en el año 1843, dentro de una familia profundamente cristiana. Pronto estudiará magisterio dedicándose a la enseñanza en el pueblo de Argensola (Barcelona).

Cuando el sacerdote Francisco Palau, tío abuelo suyo, le invita a ayudarle en una posible fundación que va a llevar a cabo, ella, opta por la vida contemplativa, entrando en las Clarisas de Briviesca (Burgos), mientras su hermana ingresa en las Hijas de la Caridad. La situación social y política, le impiden emitir los votos, por lo que se hace Terciaria Franciscana. Aún no le manifiesta la Providencia lo que espera de ella. Todo lo hará a su tiempo.

Posteriormente se acerca al proyecto del sacerdote Saturnino López Novoa, que piensa en una institución femenina dedicada al cuidado de los enfermos, idea que se inicia con otro grupo de presbíteros en Huesca y Barbastro. Teresa, descubriendo que ahí es donde Dios le llama, arrastra a su hermana y otras mujeres, hasta llegar a 12, para secundar este carisma. Son las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Ella misma será Superiora por espacio de 22 años.

A lo largo de este tiempo, centraliza la Fundación en Valencia. Por eso, la Virgen de los Desamparados, Patrona de la capital valenciana, le da el nombre. Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars muere en Liria, en 1897, dejando casas abiertas fuera de nuestras fronteras. El Papa San Pablo VI la canoniza en el año 1974 y le declara Patrona de la ancianidad. Su lema siempre fue “cuidar los cuerpos para salvar las almas”. Su presencia está en Europa, África, América y Asia.

Noticias y hechos del siglo XIX. Por Rodrigo Huerta Migoya

Fábrica de explosivos de Santa Bárbara de Lugones 1895

Cambio de jurisdiccional de la Parroquia de Lugones en 1818

Superada la obra de las Cortes de Cádiz y su Constitución de 1812 al restablecerse la monarquía absoluta con el regreso del rey Fernando VII ''el Deseado'', quiso este monarca actualizar la geografía de su reino, para lo cual dispuso que se trataran de ajustar lo más posible las jurisdicciones territoriales de las parroquias a los límites municipales. La parroquia de Lugones que hasta ese momento pertenecía al concejo de Oviedo por llegar su límite hasta donde empezaría La Corredoria Alta, se consideró que debería pertenecer mejor a Siero dado que la mayor parte de su territorio estaba ya al otro lado del río Nora. Este cambio jurisdiccional tuvo lugar y se hizo efectivo el día 16 de diciembre de 1818.

Robo en Lugones en 1846

El 19 de febrero de 1846 se da a conocer la noticia del robo cometido en la casa del vecino de Lugones, D. Pedro del Prado, en el municipio de Siero. Sabemos que fueron varios los ladrones, el robo no debió de ser pequeño y lo posiblemente lo perpetraría más de un ladrón, dado que a nivel de toda la Provincia se emite una orden de búsqueda en la que se habla de ''reos'', en plural.

Un lugonense en búsqueda y captura en 1861

El Boletín Oficial de la Provincia de Valladolid, recoge la orden de búsqueda y detención de un joven natural de Lugones. Dice lo siguiente: ''Los alcaldes de los pueblos de esta provincia, puestos de la Guardia Civil, empleados de vigilancia y demás dependientes de mi autoridad, procederán a la búsqueda y detención de un jóven de las señas que a continuación se insertan, llamado Manuel Rodríguez Bobes, hijo de Doña María Suárez, viuda, vecina de la parroquia de Lugones, concejo de la Pola de Siero, en la provincia de Oviedo, el cual se sabe que reside en esta capital o su provincia, ignorándose su profesión o arte''. El auto estaba firmado en Valladolid a 7 de mayo de 1871 por el entonces gobernador civil Castor Ibañez de Aldecon. Lo describen del siguiente modo: ''Señas del Manuel Rodríguez Bobes. Estatura cinco pies, bajo de color, ojos negros, nariz larga, barba castaña, tiene un marco redondo en el carrillo.

