viernes, 28 de noviembre de 2025

Entrevista al Delegado Episcopal de Piedad Popular, Luis Manuel Alonso

(Iglesia de Asturias) Este sábado, 29 de noviembre, se celebra en Avilés el Encuentro anual de Cofradías y Hermandades en la diócesis. Hablamos con el Delegado episcopal de Piedad Popular, Luis Manuel Alonso:

¿Este año se celebra en Avilés por algún motivo en especial?

Pues sí, efectivamente cada año vamos rotando por diversas localidades de la diócesis donde hay vida cofrade. Y este año es en Avilés porque lo solicitaron así, al coincidir el LXX aniversario de la llegada del Lignum Crucis procedente de Santo Toribio de Liébana para la cofradía de la Vera Cruz de Avilés. La Junta de Hermandades de allí, junto a la cofradía que recibió en su día ese gran regalo de la Iglesia, nos plantearon si podía celebrarse en Avilés y allá que nos vamos.

¿Quién está invitado a participar?

Está abierto a todas las cofradías que hay en la diócesis, tanto de Penitencia como de Gloria. Las que más nos suenan a todos son las de Semana Santa o Penitencia, porque tienen mucha repercusión a nivel incluso de medios de comunicación, pero hay infinidad de cofradías, de diversas advocaciones, del Santísimo Sacramento, de Ánimas, de diversa índole en las parroquias, que también están invitadas.

¿En qué va a consistir el evento de este año?

El modelo es similar a otros años, con las diferencias de cada lugar. Tendremos una recepción, una mesa redonda y una visita a la villa de Avilés, donde nos enseñarán los diferentes lugares en los que las cofradías tienen especial protagonismo, para concluir de la mejor manera posible en torno a la eucaristía y después una comida fraterna.

Avilés es una villa con una gran tradición de Semana Santa, con lo cual tendrá una gran participación probablemente.

Pues sí, Avilés es una de las localidades fuertes de la diócesis en el ámbito de la Semana Santa sin duda, junto con otras más, pero Avilés mantuvo la antorcha encendida en los años que, en otros sitios, decayó. Tiene un montón de cofradías con mucho trabajo y también una Junta de Hermandades que hace una labor importantísima.

Las cofradías de nuestra diócesis están cada vez más activas en las Redes Sociales y esto nos permite seguir un poco de su día a día y estamos viendo que ya empieza alguna a preparar la Semana Santa, lo que para nosotros, con la vista puesta en el Adviento que empieza el domingo, queda muy lejano, pero para las cofradías es hora de ir empezando

Sí, efectivamente, las Redes Sociales son una realidad en la que hay que estar sí o sí, porque llegan a muchísima gente y sorprende a veces la cantidad de personas que responden a través de ellas a las llamadas que hacemos las diferentes cofradías. Y como bien dices, sí, hay cofradías que ya han comenzado con los ensayos para la Semana Santa, que parece un contrasentido, empezando ahora casi el Adviento, pero ya hay cofradías que comienzan con sus ensayos, otras empiezan un poco más tarde y también toda la actividad que desarrollan en torno a Navidad las diferentes cofradías.

En Navidad las cofradías desarrollan una gran labor caritativa especialmente

Sí, se ponen en marcha diferentes campañas para ayudar, que es una de las vertientes donde las cofradías también tienen su ámbito de trabajo. En el tiempo de Adviento y Navidad parece que se enternece el corazón a nivel general como sociedad. Muchas cofradías aprovechan para hacer diferentes campañas de recogida de alimentos, recogida de donativos para los más necesitados. Es un momento, sin duda, especial porque, aunque la Semana Santa es, digamos, el tiempo más fuerte para las cofradías, sin duda durante la Navidad la solidaridad cofrade se hace más patente.

