martes, 4 de junio de 2024

Help us. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

A principios de esta semana que concluye tuvieron lugar en Madrid unas jornadas, organizadas por la Conferencia Episcopal Española, sobre economía, sostenimiento y transparencia en la Iglesia, en las que fue presentado un libro sobre normativa fiscal.
Uno de los intervinientes en el acto confesó que últimamente venía observando que, así como, hasta no hace mucho tiempo, el grueso mayor de libros editados por la Conferencia Episcopal provenía de los departamentos de acción pastoral, a éstos los había adelantado ahora, en lo que se refiere al volumen de producción bibliográfica, el departamento de economía.

Tal vez porque están viniendo a menos, en la Iglesia, el pensamiento, la teología, la literatura, el arte, el testimonio, el empuje vital y la creatividad apostólica. De ser así, nos hallaríamos ante un indicativo irrefutable del estado de descomposición eclesial que pronosticaba, hace años, Louis Bouyer. Era tan grande la inquietud que le producía el considerar que esa preocupante deriva de la Iglesia aconteciese, que Pablo VI, conversando en cierta ocasión con un prelado de la Curia romana acerca de la posibilidad de que eso llegase a suceder, le dijo: «Hemos de procurar que no sea así».

Todo esto viene a cuento porque nos hallamos ante unas elecciones de nuestros representantes en el Parlamento europeo y lo que los medios de comunicación social nos trasladan acerca de los candidatos es que están hablando de todo menos de Europa: que si la esposa de uno, que si hay que ponerles un pie delante a los otros, y todo así.

Para saber de qué va la cosa hay que leer los programas que han colgado en las respectivas páginas web. Con todo, no resulta fácil saber en qué se distinguen de aquellos que ofrecen en las campañas electorales ordinarias para el Congreso y el Senado de nuestro país, que versan también, por lo general, sobre agricultura, ecología, desarrollo, empleo, emigración, inclusión o sostenibilidad. O sea, los mismos. No es que se hayan matado precisamente en pensar y decir algo original.

Y es que esos son asuntos importantes, cómo no, pero se ve que la prioridad se la llevan la eficiencia reactiva ante ciertos problemas, el pragmatismo y la tecnocracia, mas no la búsqueda de la cohesión, que es el elemento constitutivo y el más importante del proyecto europeo, del que penden, como de una percha, los programas, las leyes y las acciones políticas concretas que emanan de la cámara de representantes en la Unión.

En realidad, se trata, pues, de hablar allí, en Bruselas, de lo mismo que aquí, en España, sin que se pueda apreciar en los candidatos, ni en unos ni en otros, una doctrina, una mirada global o una idea de Europa, siendo, pues, sumamente urgente el que se recupere el alma del proyecto europeo.

¿Y la Iglesia? En el capítulo 16 del libro de los Hechos de los Apóstoles se refiere cómo llegó el cristianismo a Europa. Pablo vio en sueños a un macedonio que le suplicaba: «Ayúdanos». El apóstol atendió a esta petición y se fue a Filipos, colonia romana, en donde, en coloquio con unas mujeres, sembró la semilla del Evangelio, que prendió, como primicia, en el corazón de una de ellas, la empresaria Lidia, primera conversa a la fe en Cristo y primera bautizada en nuestro continente.

Europa, que hoy no habla griego, sino inglés, implora, como aquel macedonio de los tiempos de san Pablo, a la Iglesia: «Help us». Necesita el Evangelio que anuncia la Iglesia. «Ayúdanos», le dicen las personas y los pueblos que viven, se afanan y esperan sobre el solar europeo. Y, aunque consideren que, con la disolución de la noción de Dios en sus intelectos, han alcanzado una meta de desarrollo humano impensable anteriormente en la inconmensurable historia de la humanidad, necesitan a Cristo, al que conocen, admiran, respetan y estiman de aquella peculiar manera con la que se relacionan con él quienes dicen negar su naturaleza divina.

Y le piden a la Iglesia que les hable de él con la libertad, autenticidad, diafanidad, sencillez y proximidad con las que ella ha de aparejarse constantemente a sí misma, sin desdibujarse en la adopción de erráticas estrategias, sin traicionarse por seguir cualquier suerte de intereses mundanos, sin sucumbir a la hoy frecuente fascinación que fútiles tecnicismos de limitada inmanencia ejercen en los ánimos humanos, y ejerza limpiamente la misión que le compete realizar en medio de quienes reclaman su ayuda y para que se manifieste ante ellos, con indubitable sinceridad, como el espacio inigualable de luz, verdad, concordia y trascendencia que esperan y desean que sea.

lunes, 3 de junio de 2024

Iglesia y fuerzas armadas, al servicio de la Paz. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


















La enseñanza moral de la Iglesia no debe utilizarse interesadamente para tratar de sostener ideas propias, pues como insiste con frecuencia el Papa Francisco cuando la ideología entra en juego el Espíritu Santo sale de escena. La Iglesia que peregrina en Asturias ya ha reconocido públicamente a los científicos, sanitarios, docentes y demás profesionales que tanto aportan al bien común y que hasta se jugaron la vida -y algunos dieron- en circunstancias no lejanas, con el solemne funeral en la Catedral por las victimas del covid-19. Las numerosas pastorales, circulares, vídeos y publicaciones que la Archidiócesis dio a conocer  durante todo el tiempo de pandemia y después de este son la prueba. 

