domingo, 20 de junio de 2021

''¿Pero quién es éste?''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


La Palabra de Dios de este Domingo XII del Tiempo Ordinario, nos presenta un tema muy curioso a meditar, y es éste el análisis de la dirección que lleva nuestra vida en contraste con aquella a la que aspiramos por la razón de la fe. Quiere ser una invitación a analizar nuestro rumbo actual, como un alto en el camino para analizar y asegurar que no nos hemos perdido. Por ello, los cristianos hacemos todos los días examen de conciencia, no como algo marcado por la liturgia, sino como un sincero acto para buscar las grietas en la construcción de nuestra vida necesitada para todo gracia.

Comienza la brevísima lectura del Libro de Job mostrándonos al profeta que estaba equivocado, y por ello Dios le corrige buscando su bien: ''Hasta aquí llegarás y no pasarás''; suena a límite de línea roja que delimita el margen del camino recto. El Señor no llama la atención a Job para fastidiarle, sino por que desea su bien, sacarle de su error y librarle de la mediocridad. Es algo que por desgracia se ha puesto de moda en nuestra sociedad, regodearse en lo mediocre tratando de meter a todos en el mismo saco, mientras nos hundimos en la miseria espiritual y moral.

En San Pablo lo comprobamos de forma evidente en su periplo existencial que lo lleva de perseguidor a apóstol. ¿Cuál es, pues, el secreto que ha de orientar la vida del creyente?: vivir en clave de amor. Por amor Cristo se entregó por nosotros, como se nos proclama: ''Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos''. He aquí el amor de Dios derramado sobre nosotros, la teología de la Cruz, su sacrificio supremo de caridad donde se entregó uno por todos. La redención se ejecuta desde el amor, por ello somos convocados nosotros: vivir el amor, morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

Por último el evangelio de San Marcos nos pasa desapercibidos, este relato de la tormenta en el lago fue el que el Santo Padre el Papa Francisco nos presentó a todos los católicos del mundo a la hora de interpretar la realidad de la pandemia desde los ojos de la fe. El pasaje de la tempestad en el mar de Galilea nos regala nuevos interrogantes sobre este mismo aspecto de nuestra propia vida y su horizonte. Creer en Dios no nos libra de las tormentas, ni estamos ausentes de peligros; la clave es saber caminar siempre hacia adelante sin derrotismos, sin desalientos que debiliten nuestra práctica creyente, sin tratar de hacer culpable al mismo Señor. 

Si nuestra fe es sólida seremos capaces de atravesar las tormentas que a lo largo de nuestra vida se nos irán presentando, seguros de que Jesucristo no es utopía, un fantasma ni un amigo que nos abandona, sino que está ahí mismo en nuestra barca para afrontar los momentos difíciles. Creer no nos quita los problemas, pero nos permite hacerles frente con una perspectiva más profunda. Si dejamos la vista sólo en lo que atañe a este mundo le quitamos su fin transcendental, el cual da toda su consistencia a nuestra esperanza. 

¿Qué quiere decir que Jesús dormía tranquilo mientras los discípulos muertos de miedo veían su fin tan próximo? Parece una tomadura de pelo, que Cristo se ríe de nosotros o que se desentiende de nuestras angustias. Nada más lejos. El evangelio nos está revelando otra evidencia, que el Señor es consciente de que implicarse en su misión, trabajar y levantar el Reino de Dios aquí en la tierra desata tormentas, y no precisamente las del agua. Pero Él nos invita a imitarle; ante las tormentas: tranquilidad, paz, confianza plena... No estamos ante una causa humana sino divina, estamos en manos de quién todo lo puede. No puede haber lugar para el miedo, ni para que se turbe o titubee nuestra fe, dado que nosotros sí sabemos quién es Aquél que hasta el viento y la mar le obedecen. 

Evangelio Domingo XII del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-40):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.

Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»

Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

sábado, 19 de junio de 2021

Hoja litúrgica Domingo XII del T. O.

 

Aprobadas las Virtudes Heroicas de la Sierva de Dios asturiana Stella de Jesús

(lne) Lento, pero con pasos firmes avanza el proceso de canonización de la monja asturiana Stella Iglesias, nacida como María Aurelia Iglesias el 12 de abril de 1899 en La Riera (Colunga). El Papa Francisco ha abierto el proceso para su beatificación al autorizar a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto que reconoce sus “virtudes heroicas”, según informó el Vaticano

Francisco recibió ayer al cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y en la audiencia autorizó a la misma a promulgar el decreto sobre “las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Stella de Jesús”.

La hermana Stella fue religiosa de la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada, en la que decidió entrar con 25 años en Oviedo, donde se había trasladado desde su pueblo natal a servir de niñera a una familia. Era muy devota de la Virgen María por influencia materna y eligió tal orden porque se ocupaban de cuidar para que “no cayesen en mala vida” de las chicas de los pueblos que, como ella, se iban a la ciudad a buscar trabajo.

El proceso de canonización se inició en 2008 en la iglesia de Santiago de Granada –donde la hermana Stella murió en 1982–, desde la que se llevaron al Vaticano dos cajas selladas con toda la documentación sobre la monja. Esta era muy querida y muchos la invocaban tras su muerte en busca de gracias y favores para sí mismos o los suyos.