Uno de los objetivos que tiene la Delegación Episcopal y Piedad Popular es hacer un censo de las cofradías que tenemos en la diócesis. No es una labor fácil, pero ¿qué datos se tienen hasta el momento?
El censo es fácil y difícil. Fácil en cuanto a las cofradías más grandes, que están reconocidas canónicamente, aunque todas debieran de estar reconocidas ante la Iglesia, en este caso por el señor Arzobispo. Todas esas pues ya están censadas y entre comillas, controladas en sus datos. Después hay muchas cofradías más pequeñitas, a lo mejor parroquiales, más devocionales, que en ocasiones no se les da la importancia que verdaderamente tienen. Parece que son un grupo solo de la parroquia, pero no, es un grupo de parroquia que es tan cofradía como cualquiera de las demás. Y en ello estamos. Se envió una carta, hubo ya respuesta por parte de parroquias y ahora pasaremos a una segunda fase que será un contacto más personal que siempre es más directo y más fácil.

Más o menos ahora de momento ¿cuántas están registradas?

Tenemos en torno a la cuarentena.

Cada vez hay más movimientos de cofradías y hermandades. ¿Estamos ante un renacer de las cofradías en la Iglesia?

Pues sí, yo creo que en la diócesis empezamos un poco más tarde que otras diócesis en este mundo cofrade o quedó más adormecido. Pero hoy en día están surgiendo muchas personas que se acercan a las cofradías existentes y muchas personas también que están intentando dar los primeros pasos para crear nuevas cofradías. Lo importante es que todo ello tenga un sentido de Iglesia, que nos sintamos Iglesia, que no actuemos como unos entes individuales sino que estemos en comunión con la Iglesia diocesana en este caso, presidida por don Jesús y que tengamos claro que venimos a aportar y a colaborar y hacer comunión para que nuestro testimonio sea más creíble.

¿Y qué tienen las cofradías que resultan tan atractivas, por ejemplo, para las personas alejadas?

Yo creo que en primer lugar la estética, pues llama la atención, las procesiones son llamativas. Hay diversidad de estilos: más leonés, más andaluz, más asturiano. En segundo lugar, las cofradías ofrecen muchas posibilidades. Hay gente que se dedica más al tema de la música: hay diversas bandas, agrupaciones musicales que suman gente y gente joven. Está el mundo también de los costaleros, aquellos que portan los pasos, que también arriman el hombro y ven que el trabajo, los ensayos, el sacrificio que hacen se ve recompensado cuando en la calle sale la cosa como uno quiere. También está la parte solidaria para aquellas personas que sienten especialmente esta vocación y se apuntan a las diferentes opciones que hay siempre en las cofradías. Para la gente joven también hay opciones, así como para los niños, ya que tienen sus tramos o sus secciones dentro de la cofradía para que puedan desarrollar esas inquietudes.

Creo que todo ello colabora a que la gente vea en el mundo de las cofradías un banderín de enganche, una entrada o un nuevo comienzo a a veces en el mundo de la fe.

Comentabas que hay cofradías que están intentando nacer, que están en ese proceso. ¿Tenemos ahora mismo alguna de esas?

Hay varios proyectos en marcha. Lo que pasa es que la diócesis ha optado este año por plantear un directorio diocesano, que ahora mismo no tenemos, para establecer unos criterios comunes en este tipo de cuestiones: cómo empezar y qué pasos dar, para ayudar a que esa iniciativa se convierta realmente en una cofradía auténticamente eclesial y con sentido de Iglesia. Es la labor que vamos a intentar en este curso para que todas esas inquietudes se canalicen lo mejor posible.

Fallece Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos

(C.E.E.) En la tarde del 27 de noviembre ha fallecido Mons. Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos, a los 85 años de edad. Su fallecimiento ha tenido lugar en Murcia, localidad donde últimamente residía.

La capilla ardiente en Murcia ha quedado instalada en la capilla de la Adoración perpetua del Palacio Episcopal de Murcia hasta hoy, viernes 28, al mediodía. Por la tarde, será trasladado a Burgos.

