jueves, 13 de noviembre de 2025

Guerra Campos, un «profeta de rabiosa actualidad que no se vendió a los aires de cambio modernistas»

(Rel.) Manuel Acosta Elías, diputado de Vox en el Parlamento de Cataluña, es doctor en Filología, máster en literaturas hispánicas, licenciado en Geografía e Historia y profesor de secundaria y bachillerato. Actualmente se encuentra inmerso en la promoción de su última publicación, Un faro en la tempestad, que se presenta este 13 de noviembre en Cuenca, sede episcopal del protagonista de la obra, José Guerra Campos.

Bajo el subtítulo de “Enseñanzas de un obispo contra infiltración de la secta modernista”, Acosta profundiza en la figura del obispo y el legado doctrinal y espiritual que dejó a través de los microespacios de 15 minutos de la serie ‘El Octavo Día’ que desarrolló en Televisión Española entre 1972 y 1973.

-¿Qué interés puede tener para el lector actual, del siglo XXI, un obispo que falleció en 1997, hace ya 28 años, Monseñor Guerra Campos?

-José Guerra Campos es un personaje extraordinario, fascinante, en la historia de la España reciente. Las enseñanzas del obispo José Guerra Campos son totalmente atemporales, trascienden el tiempo -como los clásicos-, parece que estén escritas por alguien que vive actualmente entre nosotros y que se dirigen al español de hoy, son de rabiosa actualidad, nos interpelan de tal manera que es imposible que nos deje indiferentes.

»A pesar de que han pasado 28 años desde su muerte podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que Monseñor Guerra Campos fue un profeta de su tiempo, porque anunció la verdad y porque acertó en todo aquello que advirtió.
-¿Por qué le considera un profeta?

-Los profetas del Antiguo Testamento anunciaban la Verdad, contra viento y marea, en muchas ocasiones jugándose la vida, para que el pueblo elegido no errara en su obediencia a Dios, profetizaban acerca de lo que le sobrevendría y siempre acertaban. Don José Guerra Campos nos advirtió en 1976 de los males que, en la actualidad, están arrasando al hombre y a la sociedad española.

»Él profetizó al inicio de la Transición que, si la Constitución que se estaba confeccionando basaba sus cimientos en el más puro relativismo, desechando como fundamento de esa constitución las verdades absolutas (Dios, la patria, la vida, la familia) como principios innegociables, sobrevendrían sobre España la ley del divorcio, de la despenalización del aborto, la destrucción de la familia, la desvertebración de la patria y el enconamiento del terrorismo de ETA.

»Por si fuera poco, advirtió de la llegada de la ley de la eutanasia (promulgada hace escasamente dos años) y la ley de memoria democrática, cuyos efectos nocivos estamos padeciéndolos ya estos días con el anuncio del Gobierno de la desacralización del Valle de los Caídos.

»Don José Guerra Campos enseñó con claridad y maestría la doctrina cristiana y nunca se vendió a nada ni a nadie. No vendió al mejor postor las verdades de la fe y los principios de la moral declarados por el magisterio de la Iglesia. No se vendió a los aires de cambio del modernismo en el seno de la Iglesia, no se vendió a un nuevo régimen político que rechazó las verdades absolutas, no se vendió por una cruz en la declaración de la renta.

»Por eso, porque su enseñanza permanece, es atemporal, nos sigue interpelando a los católicos españoles de hoy, es tan necesaria la lectura de Un faro en la tempestad.

"Un faro en la tempestad: Enseñanzas de un obispo contra la infiltración de la secta modernista"; de Manuel Acosta.
-¿Por qué decidió trabajar en un libro sobre Mons. Guerra Campos en la actual sociedad española, fuertemente secularizada, que no le apetece oír hablar de Dios en general?

-Recientemente estamos observando una reacción, especialmente entre los jóvenes, contra el estilo de vida al que les ha sometido las tendencias socio culturales y políticas “woke” desde hace varias décadas. Es decir, hay un movimiento crítico contra el pensamiento único impuesto en la sociedad española, como correa de transmisión de las agendas globalistas internacionales.

»Está aflorando en muchas personas la reivindicación de formar una familia, de tener un empleo de calidad, de adquirir una vivienda, de amar a su Patria, de respetar con veneración a sus antepasados, a su historia, de defender que solo hay dos sexos…

»Y esto se traduce en muchas conversiones a la Fe de jóvenes y adultos que nunca habían tenido formación religiosa, así como tendencias culturales benevolentes y promotoras de los principios cristianos (proliferación de películas como Javier, Los domingos…; youtubers y cantantes que abrazan la Fe…). En este aspecto, el magisterio de D. José Guerra Campos, les puede ayudar a fortalecer su incipiente Fe gracias a su nítida y profunda enseñanza de la doctrina de la Iglesia.

Guerra Campos fue una figura importante en la Iglesia del posconcilio.
-¿Qué podremos encontrar en las páginas de Un faro en la tempestad. Enseñanzas de un obispo contra la secta modernista?

