martes, 8 de octubre de 2013

Sor Regina Patallo , una moscona de pro (Por Rodrigo Huerta Migoya)


Había nacido ésta hermana del Santo Ángel  en el seno de una casa muy cristiana y cultivada, familia que años más tarde los moscones asociarían a la “Farmacia Patallo Fernández”,  la cuál era regentada por una hermana de la religiosa en la calle Cimadevilla nº 35 de la villa de Grao. Sor Regina, fue una mujer muy inteligente, no en vano formó parte de aquel minoritario grupo de asturianas cuya promoción fue de las primeras “mixta” en la historia de nuestra Universidad, que se incorporaban a la vida laboral en la docencia habiendo finalizado los estudios con una brillante carrera. Pero el camino de Regina no fueron los estudios sin más, sino la vida entera volcada en la enseñanza. Se cumplió así en su vida aquella antigua máxima: “Las sendas de su vida fueron trazadas y dibujadas  por designio de la Providencia a través de sus superioras de Congregación”. Muchos fueros los campos donde le tocó sembrar, más si por algo es aún tan querida y recordada es por sus años de fructífero trabajo en el Colegio de Oviedo, donde se la podía encontrar  realizando desde las más sencillas misiones hasta las de más alta responsabilidad, incluida la dirección del centro .
Su nivel intelectual, su buena mano en temas administrativos y, como no, sus conocimientos de la realidad de Asturias llevaron al entonces Arzobispo de Oviedo D. Gabino Díaz Merchán a fijar sus ojos en ella como eficaz colaboradora  en la Secretaría del Arzobispado. Pronto ésta hija del “Padre Ormieres” se hizo célebre entre los sacerdotes de la Diócesis por su atención y disponibilidad en el día a día de los tramites de  Curía.
Ya jubilada y delicada de salud fue destinada a la Comunidad de Lugones, donde las religiosas colaboran en las diferentes realidades pastorales de la Parroquia. Sus últimos años apenas salía ya de casa, a no ser para su anual visita a “La Santina” o algún acontecimiento familiar. Ya con su fiel “andador” corría cada mañana con el corazón alegre al encuentro del esposo en la capilla. Sus días en Lugones eran largos y pausados, acompasados por el devenir de los acontecimientos de la localidad  junto  al sol que iba de un extremo a otro del infinito verdor que contemplaba desde su ventana en la Avenida Antonio Machado. Allá en la lejanía, la silueta decorosa del paisaje le permitía imaginar las copas de los árboles de Soto de Llanera, los tejados de “La Peña el Gatu” (hoy la Fresneda nueva), La Fresneda Vieja, ya cercana y último barrio de Viella, antes de entrar al Castro de Lugones. Y así hasta la altura del Pico Cueto, hogar espiritual de la Madre por llevar el nombre de Nuestra Señora de los Ángeles en el ya abandonado cenobio.
Su último destino le llegó tras la inauguración de la residencia  para religiosas mayores que la Congregación habilitó en Oviedo. Allí su salud empezó a empeorar hasta el punto de tener que amputarle una pierna. Tras una breve mejoría hubo que amputarle también la otra, lo que marcó el comienzo del final. Sus últimos días, ya sin fuerzas ni apetito se preparó para el encuentro con el Esposo, después de haberse configurado fielmente con la Cruz del Señor. Entregó su alma al Señor el pasado 14 de Julio, dando así un bello testimonio de entereza y sumisión a todas sus hermanas. Al funeral celebrado en San Lázaro del Otero, asistió la Madre General junto a la Provincial, no pudiendo asistir las hermanas Vicarias que se encontraban reunidas. Tras la misa exequial, sus restos fueron inhumados en uno de los Panteones que la Congregación tiene en el Cementerio del Salvador  donde descansan también los restos de otras tantas  hermanas (algunas de ellas fallecidas en olor de santidad). Desde nuestra parroquia  elevamos por ella una súplica al Padre Eterno, esperando que esté ya gozando del resplandor del rostro de Dios, en compañía de todos los santos. Descanse en Paz Sor Regina.

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