En Burgos, la capilla ardiente quedará instalada en la capilla del arzobispado el sábado 29 de noviembre, desde las 9:00h hasta las 16:00h. A las 17:30h se organizará el traslado a catedral de Burgos donde se celebrará la misa de cuerpo presente, seguida del rito exequial y sepultura en la cripta de la capilla de santa Ana.

Arzobispo emérito de Burgos desde 2015

Mons. Gil Hellín nació en La Ñora (Murcia) el 2 de julio de 1940. Realizó sus Estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Diocesano de Murcia entre 1957 y 1964. Obtuvo la Licenciatura en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma entre 1966 y 1968. Además, estudió Teología Moral en la Pontificia Academia San Alfonso de Roma entre los años 1969 y 1970. Se doctoró en Teología por la Universidad de Navarra en 1975. Ejerció como canónigo penitenciario en Albacete entre 1972 y 1975 y en Valencia de 1975 y 1988.

Fue subsecretario del Pontificio Consejo para la Familia de la Santa Sede de 1985 a 1996. Fue profesor de Teología en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia (1975-1985); así como en el Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y Familia (Roma, 1985-1997) y en el Pontificio Ateneo de la Santa Cruz en Roma (1986-1997).

Juan Pablo II lo nombró secretario del Pontificio Consejo para la Familia en 1996, cargo que desempeñó hasta 2002.

El 28 de marzo de 2002, el papa Juan Pablo II le nombró arzobispo de Burgos. El papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de esta diócesis el 30 de octubre de 2015. Del 15 de junio de 2018 al 16 de enero de 2019 fue administrador apostólico de Ciudad Rodrigo.

En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, de la Comisión Episcopal para el Clero, además de pertenecer a la Comisión Permanente en representación de la Provincia Eclesiástica de Burgos desde 2011 hasta 2015.

jueves, 27 de noviembre de 2025

Vuelve la feria navideña de Contemplare: la mayor exposición y venta de productos monásticos

  

(Rel.) Las Ferias Monásticas de la Fundación Contemplare se consolidan como la mayor exposición y venta que existe en el mundo de productos elaborados desde la oración. Más de 80 monasterios de toda España, pero también de Francia y de Italia, se dan cita en un mismo lugar para llevar al gran público un millar de variedades comestibles recién salidas del torno.

Una feria que se adentra en sus huertos y jardines para dar a conocer la cosmética que elaboran las monjas y monjes contemplativos:

Crema curativa de propóleos, de los panales de abejas de las cistercienses; crema facial hidratante para pieles atópicas, procedente de los bosques de Galicia; jabón de manteca de karité, de arcillas con distintas propiedades: roja, verde, amarilla; bálsamo labial de rosa mosqueta; sérum de ácido hialurónico con extracto de verbasco; crema de manos de naranja dulce; champú de lavanda; y hasta varillas de incienso para el hogar, hechas a mano. O ambientador difusor con olor a higo.

En gastronomía también hay novedades tan sugerentes como el turrón de matcha, bolitas de macadamia y chai, pistachos caramelizados, galletas de queso o morcilla para untar: "boudin noir à tartiner".

Y en las recetas tradicionales siguen reinando los mantecados y polvorones (con la receta original, bien custodiada en uno de los monasterios de Estepa), las yemas auténticas de las clarisas, el mazapán en todas sus formas, el famoso bizcocho marroquí, las garrapiñadas y los panettones.

En definitiva, la Fundación Contemplare busca dar a conocer a través de sus ferias monásticas navideñas a los miles hombres y mujeres que han entregado su vida a la contemplación, inmersos en el mundo a través de sus rezos, pero anticipando ya las primicias del Cielo. Comprar sus productos es ayudarles a vivir su ora et labora.

Tendrá lugar en la Plaza Mayor de Madrid – del jueves 4 al lunes 8 de diciembre – venta exclusiva en la Casa de la Panadería coincidiendo con el puente de la Inmaculada. También, en el ABC Serrano – del 4 al 20 de diciembre – exclusivamente dulces tradicionales.