-En primer lugar, un sucinto prólogo del obispo Munilla en el que destaca el elogio a la figura de D. José Guerra Campos; su celo apostólico y su magnífica defensa de las invariables verdades de la fe y los principios morales transmitidos por el Magisterio de la Iglesia.

»En segundo lugar, una breve introducción que traza una aproximación biográfica de Monseñor Guerra Campos, contextualizada en el espacio y el tiempo.

»Finalmente, una joya de valor incalculable: la transcripción íntegra, anotada, de las 63 emisiones del programa de TVE “El octavo día”, magistral exposición de la doctrina cristiana dirigida y presentad por el mismo D. José Guerra Campos entre 1972 y 1973.

-Pero, ¿quién fue Monseñor Guerra Campos?

-A lo largo de toda su vida, especialmente a raíz del descubrimiento de su vocación sacerdotal y durante el desempeño de su intenso y prolijo ministerio presbiteral y episcopal, a D. José Guerra Campos solo le movió el afán de comunicar la salvación de Cristo a todos los hombres.

»Los fabulosos talentos que Dios le concedió supo administrarlos y hacerlos fructificar de tal manera que incluso sus detractores reconocieron públicamente la magnífica erudición y sabiduría de D. José, así como su profunda religiosidad y ascetismo, en nada contrapuesto con su exquisita afabilidad para con el prójimo.

»Utilizó sus extraordinarios talentos para la mayor gloria de Dios, como reza el lema ignaciano, para evangelizar, para ejercer de verdadero apóstol con nitidez y conforme al magisterio de la Iglesia, especialmente en aquellos momentos tempestuosos que le tocó vivir: la persecución religiosa durante la II República española y la Guerra Civil, la restauración de la sociedad tras la guerra, el Concilio Vaticano II, la proliferación de la heterodoxia en el seno de la Iglesia y la instauración de un nuevo régimen político en España, de espaldas a las verdades absolutas, basado en el relativismo.

»Monseñor Guerra Campos fue un testigo y protagonista de excepción de la historia reciente de la Iglesia y de España desde el desempeño de sus relevantes cargos: profesor de teología, filosofía e historia en centros eclesiásticos y de deontología en la Universidad de Santiago de Compostela, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), consiliario de la Junta Nacional de la Acción Católica Española, procurador en las Cortes Españolas, presidente de la Comisión Asesora de Programas Religiosos de RTVE, perito consultor de los obispos españoles en el Concilio Vaticano II, padre conciliar al ser preconizado obispo, secretario general del Episcopado Español, representante del Episcopado Español en el Primer Sínodo de Obispos en Roma, obispo titular de la diócesis de Cuenca…

-¿En qué momento empieza aparece la primera “piedra de escándalo” que obliga a Monseñor Guerra Campos a salir en defensa de la Verdad?

-Cuando, tras el Concilio Vaticano II, empezaron a proliferar, impulsadas por personalidades del ámbito eclesiástico y aventadas por ciertos medios de comunicación y grupos de opinión, interpretaciones que deformaban buena parte de las conclusiones conciliares y, por ende, la doctrina de la Iglesia y su magisterio, advirtió que reducir la misión de la Iglesia en el mundo a la mera animación por mejorar, exclusivamente, las condiciones temporales de las personas, llegando a suscribir las premisas del marxismo, es desnaturalizar la Iglesia.

»Denunció la minusvaloración, e incluso ridiculización, de los sacramentos, de la oración y de la devoción a María y a los santos, del celibato eclesiástico, de la confesionalidad, de la castidad, las normas litúrgicas que estos grupos contestatarios estaban proyectando.

Monseñor José Guerra Campos bendice en 1969 las instalaciones de RTVE en presencia de su director general, Adolfo Suárez (futuro presidente del Gobierno) y del ministro Manuel Fraga.

»Recordó que la Iglesia no es un factor más de los que concurren a la construcción de este mundo, aunque aporte tanto a esa construcción… La Iglesia tiene por misión central fomentar la comunicación con el mismo Dios por Cristo resucitado y alimentar una esperanza viva y trascendente.

»Y no tuvo miedo en anunciar la verdad, no se vendió a nada ni a nadie. En la época que le tocó vivir no se quiso vender al modernismo que se ha infiltrado en la vida de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II y que se ha enquistado hasta nuestros días y que ha provocado el abandono de la fe en tantos fieles al desnaturalizar las verdades de la fe y los principios de moral propuestos y declarados por el magisterio de la Iglesia.

-¿Tuvo que seguir iluminando con su faro luminoso del Magisterio perenne de la Iglesia a lo largo de su vida?

-Así es, siempre, puesto que nunca se vendió a aquellos que, desde su posición de privilegio en la Iglesia española y en el ámbito político, promovieron una Constitución basada en el más puro relativismo, rechazando las verdades absolutas.

»De forma decidida y valiente anunció que por esa senda en España se aprobaría el divorcio, el aborto, la destrucción de la familia, la desvertebración de la patria y el ensañamiento del terrorismo de ETA. Además, intuyó la llegada de la eutanasia y la actual Ley de memoria democrática – cuando denunció la condena a la Iglesia en España porque no supo estar a la altura en 1936 que aprobó la Asamblea conjunta en 1971 con mayoría simple-. ¿Puede haber más actualidad en sus enseñanzas?

