jueves, 5 de septiembre de 2024

El sacerdote Francisco Torres Ruiz se incorpora como nuevo bloguero a InfoVaticana

(Infovaticana) Arrancando el nuevo curso, tenemos el honor de dar a conocer que el sacerdote de la diócesis de Plasencia, Francisco Torres Ruiz, se incorpora a InfoVaticana como nuevo bloguero.

Muchos de nuestros lectores le conocerán por ser el liturgista estrella del programa que triunfó en Youtube ‘La Sacristía de la Vendée’, la contrarrevolucionaria tertulia sacerdotal que tuvo que parar sus emisiones debido a una cacería mediática, política y eclesial contra estos sacerdotes por unas palabras sacadas de contexto.

El padre Francisco Torres, cura de Aldeanueva de la Vera y el Guijo de Santa Bárbara es natural de Miajadas, asume el reto de incorporarse a InfoVaticana para deleitar a nuestros lectores con sus escritos. Además, don Francisco Torres también ha ejercido como exorcista de la diócesis extremeña.

El nuevo blog se llama ‘in virga virtutis’ y ahí podrá leer los artículos del padre Francisco Torres Ruíz. Aquí les dejamos con el primero:



«¡Oh feliz y bendita isla de Lerins, que,
aunque, parece pequeña y plana,
es famosa por haber elevado hasta el cielo
montañas innumerables!…»

Con estas palabras elogiaba San Vicente la isla que le acogió hasta su muerte en torno al año 435d.C. Según refiere Gennadio en su De Scriptorisbus Ecclesiasticis llegó a aquel lugar tras varios años de ser zarandeado por “diversos y tristes torbellinos de la vida secular”.

De su obra solo nos ha llegado el Primer Conmonitorio y un resumen del Segundo. La palabra “Commonitorium” en latín significa “apuntes”, “notas” o “recordatorio”. El Commonitorium Primum se trata de una especie de vademécum en que el santo expone la regla de la fe, así como algunos ejemplos y temas donde se distinguen entre lo que es de fe católica ortodoxa y lo que es herejía.

Este libro podría estar dirigido hoy contra los protestantes y protestantizados que se empeñan en defender el axioma Sola Scriptura, el libre examen de la escritura, dado que dice el autor: «precisamente porque la Escritura, a causa de su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal… se podría decir que tanto son las interpretaciones como los lectores […] es pues sumamente necesario ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico» (2) y para ello ofrece un triple criterio que se ha hecho famoso:

1. Universalidad: Quod ubique. Dice San Vicente de Lerins: «seguiremos la universalidad sí confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo».

2. Antigüedad: Quod semper. Dice San Vicente de Lerins: «si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres».

3. Consenso general: Quod ab omnibus. Dice San Vicente de Lerins: «si en esta misma antigüedad abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros».

Estos tres principios pueden ayudarnos a discernir – palabra tan de moda en estos tiempos – lo que debemos creer y lo que debemos rechazar. En estos momentos actuales de gran confusión doctrinal, de predicaciones vagas y discursos emotivistas; donde la verdad ha sido sustituida por la autoridad, y el derecho natural arrumbado por el positivismo jurídico, conviene tener presente estas enseñanzas de San Vicente de Lerins y procurar mantener vivo el Depositum fidei su custodia y su exposición tal como no recuerda el apóstol de los gentiles “Guarda el depósito” (cf. 1Tim 6,20).

El mismo Concilio Vaticano II recordó el cuidado y mimo con que el Magisterio debe tratar la Revelación Divina de este modo “este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios (n. a. oral o escrita), sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad…» (DV10). En este sentido se entiende la advertencia de San Vicente de Lerins: «debemos tener horror, como si de un delito se tratara, a alterar la fe y corromper el dogma…» (7).

El respeto por la Regla de la fe, su escrupulosa conservación y su minuciosa exposición llevan a tocar tangencialmente, al menos, el viejo – y siempre nuevo- tema Verdad versus autoridad. Tema actual de la reflexión teológica fundamental, máxime teniendo en cuenta que hoy se prima el valor de la autoridad y la obediencia servil a la misma mientras se ofusca la verdad. La resolución es, aparentemente, sencilla: la autoridad debe someterse a la verdad y estar a su servicio. Pero no es el objeto de este artículo el afrontar este problema, aunque si lo traigo a colación es porque ya en el s. V está presente a juzgar por estas palabras de San Vicente de Lerins: « de todo lo que hemos dicho, aparece evidente que el verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído» (20). Así se entienden las palabras del papa San Esteban con las que cerró el conflicto acerca del bautizo de los herejes vueltos a la iglesia: «ninguna novedad, sino solo lo que ha sido transmitido«.

San Vicente de Lerins aborda también una cuestión crucial que se planteaban aquellos católicos – y los católicos de todos los siglos – ¿Por qué permite Dios que haya herejías en la Iglesia? (cf. 10) y usando un texto del Deuteronomio, identificando a los herejes dentro de la iglesia con las divinidades extranjeras que se instalaron en medio de la fe del pueblo de Israel, viene a concluir que «si un doctor se desvía de la fe, es la providencia de Dios la que lo permite, para ver si amamos a Dios con todo el corazón y con toda el alma» (19).

Para concluir, conviene tener en cuenta esta última exhortación que San Vicente de Lerins nos hace: «el Depósito es lo que te ha sido confiado, no encontrado por ti; tú lo has recibido, no lo has excogitado con tus propias fuerzas. No es el fruto de tu ingenio personal, sino de la doctrina; no está reservado para un uso privado, sino que pertenece a una tradición pública… Guarda el Depósito, dice; es decir conserva inviolado y sin manchas el talento de la fe católica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir» (22) y más adelante «si se concediere, aunque fuera para una sola vez, permiso para cualquier mutación impía, no me atrevo a decir el gran peligro que correría la religión de ser destruida y aniquilada para siempre…» (23).

Quod ab omnibus
Quod semper
Quod ubique
Tres palabras a retener.
Lo que por todos
Lo que siempre
Lo que en todas partes
Siempre en cuenta has de tener.
Si la Fe quieres conservar
y no quieres dejarte engañar
estás tres palabras debes conservar.
Y lo que no responda a estas tres
sácalo pronto ¡Recházalo!
o tu Fe verás perder.


Francisco Torres Ruiz

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