El principal fin del que toda organización o colectivo cristiano ha de partir es de la obediencia y lealtad a la institución eclesial, aceptando todas las enseñanzas morales y magisteriales que esta propone -eso prometen los sacerdotes al aceptar un nombramiento- y al respecto, sorprende que algunos que se dicen Iglesia les inquiete un desfile militar, pero no les quite el sueño las numerosas víctimas inocentes de abortos ("legales" e ilegales). Terminar con la vida del no nacido es un crimen atroz que la doctrina social de la Iglesia condena (Compendio DSI 233); o los ancianos cuyas vidas son eliminadas sibilinamente por eutanasias activas y pasivas (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 155-156); o tampoco les preocupe el celibato sacerdotal ("Amoris laetitia" 319); o el lamentable olvido y falta de reconocimiento de nuestros Mártires (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 515 y 570)... El grave momento que atraviesa nuestro mundo exige de los católicos de hoy un compromiso sincero que no pasa por panfletos, asambleas libertarias, manifas revolucionarias, encierros o decimonónicas nostalgias de trasnochadas teorías sustentadas muchas veces por las armas... Lo que realmente aporta a un cristiano es la vida de oración y la eucaristía, o el rezo del santo rosario que como afirmó San Antonio María Claret “Nunca será considerado un buen cristiano quien no rece el Santo Rosario”. 

Que personas que se dicen cristianas consideren necesario publicar un manifiesto "pacifista" ante el día de las Fuerzas Armadas demuestra que desconocen la naturaleza, fin y misión de estas instituciones que no son motores ni de odio ni de confrontación, sino que estamos hablando de los servidores más fieles a la paz, seguridad y bienestar de todos. No son instituciones violentas que alimenten el armamentismo ni fomenten el belicismo, sino qué, "bajo la dependencia del Gobierno", son un ejemplo de abnegación y renuncia de sí mismos aceptando a menudo estar lejos de sus hogares y familias para dar lo mejor de su alma y preparación como custodios de nuestro bien. Faltar hoy a la consideración de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad es inmoral e indigno de un cristiano. 

Al hilo de este artículo, habría que tener claras algunas ideas básicas para no caer en ambigüedades:

1. La Iglesia desde muy antiguo ha ofrecido su atención espiritual a los ejércitos, realidad que se desempeña actualmente de modo ejemplar desde la Diócesis Castrense, y a donde esta no llega desde la atención de las jurisdicciones territoriales, lo hace con la ayuda de Iglesias locales. Esto viene dado por la naturaleza de su estado, las condiciones peculiares de vida y movilidad, y las demás circunstancias aparejadas que hacen requerir para este grupo social al servicio de toda la Nación una asistencia religiosa concreta y específica, puesto que la mayoría aún se declara católico. Es falso, por otra parte, que el Concilio Vaticano II se posicionara en contra, sino qué, y para ser más exactos, en la Constitución «Christus Dominus», habla de la especial solicitud que se debe tener por el cuidado espiritual de los soldados [C.D., 43].

2. El propio Concilio Vaticano II al referirse a la obligación de frenar las guerras reconoce el valor de la fuerza militar para defenderse con justicia, dado que algunos siguen asimilando los ejércitos a instrumentos de sometimiento y tiranía o conquista de naciones vecinas. En la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, reconoció el Concilio que ''Desde luego, la guerra no ha sido desarraigada de la humanidad. Mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de medios eficaces, una vez agotados todos los recursos pacíficos de la diplomacia, no se podrá negar el derecho de legítima defensa a los gobiernos. A los jefes de Estado y a cuantos participan en los cargos de gobierno les incumbe el deber de proteger la seguridad de los pueblos a ellos confiados, actuando con suma responsabilidad en asunto tan grave (...) Los que, al servicio de la Patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz''. (Conc. Vat. II, Const. Past. Gaudium et spes, n. 79.)

3. La Iglesia quiere ser servidora desde su nacimiento, y también en la vida castrense lo hace de forma intachable, sabedora de que sirve a los servidores de la Paz. Al respecto de esta idea desarrollada por el Papa Benedicto XVI reflexionando a propósito de la actualidad de la Constitución Apostólica de San Juan Pablo II ''Spirituali militum curae'', afirmó: ''El magisterio de la Iglesia sobre el tema de la paz constituye un aspecto esencial de su doctrina social y, partiendo de raíces antiquísimas, se fue desarrollando en el último siglo en una especie de crescendo que culminó en la Constitución Pastoral "Gaudium et spes", en las encíclicas del beato Juan XXIII, y de los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, así como en sus intervenciones ante la ONU y en los Mensajes para las Jornadas Mundiales de la Paz. Este insistente llamamiento a la paz ha influido en la cultura occidental promoviendo el ideal de que "las fuerzas armadas están al servicio exclusivo de la defensa de la seguridad y de la libertad de los pueblos" (Discurso al III Congreso de los Ordinarios Militares, de 11 de marzo de 1994, n. 4). "Por desgracia, a veces otros intereses -económicos y políticos- fomentados por las tensiones internacionales, hacen que esta tendencia constructiva encuentre obstáculos y sufra retrasos, como lo manifiestan también las dificultades que afrontan los procesos de desarme. Desde dentro del mundo militar, la Iglesia seguirá ofreciendo su servicio a la formación de las conciencias con la certeza de que la palabra de Dios, generosamente sembrada, y valientemente acompañada por el servicio de la caridad y de la verdad, produce fruto a su tiempo''. (Discurso que dirigió Benedicto XVI a los participantes en el Quinto Congreso Internacional de los Ordinarios Militares el 26 de octubre de 2006 en el Vaticano).

