domingo, 21 de diciembre de 2025

''Le pondrás por nombre Jesús''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Llegamos al cuarto domingo de Adviento, encendiendo la última vela de La Corona. Vivimos estos días con emoción, conscientes de que ya está al llegar Aquél a quién esperamos. Preparamos los últimos detalles para vivir esta Navidad de forma auténtica, y eso sólo lo lograremos adentrándonos en la contemplación del misterio del Dios encarnado e insertado en nuestra historia y propia vida... Las lecturas de este domingo nos ponen la mirada ya sobre esta realidad, y es que el misterio se desvela, se hace visible lo que era invisible; la misericordia del Señor llega a nosotros a través de sí mismo. Cuando rezamos "el Ángelus" y decimos ''El Verbo se hizo carne,'' solemos responder: '¡y habitó entre nosotros!'' Otros cambian el verbo al presente, lo cual también me parece correcto: ''¡y habita entre nosotros''! No desperdiciemos la Navidad con pequeñeces, si Cristo no va ser el protagonista los próximos días, viviremos unas fiestas bonitas, pero no habremos vivido la verdadera realidad que nos convoca a ellas: una Navidad muy cerca de Dios y muy cerca del prójimo, especialmente del que sufre.

Prepararnos a la Navidad implica dejarnos sorprender, maravillarnos con las obras del Señor que es capaz de todo. La criatura engendra al Creador; es lo que en estos días de las ferias mayores de Adviento contemplamos en María en su estado de buenaesperanza. Dios se humaniza, y el hombre también de algún modo se diviniza con la encarnación y el nacimiento del Salvador. Lo curioso de esta situación es que pasó y pasa desapercibida, como si fuera algo inesperado o improvisado, cuando en verdad estamos ante lo ''prometido por sus profetas en las Escrituras Santas,'' como nos dice San Pablo en su carta de hoy a los romanos. El Papa León XIV en su audiencia de ayer afirmaba:  ''la Navidad está a las puertas, podemos decir: ¡el Señor está cerca! Sin Jesús, esta afirmación —el Señor está cerca— podría sonar casi como una amenaza. En Jesús, en cambio, descubrimos que, como habían intuido los profetas, Dios es un seno de misericordia. El Niño Jesús nos revela que Dios tiene entrañas de misericordia, a través de las cuales genera siempre. En Él no hay amenaza, sino perdón''.

La liturgia de la palabra nos trae hoy a dos hombres que viven una lucha interior muy fuerte, en la primera lectura encontramos a rey Ajaz y en el evangelio a San José. El profeta Isaías nos presenta la situación de Ajaz, que atraviesa un momento complejo en el que peligra el trono de Judá y, curiosamente, el signo será una mujer que ha concebido y dará a luz a un hijo. Así la joven Almah, es un paralelismo con María, como lo es el monarca en comparación a San José, que también era de familia real, de la casa de David. Dios cumple sus promesas, da cumplimiento a su palabra, y sale en ayuda de sus siervos. Las preocupaciones del rey Ajaz son las de un soberano que es consciente de que su reino es algo más que una parcela de poder, sino de que está llamado a cosas grandes y vive su relación con Yavhé con tal temor que aún siendo rey y pasando por un momento de incertidumbre ante la invitación a pedirle al Señor un signo, afirma: «No lo pido, no quiero tentar al Señor». San José, por su parte, vive el tormento de descubrir que María está esperando un hijo, y en él se desata una lucha interna. Vemos aquí la grandeza de San José, que desobedece a la ley para salvar a la persona que quiere; quizás algo en su interior le decía que María no podía haberle engañado, que se encontraba ante algo que le superaba, y en esas dudas benditas de San José sale el Señor al paso para tranquilizarle. 

Necesitamos acercarnos a la figura de San José, y aprender de sus silencios. El ángel le dice algo que a veces nos pasa desapercibido:  ''tú le pondrás por nombre Jesús''. Como nos sabemos el relato casi de memoria, puede que ya no nos diga mucho, pero el ángel le está recordando que Dios ya le está dando un premio en esta vida: el de ser el padre putativo de su Hijo. En la religión judía los hombres sólo hacen una cosa a la hora de nacer el niño, y es ponerles el nombre. Que un descendiente de David fuera el elegido para esta misión esa una nueva confirmación de que Cristo era el esperado, el que había de venir, el Mesías prometido... Os animo de corazón a prepararos para estos días que llegan; en la Parroquia tendremos retiro y confesiones esta semana, además de muchas otras actividades que son propuestas para avivar el espíritu. Que la Nochebuena no sea una excusa para beber y comer sin más; a veces es muy triste que preparamos unas mesas muy elegantes y adornadas pero no bendecimos la mesa, o ponemos platos muy refinados, pero dedicamos la cena a despellejar vivo a alguien que no podemos ver... Que la Navidad nos cambie, nos haga crecer; que el 24 de diciembre haya sitio para el Niño Jesús en nuestra agenda, y no sólo para la gastronomía y la fiesta gastronómica. El salmista nos lo ha dicho claro: ''Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria''.

Evangelio Domingo IV de Adviento

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor

La lección de un niño. Por Monseñor Fray Jesús Sanz Montes O. F. M.

