Solidaridad. La responsable de la Cocina Económica advierte de la alta demanda y de los 'nuevos' usuarios, como empleados que no llegan a fin de mes o jubilados
(El Comercio/ Clara G. Santos) Lorena García trabaja como cajera en un supermercado, aún así, le cuesta llegar a fin de mes. Su situación económica se truncó hace un par de años, tras su separación. Al duelo de la relación fallida se sumó la imposibilidad de sacar adelante un hogar con un único sueldo. El encarecimiento de los productos básicos obligó a esta treintañera a engrosar las colas del hambre para dar de comer a su hija pequeña. «Trato de ser fuerte por ella, pero hay días que solo quiero rendirme», confiesa.
La suya es una de las muchas historias que se dan cita a la hora del almuerzo o de la cena en la Cocina Económica. Una realidad «cada vez más acuciante» que ha llevado al vicedecano de la Facultad de Psicología, Luis Castejón, a poner en marcha una campaña de recogida de alimentos para la Cocina Económica.
La iniciativa está teniendo buena acogida. Decenas de personas han colaborado estos días depositando bolsas con leche y latas de conserva dentro de las cajas habilitadas en el vestíbulo de la facultad. «La inflación nos golpea a todos, pero no a todos por igual», puntualiza Castejón. La campaña de recogida permanecerá abierta hasta mañana y los interesados en colaborar podrán acerarse a la facultad en horario de 9 a 19 horas o entregar su donación directamente en la Cocina Económica. A final de esta semana se hará recuento de los productos recogidos y se procederá a su entrega.
Los voluntarios, desbordados
La responsable de la Cocina Económica de Oviedo, sor Fernanda García, advierte que «nunca había visto nada igual». Las cifras no engañan. El domingo pasado se repartieron en el comedor social un total de 250 menús y 230 personas se llevaron, además, latas de conserva para el bocadillo de la cena. «Antes de pandemia estas cifras serían impensables, cada vez hay más personas en situación de necesidad», lamenta la religiosa. Con los años, los perfiles de solicitantes también han ido cambiando. Ahora, los voluntarios se encuentran con muchos jubilados «a los que no les llega con la pensión», familias monoparentales con un único sueldo o trabajadores a los que, simplemente, el salario no les da para vivir.
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