lunes, 3 de junio de 2024

Iglesia y fuerzas armadas, al servicio de la Paz. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


















La enseñanza moral de la Iglesia no debe utilizarse interesadamente para tratar de sostener ideas propias, pues como insiste con frecuencia el Papa Francisco cuando la ideología entra en juego el Espíritu Santo sale de escena. La Iglesia que peregrina en Asturias ya ha reconocido públicamente a los científicos, sanitarios, docentes y demás profesionales que tanto aportan al bien común y que hasta se jugaron la vida -y algunos dieron- en circunstancias no lejanas, con el solemne funeral en la Catedral por las victimas del covid-19. Las numerosas pastorales, circulares, vídeos y publicaciones que la Archidiócesis dio a conocer  durante todo el tiempo de pandemia y después de este son la prueba. 

El principal fin del que toda organización o colectivo cristiano ha de partir es de la obediencia y lealtad a la institución eclesial, aceptando todas las enseñanzas morales y magisteriales que esta propone -eso prometen los sacerdotes al aceptar un nombramiento- y al respecto, sorprende que algunos que se dicen Iglesia les inquiete un desfile militar, pero no les quite el sueño las numerosas víctimas inocentes de abortos ("legales" e ilegales). Terminar con la vida del no nacido es un crimen atroz que la doctrina social de la Iglesia condena (Compendio DSI 233); o los ancianos cuyas vidas son eliminadas sibilinamente por eutanasias activas y pasivas (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 155-156); o tampoco les preocupe el celibato sacerdotal ("Amoris laetitia" 319); o el lamentable olvido y falta de reconocimiento de nuestros Mártires (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 515 y 570)... El grave momento que atraviesa nuestro mundo exige de los católicos de hoy un compromiso sincero que no pasa por panfletos, asambleas libertarias, manifas revolucionarias, encierros o decimonónicas nostalgias de trasnochadas teorías sustentadas muchas veces por las armas... Lo que realmente aporta a un cristiano es la vida de oración y la eucaristía, o el rezo del santo rosario que como afirmó San Antonio María Claret “Nunca será considerado un buen cristiano quien no rece el Santo Rosario”. 

Que personas que se dicen cristianas consideren necesario publicar un manifiesto "pacifista" ante el día de las Fuerzas Armadas demuestra que desconocen la naturaleza, fin y misión de estas instituciones que no son motores ni de odio ni de confrontación, sino que estamos hablando de los servidores más fieles a la paz, seguridad y bienestar de todos. No son instituciones violentas que alimenten el armamentismo ni fomenten el belicismo, sino qué, "bajo la dependencia del Gobierno", son un ejemplo de abnegación y renuncia de sí mismos aceptando a menudo estar lejos de sus hogares y familias para dar lo mejor de su alma y preparación como custodios de nuestro bien. Faltar hoy a la consideración de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad es inmoral e indigno de un cristiano. 

Al hilo de este artículo, habría que tener claras algunas ideas básicas para no caer en ambigüedades:

1. La Iglesia desde muy antiguo ha ofrecido su atención espiritual a los ejércitos, realidad que se desempeña actualmente de modo ejemplar desde la Diócesis Castrense, y a donde esta no llega desde la atención de las jurisdicciones territoriales, lo hace con la ayuda de Iglesias locales. Esto viene dado por la naturaleza de su estado, las condiciones peculiares de vida y movilidad, y las demás circunstancias aparejadas que hacen requerir para este grupo social al servicio de toda la Nación una asistencia religiosa concreta y específica, puesto que la mayoría aún se declara católico. Es falso, por otra parte, que el Concilio Vaticano II se posicionara en contra, sino qué, y para ser más exactos, en la Constitución «Christus Dominus», habla de la especial solicitud que se debe tener por el cuidado espiritual de los soldados [C.D., 43].

2. El propio Concilio Vaticano II al referirse a la obligación de frenar las guerras reconoce el valor de la fuerza militar para defenderse con justicia, dado que algunos siguen asimilando los ejércitos a instrumentos de sometimiento y tiranía o conquista de naciones vecinas. En la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, reconoció el Concilio que ''Desde luego, la guerra no ha sido desarraigada de la humanidad. Mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de medios eficaces, una vez agotados todos los recursos pacíficos de la diplomacia, no se podrá negar el derecho de legítima defensa a los gobiernos. A los jefes de Estado y a cuantos participan en los cargos de gobierno les incumbe el deber de proteger la seguridad de los pueblos a ellos confiados, actuando con suma responsabilidad en asunto tan grave (...) Los que, al servicio de la Patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz''. (Conc. Vat. II, Const. Past. Gaudium et spes, n. 79.)