Fuera de Madrid: en el centro de Oviedo – con ocho casetas de madera, del 5 al 23 de diciembre. Y desde la web, envíos directos del convento a casa, al estilo de Amazon.

La Fundación Contemplare está formada por profesionales laicos que ponen su experiencia al servicio de la vida monástica, para ayudarles a mantenerse y, sobre todo, para dar a conocer su forma de vida. España es la primera potencia mundial, con más de 700 conventos y monasterios en activo y 8.000 monjes y monjas que sostienen la Iglesia sin hacer ruido. Contemplare es puente entre ellos y el mundo.

Liturgia propia de Nuestra Señora de la medalla Milagrosa


Hoy recordamos la aparición de la Santísima Virgen María a Santa Catalina Labouré el 27 de noviembre de 1830, en París, en la capilla de la Casa Madre de las Hijas de la Caridad. Esta operación dio origen a la Medalla Milagrosa, y de ella también tomó su nombre la fiesta de la Virgen Inmaculada de la Sagrada Medalla, instituida por León XIII el 23 de julio de 1894.

ANTÍFONA DE ENTRADA

El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Él ha exaltado tu nombre: que todos los pueblos canten tu alabanza.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios nuestro que nos alegras con la abundancia de tu inmensa bondad manifestada en la Inmaculada Virgen María, a quien asociaste de modo inefable al misterio de tu Hijo, concédenos propicio que, sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad y que, con un corazón libre y fiel, sirvamos al misterio de tu redención. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA:

Lectura del libro del Apocalipsis (Ap. 12:1, 5, 14a, 15-17)

Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono. Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto. La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara. Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado. El Dragón, enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 44, 11-12.14-15.16-17)

R/ Tú eres la alegría, tú eres el honor de nuestro pueblo, Virgen María.

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él. R.

Embellecida con corales engarzados en oro
y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás,
sus compañeras la guían. R.

Con gozo y alegría entran al palacio real.
Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás
como príncipes por toda la tierra. R.


Aleluya (Cantar de los Cantares 4,7)

Aleluya, Aleluya,

Eres toda hermosa, amada mía, y no tienes ningún defecto.

Aleluya, Aleluya,

+ Lectura del santo evangelio según san Juan (Juan 2, 1-11)

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el bu en vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor

ORACIÓN DE LOS FIELES

En la fiesta de Santa María Inmaculada de la Sagrada Medalla Milagrosa, presentemos nuestras súplicas a Dios Padre.

*Por todos los creyentes en Cristo, en comunión con María Milagrosa, Madre de la Iglesia. Roguemos al Señor

*Por todos y cada uno de los pastores de la Iglesia, en comunión con María Milagrosa, Reina de los Apóstoles. Roguemos al Señor

*Por los que tienen en sus manos el poder de gobernar y regir las naciones, en comunión con María Milagrosa, Reina de la Paz. Roguemos al Señor

*Por todos los que sufren: los pobres, marginados, enfermos, incomprendidos... en comunión con María Milagrosa, consuelo de los afligidos y siempre pendiente de las necesidades de sus hijos. Roguemos al Señor

*Por la Familia Vicenciana, y todos los devotos de María Milagrosa, en comunión con María, Reina y Madre nuestra. Roguemos al Señor

Escucha, Señor, nuestras súplicas, que María, abogada e intercesora nuestra te presenta. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Oración sobre las ofrendas

Jubilosos de poder celebrar la fiesta de María Milagrosa, madre de tu Hijo y madre nuestra, te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza y te suplicamos que nos mantengas en continua acción de gracias a los que nos alegramos por tus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor.

Prefacio de Santa María Virgen (de Inmaculada Concepción de María, 8 diciembre) 

En verdad es justo y necesario es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque preservaste a la Virgen María de toda pecado original para que, enriquecida con la plenitud de tu gracia, fuese digna Madre de tu Hijo, imagen y comienzo de la Iglesia, que es la esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura.

