viernes, 24 de enero de 2014

«¿Es que Cristo está dividido?» La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad cristiana (III)



El pasado 21 de octubre, se reunió con una delegación de la federación luterana mundial y a los miembros de la comisión luterano-católica por la unidad. En este encuentro, Francisco señaló que "me parece realmente importante para todos el esfuerzo de encontrarse en diálogo sobre la realidad histórica de la Reforma, sobre las consecuencias y sobre las respuestas que se dieron a la misma". Así como destacó que "católicos y luteranos pueden pedir perdón por el mal causado los unos a los otros y por las culpas cometidas delante de Dios, y juntos regocijarse por la nostalgia de unidad que el Señor ha despertados en nuestros corazones, y que nos hace mirar adelante con una mirada de esperanza".

En su encuentro con Tawadros II, papa de Alejandría y patriarca copto de la sede de San Marcos, en el mes de mayo afirmó que "será la oración, el diálogo y la voluntad de construir una relación, los elementos que permitirán de dar los pasos necesarios hacia la plena unidad".

Durante el encuentro del Santo Padre con el Comité Católico para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas y las Iglesias Ortodoxas Orientales, con ocasión del 50ª aniversario de su institución, explicó que "el camino de reconciliación y de renovada fraternidad entre las Iglesias, admirablemente marcado desde el primer histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras, necesitaba también de experiencias de amistad y de compartir que nacieran del conocimiento recíproco entre exponentes de las diferentes Iglesias, y en particular entre jóvenes iniciados al ministerio sagrado".

Y al igual que Francisco, sus antecesores trabajaron y destacaron la importancia de la unidad de los cristianos. Tal y como Francisco recordó en una ocasión, Benedicto XVI afirmó que "la unidad no es principalmente fruto de nuestro esfuerzo, sino de la acción del Espíritu Santo el cual debe abrir nuestros corazones con confianza para que nos conduzca sobre las vías de la reconciliación y de la comunión". Así como el beato Juan Pablo II se preguntaba "¿cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación, sin comprometerse al mismo tiempo a trabajar por la reconciliación de los cristianos?".

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