4. El "solicitar formalmente a las autoridades eclesiásticas que se abstengan de avalar de cualquier modo actos de exaltación patriótica basados en la exhibición de la fuerza militar y pongan empeño en difundir la enseñanza actualizada de la Iglesia sobre la paz y en contra de la guerra y del militarismo'', es lo mismo que presentar a nuestros militares como malos por definición o enemigos de la paz, hasta el punto de ser una ofensa y merecer una reprobación, y que únicamente pueden emanar desde prejuicios ideológicos, cuando estos hermanos nuestros arriesgan sus propias vidas en favor del bien común. Los primeros que no desean la guerra, que esperan no tener que usar las armas ni tener que verse en ella son los propios militares ("Si quieres la paz, prepara la Defensa": Margarita Robles, Ministra de Defensa, el pasado Día de las FAS). Ese rechazo malévolo y mezquino hacia las Fuerzas Armadas y del Orden Público, así como a los propios símbolos patrióticos o incluso a la misma monarquía, no forman parte de la ética ni la moral cristiana, sino más bien de obsoletos postulados marxistas que siempre han visto estas realidades como algo negativo. El Papa Francisco invita a todo lo contrario, a favorecer sociedades abiertas que integren a todos: ''Hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí'' (Fratelli Tutti nº 97)

5. En España la Iglesia ha atendido desde tiempo inmemorial a nuestros militares. Ya desde el siglo XVIII con el Vicariato General Castrense, el cual fue elevado a Arzobispado en 1990. La Diócesis Castrense y los capellanes militares son un hecho, como ocurre en todos los países democráticos de nuestro entorno, dado que todo estado democrático defiende la libertad, la justicia, la paz y la libertad religiosa... Sería incongruente -e inconstitucional- que se pusieran impedimentos a que nuestros soldados, policías o guardias civiles fueran privados de la asistencia religiosa que libremente demandan. En los actos de las fuerzas armadas siempre hay un momento de recuerdo y oración para los difuntos donde se demanda la presencia de algún sacerdote para hacer la oración del responso; negar esto sería lo mismo que faltar al sagrado derecho de la libertad religiosa, por no hablar también de la libertad de culto. El hecho religioso, también en las Fuerzas Armadas, tiene una dimensión social que no puede ser silenciada o anulada, dado que siempre acompaña a la persona. Es un hecho que no sólo está reconocido en nuestro ordenamiento jurídico, sino principalmente se ha venido respetando por todos los gobiernos al formar parte de la conciencia misma del individuo. Si el Concilio Vaticano II llama a los militares «ministros de la seguridad y de la libertad de los pueblos», el Papa Francisco no sólo lo repite (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el V Curso de formación para Capellanes Militares Católicos en derecho internacional humanitario. Sala Clementina Jueves, 31 de octubre de 2019), sino que afirma sobre la misión pastoral de los sacerdotes en el ámbito castrense: ''estáis llamados a fomentar en los militares y en sus familias la dimensión espiritual y ética, que les ayude a hacer frente a las dificultades y los interrogantes a menudo innatos en este peculiar servicio al país y a la humanidad'' (IV Curso de formación de los capellanes militares en el Derecho Internacional Humanitario. 26/10/2015)

Algunas afirmaciones del mismo Papa Francisco en favor de las Fuerzas Armadas:

* «El mundo os necesita, especialmente en este momento oscuro de nuestra historia. Necesitamos hombres y mujeres de fe capaces de poner las armas al servicio de la paz y la fraternidad» (Mensaje con ocasión de la 64º peregrinación militar internacional al santuario de Lourdes - Francia)

* “Cada vez que salgo o regreso al vaticano, en ocasión de los viajes apostólicos, visitas a parroquias o comunidades, y los veo, doy gracias a Dios por la dedicación y la presencia de seguridad. Es una actividad que requiere disponibilidad, paciencia, espíritu de sacrificio y sentido del deber. Soy consciente de que este tipo de trabajo puede ser a veces un poco agotador, pero es muy útil para la comunidad, que lo agradece y aprecia”. (Recepción a los Militares Granaderos de Cerdeña 11/06/2022)

* "Los animo a perseverar en los ideales e intenciones que inspiran su vida y su conducta en el ejercicio de las delicadas tareas que se les han confiado" (Encuentro con la Policía Italiana 12/01/2023)

* “Quería agradecerles lo que hacen para mantener la paz y su trabajo contra todo tipo de terrorismo” (Palabras del Santo Padre a la Guardia Civil 09/06/2023)

En las tres peticiones de la carta "antimilitarista" se habla de "tomar conciencia del grave momento que vive la paz, que las autoridades autonómicas locales trabajen por la paz y que las autoridades eclesiásticas se abstengan de avalar los actos de estos días"... ¿Es esto lo que nos tienen que decir "unos cristianos" a la sociedad asturiana con motivo del desfile de las FAS?.... Si esas tres peticiones las hubiera firmado Asturias Laica, Testigos de Jehova de Oviedo o un Grupo de Coros y Danzas no se habría notado mucho la diferencia ni el matiz cristiano-católico. Está muy bien que se defienda la paz, pero sin demagogias ideologizadas y sin eliminar la dimensión espiritual de la vida creyente.

