viernes, 5 de septiembre de 2025

Memoria de la Cueva de Covadonga desde hace cuatro siglos y medio hasta hoy (II). Por Francisco José Rozada Martínez

La pequeña capilla-sacristía que alberga la Cueva es la tercera que se conoce, después de la muy sencilla de 1820, la de Roberto Frassinelli después, cuyo camarín para albergar la imagen de la Virgen estaba construido en madera y escayola dorada y policromada, la cual se bendijo el 6 de septiembre de 1874 y se mantuvo hasta 1938.

La capilla-sagrario que hoy conocemos se concluyó en 1945 y en su cubierta interior lleva una armadura de madera de castaño dorada por el artista valenciano Juan G. Talens (es curioso que el anterior camarín de Frassinelli también había sido decorado por un artista valenciano, el señor Gasch).

Dos ventanas aspilleras se abren en ella hacia el exterior. La pequeña campana de esta capilla fue un regalo del Ayuntamiento de Gijón el 8 de septiembre de 1949, fundida en los talleres Adaro -según el diseño del arquitecto don Luis Menéndez Pidal- e incluyó en su aleación 10 kilos de plata, con el escudo de Gijón en una cara y la Cruz de la Victoria en la otra.

En la clásica “foguera” de la noche anterior, en Gijón, la campana fue volteada jubilosamente por los vecinos.

El atril del evangelio sobre el águila simbólica fue hecho en Toledo, en bronce dorado a fuego, y costó 30.000 pesetas, que pagaron a medias la Diputación de Oviedo y el Ayuntamiento de Avilés; la donaron el 8 de septiembre de 1950.

El estudio y modelado de los dos graciosos oseznos sobre los que se asienta la silla episcopal de la Cueva fue obra del escultor -nacido en Cangas de Onís- Gerardo Arsenio Zaragoza (1902-1985), pero fueron llevados a la piedra caliza roja de Covadonga por el maestro gallego Andrés Seoane el cual -para interpretar el pelo de los oseznos, se valió de un vaciado del oso existente en uno de los basamentos del Pórtico de la Gloria, en Compostela.

A uno de sus hijos Seoane le puso el nombre de Pelayo, como memoria de los trabajos que realizó en Covadonga. Sus cuatro hijos son muy famosos escultores y participaron en la restauración de más de 25 catedrales españolas.

Aspecto de la Cueva hasta 1873

Camarín de Frassinelli, construido en madera y escayola dorada y policromada, el cual se bendijo el 6 de septiembre de 1874 y se mantuvo hasta 1938.

El camarín de Roberto Frassinelli -''el alemán de Corao''- 
en sus mejores años.

La imagen bajo el arco central del camarín de Frassinelli.-

El interior era de madera y escayola dorada y policromada en tonos plateados.


Eliminación del camarín de Frassinelli en una fotografía de 1939

Año 1945.- Construcción de la actual capilla y balcón de
las bendiciones, bajo la dirección de Luis Menéndez Pidal.

Obras en el piso de la Cueva en 1945.

Interior de la actual capilla de la Cueva.
La capilla-sagrario que hoy conocemos se concluyó en 1945 y en su cubierta interior lleva una armadura de madera de castaño dorada por el artista valenciano Juan G. Talens.

Dos ventanas aspilleras se abren en la actual capilla hacia el exterior.
(En la fotografía, una de ellas).

El ambón del evangelio sobre el águila simbólica fue hecho en Toledo, en bronce dorado a fuego, y costó 30.000 pesetas, que pagaron a medias la Diputación de Oviedo y el Ayuntamiento de Avilés; la donaron el 8 de septiembre de 1950, ahora hace exactamente 75 años.

Otra vista del ambón

El estudio y modelado de los dos graciosos oseznos sobre los que se asienta la silla episcopal de la Cueva fue obra del escultor -nacido en Cangas de Onís- Gerardo Arsenio Zaragoza (1902-1985), pero fueron llevados a la piedra caliza roja de Covadonga por el maestro gallego Andrés Seoane.

Andrés Seoane -para interpretar el pelo de los oseznos, se valió de un vaciado del oso existente en uno de los basamentos del Pórtico de la Gloria, en Santiago de Compostela.

Un oso aparece esculpido -a la izquierda- en los basamentos de los pilares del Pórtico de la Gloria en la catedral de Santiago de Compostela, formando parte de un conjunto de animales fantásticos, leones y cabezas humanas. Estas figuras, que simbolizan la opresión del pecado o los vicios por la gloria de Dios, representan el triunfo del bien sobre el mal, en este caso aplastados bajo el peso de los pilares del pórtico compostelano.

La pequeña campana de esta capilla de la Cueva fue un regalo del Ayuntamiento de Gijón el 8 de septiembre de 1949, fundida en los talleres Adaro -según el diseño del arquitecto don Luis Menéndez Pidal- e incluyó en su aleación 10 kilos de plata, con el escudo de Gijón en una cara y la Cruz de la Victoria en la otra. En la clásica “foguera” de la noche anterior, en Gijón, la campana fue volteada jubilosamente por los vecinos. (La fotografía recoge la visita de los Reyes de España y de sus hijas el 8 de septiembre de 2018, cuando vinieron a celebrar en el Real Sitio tres grandes efemérides: el XIII aniversario de los orígenes del Reino de Asturias, el primer Centenario de la creación del primer Parque Nacional de España -el de la Montaña de Covadonga (hoy Picos de Europa)-, y también el primer Centenario de la Coronación canónica de la Virgen de Covadonga)

Y así se queda la Cueva cada noche... Covadonga consigue reunir y aglutinar naturaleza y arte, espíritu y materia, origen e impulso. Para los asturianos todos -los de aquí y los de la emigración- Covadonga desborda el espacio y el tiempo, los niveles sociales y las fronteras ideológicas, porque es la raíz, cuna y corazón de nuestra conciencia regional, condensando en sí misma la milenaria historia de Asturias.

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