Hacía frío en aquellas majadas con sus cercanas cumbres nevadas. La magia del tardío otoño había alfombrado los caminos llenando de misterio y encanto los senderos de nuestras pisadas. Aquellos bosques nos adentraban en el pequeño pueblo serrano, en donde el humo de las chimeneas ponía el complemento de aromas ancestrales con el buen olor a madera quemada en los llares que ambientaban las callejuelas empedradas. Al fondo, emergía la iglesia con su campanario enhiesto y sus tañidos que convocaban a la cita cristiana. Al pasar adentro, con un templo lleno de gente buena, me saludó el párroco para advertirme que estaban los más pequeños, niños y niñas que se preparaban para hacer la Primera Comunión ocupaban los bancos de adelante con ojos llenos de curiosidad. Era el domingo con el que comenzábamos el adviento, las cuatro semanas con las que los cristianos nos preparamos para la verdadera navidad. El párroco, tras presentarme a los pequeños, me indicó que en la homilía les dijese alguna palabra cariñosa adaptada a su edad e itinerario. Así lo hice con todo mi esmero.

Todos ellos me miraban con el asombro propio de estar viendo por primera vez al arzobispo en su parroquia. Le pregunté inocentemente: ¿quién de vosotros se acuerda del canto que hemos entonado al comenzar la Eucaristía? Entonces levantó su mano un chavalín, como hacen en clase cuando les pregunta la maestra. Con voz determinada dijo sin titubeo: “¡Ven, Señor, no tardes!”. Efectivamente, eso habíamos cantado todos como canto de entrada.

¿Cómo te llamas?, le dije. Él me dijo con resolución: me llamo Óscar y tengo ocho años. Muy bien, Óscar, respondí. Has acertado y tienes buena memoria. Pero… ¿a quién le dices tú “ven”? Entonces, mirando a su alrededor respondió señalando a la niña que tenía a su lado: a esta, no. Esa pequeña se quedó con los ojos como platos y puso carita de extrañeza como diciendo que no entendía nada. Se llamaba Marina y era de la misma edad que Óscar. También se preparaba para la Primera Comunión.

Yo quedé sorprendido y sin saber por dónde seguir ante esa declaración de exclusión de Óscar hacia Marina. Y como para salir del atolladero, se me ocurrió pedirle una explicación, sabiendo que era arriesgado ese careo delante de los demás niños y niñas, con una iglesia abarrotada de fieles que expresaban su delicia por la frescura del chaval y la evidente perplejidad de mi parte.

La respuesta de Óscar fue impresionante: yo a Marina no la digo “ven” porque ella está aquí, a mi lado. Yo le digo “ven” solamente a quien no está, a quien me falta. Así fue su explicación, y mi perplejidad se tornó en agradecimiento porque me estaba dando una lección, a todos nos la daba, ese pequeño que ponía en mi corazón la misma pregunta, pero al revés: ¿a quién le dices tú “ven”? ¿A Jesús, nada menos? Para venir a la cuestión que tanto bien me hizo: a Jesús, no… porque está a mi lado. ¿Seguro? La pregunta me señalaba una cuestión de envergadura: Jesús… ¿está siempre y en todo… o sólo algunas veces y en determinadas situaciones?

Llevo todas estas semanas dejándome provocar por la enseñanza de aquellos niños en los que Dios me hacía el examen. ¿Cómo se llama mi espera? ¿Cuál es la ausencia de Dios en mis miedos, mis heridas, mis rencores y mediocridades? Porque es ahí, precisamente ahí, donde tengo que cantar con todas las fibras de mi vida: ¡Ven, Señor, no tardes!

Rezo por esos dos pequeños, por aquel grupo de niños, que se asoman con inocencia al misterio de la navidad, para dar gracias por el regalo de su villancico vivido poniendo la estrofa del “ven, Señor”, en la música de sus ausencias en mi vida cristiana.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

sábado, 20 de diciembre de 2025

León XIV: «María esperanza nuestra»

En la mañana de este sábado 20 de diciembre, el papa León XIV presidió en la Plaza de San Pedro la Audiencia Jubilar, enmarcada en las celebraciones del Jubileo 2025, ante numerosos peregrinos y fieles llegados a Roma. El Pontífice centró su última catequesis jubilar en el tema «Sperare è generare. Maria, speranza nostra», subrayando la esperanza cristiana como fuerza fecunda que nace de Dios y se encarna de modo singular en la Virgen María.

Dejamos a continuación el mensaje completo de León XIV:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Cuando la Navidad está a las puertas, podemos decir: ¡el Señor está cerca! Sin Jesús, esta afirmación —el Señor está cerca— podría sonar casi como una amenaza. En Jesús, en cambio, descubrimos que, como habían intuido los profetas, Dios es un seno de misericordia. El Niño Jesús nos revela que Dios tiene entrañas de misericordia, a través de las cuales genera siempre. En Él no hay amenaza, sino perdón.

Queridos hermanos, la de hoy es la última de las audiencias jubilares de los sábados, iniciadas el pasado mes de enero por el papa Francisco. El Jubileo llega a su fin, pero no termina la esperanza que este Año nos ha regalado: ¡seguiremos siendo peregrinos de esperanza! Hemos escuchado a san Pablo: «En la esperanza, en efecto, fuimos salvados» (Rm 8,24). Sin esperanza, estamos muertos; con la esperanza, venimos a la luz. La esperanza es generativa. De hecho, es una virtud teologal, es decir, una fuerza de Dios, y como tal genera, no mata, sino que hace nacer y renacer. Esta es la verdadera fuerza. La que amenaza y mata no es fuerza: es prepotencia, es miedo agresivo, es el mal que no genera nada. La fuerza de Dios hace nacer. Por eso quisiera deciros finalmente: esperar es generar.