»Por eso la voz de Guerra Campos sigue resonando hoy con todo vigor. Por eso Guerra Campos sigue siendo hoy un faro que da luz a millones de españoles, en medio de la confusión y de la claudicación, de la traición de muchos que tienen el deber de ser guías del pueblo de Dios.

»Me gustaría saber si 28 años después del fallecimiento de buena parte del episcopado actual, seguirá teniendo vigencia sus enseñanzas, se seguirá escuchando su voz. Porque no la hemos oído hace dos años cuando se aprobó la eutanasia, ni ahora que el Gobierno, en una intolerable injerencia totalitaria, quiere desacralizar y destruir el Valle de los Caídos.

»En definitiva, cuántos males nos hubiéramos ahorrado los españoles si hubiéramos hecho caso de las enseñanzas clarividentes del obispo Guerra Campos y de su valentía. Por eso su voz sigue clamando en nuestros días con autoridad, firmeza y gallardía tantos años después.

»De él se puede decir, parafraseando a Jn 1, 47: “Ahí tenéis un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Por eso la voz de Monseñor Guerra Campos.

-En definitiva, ¿por qué se decidió a escribir "Un faro en la tempestad", este libro sobre la figura y obra de D. José Guerra Campos?

-Fundamentalmente por lo que le acabo de decir. Pero, además, por estos otros tres motivos: por mi condición de historiador, por haber tenido la inmensa fortuna de ser el catalogador de su archivo personal y, obviamente, por mi calidad de hijo de la Iglesia.

»En primer lugar, además de doctor en Filología, soy licenciado en Geografía e Historia, motivo por el cual soy un enamorado de la historia. Porque, ¿qué más subyugante que la Historia? La “Historia es verdaderamente testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la Antigüedad”. (“Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis”) Cicerón, De oratore, II, IX, 36

»O, si se prefiere, podemos definirla de esta otra manera: “… habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.” Don Quijote de la Mancha, Primera parte, Capítulo IX.

»Además, para un católico la Historia es una realidad fundamental porque la forma como Dios se ha revelado a los hombres es en la historia. Por lo tanto, la historia es el lugar de la revelación y, asimismo, la historia es el lugar de la salvación. La salvación no es algo que se dé en una esfera alejada de la realidad, en un ámbito de vida del espíritu que no guarda ninguna relación con el mundo material, con el mundo de la vida y del acontecer humano. Todo lo contrario, Dios se ha mezclado con el mundo del acontecer humano en la Encarnación y lo ha vencido en la cruz. Así pues, con toda humildad, pero también con toda seguridad creo que como historiador tengo aún más motivos para ser católico.

»En segundo lugar, la Fundación obispo José Guerra Campos confió en mí la tarea de catalogación de su archivo personal. Durante el tiempo que tuve el honor de organizar y catalogar he podido descubrir un tesoro incalculable que aporta claves fundamentales para entender los avatares socio políticos y religiosos de la historia de España de la II República, la Guerra Civil, la etapa de Franco, la Transición y la evolución del actual sistema parlamentario basado en la democracia inorgánica, puesto que Monseñor Guerra Campos fue un testigo y protagonista de excepción en todos esos períodos de nuestra historia.

»En tercer lugar, porque nadie ama lo que no conoce. Así pues, como cualquier católico, estamos llamados a profundizar, estudiar, conocer mejor los fundamentos de la fe de la Iglesia para reafirmarnos en ella, en definitiva, para amarla, para amar más a Dios. Por este motivo, al estudiar sus enseñanzas como padre y obispo de la Iglesia, me he dado cuenta de cómo se tergiversan cuestiones de liturgia, canónicas, doctrinales… en un momento como el actual en dónde reina la confusión en que él tuvo que corregir a la luz del Magisterio de la Iglesia.

-Para finalizar, ¿está teniendo aceptación el libro Un faro en la tempestad. Enseñanzas de un obispo contra la secta modernista? ¿tiene pensado hacer alguna presentación del libro?

-Sí, está teniendo mucha aceptación, hasta el punto de que hemos tenido que hacer una segunda edición. Me atrevería a decir que Monseñor Guerra Campos está de moda, ya que también otros autores como Cabezas, Carballo, Fernández Ferrero están publicando libros sobre Guerra Campos, así como diversos artículos.

»Hasta ahora hemos hecho presentaciones en Barcelona, Madrid y Sevilla, además de varias presentaciones en redes.

»El próximo jueves, 13 de noviembre, vamos a presentar Un faro en la tempestad en Cuenca, en la que fuera la sede episcopal de Guerra Campos. Presidirá la presentación el actual obispo de Cuenca, José María Yanguas, e intervendrán el presidente de la Fundación José Guerra Campos y un servidor. Están todos invitados a la presentación que tendrá lugar el jueves, 13 de noviembre, en la parroquia de San Esteban, en Cuenca.

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