Purísima tenía que ser, Señor, la Virgen que nos diera al Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad .Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo

Antífona de Comunión

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!

Oración después de la comunión

Reconfortados con los sacramentos de la redención eterna, te pedimos, Señor Dios nuestro, que cuantos nos alegramos de la celebración festiva de la Inmaculada Madre de tu Hijo, avancemos animosos en la vivencia de la fe y, hechos partícipes de la mesa de tu Reino, merezcamos glorificarte con ella en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

BENDICIÓN SOLEMNE 

V/. El Dios, que en su providencia amorosa
quiso salvar al género humano
por el fruto bendito del seno de la Virgen,
os colme de sus bendiciones. 
R/.Amén

V/. Que os acompañe siempre la protección de la
 Virgen de la Medalla Milagrosa, por quien habéis recibido
al autor de la vida.
 R/.Amén

V/. Y a todos vosotros, reunidos hoy para celebrar con devoción esta fiesta
de la Virgen de la Inmaculada Medalla Milagrosa, el Señor os conceda 
la abundancia del Espíritu y los bienes de su reino. 
R/.Amén
 
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo X y Espíritu Santo, 
descienda sobre vosotros.
R/. Amén.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

26 de noviembre: Recordando a Isabel la Católica

(Infovaticana) Entre las mujeres del Siglo de Oro español —un mundo dominado casi por completo por la voz masculina— hay un nombre que desborda cualquier categoría: Isabel la Católica. Su figura ha sido ensalzada y criticada, mitificada y caricaturizada, citada con admiración y con recelo. Pero como recuerda Juan Belda Plans, si existe un caso que rompe todos los moldes de su época, es el de esta reina que transformó para siempre la historia de España y del mundo.

Isabel aparece como un personaje que exige un análisis sin prejuicios, lejos de las lecturas ideológicas contemporáneas. Ni santidad romántica ni demonización interesada: la Reina actuó con una libertad de criterio poco común incluso entre los hombres de su tiempo, y su influencia fue decisiva en política, cultura, religión y sociedad.

Más allá de la leyenda: luces que eclipsan las sombras

La obra de Isabel no se resume en tópicos. El fin de la Reconquista, la unidad dinástica, el impulso renacentista, la reforma eclesiástica, el apoyo decisivo al proyecto de Colón, la organización del Estado moderno… son logros inmensos a los que añadió un estilo de gobierno propio, directo, firme y profundamente consciente de su misión.

Belda Plans lo explica con claridad: juzgar a Isabel exclusivamente desde categorías modernas —como hacen algunos autores obsesionados con la Inquisición o la expulsión de los judíos— conduce a distorsiones evidentes. La Reina actuó dentro de un marco cultural y religioso preciso, donde la unidad espiritual y política de los reinos era condición de supervivencia. Pretender leerla con lentes del siglo XXI es negar la historia misma.

Una mujer que gobernó, no que acompañó

En un tiempo en que la mujer estaba relegada casi por completo a la esfera doméstica, Isabel ejerció un poder político pleno. No fue consorte decorativa ni brazo secundario: fue soberana efectiva. Decidió su matrimonio, eligió sus alianzas, dirigió la guerra de Granada, negoció con Roma, apoyó el descubrimiento de América y seleccionó personalmente a los hombres que debía poner al frente de su reforma eclesiástica.

Su liderazgo no fue una concesión de las circunstancias, sino el resultado de una personalidad formidable, sustentada en inteligencia, prudencia, intuición política y fe profunda. Era una reina que sabía mandar, pero sobre todo sabía gobernar, que es mucho más.

La fe como motor de una misión histórica

La religiosidad de Isabel no fue un adorno ni una etiqueta piadosa. Según Belda, formó parte esencial de su vida interior y de sus decisiones públicas. Desde la reforma de las órdenes religiosas hasta la instauración de la Inquisición como instrumento mixto para preservar la unidad, su visión partía de un convencimiento claro: sin fundamentos espirituales, ningún reino puede sostenerse.