San Pablo escribe a los cristianos de Roma algo que nos hace pensar: «Sabemos, en efecto, que toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta ahora» (Rm 8,22). Es una imagen muy fuerte. Nos ayuda a escuchar y a llevar a la oración el grito de la tierra y el grito de los pobres. «Toda junta» la creación es un grito. Pero muchos poderosos no escuchan este grito: la riqueza de la tierra está en manos de unos pocos, poquísimos, cada vez más concentrada —injustamente— en manos de quienes a menudo no quieren escuchar el gemido de la tierra y de los pobres. Dios ha destinado los bienes de la creación a todos, para que todos participen de ellos. Nuestra tarea es generar, no robar. Y, sin embargo, en la fe el dolor de la tierra y de los pobres es el de un parto. Dios genera siempre, Dios sigue creando, y nosotros podemos generar con Él, en la esperanza. La historia está en manos de Dios y de quienes esperan en Él. No hay solo quien roba, hay sobre todo quien genera.

Hermanas y hermanos, si la oración cristiana es tan profundamente mariana, es porque en María de Nazaret vemos a una de nosotros que genera. Dios la hizo fecunda y salió a nuestro encuentro con sus rasgos, como todo hijo se parece a su madre. Es Madre de Dios y madre nuestra. «Esperanza nuestra», decimos en la Salve Regina. Se parece al Hijo y el Hijo se parece a ella. Y nosotros nos parecemos a esta Madre que dio rostro, cuerpo y voz a la Palabra de Dios. Nos parecemos a ella, porque podemos generar la Palabra de Dios aquí abajo, transformar el grito que escuchamos en un parto. Jesús quiere nacer de nuevo: podemos darle cuerpo y voz. Este es el parto que la creación espera.

Esperar es generar. Esperar es ver que este mundo se convierte en el mundo de Dios: el mundo en el que Dios, los seres humanos y todas las criaturas vuelven a caminar juntos, en la ciudad-jardín, la nueva Jerusalén. María, esperanza nuestra, acompaña siempre nuestro peregrinar de fe y de esperanza.

Santo Domingo de Silos: el abad que restauró la vida monástica en la Castilla del siglo XI

(Infovaticana) Santo Domingo de Silos (c. 1000–1073) es una de las grandes figuras del monacato español medieval y cuya festividad celebramos hoy 20 de diciembre. Su vida resume con claridad el papel decisivo que desempeñaron los monasterios en la reconstrucción espiritual, cultural y social de la Castilla del siglo XI, en un contexto marcado por la inestabilidad política y la amenaza constante del Islam.

Nacido en Cañas, en la actual La Rioja, Domingo Manso comenzó su vida como pastor. Tras formarse y ser ordenado sacerdote, ingresó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, donde destacó por su vida austera y su capacidad de gobierno. Nombrado prior, defendió con firmeza los bienes del monasterio frente a las pretensiones confiscatorias del rey García Sánchez III de Navarra. Esta fidelidad a la Iglesia le costó el destierro, pero abrió una etapa decisiva de su vida.

Refugiado en Castilla, fue acogido por el rey Fernando I, quien en 1041 le confió la restauración del monasterio de San Sebastián de Silos, entonces en estado ruinoso tras las incursiones musulmanas. Domingo asumió el cargo de abad y emprendió una profunda reforma: reconstruyó el monasterio, restableció la observancia estricta de la Regla de San Benito y convirtió Silos en un centro espiritual de referencia. Bajo su gobierno, el monasterio se integró en el movimiento reformador cluniacense y recibió importantes donaciones reales y nobiliarias, consolidándose como foco religioso y cultural en la Castilla medieval.

La influencia de Santo Domingo de Silos fue más allá de su abadía. Respetado por reyes y obispos, actuó como consejero espiritual y contribuyó a la renovación del monacato español en una época clave. El monasterio de Silos se convirtió en un centro de irradiación litúrgica, artística y cultural, con un scriptorium activo y una vida coral ejemplar, sentando las bases de su posterior esplendor románico.

Santo Domingo murió el 20 de diciembre de 1073. Tres años después fue canonizado, y su sepulcro se convirtió en lugar de peregrinación. Pronto se difundió su fama de taumaturgo, especialmente como intercesor en la liberación de cautivos cristianos. La tradición le atribuye también la intercesión en favor de mujeres estériles, siendo célebre el caso de doña Juana de Aza, madre de santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores.

El legado de Santo Domingo de Silos permanece vivo en el monasterio que lleva su nombre. Su célebre claustro románico, su contribución temprana a la lengua castellana y, especialmente, su fidelidad a la liturgia y al canto gregoriano han hecho de Silos un símbolo de continuidad espiritual. Incluso en tiempos recientes, el monasterio ha recordado al mundo que la tradición litúrgica de la Iglesia no es un vestigio del pasado, sino una fuente viva de belleza y evangelización.

