martes, 8 de abril de 2014

V Martes de Cuaresma. Orar por el pueblo

V MARTES DE CUARESMA
(Núm 21, 4-9; Sal 101; Jn 8, 21-30)
TRES LLAMADAS
“Moisés rezó al Señor por el pueblo” (Núm 21, 7)
“Señor, escucha mi oración” (Sal 101)
“… el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.” (Jn 8, 26)
CONSIDERACIÓN
Ante las dificultades, caben diversas reacciones: desde el enojo, al pesimismo; desde el hundimiento a la lucha; desde el derrotismo a la esperanza.
Una reacción concorde con la fe es la oración, la relación trascendente con Dios, ante quien se expone la dificultad.
Las Sagradas Escrituras aseguran que Dios escucha la oración humilde, confiada e insistente.

ORAR POR EL PUEBLO
Por el bautismo, hemos sido constituidos en pueblo sacerdotal, que tiene como misión orar por toda la humanidad.
Al igual que en el Antiguo Testamento Dios se escogió una porción de la humanidad como pueblo suyo y lo convirtió en su testigo, los bautizados formamos el nuevo pueblo de Dios, enviado a testimoniar su existencia.
Una forma solidaria, testimonial e identificativa del cristiano es la de ser orante, no solo por sus propias necesidades, sino por las de toda la humanidad.
Somos beneficiarios de la oración anónima, discreta, gratuita, amorosa, constante, penitente y eclesial de muchos que ofrecen sus vidas por la paz, la convivencia o el desarrollo.
Nunca sabremos en este mundo el beneficio que hemos recibido por la comunión de los orantes. Pero estoy seguro de que muchas cosas que nos parecen conseguidas por nuestras manos, son regalos, fruto de la generosidad orante de muchos.
Es momento propicio para asociarnos a la oración desinteresada de tantos que oran por la paz, el desarrollo de las naciones, y la extensión del Evangelio.
Hoy, como Moisés, puedes asumir el oficio de orar por quienes tengan mayor necesidad. Es, sin duda, un servicio de cirineo.
Ángel Moreno

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