lunes, 9 de septiembre de 2024

Precisiones a la reflexión de Pedro de Silva sobre el día de Covadonga. Por José Luis Lafuente Suárez

La intención del presente texto es realizar una serie de precisiones sobre la reflexión realizada por D. Pedro de Silva en LNE con motivo del día de Covadonga; comentarios, que ya anticipo, quieren ser críticos, no criticones.

Desde un punto de vista histórico, entiendo que son equivocadas y partidistas las referencias que realiza, en primer lugar, al minimizar la relevancia de la batalla de Covadonga. Con independencia de la denominación -lid, escaramuza, refriega, choque...- las crónicas (incluso las musulmanas) reconocen su realidad. Rechazo por insultante la frase de D. Pedro “... de la que arrancaría una guerra supuestamente de religión que duró 7 siglos, empaquetada y envuelta en la historia oficial bajo el rótulo de ‘Reconquista’”. Independientemente de la fe personal de cada rey cristiano, y del pragmatismo en sus relaciones con las taifas musulmanas a lo largo del tiempo, no se puede ignorar que siempre existió de fondo la idea de entroncar con la monarquía visigótica, expulsar al islam de la península Ibérica y dar lugar a la unidad de España -no solo dinástica, con los Reyes Católicos- tal y como la conocemos, al menos hasta nuestros días...

En segundo lugar, son también partidistas, e igualmente inexactas, las referencias a la equiparación que parece desprenderse de sus palabras, entre republicanismo y religión, o catolicismo en concreto. Como sabemos, la II República se implantó en España tras unas elecciones municipales, por deserción de los propios apoyos del rey Alfonso XIII, tras la dictadura de Primo de Rivera (con la que colaboró el PSOE y personalmente Largo Caballero). Se celebraron solamente elecciones de 1931 (constituyentes); 1933, en las que la victoria de las fuerzas de la derecha dio lugar a la Revolución de 1934, y 1936, en las que los estudios históricos han demostrado el fraude electoral en la presunta victoria del Frente Popular. En todas ellas, el factor religioso tuvo su importancia, pero nunca existió ese pretendido enfrentamiento entre religión católica y República.

Comparto la reflexión de D. Pedro sobre el acierto de hacer coincidir la celebración del Día de Asturias con la festividad de la Virgen de Covadonga por evidentes razones históricas, sentimentales, de identificación, de patriotismo al fin y al cabo. Y es de entender que el lugar de celebración del Día de Asturias como fiesta del Principado es competencia del Consejo de Gobierno.

Se trata de una celebración institucional, pero ello no obvia que el 8 de setiembre en Covadonga se conmemora el día de la Virgen de Covadonga, festividad religiosa. Si el lugar de celebración del Día de Asturias es Covadonga, la celebración religiosa, la eucaristía, evidentemente, siempre tiene lugar en el Santuario de Covadonga. Dentro de la eucaristía, en su homilía, el Arzobispo como responsable de la diócesis que le ha sido asignada por el Santo Padre, tiene el deber de: “enseñar y explicar a los fieles las verdades de fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia; cuide también de que se cumplan diligentemente las prescripciones de los cánones sobre el ministerio de la palabra, principalmente sobre la homilía y la enseñanza del catecismo, de manera que a todos se enseñe la totalidad de la doctrina cristiana” (el destacado en nuestro), además de corresponderle: “defender con fortaleza, de la manera más conveniente, la integridad y unidad de la fe, reconociendo no obstante la justa libertad de investigar más profundamente la verdad...”, según establece el Canon 386 del Código de Derecho Canónico. De este modo, por consiguiente, el obispo celebrante ha de instar “a los fieles para que cumplan su deber de hacer apostolado de acuerdo con la condición y la capacidad de cada uno, y exhórteles a que participen en las diversas iniciativas de apostolado y les presten ayuda, según las necesidades de lugar y de tiempo” (Canon 394.1).

Esa enseñanza de la totalidad de la doctrina cristiana -insisto en el subrayado propio de quien esto escribe- implica la necesaria crítica a los dirigentes políticos que legislan contra la misma en temas tan cruciales como el aborto, la ideología de género, el matrimonio, la libertad religiosa y de conciencia, en interpretación de los signos de los tiempos, buscando la llamada a la conversión a la que nos invita el Papa Francisco en “Fratelli tutti”. Cosa distinta es que esos políticos no solo carezcan de intención de rectificar, sino que se ofendan farisaicamente por sentirse aludidos.

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