lunes, 22 de mayo de 2023

El Cielo. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Ayer, solemnidad de la Ascensión, ya ven por dónde se me ocurrió hablar del cielo. Cosas mías.

No voy a meterme ni con los políticos, los jóvenes, la sociedad de consumo, la agenda 2030, el globalismo mundial, la masonería o el comunismo. Bastante tenemos con lo nuestro. ¿Y qué es lo nuestro?

Lo nuestro me parece que es un catolicismo rastrero, una fe que se arrastra por el barro, una vida cristiana incapaz de despegar de sus miserias, sus limitaciones, su miedo y su vergüenza.

¿De qué hablamos en nuestros consejos, reuniones de curas y laicos, revisiones de vida, programaciones, documentos, subsidios, reflexiones y lluvias de ideas? De cosas, en definitiva, que apenas son capaces de levantarse mínimamente del barro. Podemos poner todos mil ejemplos: la edad de la comunión, el festival de Navidad, la tómbola solidaria, el grupo de Biblia, el campamento de los niños y el campo de trabajo de los jóvenes, cine forum, mercadilo solidario, horario de despacho, las cuentas que nunca acaban de salir.

Me van a permitir que hable ahora de la misa. Más de lo mismo: horario más conveniente, qué cantos elegimos, necesitamos dos guitarras, a ver si consegimos buenos lectores, Menganito que haga las moniciones, homilía larga o corta, si la misa dura mucho o poco, campanilla sí o no, y si ponemos un reclinatorio para comulgar. Seguimos sin elevarnos. Somos como esa avioneta que da vueltas por el aeropuerto pero que no acaba de despegar. Evidentemente, los viajeros se apean.

Se nos olvida la gloria, el cielo, la vida eterna,el gozo que nos aguarda.

La misa. Cristo en el calvario ofreciendose por nosotros. Los ángeles, los santos adorando a su Señor. Cristo que se hace realmente presente en el altar. La misa es como el cielo que baja a cada parroquia para que toquemos, aunque sea con la punta de los dedos, la gloria que un día se nos descubrirá.

Tenemos un gran mensaje que vivir y transmitir: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado". Se nos ha quedado el mandato del Señor en el horario de catequesis, la fiesta parroquial, la excursión fin de curso y un horario de misas celebradas medio decentemente.

¿Y Dios? ¿Y Cristo? ¿La vida eterna, la gloria, el cielo?

Quizá en toda reunión, toda asamblea, todo consejo bastase una pregunta: ¿Cómo llegar al cielo? ¿Cómo presentar el cielo? Y el resto… mejor no hablar del resto.

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