El tira la piedra y esconde la mano de cuatro nostálgicos con barniz pseudo-religioso a los que conoce únicamente la abuela a la hora de merendar, y se escudan tras raras siglas y supuestas comunidades más pomposas de nombre que de número, tienen por motivación un tanto casposa y anacrónica ya atacar al Arzobispo de Oviedo, el cual, con las verdades del barquero habla en principio para sus fieles en lo que magisterialmente le compete, y también como ciudadano libre opinando -¡faltaría más!- de lo que le de la gana. Los belicosos "antimilitariastas", únicamente ponen de manifiesto el fanatismo de personajes en extinción y de caducados postulados, los cuales torpemente resentidos, mejor se preparaban cristianamente para la inapelable partida -esa sí que no tiene manifiesto alternativo- al seno de Abrahán o, de momento, arreglaran la dentadura postiza como inmediata prioridad, que el tiempo pasa. Algunos muy preocupados por el "actual contexto internacional, en un momento de guerras atroces y agravamiento de los riesgos de extensión hacia una tercera guerra mundial, consideramos que este tipo de eventos no ayudan a la ciudadanía a una necesaria reflexión crítica sobre las causas y consecuencias de las guerras, el militarismo, el crecimiento del gasto en armamentos, etc."... Lo más sorprendente de esto es que tres días antes su inspiración estaba en un tal Gaspar García Laviana que dejó la pacífica persuasión y proposición evangélica para empuñar la metralleta y matar a tiro limpio a sus disidentes ideológicos: "Hijo Predilecto": así lo solicitaron para el susodicho al Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. Tal vez no todos coincidamos ni en la solicitud ni en el adjetivo... 

Homilía del Sr. Arzobispo en la Solemnidad de Corpus Christi

Lo acabamos de escuchar en el Evangelio con el relato de lo que en esa noche sucedió en el Cenáculo. En aquella cena de Jesús con sus discípulos se dieron y se dijeron muchas cosas buenas y bellas. Era la última que podrían compartir juntos, y el Maestro abrió el corazón para recordar ante ellos tantos momentos preciosos de aquellos inolvidables tres años. Pero tocaba despedirse y poner broche final a una historia de abrazo por parte de Dios a sus hijos los hombres. El abrazo se estrecharía por las manos de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios. Pero toda despedida entraña separación y el amor se aviene mal con las lejanías y las rupturas. Es entonces cuando el Señor hizo lo inesperado. Tomo un trozo de pan y lo partió y un vaso de vino y lo escanció. Ante la mirada llena de estupor de aquellos discípulos comensales, les diría: este pan es mi cuerpo, este vino es mi sangre. Milagro de Eucaristía con la que Dios mismo se reparte para decirnos que se queda con nosotros junto al brocal de nuestra sed y nuestra hambre.

Es la presencia de Jesús que se hace alimento y viático en medio de cuanto a nosotros nos hace vulnerables, dubitativos, frágiles y torpes. Milagro de Eucaristía con la que somos por Cristo acompañados, saciados y fortalecidos en la aventura de vivir haciendo de nuestra andadura una procesión cotidiana del Corpus. Pero atender a Jesús, seguirle, nutrirse en Él, no significa desatender y abandonar a los demás. Torpe coartada sería ésa de no amar a los prójimos porque estamos «ocupados» en amar a Dios. Jamás los verdaderos cristianos y nunca los auténticos discípulos que han saciado las hambres de su corazón en el Pan de Jesús, se han desentendido de las otras hambres de sus hermanos los hombres. Por eso comulgar a Jesús no es posible sin comulgar también a los hermanos. No son la misma comunión, pero no se pueden separar. Y esto lo ha entendido muy bien la Iglesia cuando al presentarnos hoy la fiesta del Corpus Christi en la cual adoramos a Jesús en el sacramento de la Eucaristía, nos presenta al mismo tiempo a los pobres de todas las pobrezas, en el día nacional de Cáritas. Difícil es saciar el hambre de nuestro corazón en su Pan vivo, sin atender el hambre básica de los hermanos. Dos amores distintos pero inseparables. Esto lo vemos cuando recordamos otra ocasión en la que como en un díptico aparece Jesús repartiendo pan de un modo distinto a como lo hizo en la última cena.

Sí, recuerda la escena del Cenáculo aquella otra al comienzo del ministerio público de Jesús, cuando también con pan hubo un milagro menor. Había hablado a una inmensa muchedumbre durante un buen rato proponiéndoles las bienaventuranzas. Fue una mañana en la que muchos acudieron a escuchar a Jesús. Curiosos algunos. Otros entregados y devotos. No faltaron quienes lo hicieron por interés por si acaso daban algo. Pero llegando el momento de tener que concluir, cómo podían hacerlo cuando la hora de comer reclamaba hacer alguna cosa. Después de predicar había que pasar a dar trigo, y esto era otro cantar cuando hablamos de más de cinco mil bocas que pedían un bocado tras haber degustado la palabra del Maestro en sus oídos.

