lunes, 16 de enero de 2023

Beato Luis Ormieres: Sacerdote celoso, educador y feminista. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


En este día 16 de enero celebramos al Beato Luis Antonio Ormières, fundador de las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda cuya vida y obra es un ejemplo para nosotros de confianza absoluta en la Providencia, de amor a los más pequeños y consagrar su vida a ser discípulo, haciendo y ganando discípulos para Cristo. Al celebrar su memoria litúrgica acudimos a su protección al tiempo que nos adentramos en su valioso legado, del que tanto podemos aprender.

I. El celo de Dios le devoraba

Los contemporáneos a Louis-Antoine-Rose Ormières Lacase afirman que de niño era extraordinariamente alegre y divertido, risueño y bromista; sin embargo, en ocasiones aparecía con semblante serio y expresión de inquietud. Era como si a aquel pequeño muchacho le faltara algo o hubiera un hueco dentro de él, y así era; sentía que le faltaba "no sé qué" sin saber aún que era lo que era; estaba en búsqueda de su vocación... En una iglesia de Valencia muy cerca de la catedral, en el templo de Santa Catalina, hay una imagen de la Virgen con un hueco en el vientre, y que es conocida como "Nuestra Señora de la Vocación"; y es que como allí explican los operarios diocesanos: ''cuando uno empieza a sentir la vocación lo primero que notas no es que no estás en tu sitio, sino que algo te falta para estar completo''. Esto le pasaba al pequeño Luis, que en pocos años recibirá más de una llamada no sólo a ser sacerdote, sino también maestro y fundador. En Luis Ormieres se cumplió a la perfección las palabras del salmo 68: ''El celo de tu casa me devora''. Su vida fue una constante de amor a Dios y de dar a conocerlo a los pequeños. Una de sus máximas es iluminadora para nosotros: ''hacer el bien y dejar que digan''. Veíamos este domingo el evangelio a Juan señalando a Jesús, dándolo a conocer como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"; este fue el celo del P. Luis, como le definimos en su himno: ''Signo y presencia de Dios''. Él no buscó hacerse rico, ni famoso, ni tener una buena parroquia, ni un buen puesto en su diócesis. Siendo realistas, se complicó mucho la existencia; eligió lo más difícil, como dirían hoy los chavales: ''se mojó mucho'' por dar a conocer a Jesucristo y ser un fiel ministro suyo. Creo que nunca lo había contado, pero el primer año que celebramos la liturgia del Beato Luis Ormieres quedé sorprendido por lo bien elegidos que están los textos propios; personalmente me tocan de lleno, pues el lema de mi ordenación es precisamente un versículo de ese fragmento del capítulo primero de Jeremías que hemos escuchado: ''a donde yo te envíe irás, y lo que yo te mande lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte -Oráculo del Señor-''. Él así lo cumplió, fue donde la Providencia le llevó; sin miedo, y a pesar de tantas incertidumbres, de todas le libró el Señor.

II. Educador 

Vivía Francia en momentos complejos; aquel bonito país que tanta gloria había dado a la Iglesia, tantos santos, tantas religiosas, sacerdotes, hogar de Papas y reyes católicos de pronto se vuelve laico; ignorante, infiel, indiferente y beligerante. Las consecuencias de la revolución francesa tocaron la fibra sensible de nuestro Beato hasta el punto de vislumbrar que Dios le llamaba a ser educador no para paliar la falta de escolaridad de su tierra, sino para, además de enseñar a leer y escribir, evangelizar a aquellos pequeños. Y es que siempre se ha dicho que quien logra catequizar a un niño catequiza a toda su familia. No era Luis Ormieres un ignorante en el campo de la educación; sabemos que además de formarse en el seminario de Carcassone obtuvo un título de educación en Monpellier -la patria chica de San Roque- donde se desplazó para especializarse en este campo. Sus compañeros de seminario, sus superiores y sus amigos, sabían que tenía alma de educador; que lo suyo era ser sacerdote en la docencia. Él hizo suyo el amor de Cristo por los débiles y pequeños. Hizo propios los pasajes del Evangelio: «Mirad de no menospreciar a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18,10). Era un hombre que rezumaba evangelio, como deja bien claro en los escritos fundacionales al hablar del espíritu de la casa: ''Si un vaso de agua fría dado en nombre de nuestro Señor Jesucristo no quedará sin recompensa, cuál no será la recompensa de los fieles servidores que hayan cortado y distribuido el pan de vida a los niños, los amigos privilegiados del Corazón de Jesús''. La espiritualidad del Corazón de Jesús forma parte de su vida de piedad; no olvidemos que Francia es la cuna de esta devoción en el siglo XVII en Paray-le-Monial, por ello el Padre Luis apuesta por una educación con corazón, cuidando y protegiendo a los niños de las sendas del mal que alejan de la fe y, para ello puso, a las Hermanas como fieles ''Ángeles'' para guardar a los pequeños en sus caminos.

III. Feminista 

Pero tampoco vamos a ocultar toda la verdad; Luis era un joven sacerdote diocesano que sabía mucha teoría, pero que no tenía gran experiencia en el magisterio. Por eso acude en busca de una comunidad de religiosas que le ayude a poner en marcha la escuelita que él había soñado, y es aquí donde aparece una figura clave como será la Madre San Pascual. Ella será para él un regalo de Dios; la que le abra camino, la que le enseñe las claves de la docencia y, sobre todo, la que más aporte en el proyecto fundacional de las Hermanas del Santo Ángel. Era un adelantado a su tiempo, pues en aquel siglo XIX no tenía problema en ponerse a las órdenes de una mujer, pues sabía que ella era el instrumento que la Providencia había puesto en su camino para poder llegar a buen puerto sin naufragar. Ni todo ella, ni todo él; fueron complementarios; diciéndolo de un modo más claro, el Padre Luis ponía la teoría y la Madre San Pascual lograba que aquellas letras se encarnaran en la realidad concreta que les ocupaba. La formación de las Hermanas, la espiritualidad del Santo Ángel, la pedagogía educativa... Madre San Pascual estaba en todos los frentes de la Fundación, y es que su paso por las Hermanas de "Saint Gildas" la había enriquecido en la experiencia de vivir y trabajar con muchísimas religiosas a la vez en un colegio. El respeto, el cariño y la unión entre los dos fundadores es una lección de vida hoy para todas sus hijas. Como lo es también la humildad del Beato Luis cuando se sentía sin conocimiento ante una novedad, y cómo dejaba a las hermanas tomar la iniciativa de abrir un nuevo camino. 

Cuando hace unas semanas me entrevistaban por mi nombramiento como Arcipreste de Oviedo me hicieron una foto en el despacho parroquial, y en la foto salgo con el cuadro del P. Ormieres a mis espaldas. Más de una hermana y algunas otras personas me lo comentaron: "vaya bien protegido que salía Vd. en el periódico"... Pues a él también le he encomendado esta misión, como quiero encomendar a su cuidado a toda la Parroquia, a las Hermanas; a las que están, las que estuvieron, y a todas las que continúan y ejercen su carisma a lo largo del planeta. Que el Señor por mediación del Beato Luis Antonio manden vocaciones a la vida consagrada, al ministerio sacerdotal, a la vida laical y misionera.

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