En la gesta americana, su mano también fue decisiva. Fue Isabel quien defendió que los indígenas eran súbditos libres de la Corona —no botín ni esclavos— y quien orientó la empresa hacia una misión evangelizadora antes que económica. Su testamento lo confirma: la evangelización de América fue para ella un deber regia y espiritual de primera magnitud.

Una reina adelantada a su tiempo

El Siglo de Oro español, con todos sus contrastes, no habría sido posible sin la obra previa de Isabel. Belda la presenta como una mujer sin equivalentes en su siglo: culta, política, estratega, profundamente religiosa y, sobre todo, dueña de su destino. Su vida se desarrolla en tres etapas —crisis dinástica, grandes realizaciones y sufrimiento final— y en todas brilló con un temple singular que no se apagó ni ante la muerte de sus hijos, ni ante las incertidumbres sucesorias, ni ante el peso de un reinado colosal.

Isabel la Católica fue, en esencia, lo que pocas mujeres podían aspirar a ser en su época: una reina que cambió la historia, no desde la sombra, sino desde el centro mismo del poder.

En Mujeres fuertes del Siglo de Oro, Juan Belda Plans rescata a Isabel sin mitos ni reduccionismos, y muestra a una mujer cuyo legado sigue configurando la identidad espiritual y cultural de España. Un capítulo que anima a redescubrir la fuerza femenina que moldeó los cimientos del imperio más decisivo de la Edad Moderna.

Cuando matar no bastó: la memoria viva de los 10.000 mártires católicos en España. Por Matilde Latorre de Silva

(Rel.) Hay páginas de la historia que nunca terminan de cerrarse, no porque el pasado regrese, sino porque lo que allí ocurrió sigue interpelando al presente con una fuerza que ni el tiempo ni la comodidad logran adormecer. Entre 1934 y 1939, alrededor de diez mil católicos —sacerdotes, religiosos y laicos— murieron por un motivo tan simple como radical: creer en Dios era incompatible con la lógica del odio ideológico que entonces se había vuelto norma. No murieron por intervenir en combates ni por alzar banderas políticas: murieron porque, en un contexto donde la fe se consideraba una amenaza, permanecieron siendo ellos mismos.

Lo más sobrecogedor es que antes de ser mártires fueron seres humanos profundamente vulnerables. La historiografía más seria revela cartas, diarios, anotaciones apresuradas, testamentos secretos, que muestran no héroes de bronce, sino personas reales: con miedo de no volver a ver a sus familiares, con dudas sobre si serían capaces de resistir, con lágrimas reprimidas para no inquietar a los demás. No eran superhombres; eran almas que temblaban, pero que en ese temblor descubrieron una claridad moral que nosotros, con nuestras seguridades, apenas alcanzamos a comprender.

Porque su martirio no fue un acto impulsivo ni fanático: fue una decisión interior tomada en el lugar donde nace todo lo verdaderamente grande, es decir, en la conciencia. Y ahí aparece una verdad que rara vez se menciona: no murieron para oponerse a un enemigo político, sino para permanecer fieles a aquello que les daba identidad y sentido. Cuando la violencia se desató —alimentada por un clima social en el que las ideologías habían sustituido a las personas— ellos eligieron no negociar lo esencial. En ese gesto silencioso, casi invisible, radica su grandeza.

Hoy resulta difícil imaginar esa atmósfera: iglesias convertidas en ceniza, sacerdotes escondidos en graneros o sótanos, familias que se despedían sin saber si volverían a verse, niños que preguntaban por qué rezar se había vuelto peligroso, aldeas enteras que vivían con la sensación de que, en cualquier momento, alguien tocaría la puerta con intenciones mortales. La persecución religiosa no fue un fenómeno aislado, sino un clima espiritual en el que cada decisión cotidiana podía tener consecuencias irreversibles.