El Evangelio nos presenta esa escena tensa en la que los discípulos le instan a Jesús que abrevie, que termine y concluya, y que despida cuanto antes a los oyentes piadosos porque estaban desbordados por tanta necesidad. Así en un descampado, en la ladera de una colina bienaventurada, teniendo a sus pies el lago de Tiberíades más abajo, había que disolver aquella reunión a la mayor brevedad.

Pero vino la provocación por parte de Jesús. “Dadles vosotros de comer”, este fue su comentario y la respuesta al agobio de aquellos impávidos discípulos. Ciertamente, era un desafío que ponía a prueba la confianza de esos hombres o su inevitable frustración por el desbordamiento de aquel reto sobrevenido.

Tanto fue así, que se pusieron a cavilar, y a moverse de aquí para allá, nerviosos y cariacontecidos. Pero lo único que encontraron fueron cinco panes y dos sardinas. Se ponía grave la cosa, estaba cantado el fracaso y quizás el revuelo de los piadosos oyentes del Maestro, podría terminar en revuelta y algarada. ¿Cómo hacer para dar de comer a tante gente con tan sólo ese puñado de pocos panes y un par solitario de peces? Podemos imaginar el rictus de aquellos rostros entre el pasmo y la incertidumbre por verse superados ante tamaña prueba que Jesús mismo ponía entre sus manos.

No fue un juego de ironía, ni una broma de dudoso gusto; tampoco un examen de lealtad con el que el Maestro infligiese una humillación a unos pobres discípulos desaforados sin saber qué hacer, qué decir, cómo salir de aquel mal trago. Lo cierto es que por más que dieron vueltas y vueltas, por más que otearon la distancia hasta el poblado más cercano, o por más que hicieron cuentas para intentar aproximarse a lo que costaría dar de comer a tantos, tan sólo llegaron a su humilde conclusión: tan sólo tenemos prestados cinco pequeños panes y dos trozos de pescado.

“Dadles vosotros de comer”, es lo que resonaba como una losa en sus conciencias, intentando descifrar el enigma y solventar el sortilegio en que se vieron envueltos al final de aquella prédica tan prometedora y novedosa en torno a las bienaventuranzas. Es como una metáfora de la desproporción entre el reto que tenemos ante tantos frentes abiertos en nuestra vida cotidiana y los recursos de los que disponemos para afrontarlos y darles la solución deseada: desafíos humanos, sociales, políticos, naturales. Tantas circunstancias que nos dejan pobres y desanimados ante el reto que nos desborda.

Jesús siempre hará el milagro poniendo luz en nuestras penumbras, esperanza en nuestros desencantos, paz en nuestras batallas y amor en nuestra indiferencia. Él y sólo Él hará el milagro, pero no sin contar con nuestra humilde aportación de nuestros pocos panes y peces que tomados por el Señor podrán saciar a multitudes hambrientas de pan, de paz, de esperanza.

Adoramos a Jesús-Eucaristía y lo reconocemos también en ese sagrario de carne que son los hermanos, especialmente los más necesitados. Venid adoradores y adoremos. Hoy nos acompañan los niños y niñas de primera comunión de algunas de nuestras parroquias. Serán también ellos una custodia que lleva a Jesús Eucaristía en sus corazones, la custodia hermosa de su inocencia bendita. La procesión del Corpus no sólo debe ser en este día, y no sólo en lo extraordinario de unas calles engalanadas al efecto. También mañana, también en los días laborables, en el surco de lo cotidiano, los cristianos debemos seguir nuestra procesión de la Presencia de Jesús en nosotros y entre nosotros. Él está ahí, esperando que le llevemos y que le reconozcamos. Aquel que dijo estaría siempre con nosotros, nos dijo también que los pobres siempre los tendríamos. Es la procesión de la vida, en donde Dios y cuanto Él ama nos esperan y nos envían. Por este motivo, los dos amores que se entrecruzan y abrazan en Dios y en los hermanos, nos señalan en el día de Corpus el camino cristiano que se hace adoración y comunión, junto a la caridad más solidaria
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

domingo, 2 de junio de 2024

Santísimo Cuerpo y Preciosísima Sangre. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Llenos de alegría celebramos esta Solemnidad que dedicamos en todo el orbe católico para honrar al Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor, algo que todos los días del año a excepción del viernes santo se nos da como alimento al transustanciarse sobre el altar el pan en carne y el vino en sangre. Misterio que desde el Jueves Santo en que fue instituido por el mismo Cristo acompaña la vida de la Iglesia siendo nuestro mayor alimento, fuerza y mejor tesoro, pues no es algo puramente simbólico o meramente ritual; estamos ante la presencia real de Jesucristo en medio de nosotros oculto en las especies sacramentales. En aquella cena de la pascua judía Jesús instituyó esta Pascua nueva y eterna, donde Él mismo es el cordero que se inmola en sacrificio por nuestra salvación. 