María, Esperanza nuestra. Nuestra Señora de la Esperanza en Asturias. Por R. H. M.

Con el Adviento, tiempo de espera y esperanza, el tiempo litúrgico más de María, nos encaminamos a la Navidad y a la clausura del Jubileo 2025. En este año nuestra Señora nos ha acompañado como "Peregrina de la Esperanza". En España a partir del siglo VII, en concreto tras el X Concilio de Toledo, se introducen nuevas celebraciones litúrgicas en honor a la Madre de Dios, algo que fue propiciado por el apoyo de tres grandes santos devotos de María como San Ildefonso, San Eugenio y San Fructuoso. Pronto entra en la liturgia hispana el culto a la Expectación del parto de Nuestra Señora, llamada familiarmente Nuestra Señora de la Esperanza o "de la O". Esa O que no sólo alude a su vientre en estado de buena esperanza, sino también a las antífonas de las ferias mayores del adviento que comienzan todas con esa exclamación. Estamos ante una advocación por tanto de origen español, aunque ya hoy extendida por todo el mundo.

María es el modelo por antonomasia de lo que significa vivir la esperanza, Ella la perfecta creyente, la que de todos los hijos del pueblo de Israel más segura estaba de que habría de llegar el Mesías. María encarna a la perfección la descripción que el salmista da de la persona esperanzada “Bienaventurado aquel cuya esperanza es su Dios” (Sal 146). Con su Sí preparó el corazón y el vientre a la llegada de su Hijo nuestro Salvador. En muchas imágenes se representa a Nuestra Señora portando un ancla; esto se debe a las palabras de la carta a los Hebreos que define la esperanza como ''segura y firme ancla del alma'' (Heb 6, 19).

A continuación veamos el culto a esta advocación de la Santísima Virgen en la Archidiócesis de Oviedo:

 La Balesquida, La Esperanza de Oviedo

Quizás hablar de la Esperanza en España lleva a muchos a pensar en Sevilla, por las advocaciones de la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana, más puede presumir Oviedo de tener una de las cofradías más antiguas de Europa, siendo su fecha fundacional el año 1232, más antigua incluso que la Cofradía de la Misericordia de Florencia, fundada en 1244, aunque los toledanos presumen de que su Ilustre, Real y Antigua Cofradía de la Santa Caridad de Toledo fue fundada en el año 1085 por el Cid Campeador. También es muy antigua la Cofradía de Nuestra Señora de Carballeda ''los Falifos'' en Rionegro del Puente (Provincia de Zamora y Diócesis de Astorga) que algunos remontan al siglo X, aunque sus primeros documentos oficiales datan del siglo XIV. Por tanto, no es descabellado decir que con La Balesquida estamos ante una de las cofradías más antiguas del mundo. Está ubicada en territorio de la parroquia de San Tirso el Real de Oviedo. 

Hay que remontarnos al 5 de febrero del año 1232 cuando la señora doña Velasquita Giraldez, dona a la Cofradía de Alfayates de la ciudad de Oviedo -años después Cofradía de Sastres- un hospital de peregrinos con diez camas, así como diferentes bienes y propiedades para su sostenimiento. Dicho hospital contaba con una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza. La tradición ha presentado el nacimiento de la cofradía como la vía ideada por Doña Velasquita para que no desapareciera su obra de caridad y el culto a su querida Virgen, hasta tal punto que las primeras reglas y ordenanzas fueron dictadas por ella. La Cofradía organizó las celebraciones en el tiempo de adviento, como consta en la documentación histórica de esta institución; también solemnes procesiones por todo Oviedo, llegando hasta Santa Ana de Mexide, en el año 1521 e, incluso, se hicieron rogativas por cuestiones climáticas en 1670. La Capilla sufrió ampliaciones, reformas, cambios de estilo... También dentro de la Cofradía surgieron nuevas devociones como la de San Bernardo de Claraval, se afrontas pleitos que llegan a la Rota Romana, o se ven en la obligación de convertir la capilla en polvorín ante la llegada de las tropas francesas, y ocultar las imágenes en la iglesia de San Tirso donde estuvieron desde 1809 hasta 1812. 

El hospital permaneció abierto hasta el año 1874 en que la Cofradía lo puso a la venta ante la falta de recursos económicos. La gran crisis de ésta llega en el año 1929 cuando el entonces Mayordomo publicó en un periódico regional que «Convocado por tres veces el Cabildo de la Cofradía de La Balesquida sin que asistiera a ninguno de los tres Cabildos, ni un solo cofrade … la Junta de gobierno de esta Cofradía, que lleva cinco años luchando lo que nadie puede imaginarse por que la Sociedad no muera, ha resuelto disolverse y entregar al Obispado, previos los trámites legales, capilla, ropas, alhajas, etc.». Una de las reacciones fue que la Comisión Provincial acordó aportar mil pesetas para evitar la desaparición de la Cofradía, decisión que es publicada en el Boletín Oficial de la Provincia. En 1930 ante la situación de decadencia que vivía la Cofradía nace la Sociedad Protectora de la Cofradía, la cual «tiene por primordial objeto auxiliar a la Cofradía con medios que le permiten cumplir las cláusulas de sus estatutos fundamentales». Casi un siglo después siguen existiendo ambas realidades, la Cofradía y la Sociedad Protectora. De 1936 a 1937 los Padres Carmelitas utilizarán la capilla de La Balesquida para sus celebraciones, ya que su iglesia conventual había sido destruida. Estuvieron aquí hasta el 24 de enero de 1937 en que una bomba destruyó la bóveda de la capilla. 