Y sin embargo, la lección que nos ofrecen no es victimista; es radicalmente luminosa. Ellos entendieron algo que nuestra época, obsesionada con la comodidad y la imagen, ha olvidado: que la verdad, cuando se convierte en vida, exige coherencia, y que esa coherencia —frágil, temblorosa, humana— puede ser más fuerte que cualquier ideología. El mártir no es alguien que busca la muerte, sino alguien que no está dispuesto a matar su conciencia para prolongar su existencia.

Su memoria nos obliga a una reflexión incómoda: vivimos tiempos en los que lo esencial parece negociable, en los que basta un poco de presión social para que la identidad se diluya, en los que el miedo no se presenta como fusil, sino como burla, aislamiento o juicio fácil. No se nos exige morir, pero sí callar, suavizar, camuflar la fe. Por eso los mártires nos confrontan con una pregunta decisiva: ¿Qué lugar ocupa la verdad en nuestra vida cuando nadie nos obliga a renunciar a ella, pero todos nos invitan a disolverla?

No murieron para que fuésemos capaces de repetir su gesto extremo; murieron para recordarnos que la fe auténtica jamás es decorativa, jamás es sociológica, jamás es tibia. Su testimonio revela que la libertad interior no nace del poder, sino de la fidelidad. Que la dignidad no consiste en evitar la muerte, sino en no traicionar aquello que sostiene la vida. Y que la verdad —la de Cristo, la que ilumina sin gritar— tiene una potencia que ningún régimen, ninguna tiranía ideológica y ninguna violencia logró apagar.

Su legado, revisado hoy con serenidad histórica, no invita a la nostalgia ni al rencor, sino a la lucidez. Nos dicen que la fe no muere cuando es atacada; muere cuando es olvidada, cuando se convierte en un gesto cultural sin carne ni alma. Ellos, que entregaron su vida sin fanatismos y sin cálculo, nos enseñan que vivir coherentemente lo que se cree puede ser la forma más alta de libertad. Y que la verdad no necesita imponerse: solo necesita ser vivida.

Quizá, en el fondo, los mártires del siglo XX nos recuerdan algo que el mundo actual trata de ocultar: que lo verdaderamente valioso siempre exige una entrega. Que hay convicciones por las que vale la pena darlo todo. Que la vida humana alcanza su plenitud cuando se entrega a lo que no pasa. Y que hay fidelidades que, aun pagando un precio extremo, siguen siendo la luz que orienta nuestra época.

Por eso su memoria no es un archivo polvoriento. Es un espejo espiritual, una llamada silenciosa y una herencia viva. Una invitación a no vivir a medias. A no poner la conciencia en rebajas. A comprender que la fe, cuando se abraza de verdad, ilumina incluso los días más oscuros. Y que la libertad más profunda —esa que ni la violencia ni la historia pudieron arrebatarles— sigue estando disponible para nosotros, si tenemos el coraje de mirar la verdad de frente y vivirla con todo el corazón.

martes, 25 de noviembre de 2025

Sobre las Capellanías de Hospital. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Me llegan noticias de que habrá pronto nuevo capellán para el Hospital de Jove. Me alegro profundamente de ello, pues en el final de la enfermedad de mi tío Pepe Luis, de mi madre y de mi tía Blanqui tuve que llevar yo mismo los óleos para poder sacramentarlos. En mis últimas visitas al hospital, al verme las personas de clergyman por los pasillos, me "asaltaron" hasta en TRES ocasiones: "Por favor, le puede poner la Unción a mi marido"; "Por favor, le puede llevar la comunión a mi madre"... y hasta me cayó alguna bronca que aguanté en silencio y con vergüenza: "Mire, yo no soy el capellán, ni soy nadie en el hospital; vengo al igual que Vd  de visita, aunque la entiendo"...

