martes, 29 de octubre de 2013

Evangelizar a los niños



Hace ya algunos años que se está implantando en las parroquias un plan completo de catequesis de iniciación cristiana para niños. ¿Esto que quiere decir?

Si un adulto quisiese bautizarse tendría que entrar a un catecumenado y recibir durante un tiempo más o menos largo (dos, tres años) la instrucción necesaria para, una vez completada, recibir los sacramentos de Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía). Todo esto da por supuesto que el catecúmeno ha tenido una experiencia previa de Dios, que le ha sido anunciado el evangelio y que ha creído en Jesucristo, y por eso ha pedido incorporarse a la Iglesia.

En el caso de los niños durante siglos la Iglesia ha considerado bueno, en virtud de la fe de los padres y con la certeza de que van a ser educados en la fe, no retrasar el bautismo. Por eso se "salta" la catequesis previa, y se hace cuando los niños son más mayores completando la Iniciación Cristiana con los sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía en una edad más tardía. Pero así hemos caído en el "vicio" de considerar la catequesis como una "preparación" para recibir tales sacramentos y no como un itinerario completo e integral de instrucción en la fe. En cualquier caso la transmisión de la fe estaría garantizada en la familia.
¿Seguro...?
Hoy, yo como párroco y seguramente muchos de vosotros nos encontramos con niños que comienzan el proceso de iniciación cristiana sin haber tenido ninguna experiencia de Dios y sin creer en Jesucristo. ¿De quién es la culpa? ahora no es el momento de echar culpas sino de asumir responsabilidades. Yo, como responsable de la catequesis en mi parroquia tengo el deber de asegurar que el proceso de iniciación cristiana se haga completo y con la mayor perfección posible. Pero esto no puede ser si los niños reciben catequesis sin haber tenido experiencia de Dios y un encuentro con Jesucristo.

Por eso en mis parroquias este curso estamos dedicando el primer trimestre a que los niños puedan tener una experiencia de Dios. Algunos, gracias a Dios, ya la tienen porque en sus casas se vive la fe, pero muchos otros no tienen la más mínima experiencia porque en sus casas no se vive o incluso se vive abiertamente en contra de la fe. Habría que dar el premio Nóbel o una medalla pontificia a quién supiese explicar por qué esos padres "apuntan" a los niños en catequesis. En cualquier caso, para todos los niños inscritos en la catequesis estamos haciendo un Taller de Oración y Vida que durará hasta Navidad y con el que pretendemos que puedan tener una experiencia de Dios y de encuentro con Jesucristo a través de la oración. Después, sólo después, empezarán el proceso de catequesis que, dicho sea de paso, en mi diócesis al menos, está muy bien estructurado y desarrollado, pero presupone la fe y la fe en muchos casos no está, hay que suscitarla. Esto es lo que pretendemos con este Taller. No es la única manera, puede haber otras. Yo quiero seguir explorando las formas de poder hacer lo que se llama Primer Anuncio o Kerigma de la fe también con los niños.

Juan Luis Rascón Ors

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