martes, 15 de abril de 2014

Presumiendo de Cruz , Por Rodrigo Huerta Migoya




Ya nos dijo el Señor que “como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado (en la cruz) el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna" (Jn 3, 14-15). Esta es mi reflexión mensual: ¿Cómo levantar nosotros el estandarte de la  Cruz en el Lugones de hoy? Hablando hace unos días con las Hermanas del Santo Ángel me comentaba Sor Carmen Pérez su experiencia con los niños del catecismo en la charla-dialogo que mantuvo con ellos con motivo de la Santa Infancia y salía a relucir el siguiente tema:

Sor Carmen – Vosotros cuando por la noche os ponéis el pijama y os metéis en vuestras caminas calentitos, ¿no rezáis?; ¿no os acordáis de esos pobres neninos que no tienen ni que comer?...
Niño 1 – Yo no puedo rezar porque en mi habitación no tengo ninguna cruz
Sor Carmen- Pero hombre para rezar no hace falta Cruz, Jesús está en todas partes.
Niño 2 – Claro tonto, a mí me pasaba igual, pero ahora he hecho yo una de papel que he dibujado y la he pegado en la pared sobre mi cama.

No hay nada como la boca inocente de los niños para conocer una verdad, y, ¿cuál es?, pues que hemos quitados las Cruces de nuestras vidas, de nuestras casas, de nuestro entorno. La teoría nos dice que no hace falta nada para orar, pero nuestros pequeños bien deducen que nada mejor que una imagen gráfica o un icono para acordarse de entablar su personal dialogo con el Señor.

 Necesitamos que las abuelas y las madres vuelvan a ser las guardianas de la fe de sus familias, que no dejen que se pierda esa herencia hermosa que nuestros mayores nos legaron cuando siendo nosotros niños nos arropaban con el “Jesusito de mi vida”, el “Ángel de mi guarda” o “las cuatro esquinitas”. He aquí el secreto de la importancia de la mujer en la Iglesia, dónde su papel no es secundario sino básico. Vosotras habéis de ser las que tiréis de los vuestros aunque sea “arrastras” hasta la puerta del mismo templo, las que lloréis como Santa Mónica por esos hijos rebeldes que dan la espalda a la fe que profesáis; vosotras debéis de ser las que viendo próxima la muerte les digáis: Hijos mi mayor regalo y herencia es que cuando yo me vaya ocupéis el hueco que yo dejo, yendo a Misa, cuidando del cementerio, visitando de vez en cuando a la Santina.

Aunque os parezca algo frío o escandaloso he conocido más de un caso de chicos que tras sufrir la pérdida de un ser querido especialmente religioso, empezaron a interrogarse y a descubrir que era lo que tanto llenaba a su familiar cada vez que visitaba la iglesia, pues en ella siempre le esperaba alguien especial.  Nos toca una época difícil, pero no más que otras. Ya San Pablo lamentaba: "Porque son muchos, y ahora os lo digo con lágrimas, los que son enemigos de la cruz de Cristo" (Flp 3, 18). Ojalá muchos que hoy nos persiguen caigan del caballo al igual que el Apóstol de Tarso. Y recordad siempre que si el demonio detesta la cruz es porque ésta es espejo del amor infinito de Dios.

Vivir en cristiano comporta Cruz , que le pregunten a San Pío de Pietrelcina al cuál su misma amada y querida Iglesia le tachó de farsante, poniéndole unas durísimas pruebas como prohibirle celebrar Misa en público y hasta confesar. Él decía: Que siempre seamos amigos de la cruz, que nunca huyamos de Ella, porque quien huye de la cruz huye de Jesús y quien huye de Jesús nunca encontrará la felicidad.


Quiera el Señor que aceptemos la Cruz de cada día pero que no nos quedemos en ella, sino que lleguemos a la nueva Pascua y un día a la Pascua eterna, pasando del Gólgota al Tabor. 
Feliz y Santa Semana .

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