domingo, 12 de febrero de 2023

''Sino a dar plenitud''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Domingo VI del Tiempo Ordinario; hoy el Señor nos habla de la ley y de la plenitud que viene a darle, pero, ¿qué nos quiere decir con esto Jesús?. Bien sencillo: no viene a darle una vuelta más al tornillo, a poner más cargas ni a complicar nada, sino a aportar otra visión que le de sentido. Seguimos sin perder de vista las bienaventuranzas que nos ayudan a asomarnos con otros ojos a la ley de Moisés. No nos quedemos en lamentarnos en los "noes", la propuesta es que aprendamos a descubrir los síes. Las normas en el seguimiento de Jesús no están para amargarnos la vida, sino para encauzarnos; no se trata de vivir avergonzados por el mal de los errores y pecados, sino de vivir la alegría de tanto bueno que con Él, por Él y en Él, podemos disfrutar. El Señor nos indica actitudes con las que afrontar nuestro peregrinar como dones de Dios. En este día también celebramos la "Campaña contra el hambre de Manos Unidas" bajo el título «Frenar la desigualdad está en tus manos».

I. El saber que está escondido 

Nuevamente nos detenemos en la lectura de la primera carta de San Pablo a los cristianos de Corinto, donde hoy el autor aborda la cuestión de la sabiduría en clave cristiana como auténtico misterio de Dios. Así nos lo ha dicho de entrada: ''Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo''. Pablo no les va a hablar del saber filosófico de los griegos -que no era desconocido en aquella ciudad portuaria- ni tampoco del saber de la Torá judía, sino que habla del saber más profundo que sólo se comprende una vez que se ha descubierto el sentido de la cruz. No deja de profundizar en esa teología de la cruz que le ha robado el corazón y que espera que también los corintios lo experimenten. Y es que los que seguimos a Jesús no somos unos simples condenados a perecer, sino sus valientes testigos que ''enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria''. Adentrémonos, pues, en el saber de la cruz; esa que no es fracaso, sino de triunfo. Actualmente utilizamos mucho la palabra triunfo; tal vez recordemos aquel programa de cantantes que se llamaba "Operación Triunfo". Hoy todo el mundo quiere triunfar, la meta es ser famoso para ganar dinero, casarse con alguien con dinero, lograr un trabajo donde ganar muchísimo dinero... Pero la mayoría esos "triunfos" suelen ser efímeros y llevan aparejado el fracaso humano. Los que piensan así son iguales que los que crucificaron al Señor, y los que no queremos pensar de ese modo somos los que nos gustaría tener el coraje de seguirle hasta el triunfo en nuestras propias cruces. 

II. La libertad en que nos movemos

La primera lectura que se ha proclamado en este día es un fragmento del capítulo 15 del Libro del Eclesiástico, la cual nos presenta una reflexión que coloca cara a cara el papel de nuestra propia libertad frente a al misterio del pecado. Este tema es una constante en la historia de la salvación, desde el relato de la creación en el Génesis hasta nuestros días. Hay ocasiones donde en nuestra vida entra el mal por nuestra propia culpa, pues desde nuestra libertad optamos a sabiendas de tomar el camino malo en lugar del bueno. Es evidente que somos débiles, frágiles y torpes; por eso necesitamos muchas oportunidades en el camino. Pero, ¿qué ocurre cuando somos testigos de realidades terribles ante las que no tenemos respuesta como el terremoto de Turquía y Siria, la invasión de Ucrania o -enfocando la mirada en el tema de este día- el hambre en nuestro mundo? Aquí nos acordamos de Dios, y le culpamos, y nos preguntamos dónde estaba. Alguien comentó: ''estaba allí, callado, pero estaba''. Y es que Dios no es ajeno a nuestro dolor ni a nuestras penas. Cada año por estas fechas vuelve a revolverse nuestra conciencia al tiempo que nuestra vergüenza, pues avanzamos en cientos de sofisticadas realidades científicas y tecnológicas -calidad de vida, dicen- y sin embargo no logramos frenar que sigan muriendo cada día y cada hora tantísimos seres humanos por falta de alimento. Ojalá llegue el día que no tengamos que haber campaña contra el hambre, que "Manos Unidas" pueda decir: ¡Misión cumplida''... Por desgracia, en cuanto vivimos bien nos olvidamos de lo que es vivir mal, o buscamos otros culpables: que si los políticos, que si las ideas, y hay mucho de verdad en eso, pero también veamos la parte que nos toca a cada uno. No todo se reduce al origen del mal y el pecado, también aquí entra en juego nuestra libertad en saber contribuir al bien o mirar indiferentes para otro lado favoreciendo el mal. 

III. La ley según Jesús 

El evangelio de este domingo nos presenta una tajante predicación de Jesús, que San Mateo nos describe con mucho detalle. El Señor rompe nuevamente los clichés y empieza a dejar desubicados a todos. Este hombre que habla tan bien, que unos le tienen por profeta, otros por maestro, y algunos hasta le llaman Mesías, empieza aquí a descolocarles. Los versículos de este pasaje proclamado hoy son sólo el comienzo de esa confrontación entre la justicia soñada por los judíos, y la justicia de Dios. Esto supondrá el comienzo de la escalada en la explicación de la justicia cristiana que llegará a su cima el próximo domingo, cuando abordemos el amor al enemigo. Qué quiere decir el Señor con ''No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas''. Algunos biblistas afirman que la historia de Dios con su pueblo no se limita sólo a la ley y los profetas, sino que realmente, ésta -la ley- toma cuerpo cuando se vive apoyados en la plenitud de la misma; es decir, cuando vive realmente la justicia. Este evangelio ha dado lugar a interpretaciones de todo tipo, las liberales que interpretan el texto con eso de que lo importante es quererse y "ser buenos", y los rigoristas que consideran que Jesús pon y exige más requisitos. Ni lo uno ni lo otro: normalidad, pero sin relajarnos en exceso ni caer en rigorismos obsesivos. Hemos escuchado: ''En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley''. Alguno podrá decir que aquí sólo se salvarán los que sean más papistas que el Papa, pero es mucho más fácil de entender: que se cumpla la última tilde significa vivir la realidad cristiana desde lo más humilde, lo más pequeño, lo más sencillo. No nos quedemos en apariencias, sino seamos auténticos en nuestro seguimiento del Señor, no viendo los mandamientos ni las enseñanzas de tipo moral o doctrinal como obstáculo, sino como el faro que nos facilita la visión. Jesús no funda una religión de cero, no dice que lo anterior a Él no sirva; no viene a abolir, sino a darle plenitud. Tampoco la ley es sólo yo no mato, no robo... Jesús incluye los actos contra un hermano: el insulto, la calumnia o difamación. No sólo matamos con las manos, también con los labios: "No he venido a abolir, sino a dar plenitud".

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