3. La Iglesia quiere ser servidora desde su nacimiento, y también en la vida castrense lo hace de forma intachable, sabedora de que sirve a los servidores de la Paz. Al respecto de esta idea desarrollada por el Papa Benedicto XVI reflexionando a propósito de la actualidad de la Constitución Apostólica de San Juan Pablo II ''Spirituali militum curae'', afirmó: ''El magisterio de la Iglesia sobre el tema de la paz constituye un aspecto esencial de su doctrina social y, partiendo de raíces antiquísimas, se fue desarrollando en el último siglo en una especie de crescendo que culminó en la Constitución Pastoral "Gaudium et spes", en las encíclicas del beato Juan XXIII, y de los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, así como en sus intervenciones ante la ONU y en los Mensajes para las Jornadas Mundiales de la Paz. Este insistente llamamiento a la paz ha influido en la cultura occidental promoviendo el ideal de que "las fuerzas armadas están al servicio exclusivo de la defensa de la seguridad y de la libertad de los pueblos" (Discurso al III Congreso de los Ordinarios Militares, de 11 de marzo de 1994, n. 4). "Por desgracia, a veces otros intereses -económicos y políticos- fomentados por las tensiones internacionales, hacen que esta tendencia constructiva encuentre obstáculos y sufra retrasos, como lo manifiestan también las dificultades que afrontan los procesos de desarme. Desde dentro del mundo militar, la Iglesia seguirá ofreciendo su servicio a la formación de las conciencias con la certeza de que la palabra de Dios, generosamente sembrada, y valientemente acompañada por el servicio de la caridad y de la verdad, produce fruto a su tiempo''. (Discurso que dirigió Benedicto XVI a los participantes en el Quinto Congreso Internacional de los Ordinarios Militares el 26 de octubre de 2006 en el Vaticano).

4. El "solicitar formalmente a las autoridades eclesiásticas que se abstengan de avalar de cualquier modo actos de exaltación patriótica basados en la exhibición de la fuerza militar y pongan empeño en difundir la enseñanza actualizada de la Iglesia sobre la paz y en contra de la guerra y del militarismo'', es lo mismo que presentar a nuestros militares como malos por definición o enemigos de la paz, hasta el punto de ser una ofensa y merecer una reprobación, y que únicamente pueden emanar desde prejuicios ideológicos, cuando estos hermanos nuestros arriesgan sus propias vidas en favor del bien común. Los primeros que no desean la guerra, que esperan no tener que usar las armas ni tener que verse en ella son los propios militares ("Si quieres la paz, prepara la Defensa": Margarita Robles, Ministra de Defensa, el pasado Día de las FAS). Ese rechazo malévolo y mezquino hacia las Fuerzas Armadas y del Orden Público, así como a los propios símbolos patrióticos o incluso a la misma monarquía, no forman parte de la ética ni la moral cristiana, sino más bien de obsoletos postulados marxistas que siempre han visto estas realidades como algo negativo. El Papa Francisco invita a todo lo contrario, a favorecer sociedades abiertas que integren a todos: ''Hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí'' (Fratelli Tutti nº 97)

5. En España la Iglesia ha atendido desde tiempo inmemorial a nuestros militares. Ya desde el siglo XVIII con el Vicariato General Castrense, el cual fue elevado a Arzobispado en 1990. La Diócesis Castrense y los capellanes militares son un hecho, como ocurre en todos los países democráticos de nuestro entorno, dado que todo estado democrático defiende la libertad, la justicia, la paz y la libertad religiosa... Sería incongruente -e inconstitucional- que se pusieran impedimentos a que nuestros soldados, policías o guardias civiles fueran privados de la asistencia religiosa que libremente demandan. En los actos de las fuerzas armadas siempre hay un momento de recuerdo y oración para los difuntos donde se demanda la presencia de algún sacerdote para hacer la oración del responso; negar esto sería lo mismo que faltar al sagrado derecho de la libertad religiosa, por no hablar también de la libertad de culto. El hecho religioso, también en las Fuerzas Armadas, tiene una dimensión social que no puede ser silenciada o anulada, dado que siempre acompaña a la persona. Es un hecho que no sólo está reconocido en nuestro ordenamiento jurídico, sino principalmente se ha venido respetando por todos los gobiernos al formar parte de la conciencia misma del individuo. Si el Concilio Vaticano II llama a los militares «ministros de la seguridad y de la libertad de los pueblos», el Papa Francisco no sólo lo repite (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el V Curso de formación para Capellanes Militares Católicos en derecho internacional humanitario. Sala Clementina Jueves, 31 de octubre de 2019), sino que afirma sobre la misión pastoral de los sacerdotes en el ámbito castrense: ''estáis llamados a fomentar en los militares y en sus familias la dimensión espiritual y ética, que les ayude a hacer frente a las dificultades y los interrogantes a menudo innatos en este peculiar servicio al país y a la humanidad'' (IV Curso de formación de los capellanes militares en el Derecho Internacional Humanitario. 26/10/2015)