Tren descarrila en Lugones en 1889

La Correspondencia de España: diario universal de noticias: Año XL Número 11327 de fecha 6 de abril de 1889 se da cuenta de los sucesos acaecidos en Lugones el día anterior según se informó por medio de la oficina de telégrafos del descarrilamiento del tren mixto nº 481 en el kilómetro 144 dentro del pueblo de Lugones. No hubo desgracia personal alguna, pues además de ocurrir frente a la estación de tren en cuanto se tuvo noticia se fletó otro tren de socorro para auxiliar a los pasajeros. No hubo fallecidos ni desgracia o herido de gravedad reseñable.

El tambor de Tiñana y el gaiteru de Lugones

En el siglo XX los renombrados eran el gaiteru de Libardón y el tambor de la Abadía (Gijón) los que eran considerados los número uno en tocar cada instrumento de la tierra, pero algo menos conocido es que un siglo antes el tamborilero de renombre era de Tiñana y el gaitero de Lugones. Nada menos que el programa de fiestas de San Roque en Llanes anunciaban con toda solemnidad que el lunes 14 de agosto de ese año, a la caída de la tarde se darían por inauguradas las fiestas con el pasacalles en el que participarían esta pareja de destacados músicos que así eran anunciados: ''el laureado gaitero de Lugones y el famoso tamborilero de Tiñana''. El día 16 de agosto, día grande por ser la fecha de la fiesta del santo se iniciaría la jornada también con los sones de una ''Gran diana por la banda militar, gaitero de Lugones, tambores y bombas imperiales''.

domingo, 25 de agosto de 2024

Homilía en la Visitación de María a su prima Santa Isabel
















Querido hermano sacerdote y Acólitos fieles,
Autoridades presentes,
Sociedad de Festejos Santa Isabel,
Hermanos y hermanas:

El pasado año 2023 el Papa Francisco nos regaló varias y profundas reflexiones sobre este misterio de la Visitación. Quiero traer a colación dos de ellas que me parecen de gran ayuda para nosotros en este día: Las primeras palabras son las que pronunció en su discurso de la vigilia de la JMJ en Lisboa. El Santo Padre nos decía: ‘’Uno se pregunta: ¿por qué María se levanta y va deprisa a ver a su prima? Claro, acaba de enterarse de que la prima está embarazada, pero ella también lo está. ¿Por qué entonces va a ir si nadie se lo pidió? María realiza un gesto no pedido, no obligatorio; María va porque ama, y «el que ama, vuela, corre y se alegra» (Imitación de Cristo, III, 5). Eso es lo que nos hace el amor. La alegría de María es doble, ella acababa de recibir el anuncio del ángel, que iba a recibir al Redentor y también la noticia de que su prima está embarazada; es curioso, en vez de pensar en ella piensa en la otra: ¿por qué? porque la alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo…’’ Estas palabras del Vicario de Cristo nos recuerdan aquel sabio consejo que antaño los frailes se decían al ir a predicar a tierras lejanas:‘’el mejor modelo y patronazgo de toda misión, es la Santísima Virgen en su Visitación’’. En este último domingo de Agosto oramos especialmente por la próxima misión diocesana que, si Dios quiere, pronto se abrirá al otro lado del océano, posiblemente en Méjico.