Celebrar la Solemnidad del Corpus es de algún modo detenernos para dar gracias al Señor por aquel Jueves Santo bendito, por esto el día propio de esta Solemnidad era también de Jueves, y aunque por adaptarnos al calendario civil hoy la mayoría de parroquias lo celebramos en Domingo sigue siendo un día "que reluce más que el sol" como decían nuestros mayores. Nos cansamos de preguntarnos dónde estará el Señor, como si estuviera ausente de nuestro mundo, y resulta que no podemos tener más identificado el lugar donde Él está verdaderamente y que suele ser el lugar más visible del templo, el más adornado, el más iluminado y destacado con una lampara o vela roja encendida que nos está indicando ¡Aquí está Jesús! Y sin embargo muchas veces pasamos de largo, lo dejamos sólo, no venimos a visitarle... Quizá pensamos que con lamerse uno las heridas en su rincón de casa como el gato ya llega, pero no; sólo el que descubre este secreto es quien sabrá vivir la vida en otra clave: la clave de Dios. Podemos dedicar horas a acariciar o mirar imágenes que son ciertamente hermosas y nos ayudan a orar pero, a fin de cuentas, son madera, escayola, pasta... Pero ponerse delante del Sagrario, arrodillarse ante Jesús Sacramentado, hacer la genuflexión o la inclinación de cabeza ante el Tabernáculo o la custodia, es la mejor oración que podemos hacer, pues simplemente pasar tiempo ante Jesucristo Eucaristía es como cuando la gente quiere ponerse morena en invierno y se hace los "rayos uva"; rezar ante el Sagrario es lo mismo para el alma, nuestro interior toma color, madura, se embellece...  

Esta es la herencia que Jesús nos dejó y nos pidió que continuásemos haciendo en conmemoración suya. Y al ser esto verdad, al tratarse de algo real y no de una historia romántica o sentimiento, ocurre que no dejan de llegarnos por este medio gracias, milagros y dones que reciben sólo los que se acercan a este misterio con un corazón puro; los que se ponen a la fila para comulgar habiendo confesado primero, e incluso con el maligno susurrando dudas en nuestra mente, recibimos a Jesús diciéndole: ¡Señor yo creo, os adoro, os espero y s amo! ¡Os pido perdón por los que no creen, no os adoran, no os esperan, y no os aman!. En estos días en que celebramos la novena al Sagrado Corazón, a quien está dedicado el mes de junio, he aquí una muestra total de su amor por nosotros, no sólo se dejó partir en la Cruz, sino que se hace contemporáneo nuestro por medio de este sacramento admirable. Esto es una realidad que nos supera a todos: cómo Jesucristo sigue haciéndose obediente hasta el punto de hacerse presente en altar por las palabras que los sacerdotes pronunciamos actualizando de aquella cena bendita. Por algo llegó a decir el Santo Cura de Ars que los sacerdotes somos el amor del corazón de Jesús, y uno lo reflexiona y cae en la cuenta de cuánto nos quiere nuestro Salvador, que se pone incluso a las órdenes de hombres frágiles, pecadores y limitados como nosotros para seguir dándose sin reservas. 

Celebrar el Corpus implica reconocer que creemos que Cristo está presente en la eucaristía, y esta gran verdad es lo que da sentido y ha inspirado a arquitectos, pintores, orfebres... Todo el arte de nuestros templos, de cada Sagrario, de cada custodia o copón, de cada cáliz o baldaquino, de cada palio o alfombra floral, en el fondo están diciendo lo mismo: que Jesús se sigue haciendo cercano, que se nos da como alimento y se queda entre nosotros para ser luz en nuestros momentos de tiniebla y abrazo en los momentos de alegría. La celebración del Corpus, esta jornada para honrar a Jesús Sacramentado, para exponerlo y llevarlo en procesión, surge en Europa en un momento muy difícil de la historia de la Iglesia inmersa en cruzadas y muy alejada del Evangelio. Nace esta fiesta así en el año 1208 por medio de la religiosa: Santa Juliana de Lieja o de Cornillon quien recibió una revelación del Señor que le pedía que fuera potenciada la devoción eucarística. Para muchos aquel hecho fue una fecha clave para la vida espiritual de la vieja Europa. Pensemos que si el primer Corpus se celebra en 1208 poco después nacerán ordenes religiosas que predicarán por todas partes: los franciscanos, dominicos, agustinos... Esta celebración se convirtió rápidamente por todos los rincones del catolicismo como una profesión de fe  para que permanecemos fieles a esta verdad; le decimos al mundo que somos católicos, y que esta es la joya de nuestra corona: la caridad de Cristo que se nos da en el altar, que reservamos en el Sagrario y del cual tomamos la fuerza necesaria para ir a los pobres no sólo con alimento, ropa o limosna, sino principalmente con Jesucristo. Ojalá descubramos a Jesús vivo y que hoy saldrá por nuestras calles a peregrinar junto a nosotros como lo hizo con los discípulos de Emaús; ojalá no estemos despistados sino muy atentos para poder reconocerlo en los pobres, en el Sagrario, en quien tengo a mi lado, y muy particularmente cada domingo al partir al pan eucarístico.

Evangelio en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«ld a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?"
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor 

sábado, 1 de junio de 2024

¿Qué es el Corpus Christi? ¿Cómo se empezó a celebrar esta fiesta? ¿Por qué se sale en procesión?