Qué importante es la labor de los capellanes de hospital, y que los sacerdotes se dejen ver y sean reconocibles. Aún está en mi memoria aquel Hospital de Caridad (inicio del actual Hospital de Jove) que estaba no solamente bien atendido, sino mimado por la Iglesia: comunidad de religiosas, capellán fijo y residente, y misa diaria... Primero la marcha de las monjas, y después la jubilación del bendito don José María de Paz, el capellán, lo cual supuso el principio del fin a la atención espiritual de ese centro sanitario. Siempre me ha dado apuro cuando varios conocidos de Candás me decían que tenían un familiar pidiendo la comunión y nadie se la llevó, o un enfermo la "Unción" antes de entrar a quirófano y tampoco hubo nadie para administrársela... Y así un largo etc durante años. Yo en numerosas ocasiones trasladé dichas quejas a responsables diocesanos; parece que por fin han tomado medidas, aunque para cada una de esas familias y enfermos todo lo que se haya hecho ahora no borrará por arte de magia sus frustraciones y abandonos. 

En el año 2020 al hilo de la pandemia, reflexionaba el Papa Francisco sobre el valor de la presencia de los sacerdotes en los momentos de sufrimiento de su pueblo. En un discurso en la Sala Clementina afirmaba el Pontífice: ''En estos meses, las personas no han podido participar en las celebraciones litúrgicas, pero no han dejado de sentirse como una comunidad. Han rezado de forma individual o en familia, también a través de los medios de comunicación, unidos espiritualmente y sintiendo que el abrazo del Señor iba más allá de los límites del espacio. El celo pastoral y la solicitud creativa de los sacerdotes ayudaron a la gente a continuar en el camino de la fe y a no quedarse sola ante el dolor y el miedo. Esta creatividad sacerdotal con la que sé que han sabido superar algunas, pocas, expresiones “adolescentes” contra las medidas de la autoridad, que tiene la obligación de salvaguardar la salud del pueblo. La mayoría ha sido obediente y creativa. He admirado el espíritu apostólico de tantos sacerdotes que iban con el teléfono, llamando a las puertas, llamando a las casas: “¿Necesita algo? Le hago la compra...”. Mil cosas. La cercanía, la creatividad, sin vergüenza. Estos sacerdotes que se han quedado junto a su pueblo compartiendo cuidados y atenciones cotidianas han sido un signo de la presencia consoladora de Dios. Han sido padres, no adolescentes. Por desgracia, han muerto no pocos de ellos, al igual que los médicos y el personal paramédico. Y también entre vosotros hay algunos sacerdotes que han estado enfermos y, gracias a Dios, se han curado. En vosotros doy las gracias a todo el clero italiano, que ha dado muestra de valor y amor a la gente''. Personalmente, creo que fue ejemplar la labor de los capellanes de hospital los días de la pandemia, con toda la protección, pero sin miedo al contagio, llevando comuniones, absolviendo y ungiendo el óleo de enfermos con bastoncillos para evitar el contacto físico. He aquí esa presencia consoladora de Dios de la que habló el Papa Francisco. Y qué triste que personal sanitario te diga: "Pues aquí el capellán ni apareció" o "Llamó el día que quedamos confinados y dijo: ¿No hace falta que vaya, verdad?"... Gracias a Dios, esos casos se contaron con los dedos de una manos.

En este sentido, aún tiene Gijón asignaturas pendientes, como que el Hospital de la Cruz Roja, que es el centro sanitario de la ciudad en el que tantas personas cierran sus ojos para este mundo, no cuente con capellanes. O ya no digamos de los cementerios municipales de Ceares o Deva; han sido no pocas familias conocidas que me manifestaron su decepción con la Iglesia porque a la hora de enterrar a un  ser querido no había un sacerdote a pie de sepultura para acompañarles en la oración y encomendar a su ser querido al descanso eterno. Nunca me cansaré de repetir que las capellanías de hospitales, tanatorios y cementerios deben ser cuidadas y atendidas con el mayor mimo; son los areópagos de hoy en los que, como San Pablo, podemos hablar de Dios a los desconocido a los ciudadanos de nuestras "polis".