La otra afirmación del Papa fue la realizada en su viaje apostólico a Marsella en el mes de septiembre, donde en su bellísima homilía dijo: ‘’En estas dos mujeres, María e Isabel, se revela la visita de Dios a la humanidad: una es joven y la otra anciana, una es virgen y la otra estéril, y sin embargo ambas están encinta de un modo “imposible”. Esta es la obra de Dios en nuestra vida: hace posible aun aquello que parece imposible, engendra vida incluso en la esterilidad. Hermanos y hermanas, preguntémonos con sinceridad de corazón: ¿creemos que Dios está obrando en nuestra vida? ¿Creemos que el Señor, de manera misteriosa y a menudo imprevisible, actúa en la historia, realiza maravillas y está obrando también en nuestras sociedades marcadas por el secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?’’. Os recomiendo vivamente la lectura de esa predicación del Santo Padre sobre la Visitación que no tiene desperdicio alguno. Entre las muchas ideas que propuso el Romano Pontífice en aquella celebración pidió que la Visitación de María a Isabel fuera un modelo para una Europa acogedora. Nosotros que nos decimos cristianos, seguidores del Maestro, no podemos cerrar nuestras puertas al forastero, no sólo porque también nosotros lo fuimos, sino porque Jesucristo llega a nosotros en ellos. Al respecto, creo que merece un reconocimiento especial la obra del Seminario Metropolitano de Oviedo que ha sabido ser nuevo hogar para un grupo seminaristas de la diócesis de Jinotega (Nicaragua), Iglesia hermana que vive hoy la persecución religiosa y la dictadura más cruenta en nombre de los que -una vez más, y al contrario resulta- se autoproclaman adalides de la libertad. De esta forma la Iglesia que peregrina en Asturias restaura también de algún modo el mal ejemplo que antaño pudimos dar con algunos hijos de esta tierra que mediante el uso de la violencia contribuyeron a derrocar una dictadura para imponer otra igual o peor. En ocasiones también nosotros miramos con desconfianza a los sacerdotes y seminaristas que vienen de fuera, pero os animo -utilizando las palabras del Papa- a hacer nuestro el modelo de La Visitación.

Hemos de sentirnos orgullosos de que la fiesta grande de nuestra Parroquia y nuestro Pueblo sea en honor de estas benditas primas; este es el misterio que año tras año revivimos en el ocaso ya del asueto veraniego. Es un día para pedir al Señor la gracia de ser dignos de recibirle en nuestro corazón, en nuestra alma... No hay mejor forma que revivir la visita de María a Isabel que viviendo con el alma bien dispuesta la santa misa. Por medio del Espíritu Santo Dios mismo se encarnó en el seno de María; también hoy y aquí actúa y baja del cielo a nuestro altar a través de las manos de un sacerdote. Cuando nos ponemos a la fila para comulgar, aún habiéndonos confesado recientemente, uno siempre se siente indigno pero feliz al mismo tiempo de recibir a Jesucristo, y también saltamos de gozo cuando vemos que Cristo va entrar en nosotros como le ocurrió a Santa Isabel cuando su hijo ya empezó su misión de Precursor anunciando en pataleo de alegría que llegaba el Señor a su casa. Y cuando comulgamos, llevamos al Señor en nuestro interior como lo llevó María cual arca preciosa de la Nueva Alianza. Este gozo de recibir al mismísimo Jesucristo ha de empujarnos a salir del templo transformados, con prisa por llevarle también nosotros a nuestros hermanos, en especial los que más nos puedan necesitar. María no sólo pensó que su anciana prima en estado de buenaesperanza podría necesitar ayuda, sino que se dejó guiar por aquel impulso de la Providencia. Esta es una característica inequívoca de María: su prontitud en llevar adelante el plan de Dios para este mundo por Ella. 

La vida es un regalo hermoso, por eso en esta Parroquia bendecimos en este día a las madres que como María e Isabel, esperan el nacimiento de un hijo. Que estos días de fiesta en Lugones sea tiempo de bendición; Santa Isabel bendice y ensalza a su prima -diciendo bien de ella- que en éstas desterremos las críticas o murmuraciones y busquemos siempre lo que está bien en el trabajo de los demás, no lo que me hubiera gustado a mí en el otro de otro modo. Necesitamos como María cantar "el magnificat", reconocer que Dios hace obras grandes en nosotros, ante nuestros ojos, en medio de su pueblo... Os invito a poner en práctica esa propuesta radical que nos hizo el Papa: hacer de nuestra vida una Visitación, siempre presurosos a ponernos en camino, a llevar a Cristo allá donde puede ser bálsamo, luz y salvación; a servir con caridad, no desde nuestras valías y capacidades, sino desde la sencillez de quien sabe que no tiene oro ni plata, pero dando lo que tenemos: Jesucristo mismo (Hch 3,6).