La capilla quedará sin culto hasta su total reconstrucción en 1952. La vida de la Cofradía siguió funcionando manteniendo el culto a Nuestra Señora. Una figura clave fue José Joaquín Rodríguez Sánchez-Matamoro, quien fue Mayordomo de 1948 hasta su fallecimiento en 2005. En el año 1952 el Ayuntamiento concede la medalla de la ciudad a Nuestra Señora de la Esperanza. En el año 2001 el techo de la capilla sufrió un desplome, pero pudo ser restaurado ese mismo año. En 2009 fue restaurada la imagen de Nuestra Señora. En el año 2013 por decreto del arzobispo de Oviedo Monseñor Sanz Montes, se erige la Cofradía como Asociación Pública de Fieles. En el año 2014 se le regaló a Nuestra Señora la marcha procesional ''Esperanza de Oviedo'', obra del Maestro Jesús Alberto Alonso Pacheco.

Parroquia de La Roda (Tapia de Casariego)

De esta Parroquia hay que dejar claro de entrada que siempre tuvo por patrona y titular desde sus orígenes a Nuestra Señora de la Esperanza, como refiere Everardo Fernández González en su libro sobre la historia de esta feligresía; ahora bien, hay varias situaciones históricas que han marcado a esta comunidad cristiana. En primer lugar el llamarla Santa María del Monte; no se debía a que esta fuera una advocación en sí, sino a que éste es el pueblo donde estaba la sede parroquial, que actualmente celebra mil cien años de culto cristiano al haberse consagrado el templo primitivo en el año 925. Este templo empezó a ser lugar de peregrinación a partir del año 1781 con la llegada desde Roma de reliquias de los Santos mártires Gaudencio, Amandi, Feliciano y Victoria. En 1959 la sede parroquial se trasladó al pueblo de La Roda, por lo que se perdió el sobrenombre ''de el Monte'' y empezó a conocerse la parroquia como Santa María de la Roda. Lo que es hoy el templo parroquial fue inicialmente una capilla edificada en 1929 que se fue ampliando con el paso del tiempo. En 1956 ya hacía las veces de iglesia filial, aunque no fue hasta tres años después cuando se autorizó desde Oviedo el traslado de la sede del Monte a La Roda. Desde los años cincuenta el templo primitivo se le conoce como el Santuario de los Mártires, y la parroquia como Santa María de la Roda. La imagen de la Virgen que preside el Santuario de los Mártires es una talla de vestir sin niño; hay quienes la confunden con una Asunción, pero en realidad es una Virgen de la Esperanza, lo mismo en el templo parroquial de La Roda.

Parroquia de Lieres (Siero)

De la parroquia de Santa María de la Esperanza de Lieres las primeras noticias escritas datan de 1385 donde se la llama ''Santa María de Moldano''. Parece que la primitiva iglesia era románica, aunque sufrió una gran reforma y ampliación en el siglo XVIII, en concreto la reforma se terminó en 1771. El templo actual es el resultado de la reconstrucción del templo tras la guerra civil. En el arco principal de la entrada al templo se puede leer ''Santa María Ora Pro Nobis''. Consta de una planta de una sola nave y ábsides semicirculares. La actual imagen de la Patrona fue encargada en la postguerra y preside el retablo mayor del templo. Es una localidad muy mariana; los mayores del lugar vinculaban una protección de los males del frío a los labradores por intercesión especial de esta advocación, que siempre se ha celebrado en el mes de diciembre. De algún modo, en el último siglo, la devoción a Nuestra Señora de la Esperanza ha quedado un poco en segundo plano al crecer el culto en el lugar a Nuestra Señora de la Salud. El origen de esta devoción comienza en 1850 cuando un vecino de Lieres como agradecimiento a Nuestra Señora levanta en su honor una capilla a María, "salud de los enfermos". Dicha capilla fue destruida en 1936. La empresa "Solvay" se encargó de volver a edificar un templo a la Virgen de la Salud en Lieres, aunque esta vez en un nuevo emplazamiento, de modo que presidiera el barrio de los trabajadores de la empresa. No se levantó una humilde capilla, sino todo un bello santuario que fue inaugurado en 1942. Sin embargo, la Parroquia nunca ha dejado de celebrar a su patrona cada 18 de diciembre, algo que cuidó mucho su párroco durante treinta y tres años, Don Gumersindo Moro. El día de la Patrona, además de la misa solemne, ha sido tradición a lo largo de los años llevar a cabo un rastrillo benéfico, inaugurar las luces navideñas o bendecir el belén parroquial. 

