miércoles, 4 de septiembre de 2024

En el 123.º aniversario de la consagración de la basílica de Covadonga. Por Francisco José Rozada Martínez

¿Por qué sus dos torres se parecen a la de la basílica de Lourdes? 

Cumple ahora 123 años la basílica de Sta. María la Real de Covadonga tal como la conocemos, en piedra caliza rosácea del cercano lugar de Peñalba, consagrada por cinco obispos el día 7 de septiembre de 1901.

Cuando el día 9 de septiembre de 1874 el obispo de Oviedo Benito Sanz y Forés anunció a los fieles su intención de levantar en Covadonga un templo monumental es posible que no se imaginase que deberían transcurrir veintisiete años para verlo concluido y consagrado.

Sanz y Forés encargó a su amigo Roberto Frassinelli -alemán residente en Corao (Asturias)- que realizara los estudios pertinentes y los planos necesarios.

Tras elegir el cerro de El Cueto, con el fin de dejar libre la vista de la Cueva (cosa que hubiera impedido el proyecto que el Rey Carlos III le había encargado a Ventura Rodríguez casi un siglo antes) y para evitar el riesgo de desprendimientos del monte Auseva, el emplazamiento fue el ideal, al quedar el templo exento y en un lugar más original y pintoresco.

El día 30 de julio de 1877 el Rey Alfonso XII -acompañado de su hermana Isabel, Princesa de Asturias- disparó el primer barreno que pondría en marcha el desmonte del citado cerro y el vaciado del mismo para construir la cripta que se pensaba utilizar como sacristía.

Los proyectos para el templo se sucedieron, primero con una fachada de dos torres.

Añadió Frassinelli después dos torres más a la cabecera de la basílica, hasta contar con un total de cuatro -como era habitual en la catedrales alemanas- y una parte central o atrio entre las del imafronte o fachada que recordase el prerrománico asturiano y el reciente Camarín que el propio Frassinelli había hecho en la Cueva.

El “alemán de Corao” proyectaba, dibujaba y era el responsable artístico, pero era después el obispo el que disponía el resultado final, arrebatándole el protagonismo a Frassinelli y dirigiendo el proyecto según sus ideas.

Llama mucho la atención que ni el obispo ni su “mano derecha” informasen durante años a la Real Academia de San Fernando ni a la Comisión Provincial de Monumentos, como era preceptivo. Parece que el alemán tenía titulación de ingeniero, pero no la de arquitecto.

El nuevo obispo Fray Ramón Martínez Vigil retomaría las obras tras dieciséis meses, detenidas por falta de dinero y de planos (que se suponía se había llevado a su nueva sede de Valladolid su antecesor.

Martínez Vigil visitó a la Familia Real para solicitarle ayuda, y también la pidió al Gobierno, a los fieles españoles y de países hispanoamericanos, y convenció a su amigo el arquitecto Federico Aparici para que se hiciese cargo del proyecto.

Desde ese momento -en 1884, hasta su conclusión en 1901- las obras ya no se detendrían más.

Como cuenta José Barrado Barquilla -eminente religioso de la Orden de Predicadores- en su libro sobre la biografía del obispo Martínez Vigil, que este había visitado en 1877 el famoso santuario de Lourdes, precisamente cuando la torre central de la basílica francesa acababa de ser concluida y -ocho años después, ya en la sede ovetense- todo indica que acordó con el arquitecto Federico Aparici que las dos torres del imafronte de la basílica de Covadonga recreasen de alguna manera la del santuario de la basílica de la Inmaculada Concepción del santuario francés.

Es evidente que el último piso y el chapitel de las dos torres gemelas de Covadonga tienen un notable parecido con la torre que -veinticinco años antes- se había levantado en Lourdes.

La basílica del Real Sitio conserva del proyecto de Roberto Frassinelli y de Sanz y Forés la cripta, el atrio de acceso y la disposición de la plaza con las almenas que la circundan; mientras que a Federico Aparici y al obispo Martínez Vigil le debemos todo el resto de la misma, con las dos torres gemelas que hoy nos han ocupado, ya sin la visión germánica de los primeros proyectos.

Puede afirmarse que el resultado final de la neorrománica basílica presenta -en su conjunto- una evidente unidad armónica, a pesar de haberle cambiado todas las cubiertas exteriores de naves y ábside -que eran de color gris desde sus orígenes- por otras de un sorprendente color rojizo.

Basílica de Covadonga en la actualidad.
(Es evidente que el último piso y el chapitel de las dos torres gemelas de Covadonga tienen un notable parecido con la torre que -veinticinco años antes- se había levantado en Lourdes).

Basílica superior del santuario de la Inmaculada Concepción de Lourdes (Francia).
(Es evidente que el último piso y el chapitel de las dos torres gemelas de Covadonga tienen un notable parecido con la torre que -veinticinco años antes- se había levantado en Lourdes).

Primer proyecto de Roberto Frassinelli, con dos torres.

Segundo proyecto de Frassinelli, con cuatro torres -como era habitual en las catedrales alemanas- y una parte central entre las dos torres de la fachada o imafronte que recordase el prerrománico asturiano y su reciente Camarín en la Cueva.


Foto de la basílica en construcción del fotógrafo Daniel Álvarez Fervienza

Era el año 1890, faltaban once años para concluir la construcción.

Puede afirmarse que el resultado final de la neorrománica basílica presenta -en su conjunto- una evidente unidad armónica, a pesar de haberle cambiado todas las cubiertas exteriores de naves y ábside -que eran de color gris desde sus orígenes- por otras de un sorprendente color rojizo.

La basílica con sus tradicionales cubiertas en color gris, como los chapiteles de las torres.


Puede afirmarse que el resultado final de la neorrománica basílica presenta -en su conjunto- una evidente unidad armónica, a pesar de haberle cambiado todas las cubiertas exteriores de naves y ábside -que eran de color gris desde sus orígenes, como los chapiteles de las torres- por otras cubiertas de un sorprendente color rojizo.

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