Algunas afirmaciones del mismo Papa Francisco en favor de las Fuerzas Armadas:

* «El mundo os necesita, especialmente en este momento oscuro de nuestra historia. Necesitamos hombres y mujeres de fe capaces de poner las armas al servicio de la paz y la fraternidad» (Mensaje con ocasión de la 64º peregrinación militar internacional al santuario de Lourdes - Francia)

* “Cada vez que salgo o regreso al vaticano, en ocasión de los viajes apostólicos, visitas a parroquias o comunidades, y los veo, doy gracias a Dios por la dedicación y la presencia de seguridad. Es una actividad que requiere disponibilidad, paciencia, espíritu de sacrificio y sentido del deber. Soy consciente de que este tipo de trabajo puede ser a veces un poco agotador, pero es muy útil para la comunidad, que lo agradece y aprecia”. (Recepción a los Militares Granaderos de Cerdeña 11/06/2022)

* "Los animo a perseverar en los ideales e intenciones que inspiran su vida y su conducta en el ejercicio de las delicadas tareas que se les han confiado" (Encuentro con la Policía Italiana 12/01/2023)

* “Quería agradecerles lo que hacen para mantener la paz y su trabajo contra todo tipo de terrorismo” (Palabras del Santo Padre a la Guardia Civil 09/06/2023)

En las tres peticiones de la carta "antimilitarista" se habla de "tomar conciencia del grave momento que vive la paz, que las autoridades autonómicas locales trabajen por la paz y que las autoridades eclesiásticas se abstengan de avalar los actos de estos días"... ¿Es esto lo que nos tienen que decir "unos cristianos" a la sociedad asturiana con motivo del desfile de las FAS?.... Si esas tres peticiones las hubiera firmado Asturias Laica, Testigos de Jehova de Oviedo o un Grupo de Coros y Danzas no se habría notado mucho la diferencia ni el matiz cristiano-católico. Está muy bien que se defienda la paz, pero sin demagogias ideologizadas y sin eliminar la dimensión espiritual de la vida creyente.

El tira la piedra y esconde la mano de cuatro nostálgicos con barniz pseudo-religioso a los que conoce únicamente la abuela a la hora de merendar, y se escudan tras raras siglas y supuestas comunidades más pomposas de nombre que de número, tienen por motivación un tanto casposa y anacrónica ya atacar al Arzobispo de Oviedo, el cual, con las verdades del barquero habla en principio para sus fieles en lo que magisterialmente le compete, y también como ciudadano libre opinando -¡faltaría más!- de lo que le de la gana. Los belicosos "antimilitariastas", únicamente ponen de manifiesto el fanatismo de personajes en extinción y de caducados postulados, los cuales torpemente resentidos, mejor se preparaban cristianamente para la inapelable partida -esa sí que no tiene manifiesto alternativo- al seno de Abrahán o, de momento, arreglaran la dentadura postiza como inmediata prioridad, que el tiempo pasa. Algunos muy preocupados por el "actual contexto internacional, en un momento de guerras atroces y agravamiento de los riesgos de extensión hacia una tercera guerra mundial, consideramos que este tipo de eventos no ayudan a la ciudadanía a una necesaria reflexión crítica sobre las causas y consecuencias de las guerras, el militarismo, el crecimiento del gasto en armamentos, etc."... Lo más sorprendente de esto es que tres días antes su inspiración estaba en un tal Gaspar García Laviana que dejó la pacífica persuasión y proposición evangélica para empuñar la metralleta y matar a tiro limpio a sus disidentes ideológicos: "Hijo Predilecto": así lo solicitaron para el susodicho al Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. Tal vez no todos coincidamos ni en la solicitud ni en el adjetivo... 

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