Teifairos de Andés (Navia)

La capilla de Nuestra Señora de la Esperanza en el pueblo de Teifairos, parroquia de San Pedro de Andés, en el concejo de Navia, es un rincón mariano de larga tradición, siendo uno de los edificios más antiguos de esta Parroquia. La mayor parte del edificio que conocemos está datado de entre los siglos XVII y XVIII. En la última gran restauración de la capilla a principios de los años noventa, se encontró una inscripción del año 1648. Las obras de rehabilitación de esta ermita fueron iniciadas por el párroco Don Fermín Rodríguez Campoamor, y llevadas adelante y concluidas por el siguiente párroco, Don José Julio Velasco Bolaños, con la ayuda generosa de la feligresía, en 1991. Todo el edificio había sido cubierto de cal, y en su restauración se descubrió el arco central y los sillares más importantes de cantería, la bóveda en piedra y las saeteras. Hoy la ermita se encuentra en medio de una pradera, sin casas cercanas, aunque antaño fue el oratorio familiar de la Casa de Don José de la Vega y Navia, Señor de Teifaros. De aquella Casa de Teifaros no queda vestigio alguno más que la capilla, la cual sobrevivió gracias a la devoción de los fieles del entorno. Del patrono o amo del que fuera entonces la capilla, sabemos por documentos antiguos que la cedió a su yerno, don Pedro de Flórez, Señor de la Casa de Sante, casado con María Cayetana de la Vega y Navia. La casa de esta familia estaba situada en el entorno de la Fonte de los Caños. Era tal la devoción que allí tenía la Virgen de la Esperanza en el siglo XVII, que sólo el día propio de la fiesta se celebraban en su altar dos misas cantadas y siete rezadas por los difuntos, según refleja un escrito de 1759. 

Malneira (Grandas de Salime)

En la localidad de Malneira, parroquia de San Salvador de Grandas de Salime, se tiene por Patrona de la Aldea a Nuestra Señora de la Esperanza. Su capilla, enclavada en pleno camino primitivo de Santiago, es un lugar de parada para implorar a María que nunca nos falte la esperanza. Las trazas de la capilla son las propias del occidente asturiano, con paredes de mampostería y carga, y la techumbre de pizarra. Hay quienes fechan la primera construcción en el siglo XII, siendo la mayor parte de la estructura actual del siglo XVIII. Se conservan en el interior dos tallas alto medievales, muy deterioradas por el paso del tiempo revestidas de telas como fue tradición en la zona como respuesta a gracias concedidas por personas ofrecidas. Tiene un pequeño pórtico y espadaña con campana. En su interior la imagen de Nuestra Señora preside el retablo de estilo barroco popular. La Imagen, con las manos orantes sin Niño Jesús -dado que aún no ha nacido- dio lugar a que los devotos le coloquen en las manos rosarios, escapularios y medallas, lo que a veces dio lugar a identificar bien su advocación verdadera. La campana fue donada por una familia de la localidad en el siglo XIX. La fiesta de Nuestra Señora de la Esperanza se celebra aquí el primer domingo del mes de julio. 

Los Pontones en Trevias (Valdés)

El pueblo de Pontones es uno de los dieciséis que conforman la parroquia de Trevías, en Valdés. Esta Aldea, con doce viviendas y veintiún habitantes, tiene por Patrona a Nuestra Señora de la Esperanza, titular de la capilla del lugar. Por documentación de los siglos XVII y XVIII sabemos que la cuarta parte de los terrenos de este pueblo eran propiedad de Juan García de Tineo, quien los vendió a Juan Bernaldo de Quirós, el cual los traspasó a una Obra Pía. Hay que señalar que esta parroquia de San Miguel de Trevías es quizás la parroquia de Asturias con mayor amor a la Virgen del Adviento, pues además de ser titular de esta Capilla, en la hornacina superior del retablo mayor del templo parroquial se conserva una talla románica que los fieles siempre han identificado como Nuestra Señora de la O. En otra localidad de la Parroquia, en concreto en Llendelabarca, hay otra antigua capilla dedicada a esta Advocación.

Capilla del Palacio de Piles en Collera (Ribadesella)

El Palacio de Piles y su capilla fueron mandados edificar por el último alcalde español que tuvo la ciudad de La Habana, Don Antonio Quesada Soto, quien fue alcalde en la capital de Cuba de 1895 a 1897. Antonio, aunque había nacido en Margolles (Parres) tenía mucho cariño a Collera, y fue un gran benefactor del pueblo y de la parroquia de San Martín, cuya gran restauración del año 1905 fue costeada por él. En ese mismo año de 1905 se edificó la capilla con el propósito de que sirviera como oratorio de la casa y futuro panteón familiar. Fue dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza como homenaje al pueblo de Collera, ya que es la gran devoción mariana de la Parroquia. La capilla se trazó con formas especialmente esbeltas, un elegante pórtico, ábside y cubierta a tres aguas. La espadaña y los remates de la fachada están en ladrillo, imitando el estilo neomudéjar. En su interior un retablo de estilo neogótico presidía el presbiterio con la imagen de Nuestra Señora en el centro, flanqueada por San José y San Antonio. La capilla se edificó cerca de la carretera, por ser paso del camino de Santiago. Don Antonio Quesada, el promotor de esta edificación había nacido en 1873 y falleció en 1910. Don Antonio sólo tuvo una hija, Conchita, la cual contrajo matrimonio con Alberto de la Guardia, hijo del renombrado arquitecto Juan Miguel de la Guardia y Ceinos. No tuvieron descendencia. Los restos mortales de la familia recibieron sepultura en la capilla. La propiedad salió después a la venta, siendo adquirida por Manuel Antonio Martínez García.