(Rel.) La Iglesia celebra el jueves posterior a la Santísima Trinidad la fiesta de Corpus Christi. Pero, ¿en qué consiste y de dónde nace esta festividad?, ¿cuál es el origen de las procesiones de este día y dónde tienen lugar las más vistosas?

-¿En qué consiste la festividad de Corpus Christi?

La fiesta de Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), también llamada Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Corpus Domini o fiesta de Dios, es una festividad de la Iglesia católica que tiene como misión, a través de la adoración pública de la sagrada forma, realzar la presencia de Jesucristo que tiene lugar durante el sacramento de la Eucaristía.

-¿Cuándo se celebra?

La fiesta de Corpus Christi se celebra oficialmente en la Iglesia Católica el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, sesenta días después del Domingo de Pascua. Un día de la semana muy significativo para los católicos ya que, también, fue en jueves cuando tuvo lugar la Última Cena. Una conexión entre ambas fiestas que recuerda que la adoración al Cuerpo de Cristo no es, únicamente, una devoción personal, sino que tiene una dimensión, también, comunitaria.

Sin embargo, en la actualidad, la celebración de esta fiesta en jueves no es algo común a toda la iglesia, a pesar del ya tradicional refrán español: "Tres jueves tiene el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión".

En muchas diócesis católicas la fiesta del Corpus Christi ha pasado a celebrarse el domingo siguiente a la Santísima Trinidad, dos semanas después de Pentecostés. El motivo no es otro que aumentar la participación de fieles en las misas de ese día. En los lugares donde se celebra el jueves, es un día de precepto para los católicos.

-¿Cuál es su origen?

El origen de la fiesta de Corpus Christi se remonta al siglo XIII cuando en la abadía de Cornillón (Lieja, Bélgica), su priora, Santa Juliana, logró permiso del obispo para hacer una celebración especial en honor al Cuerpo de Cristo, al que tenía gran devoción.

A los 16 años, la santa belga tuvo una visión en la que la Iglesia aparecía como una luna llena con un punto oscuro, que significaba que faltaba una fiesta dedicada exclusivamente al Cuerpo de Cristo. Con el beneplácito del obispo, la santa logró que comenzaran a extenderse por la zona, y, posteriormente, por los países vecinos, numerosas celebraciones en honor a la corporeidad real de Jesús presente en el sacramento de la Eucaristía.

Sin embargo, el milagro determinante para que la Iglesia aprobara esta fiesta tuvo lugar unos años después en Bolsena (Italia). Un sacerdote, que celebraba la misa, dudó por un momento de que Jesucristo estuviera realmente en la Eucaristía y, para su sorpresa, observó cómo brotaba sangre de la Hostia.

Al año siguiente, el 8 de septiembre de 1264, el papa Urbano IV firmó la bula Transiturus de Hoc Mundo, en la que instituía oficialmente la fiesta del Corpus Christi. Desde entonces, esta celebración se ha venido celebrando en todo el orbe católico y es una de las festividades más apreciadas por los fieles.

Un milagro bastante similar al de Bolsena, y que también ayudó a extender la devoción por el Corpus Christi, tuvo lugar en el siglo XIII, en el pueblo italiano de Lanciano. Otro sacerdote, que era incrédulo con la presencia real de Jesús en el pan y el vino, en el momento de decir las palabras de la consagración, observó cómo estos se convertían en carne y sangre. Ya en el siglo XX, varios científicos descubrieron que el pan tenía tejido humano, y la sangre era de tipo AB, la misma que la aparecida en la Sábana Santa de Turín.

-¿Qué dice la Biblia sobre el Corpus Christi?

La festividad de Corpus Christi está íntimamente ligada a la propia institución de la Eucaristía el día de Jueves Santo. La adoración pública de la corporeidad real de Jesús en el sacramento de la Eucaristía, tiene su origen en algunos de los pasajes evangélicos más importantes para la fe de un cristiano:

“Este es mi cuerpo... esta es mi sangre" (Marcos 14, 22-24).

"Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. El que coma de este pan vivirá para la eternidad" (Juan 6:51).

"Esto es mi cuerpo, entregado en favor vuestro. Haced esto en memoria mía" (Lucas 22, 19-20).

"Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga" (Primera de Corintios 11, 26-29).

"Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28,18-20).

Sin embargo, no solo la Biblia aporta razones para entender la importancia de esta fiesta. El Concilio de Trento (1545-1563), que definió que en la Eucaristía "el cuerpo y la sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por lo tanto todo el Cristo, están verdadera y sustancialmente contenidos", afirmó que durante el Corpus Christi "los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo".

Algunos importantes santos también honraron en vida lo que supone esta fiesta. En el himno Tantum Ergo, de Santo Tomás de Aquino, se puede leer: "Veneremos, pues, inclinados, tan grande Sacramento; y la antigua figura ceda el puesto al nuevo rito; la fe supla la incapacidad de los sentidos". San Francisco de Asís, por ejemplo, también expresó: "En este mundo, no veo al Altísimo Hijo de Dios pero sí a Su Santísimo Cuerpo y Sangre".

-¿En qué consiste la procesión del Corpus Christi?

Aunque en la bula del Papa Urbano IV, en la que se establecía la fiesta del Corpus Christi, no se hablaba de ninguna procesión, muy pronto se empezó a coronar esta fiesta con una procesión en la que se sacaba a la calle la Hostia consagrada en una custodia. Estas primeras procesiones fueron acompañadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV en ciudades como Colonia, París, Génova o Milán.

