viernes, 4 de julio de 2025

Vivir el verano en clave de peregrinación evangelizadora. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Empieza el período estival y con él cambian las rutinas. Como todos los años os deseo con estas letras a toda la comunidad parroquial un buen verano y un feliz descanso del curso laboral, académico y pastoral que concluimos. Hemos sido creados para trabajar, eso nos recuerda el Génesis, ciertamente, pero también necesitamos descansar, pues si el mismo Creador descansó también nosotros necesitamos el reposo sereno, muy distinto de la ociosidad insana.

El lema del Jubileo 2025 es "Peregrinos de Esperanza", por eso este año con más motivo os animo como hago siempre a que aprovechéis vuestras vacaciones para hacer turismo religioso y para peregrinar antes que simplemente viajar. En Catedrales y Santuarios de España y del mundo entero se puede ganar la Indulgencia Plenaria del Jubileo, por ello vayamos al lugar que vayamos por cercano o lejano que sea, tenemos un meta a la que acudir para confesar, comulgar y orar por el Santo Padre, que son los requisitos que hemos de cumplir de cara a ganar el Jubileo. Pero no podemos verlo como un requisito frío, ha de ser algo para vivir muy interiormente, para sentir en nuestra alma lo que nos ha recordado el Papa León XIV que hemos de experimentar: "Ante tus heridas del corazón, Jesús se detiene, escucha y sana". Para esto ha de ser también el descanso, la peregrinación y el turismo.

Nos recuerda un pasaje del primer libro de Crónicas una sentencia que no debemos verla pesimista, sino a la que hemos de aplicar la esperanza cristiana: "Porque somos extranjeros y peregrinos delante de Ti, como lo fueron todos nuestros padres; como una sombra son nuestros días sobre la tierra" (1 Cro 29, 15). Lo más hermoso del tiempo de descanso es gastar las horas libres junto a las personas que queremos, nuestra familia, amigos y tantos conocidos a los que debemos desde hace tiempo una llamada, una visita o un acercar posturas. El verano nunca ha de ser sinónimo de consumismo, pues a menudo el mejor estío lo suele vivir el que menos gasta para el disfrute propio y dedica más a que lo disfruten los demás.

Y no nos olvidemos del Señor; Dios no se va de vacaciones, las parroquias no cierran por ser verano -aunque disminuya su actividad al ser menor también la estabilidad de la feligresía- como tampoco se van de vacaciones los pobres ni debería de relajarse nuestro compromiso bautismal. También en vacaciones somos los católicos somos llamados a evangelizar con nuestro buen ejemplo allá donde vayamos: con el testimonio de la caridad, con la disponibilidad en la comunidad parroquial a la que nos acerquemos a vivir la fe. Qué hermoso es encontrar en el barrio de la ciudad, la villa, pueblo o aldea a la que acudamos con hermanos que se reúnen en torno al Altar al igual que nosotros para compartir la misma Palabra y la misma fe en Jesucristo, que se hace pan de vida para nuestro alimento. Tengámoslo claro: "Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza" (Sal 62,5).

También el Santo Padre nos ha invitado a sacar tiempo para el ejercicio físico, pues a su juicio favorece igualmente el trabajo en equipo, une a las personas -mientras los medios digitales nos alejan de quienes tenemos cerca- y nos ayuda a reconocer nuestros propios límites. En su homilía en el Jubileo de los deportistas León XIV reflexionaba: "En una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo radical ha desplazado el énfasis del 'nosotros' al 'yo', con el consiguiente déficit de preocupación real por los demás, el deporte enseña el valor de cooperar, trabajar juntos y compartir. Esto, como hemos dicho, está en el corazón mismo de la vida de Dios (cf. Jn 16, 14-15). El deporte puede convertirse así en un importante medio de reconciliación y encuentro: entre los pueblos y dentro de las comunidades, las escuelas, los lugares de trabajo y las familias".

De corazón, os deseo un buen verano, un feliz descanso y que el Señor os acompañe allá donde vayáis. No le dejéis fuera de vuestros planes, pues Él no ocupa espacio en el equipaje.

Joaquín, párroco

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