Capilla del Palacio de Gobiendes (Colunga)

La capilla es una construcción del siglo XVI, en su origen estas dependencias pertenecieron a la mitra ovetense hasta que Felipe II lo vendió a Gonzalo Ruiz de Junco. Esta venta del Rey tuvo lugar tras la desaparición del Coto Jurisdiccional de Carrandi, que fue suprimido por bula del Papa Gregorio XIII en 1579. Al pasar esta propiedad al Real Patrimonio de la Corona, fue comprado por Don Gonzalo, Alférez Mayor del concejo de Colunga, Mayorazgo y Señor de la Casa de Junco, en San Esteban de Leces (Ribadesella). El conjunto de edificios que conforman el palacio fueron declarado Monumento Histórico Artístico en 1973. Es una edificación propia de la nobleza rural asturiana. La capilla conserva en su interior pinturas al fresco, originales de su edificación, algunas con alusiones marianas en un clípeo pictórico policromado. La capilla fue edificada al lado occidental, anexa al palacio, con comunicación interior con ésta por la tribuna o coro. Luce bóveda de medio cañón y un retablo barroco de madera de castaño, adquirido por la familia de los actuales propietarios en un anticuario, para sustituir el anterior que estaba en muy mal estado. La capilla tiene planta rectangular y una saetera. La talla de Nuestra Señora es muy bella, con su mano sobre el vientre encinta. Parece que el anticuario que la vendió a los actuales propietarios les aseguró que provenía de esa misma capilla, a la que ha regresado tras años de exilio. 

Capilla de la Parroquia de San Francisco de Asís (Oviedo)

En el año 2011 fue bendecida en la parroquia de San Francisco Javier de la Tenderina (Oviedo) una imagen de vestir, obra del escultor-imaginero D. José Miguel Tirao Carpio. Dicha imagen es la efigie más moderna en la diócesis de Oviedo de la advocación de la Esperanza. La imagen fue trasladada en febrero de 2013 desde la parroquia de San Francisco Javier de la Tenderina hasta la capilla del Colegio Dulce Nombre de Jesús, de las Dominicas de la Anunciata. Desde ese año la Virgen está expuesta en una capilla improvisada, en lo que fue uno de los accesos originales del templo que llevaba años sin ser utilizado. Esta situación fue llevada adelante siendo párroco de San Francisco de Asís de Oviedo Don Fernando Llenín Iglesias, en acuerdo con la Hermandad de los Estudiantes de Oviedo. El 7 de diciembre de 2013 tras el rezo del Rosario de la Aurora en el entorno de "la Gesta", se trasladó la Imagen desde la capilla de las Dominicas de la Anunciata a la capilla preparada para su veneración pública. 

Parroquia de San Martín de Collera (Ribadesella)

Aunque el patrono de la parroquia y localidad es San Martín de Tours, una de la fiestas más importantes del lugar es Nuestra Señora de la Esperanza. La feria de ganado de Nuestra Señora de la Esperanza de Collera data de 1886. Las fiestas son del 8 de septiembre a su domingo siguiente. Una capilla lateral del templo parroquial fue levantada en honor a la Virgen de la Esperanza en el siglo XVIII, en concreto en 1775, con bóveda estrellada. Tiene también la capilla una ventana con orejas barrocas. Es una devoción muy querida no sólo en la parroquia de Collera, sino también en su entorno. La persona que cuidó mucho la promoción de su culto fue el sacerdote D. Eusebio Gonzalez - Morante y Fernández, que fue párroco en el lugar durante sesenta y cuatro años, desde 1950 hasta su muerte en 2014.

  Capilla del Centro Médico de Asturias (Oviedo)

Este centro sanitario ubicado, en la localidad de Latores fue inaugurado en 1978 y nació como iniciativa privada de varios médicos que consideraban aún deficitaria la atención médica en la Provincia. Los propietarios se constituyeron en la Sociedad Medicina Asturiana, S. A., siendo uno de los arquitectos encargados del proyecto del nuevo hospital el sacerdote diocesano de Oviedo, Don Manuel Calvete. La primera ampliación del edificio fue en 1991, la segunda en 2003 (cuando se suprimió la capilla de la última planta). Hubo nuevas ampliaciones en 2007 y 2015. La imagen de la Santísima Virgen de en esta Capilla es obra de Arte Granda, que se venera en otros templos y capillas de la Diócesis. Aquí lleva por título Nuestra Señora de la Salud y la Esperanza.  El primer capellán del centro fue D. Joaquín González Castellanos, quien escribió un Vía Crucis junto al Doctor García Prieto, en clave de acompañamiento espiritual del sufrimiento. Un sacerdote que promocionó mucho la devoción a esta imagen entre residentes, empleados y enfermos fue Don Francisco Javier Suárez Fernández, capellán del Centro Médico de Asturias desde 2007 a 2012.

viernes, 19 de diciembre de 2025

El Papa aprueba la beatificación de once seminaristas mártires de Madrid

(InfoCatólica) El Papa León XIV ha autorizado este jueves la promulgación de los decretos que reconocen el martirio de Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros, así como el milagro atribuido al empresario argentino Enrique Ernesto Shaw, abriendo el camino hacia su beatificación. La decisión fue comunicada durante la audiencia que Su Santidad mantuvo con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.