Las procesiones de Corpus Christi son una manifestación de adoración solemne y comunitaria en las que el sacerdote porta o acompaña la sagrada custodia en la que se sostiene la forma consagrada en un vidrio transparente. En países de tradición católica estas procesiones tienen lugar por las calles y plazas de las ciudades. Durante el tiempo que dura la celebración, los fieles suelen cantar y rezar en honor al Cuerpo de Cristo.

Otra celebración vinculada a esta fiesta, además de las procesiones y exposiciones del Santísimo, que suelen tener lugar en las iglesias de todas las partes del mundo, es la llamada Hora Santa. Se suele celebrar los jueves al anochecer, y consiste en realizar una pequeña reflexión evangélica, en presencia de la forma consagrada, y se termina con el rezo de unas letanías.

-¿Dónde se celebra Corpus Christi con mayor fervor?

Las celebraciones por la fiesta del Corpus Christi son numerosas y variadas a lo largo y ancho del mundo. Un fervor que resalta, por encima del resto de lugares, en países que son de tradición católica. Alemania, Austria, Croacia, España, Polonia, Portugal, Hispanoamérica, o la propia Roma, con la presencia del Papa durante las celebraciones, son algunos de los lugares donde esta fiesta cobra mayor importancia.

Entre las celebraciones más impresionantes destaca la que tiene lugar en la ciudad española de Toledo. Allí una gigantesca custodia del orfebre Enrique de Arfe, una pieza artística de valor incalculable, desfila bajo toldos, flores aromáticas y arcos de ramas verdes el jueves del Corpus Christi, y el llamado Corpus Chico, el domingo siguiente.

Aunque el jueves de Corpus Christi dejó de ser festivo en España en 1989, esta fiesta conserva muchísima devoción en toda la geografía. Los Pecados y Danzantes de Camuñas (Toledo) y las Alfombras de Serrín de Elche de la Sierra (Albacete) son algunas de las fiestas más singulares, destacando por encima de todas, la de Patum de Berga (Barcelona), que reúne gigantes, cabezudos, bestias, diablos y fuego, y que fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año 2005.

En Hispanoamérica destacan las celebraciones por Corpus Christi que tienen lugar en Venezuela, donde diablos danzantes se humillan ante el Santísimo. En Perú, por ejemplo, también son comunes estas figuras burlescas hacia el diablo en poblaciones de origen afroperuanas. En Colombia, son los desfiles de carrozas y comparsas los encargados de honrar esta festividad. Y, en México, los voladores de Papantla y los Quetzales se llevan uno de los mayores de protagonismo de esta fiesta.

Alfombras florales para honrar al Santísimo en San Félix de Lugones

(Iglesia de Asturias) La parroquia de San Félix de Lugones se prepara para celebrar este domingo la festividad del Corpus y lo hace también con la vistosidad de las alfombras flolares que desde hace dos meses preparan un grupo de feligresas formado por catorce adultos y cuatro niñas de diez años: Nerea, Aitana, Lucía y Elena. Esta última es nieta de una de las precursoras del inicio de esta tradición en la parroquia y su ejemplo fue fundamental para que Elena se animase a participar: «Venía con mi hermano a ver a mi abuela cortar, hice la comunión aquí y también el catecismo y después vine a a ayudar con la alfombra y me lo paso muy bien». Para ella lo más complicado de los trabajos «es rellenar los huecos con una especie de piedrilla, eso es lo más difícil».

«Tienen mucho arte todas», comenta sobre este grupo de jóvenes ayudantes Nides, que es la encargada de coordinar los diferentes trabajos para que todo esté listo para el Corpus, «Elena me contaba que cuando ella participó el año pasado en la procesión como niña de primera comunión no sabía qué material era el que pisaba y este año se han encargado de preparar todo lo necesario para su alfombra». En esta ocasión reproducirán la imagen del Sagrado Corazón, «para el año que viene elegirán ellas su dibujo», comenta Nides.

La fecha tan temprana del Corpus este año hace que se más difícil tener flor por que el relleno de la alfombra se consigue principalmente «con arenas y utilizamos también goma de caucho, de la que se usa para hacer los parques infantiles, molida y de colores que queda muy bien. Es un material vistoso que nos lo suelen proporcionar empresas que se dedican a esta labor. Cortamos también lo que nosotros llamamos el verde, que son hojas de pino, que sirven para hacer fondo», explica Nides. También el Ayuntamiento de Siero colabora en la compra de algunos de los materiales necesarios. Los motivos de las alfombras varían cada año, «en general los motivos son religiosos en relación con la festividad que se celebra. Ponemos bastante a la Santísima Trinidad de diferentes formas y dibujos. En ese sentido, el párroco nos da toda la libertar para que elijamos los motivos que consideremos».

Las alfombras florales con motivo del Corpus comenzaron a hacerse en la parroquia en el año 2011 y son muy apreciadas por toda la localidad, tanto es así que el año pasado se les otorgó a las mujeres que las realizan el galardón «Pueblo de Lugones». «La reacción de la gente al ver las alfombras siempre es muy buena, se portan genial y nos traen flores y material, están encantados. Es una celebración que gusta mucho también porque participan los niños de primera comunión».