jueves, 17 de abril de 2014

Reflexión sobre de Jueves Santo , Por Rodrigo Huerta Migoya


Preparación , el  Cordero y su sangre

La palabra de Dios nos introduce en la cultura judía de la cena, y no de una cualquiera, sino de la cena vespertina que precedió una salvación. Qué paralelismo tan bello, el pueblo de Israel se reúne en torno a la mesa antes de ser libres, los discípulos se reúnen en torno a la mesa recordando aquella Pascua judía antes de que el Mesías protagonizara la Nueva Pascua .
Los esclavos del faraón se prepararon antes de sentarse en la mesa: escogieron el animal, pintaron las jambas, se lavaron, se vistieron de gala, prepararon los panes ácimos y se sentaron a comer a prisa por indicación de Moisés.
Jesús y los apóstoles siguieron aquel antiguo ritual de preparación que a día de hoy sigue conservando el pueblo judío. Predisponerse a lo que celebran, lavarse; "estar limpios". También nosotros nos hemos preparado y "limpiado" interiormente  por medio de la confesión, pero además al igual que lo hiciera el Señor, el sacerdote hoy lavará los pies a doce fieles como recuerdo de un gesto extremo de abajamiento. Quizás como a Pedro, nos salga del corazón exclamar: Señor no sólo los pies, sino las manos y la cabeza (Jn 13,9).
Se escogió el cordero, macho, sin mancha ni defecto. También Jesús era un hombre sin defectos. Jesús se convirtió en el chivo expiatorio que pagó por nuestras culpas. Ya lo  dice San Pablo: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador (Is 53, 7). Nada malo había hecho, más como dijo un miembros del Sanedrín: conviene que muera uno por el pueblo (Jn 11, 50)
En la cultura judía los animales que se ofrecían al templo se presentaban vivos, sobre ellos se hacía ademán de depositar los errores y, finalmente, sobre el altar eran sacrificados como ofrenda agradable. Era el valor de la sangre, la sangre que salva. En la última noche del pueblo elegido en Egipto, el Señor les advirtió que su ira bajaría y cruzaría la tierra de Egipto y acabaría con todos los primogénitos, sin embargo, en aquellos hogares dónde encontrara la sangre del cordero en el dintel de la puerta, pasaría de largo, perdonándoles.
A nosotros nos pasa lo mismo, estamos salvados, marcados y rescatados por la preciosísima sangre de Jesús, el cordero de Dios que ha quitado el pecado del mundo. Lo hemos cantado en el salmo de hoy: el cáliz que bendecimos es la comunión con la sangre de Cristo (Sal 115).




El valor del pan compartido

Siempre decimos que el pan no alimenta, sino que acompaña como si estuviera relegado a un puesto secundario. Vivir de pan sólo los pobres, los presos y peregrinos, más ¿podemos vivir sólo de pan?  Del pan mundano no, ya lo dijo el Señor : No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4, 3-4); más en otro pasaje nos aclara que es posible vivir de su pan: Yo soy el pan vivo bajado del cielo , no como vuestros padres que comieron y murieron , el que come de mi pan vivirá para siempre (Jn 6, 58).

Cuando yo era niño mi bisabuela siempre nos decía a mí hermana y a mí que no se podía dejar el pan, que no podía tirarse un solo trozo, pues era pecado. Era algo que tarde en comprender, cómo ella cada mañana, al preparar su desayuno sacaba para acompañar su café los trozos de pan más duros que quedaban en la saca de tela: ¿Por qué? En casa había muchas opiniones: unos que eran manías , otros que era una actitud propia de una persona que había sufrido la hambruna de la postguerra, sin embargo, yo sostengo que por encima de todo ella tenía muy claro lo que de niña  le habían enseñado: no hay mayor pecado que tirar el pan, porque si Dios viene a nosotros en pan y tiramos nuestro pan , tiramos también a Jesús.
Debemos de ser cuidadosos y no desperdiciar los alimentos, no tirar la comida cuando tantos no tienen un mendrugo que llevarse a la boca. Una postura auténticamente cristina en tiempos de crisis nos lleva a mirar  por el ahorro del agua, la luz y tantos gastos innecesarios. Dicen los cardenales y personas más próximas al Papa Francisco, que va por los pasillos del vaticano apagando luces, como se nota que viene de un país dónde saben bien lo que es estar necesitado. Y por eso en este día del amor fraterno no puede faltarnos la caridad: En primer lugar con aquellos hermanos próximos con que estamos enfadados. Seguidamente con tantos necesitados de caridad a los que ignoramos. Hoy, por ejemplo, la colecta será destinada a Cáritas parroquial, pero junto con la caridad de la limosna hay que practicar la caridad del corazón. Finalmente, caridad con nosotros mismos. Sí, hoy que parece que vivimos en un entorno de puro egoísmo nos encontramos cada día con personas de las que decimos: es bueno para todos menos para si mismo o si misma. O personas que siendo aparentemente avaros, huraños o antipáticos, lo único que les ocurre es que pasan por la vida sin sonreír porque nadie tiene caridad con ellos, nadie se sienta a escucharles, nadie se ha parado a buscar el origen de  su forma de ser .




Orando en el huerto

Amigos, está noche entramos en la penumbra del huerto de los olivos, ojalá no nos tenga que decir el Señor: ¿ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo? (Mt 26,40).
Necesitamos Marías y Juanes de los Sagrarios Calvarios, una adoración eucarística reparadora. Adoración, pues a Dios debemos rendirle nuestro amor; eucaristía, pues es la presencia real de Cristo en medio de nuestro mundo . Sagrarios – Calvarios, calvarios sí pues a menudo está sólo , abandonado y despreciado por el mundo. Mirad, el mundo está mal, pero si no cuidamos un poco nuestra espiritualidad acabará comiéndonos. Una prueba contundente nos lo da nuestra semana santa. Qué dolor me produce ver los horarios de tantísimas  Parroquias dónde tras la última celebración del jueves santo ya echan el cerrojo...  
     No puedo terminar sin un especialísimo recuerdo para la figura del sacerdote, ese inmenso don que Jesús mismo instituyó la tarde del cenáculo. No falte hoy nuestra oración por todos ellos, en especial por aquellos que pasando por momentos de dificultad personal, problemas de salud  o achaques de la edad que están estos días dando lo mejor de sí y haciendo esfuerzos por encima de sus posibilidades por atender nuestros numerosos pueblos y parroquias; por nuestros párrcos y capellanes; por nuestros misioneros...
Que María, Madre del cenáculo, mujer sacerdotal, interceda por todos ellos. Que su ejemplo y mediación sea el cultivo fértil que produzca muchas y santas vocaciones al ministerio ordenado.


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