Once mártires de la persecución religiosa española

Los nuevos beatos españoles fueron asesinados entre 1936 y 1937 durante la violenta persecución anticristiana que tuvo lugar en el territorio de las actuales diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá de Henares. Entre ellos se encuentran nueve seminaristas, un sacerdote diocesano y un laico, todos víctimas del odio a la fe durante la Guerra Civil Española.

Ignacio Aláez Vaquero, figura central del grupo, nació en Madrid el 1 de febrero de 1914 en la calle del Río. Hijo mayor de Evelio Aláez, peluquero de profesión, y Marina Vaquero, destacó desde muy joven por su intensa piedad eucarística y su entrega a los demás. Su padre le inculcó el amor a la Eucaristía gracias a su compromiso con la Adoración Nocturna, lo que llevó al joven a realizar numerosas obras de caridad, visitando y cuidando enfermos en hospitales y ayudando a los monasterios de clausura.

Un seminarista poeta y artista

Aláez tenía un don especial para el arte y disfrutaba pintando, esculpiendo y escribiendo poesía. En 1930 ingresó en el Seminario de Madrid, donde combinó su formación filosófica y sacerdotal con la caridad activa y la creación artística. Sus versos, recientemente recuperados, muestran cómo fue, en cierto modo, un profeta de su propio destino. Poco antes de morir escribió unos versos que reflejaban su inquebrantable fe: «Yo quisiera incendiar el orbe entero... Yo quisiera volverme misionero y al infiel tus "locuras" predicar... Y morirme después martirizado... ¡Qué me importa, Jesús Sacramentado, si al fin he conseguido hacerte amar!».

En julio de 1936, los seminaristas fueron enviados a casa por seguridad. Durante un retiro el 18 de julio, seminaristas y sacerdotes tuvieron que huir ante el aviso del portero del asalto al edificio por grupos de milicianos armados y «llenos de odio a la Iglesia». A partir de entonces, los jóvenes seminaristas sufrirían la persecución y el martirio, quedando unidos al seminario tan solo por los archivos en los que constaban sus expedientes con sus direcciones, que fueron utilizados para localizarlos y darles muerte.

El martirio de Ignacio y su padre

Todo fue reducido a cenizas: su parroquia, San Millán y San Cayetano, la Basílica de Atocha y la Colegiata de San Isidro, que entonces hacía de catedral. Ignacio se negó a esconderse en casa de un militar republicano que le ofreció protección. El 9 de noviembre de 1936 recibió la visita de un grupo de milicianos del régimen comunista para un registro domiciliario.

Durante el interrogatorio, Ignacio no ocultó que estudiaba para ser sacerdote y fue detenido inmediatamente junto a su padre. A la mañana siguiente, 10 de noviembre, sus cadáveres aparecieron en el Camino del Quemadero, en el pueblo de Fuencarral. Los cuerpos fueron trasladados al Depósito Judicial de cadáveres y posteriormente inhumados en el cementerio de Fuencarral. Tiempo después, su hermana logró identificar a Ignacio tras la exhumación de su cadáver.

Los otros mártires del grupo

Junto a Ignacio fueron reconocidos mártires Pablo Chomón Pardo, seminarista, y su tío sacerdote Julio Pardo Pernía, capellán de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón en Ciempozuelos, asesinados el 8 de agosto de 1936. También Antonio Moralejo Fernández-Shaw, seminarista, y su padre Liberato Moralejo Juan, que se dejó arrestar para defender a su hijo y fue asesinado junto a él.

Entre los seminaristas mártires se encuentran Jesús Sánchez Fernández-Yáñez, Miguel Talavera Sevilla, Ángel Trapero Sánchez-Real, Cástor Zarco García —que tuvo que alistarse como reservista y fue denunciado por algunos compañeros por su comportamiento considerado demasiado apacible, siendo asesinado tras sufrir varias humillaciones y ser obligado a cavar su propia tumba—, Mariano Arrizabalaga Español y Ramón Ruiz Pérez, sometido a torturas junto con una veintena de laicos y con ellos encarcelado y asesinado.

Enrique Shaw, empresario y padre de familia ejemplar

También será beatificado Enrique Ernesto Shaw, nacido en París el 26 de febrero de 1921 y posteriormente trasladado a Buenos Aires, Argentina, tierra de origen de su familia. Joven de firme fe católica, ingresó en la Marina y durante los largos períodos de navegación impartía catequesis a los marineros.

Llamado a trabajar en la empresa familiar, se comprometió a aplicar en el mundo empresarial los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, estableciendo una relación fraternal de colaboración con todos sus trabajadores. Se casó con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve hijos, y se unió a Acción Católica y al Movimiento Familiar Cristiano, promoviendo varias otras asociaciones relacionadas con el mundo del trabajo y publicando conferencias, artículos y ensayos.

En 1961 fue nombrado presidente de los Hombres de Acción Católica. Murió de cáncer el 27 de agosto de 1962. A su intercesión se debe la curación milagrosa de un niño de cinco años, golpeado en la nuca por la coz de un caballo en una granja cerca de Buenos Aires el 21 de junio de 2015. El niño sufrió graves daños craneales y cerebrales y fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas. El 15 de julio, para sorpresa de los médicos, se comprobó que el sistema ventricular había vuelto a su tamaño normal.