En estos días en muchas diócesis, vicarías, delegaciones y parroquias se trazan las líneas pastorales, objetivos y hojas de ruta para el curso pastoral a punto de iniciar. Mi propuesta para este curso es muy sencilla y a la par muy exigente: imitar a Santa María, fomentar nuestro amor a la Madre de Dios, pues todo el que se acerca a Ella se encuentra con Él. Todo el que elige a la Santísima Virgen por modelo acaba siendo un buen cristiano de confesión frecuente y de comunión piadosa, de caridad sincera y radicalidad evangélica. San Juan de Ávila, patrono del clero español decía que ''más querría estar sin pellejo que sin devoción a María'' (Sermon 63). Estas palabras del Santo manchego nos vienen muy bien dado que ayer hemos recordado a San Bartolomé. Será un curso para mirar a María, aprender en su escuela de humildad y por su senda llegar a Cristo, monte de salvación. Benedicto XVI describió de forma magistral lo que era la Visitación al decirnos que "La anciana Isabel simboliza a ese Israel que espera al Mesías, mientras que la joven María lleva en sí la realización de tal espera para beneficio de toda la humanidad". Nuestra vida a menudo transcurre entre Isabeles y Marías, entre eternas esperas y vistazo en lontananza hacia el desconocido mañana, y tenemos el presente lleno de tanto bueno que a menudo se nos escapa, preocupados por cumplir la agenda de nuestros días. Vivamos el presente y el mañana en clave de fe, conscientes de que hemos de alabar al Señor por un día más que se nos regala, pues se manifiesta "grande en medio de nosotros", y unidos a Él ahora lo estaremos también mañana allá donde nos corresponda estar.

No quiero terminar sin dar las gracias de corazón a la Sociedad de Festejos de Santa Isabel, la saliente y la actual que se estrena; a estas chicas particularmente mucho ánimo, y saber que podéis contar con esta Parroquia. Gracias a la coral San Félix, a la Agrupación folclórica La Sidrina, a las personas que limpian y cuidan el templo, los que hacen posible el adorno floral, al organista y a las autoridades que nos habéis querido acompañar con vuestra libre presencia. En definitiva, gracias a todos los que hacéis posible que esta fiesta de La Visitación de María a Santa Isabel brille y haga brillar y vibrar a nuestra Parroquia. 

Mañana a las seis de la tarde como es tradición tendremos la misa por los difuntos de Lugones; seguro que en el cielo en estos días también hay fiesta entre tantos lugonenses que desde allá nos miran. Quiero tener un recuerdo muy especial para una persona que ha sido muy importante en esta Parroquia y que encarnó como nadie La Visitación en su día a día, y ya está en manos del Padre; me refiero a la Hermana del Santo Ángel de la Guarda, Bibiana: ¿cuántos kilómetros hizo llevando a Cristo en el portaviático y visitando y llevando a Cristo a tantos enfermos, ancianos y solitarios. La Parroquia de Lugones es angelina y visitandina, estamos llamados a ''ser ángeles visibles'' y, al mismo tiempo, Marías que siempre rápidas suban a las montañas de nuestro entorno, a tantas casas de otras isabeles y zacarías que esperan un milagro, una palabra de aliento, a que Dios mismo se haga su huésped...

Que Santa María de la Visitación y Santa Isabel bendigan a Lugones hoy y siempre. Amén! 

Evangelio de la Visitación

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor