domingo, 20 de julio de 2025

''Solo una es necesaria''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


    En este domingo XVI del Tiempo Ordinario os invito a acercaros a la Sagrada Escritura a partir de tres ideas que extraigo de las lecturas del día. La primera vivir en Dios, la segunda vivir en Dios desde la comunión con la Iglesia, y la tercera discernir lo que Dios espera de nosotros en su Iglesia:

La primera idea es sencilla: "vivir en Dios". ¡Cuántos aspiran a esto! Poder estar cerca de Él, pero a todos los que anhelamos estar cerca del Señor necesitamos que la fe crezca de día en día en nosotros. Ha de aumentar la confianza que tenemos en quien todo lo puede, como la tuvo Abraham que jamás dudo de que el Señor no cumpliera su promesa de que tendría descendencia y heredad; no sólo un hijo, sino incontables hijos y hasta una tierra propia para los suyos. Este enigmático pasaje del Génesis en que vemos la visita de esos tres ángeles al anciano matrimonio, ponen de relieve no sólo lo que siglos después los cristianos entenderíamos como una alegoría a la verdad de que Dios es uno y trino pero, especialmente, que el Señor no permanece oculto, sino que como en esta escena a la sombra de la encina de Mambré viene a recordar a Abrahán y Sara que les aguarda aún la vida más abundante de todas. Son tres pero sólo uno habla; un detalle que nos interpela: ¿Cómo es la actitud de los ancianos ante aquellos desconocidos?... La acogida oriental, el servicio caritativo como ley, la hospitalidad propia de la gente del desierto... Y es que Dios pasó por sus vidas, llamó a la puerta de su tienda y ellos que tenían el corazón bien dispuesto le acogieron en aquellos tres hombres anónimos. Cuántas veces buscamos a Dios donde no está y, sin embargo, nos visita muchas veces sin que le abramos ni tan si quiera la puerta: ''Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo''... Luego somos nosotros los que queremos ser invitados por Él, pero en nuestra reconocida situación pecadora nos asusta o avergüenza ser sus comensales. La oración del salmo pone en evidencia nuestro sentimiento de pequeñez: "Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?".

La segunda lectura de la epístola de San Pablo a los Corintios nos trae la segunda idea de "vivir en Dios desde la comunión en la Iglesia". Insiste en algo muy concreto el Apóstol, y es que Dios no da a conocer su misterio a cualquiera, no se revela sino a los suyos, y esto lo hace en el seno de su Iglesia. He aquí que San Pablo pone de relieve que no podemos salvarnos solos, que necesitamos vivir en la Iglesia a través de los sacramentos y por medio de los ministros. Ya en los primeros años de la Iglesia se daban esas situaciones extrañas de cristianos que se consideraban mejores que los demás, incluso mejores que el sacerdote que presidía la comunidad, hasta el punto de considerar que podían llegar a Dios dando la espalda a la Iglesia y sus ministros. Ante esta tentación de soberbia que es un susurro del maligno para llevar las almas a su propia condenación, San Pablo deja claro que nadie está excluido de entrada a ser salvado, somos cada uno de nosotros los que libremente acogemos o rechazamos ese regalo impagable.

Por último, el evangelio de este domingo nos presenta la tercera y última idea: "discernir lo que Dios espera de nosotros en su Iglesia". El pasaje de esta semana es muy apropiado para este tiempo de verano; son también las vacaciones de Jesús, sus días de descanso en casa de sus amigos, los tres hermanos: Marta, Lázaro y María. Esta familia "lo recibió en su casa", como nos dice el evangelista San Lucas, pero -ojo al dato- no se habla de Lázaro, sino de la casa de una mujer llamada Marta. Jesús vuelve a romper esquemas: entra en casa de tres solteros que en aquel tiempo era algo muy mal visto, pues las mujeres ya en la adolescencia eran desposadas casi como mercancía familiar a cambio de dotes, y el texto le da la voz a cantante a Marta, como la que invita a Jesús a hospedarse en su hogar. Los que hablan de machismo en la Iglesia deberían sumergirse un poco en los evangelios... Acogen a Jesús; sí, pero, ¿cuál es el debate exegético de fondo?... ¿Quién hizo bien, Marta que se desvivió por servir a Jesús pero no se enteró de nada de sus exhortaciones, o María que escuchó atentamente cada palabra de Jesús pero descuidó temporalmente para ello el servicio y la atención de la casa?... 

Hace años este era un debate frecuente: ¿Qué tiene más valor, la contemplación o la acción? ¿Las monjas que rezan en clausura o las que están de misioneras en África?. Ambas son necesarias, y si en nuestra balanza no están igualadas algo va mal. Si no entendemos que no puede haber acción sin la sustentación de una oración profunda detrás y viceversa, no nos hemos enterado y nos quedaríamos como muchos en puros activismos con pátina religiosa. Cada uno somos llamados por Dios a servir en la Iglesia allá donde podemos ser útiles: formando una familia cristiana, como sacerdote, como religiosa de clausura, como religioso en la pastoral sanitaria, como religiosa en la enseñanza, como misionero... Lo importante es que esté donde esté mi quehacer nunca me distraiga de la palabra de Dios y mi acción esté sustentada por ella. Jesús claro: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada». Tampoco hemos de interpretar el texto como una crítica de Jesús al servicio de Marta: la acción es necesaria tanto como la oración pero, evidentemente, el Señor reconoce que la elección de María ha sido en ese momento la acertada, pues ha preferido escuchar directamente a Jesús que afanarse por las cosas del mundo.

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