jueves, 13 de noviembre de 2025

San Diego de Alcalá, el santo de los panes y las rosas

(Aleteia/ Mónica Muñoz) Humilde, servicial, obediente y caritativo, san Diego de Alcalá fue un gran taumaturgo español al que se le relaciona con los panes y las rosas por sus milagros

Antes de ser San Diego de Alcalá y que comenzara a hacer milagros, un niño nació el 14 de noviembre de 1400 en san Nicolás del Puerto, provincia de Sevilla. Su familia era muy modesta pero eran cristianos muy piadosos.

Tuvo poca instrucción pero se sintió atraído por la manera de vivir de un pariente suyo que era ermitaño y del que aprendió a amar a Jesús crucificado, la oración y la meditación. Por eso, él también se hizo consagró al Señor como ermitaño.

Dedicado a labores manuales y la recolección de leña, usaba todo lo que ganaba para ayudar a los pobres, por lo que la gente comenzó a ayudarlo con limosnas.

Hermano lego franciscano

Leyendo la vida de San Francisco de Asís y deseando evitar su creciente popularidad, pidió ingresar como religioso franciscano. Fue admitido y, a pesar de sus escasos conocimientos, podía responder maravillosamente cuando se le hacían preguntas de complicado contenido espiritual.

Por ello, a pesar de ser solo un hermano lego, sus superiores lo enviaron a las Islas Canarias en misión donde impidió la esclavitud y hubo muchas conversiones de paganos.

No fue el único cargo que desempeño, también fue superior de su comunidad, algo extraordinario porque no era sacerdote. Luego, en 1449 emprendió un viaje a pie desde España a Roma para asistir a la canonización de san Bernardino de Siena.

Iba acompañando a su Padre Superior Alonso de Castro, quien enfermó y fue atendido con tanto esmero por Diego que lo nombraron durante tres meses encargado del hospital de Roma.

Panes y rosas

Entre las anécdotas que dan testimonio de sus milagros, está una en la que, llevando comida a un mendigo, encontró en su camino al guardián del convento que era difícil de carácter. Este le preguntó qué llevaba bajo su manto, por lo que Diego, asustado, respondió que llevaba rosas, y efectivamente, al abrir su manto comenzaron a salir muchas bellas flores.

También se le atribuye el milagro de multiplicar los alimentos en el convento de Alcalá de Henares, por lo que nunca faltó comida para los pobres que acudían a él. Por eso se le representa también con panes.

Gran taumaturgo

Amaba mucho a la Santísima Virgen. Untaba aceite de la lámpara de su altar en los enfermos y que quedaban curados. Una vez bendijo a un joven que cayó dentro de un horno encendido, saliendo ileso.

Después de una vida humilde y de muchas obras buenas, murió el 13 de noviembre de 1463 en el convento de Santa María de los Ángeles en Alcalá de Henares. Su fama de santidad fue motivo de peregrinaciones a su tumba, donde también se realizaron numerosos milagros. El más famoso fue la curación del hijo del rey Felipe II, quien pidió al papa que canonizara a Diego. Fue proclamado santo en 1588. Su fiesta se celebre el 13 de noviembre. San Diego de Alcalá, ¡ruega por nosotros!

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