Esta devoción popular impulsó el proceso, en el que también pesa su entrega total a los demás. El periodista Javier de Montini, que recabó datos sobre la monja, recogió en un artículo en este periódico en 2010 que tenía sor Stella “un corazón inmenso” y contaba “con una fortaleza asombrosa en el cumplimiento de su tarea; la práctica de la ‘caridad silenciosa’ ”.

viernes, 18 de junio de 2021

El santuario de Covadonga ya cuenta con servicio de ambulancia, que estará operativa todo el verano

(lne) El santuario de Covadonga cuenta desde ayer, 15 de junio, como en años anteriores, con servicio de ambulancia que velará por la salud y seguridad de los turistas y visitantes que a lo largo de la temporada estival se acerquen al real sitio, siendo uno de los principales puntos de peregrinación de toda la Cornisa Cantábrica.

La ambulancia permanecerá en servicio hasta el próximo 9 de septiembre, pasada la festividad de La Santina y también Día de Asturias.

Carta semanal del Sr. Arzobispo

De casas y casos. Un canto de esperanza

Muchas casas y no pocos casos, son los que a diario llenan nuestra agenda entre las idas y venidas de aquí para allá. Casas en las que de diverso modo ponemos domicilio a tantos proyectos en los que intentamos volcar la humilde, pero apasionada, aportación que queremos hacer como cristianos a un mundo mejor. Y casos, en los que de modo imparable también logramos fijar el motivo de nuestra gratitud. Así, de casas y casos, están llenos nuestros días mientras vamos escribiendo cotidianamente nuestro libro de la vida que edita solamente Dios.

¿Qué casas son las que hoy puedo señalar? Puedo fijarme especialmente en dos, que albergan en nuestra tierra asturiana motivos para la esperanza. La primera casa es el centro de acogida que hay en Gijón para las madres gestantes. Está junto a la pequeña ermita de la Virgen de la Guía, en el barrio de Somió. La dirigen las religiosas de Madres de desamparados y San José de la Montaña, cuyo carisma principal es precisamente atender a las personas que tienen a flor de piel todas las intemperies en donde queda a prueba nuestra esperanza. Las religiosas acogen a mujeres embarazadas, que han sido abandonadas por los padres de ese hijo gestante. Solas, tantas veces acosadas y señaladas, sin trabajo, lo más fácil y hasta lo más resultón egoístamente hablando es desembarazarse acudiendo a una clínica abortiva para acabar con la vida del ser más inocente y vulnerable: el que está concebido ya y crece en el seno de una madre. ¡Qué hermosa casa, en la que la vida se acoge y se sostiene en medio de miedos y soledades, desde el flagrante desprecio de lo más sagrado y hermoso como es la vida naciente! Una casa en la que la vida se deja nacer, se acompaña en su crecimiento, cuidando en tantos sentidos a esas mamás que han dicho sí a la vida que misteriosamente Dios ha puesto en ellas. 

La segunda casa es la que estamos levantando junto al arzobispado de Oviedo: Centro Cultural Santa Ana. Podría parecer que es un divertimento demasiado culto y prescindible cuando hay tantas heridas y urgencias en los gritos de las personas más zarandeadas. Pero también el arte, la literatura, la música, la arquitectura, son un pan adecuado que tiene que ver con el corazón, con la razón, con la esperanza y todas sus hambres. La belleza y la bondad son, evidentemente, una necesidad junto a la verdad, de las que tenemos necesidad las personas en este mundo falaz y mentiroso que abarata la verdad, mancha la hermosura y envilece la bondad haciéndola un producto de lujo. Un centro cultural en donde junto a otros centros de caridad, otros centros de culto litúrgico y de enseñanza catequética, podamos acercar a cada persona de nuestra generación el largo relato que han ido narrando nuestros artistas con sus gubias y pinceles, nuestros escritores con sus mejores plumas, nuestros músicos con sus pentagramas, nuestros arquitectos con sus edificios diseñados para la gloria de Dios y la acogida de los hermanos. 

Y casos, también los hay, como los que de modo sorprendente y grato estoy en estos días recibiendo de tantas personas, empezando por mis hermanos más cercanos de esta archidiócesis asturiana: sacerdotes, religiosas y tantísimos laicos, que me expresan su afecto y comunión, sus mil muestras de ánimo ante la andanada mediática y política que algunos se empeñan en orquestar contra mí (y en mi persona contra la Iglesia). Son las calumnias y engañifas perpetradas por quienes habiendo pertenecido en su día a la Asociación católica Lumen Dei que sigo acompañando por deseo de la Santa Sede y del propio Papa Francisco, se situaron fuera en clara rebeldía contra la Iglesia del Señor. Pero los gestos de comunión que tanto agradezco, hacen insignificantes los intentos de ataque y voluntad de quebranto que los enemigos del cristianismo se empeñan en mantener. Sólo quien puede, no quien quiere, podrá hacernos daño. Jesús mismo dijo que estas fuerzas del mal, no prevalecerán jamás. Ellos no pueden más que seguir calumniando y engañando a las órdenes del maligno que insidia, confunde y destruye. No prevalecerán. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo