jueves, 4 de mayo de 2023

La monja ovetense que restauró documentos históricos firmados por «todos» los reyes

(La voz de Asturias) A pesar de todos los avances tecnológicos, gran parte de la historia de la humanidad todavía se conserva en los libros. Un soporte que ha permitido que hayan llegado hasta nuestros días documentos de un gran valor patrimonial, puesto que a parte de transmitir conocimiento, la mayoría de ellos son los únicos testigos que quedan de acontecimientos pasados que han marcado el devenir de nuestra sociedad. Sin embargo, si estos no son custodiados adecuadamente, debido a la acción del tiempo se van deteriorando y, por tanto, perdiendo su esencia, que al fin y al cabo radica en la información que poseen. Con el objeto de que esto no ocurra, la monja ovetense María Dolores Díaz de Miranda se dedica «en cuerpo y alma» a restaurar aquellos escritos con siglos de antigüedad para mantener más viva que nunca la memoria del ser humano. Un trabajo que «es una expresión de mis creencias y mis vivencias», asegura la religiosa, una de las mayores expertas en restauración de Europa, quien trabaja en el Hospital de Tavera, en Toledo, para recuperar documentos del archivo de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, «uno de los más importantes del país».

Cambió personas por libros

Tras estudiar medicina, puesto que quería ser cirujana para acudir a las misiones y ayudar a los más desfavorecidos, María Dolores Díaz de Miranda ingresó en el Monasterio de San Pelayo de Oviedo. De acuerdo a la vida benedictina, la ovetense siguió el lema Ora et labora y junto con el resto de novicias acudía al taller de encuadernación que había en el propio convento. «Nos ponían a desmontar fascículos, que era muy fácil porque solo había que quitar las grapas, y luego aprendías todo el proceso que se debe seguir para volver a poner las cubiertas», cuenta antes de resaltar que los trabajos eran supervisados por monjas cuya edad, en algunos casos, superaba los 90 años, puesto que «aquí en principio no te jubilas y eso es bueno, porque estar en activo reporta beneficios para la salud física y mental».

Después de tres años encuadernando, «me llamó la hermana Sor Esther para trabajar en el taller de restauración donde ella era la encargada». Una vez allí, a María Dolores Díaz de Miranda le pusieron un bisturí sobre las manos. «Me resultó muy simpático porque pasé de querer operar a personas a operar libros», cuenta. Una anécdota a partir de la cual la ovetense señala que existe cierto paralelismo entre ambas profesiones, puesto que «al libro le tienes que hacer un diagnóstico y además este siente, ya que al estar formado a partir de materia orgánica está vivo». «Tú tienes un papel, le cae agua y ya ves lo que pasa. En el caso de la piel tienes que humedecer para trabajar con ella, los pergaminos hay que hidratarlos y estirarlos...», ejemplifica la monja, quien señala que en el oficio también entra en juego la arqueología, dado que «estás en el terreno, miras, observas y la propia pieza que tienes en las manos te está dando información».

Tal es la habilidad que María Dolores Díaz de Miranda tiene en las manos, que la ovetense empezó a aficionarse por el oficio y a profesionalizarse en el mismo. «Había documentos con los cuales tenía problemas, entonces empecé a estudiar sobre ello. Después fui a Barcelona, donde hice el máster y el doctorado en Conservación y Restauración. Aunque realmente mi especialidad es el papel, soy de las mejores especialistas que hay. Comencé con ello en Oviedo con Ana María Herrero, la archivera ya jubilada del Ayuntamiento de la capital asturiana, y gracias a mi dimensión intelectual, que es muy fuerte, me seguí formando», cuenta la ovetense, quien durante un tiempo estuvo al frente del taller de restauración del Monasterio.

«Tuve bajo mi poder documentos firmados por todos los reyes»

Tras varios años en Barcelona, María Dolores Díaz de Miranda se mudó a Toledo y al poco tiempo recibió una llamada de la Fundación de la Casa Medinaceli. «Se pusieron en contacto conmigo porque confiaban totalmente en mí por la trayectoria que tenía para conservar y recuperar el patrimonio histórico que tiene la casa», afirma. Sin dudarlo un instante, la ovetense cogió el petate y se mudó a Toledo para trabajar en el taller que la entidad cultural privada fundó en 2019 en el Hospital de San Juan Bautista de Tavera, donde se encuentran los documentos que conforman el archivo de «una de las dos grandes casas que hay en España, junto con la de los Alba». «Cuentan con un fondo documental que data del siglo IX. Además, a partir del año 800 y pico se empiezan a reunir más casas que aportan sus archivos, haciendo que tengan un archivo nobiliario de los más importantes de Europa», resalta la religiosa, quien desde entonces desempeña sus labores en dicha provincia.

Desde entonces por las manos de María Dolores Díaz de Miranda pasaron documentos de todo tipo. «El más antiguo data del siglo II y eran fragmentos de pergamino provenientes del Mar Muerto. También ayudé a recuperar el Fuero de Avilés -el documento escrito en asturiano más antiguo del que se tiene noticia- y antes de que lo robaran hice un diagnóstico al Beato de la Seu d' Urgell. De la misma manera tuve bajo mi poder documentos firmados por todos los reyes, entre los que figuran Isabel II, Felipe II, Carlos I, etcétera. Otro trabajo que hice fue sobre el documento en el que se recoge el primer monasterio que se fundó en Toledo y lleva la firma de Santa Teresa de Jesús. Además recuperé obras de Picasso, de Juan Gris, de Piñole, entre otros artistas. Por ejemplo, al Museo de Bellas Artes le restauré colecciones de grabados de Piranesi, un par de ellos eran de tres metros de largo», cuenta.

¿Cómo es realmente el oficio?

En el día a día, María Dolores se encarga de realizar los diagnósticos de los diferentes documentos que llegan a su taller de restauración. Para ello sigue un protocolo de actuación. «Una vez desmontado el libro, empiezo con las características: tipo de encuadernación, cosido, si tiene guardas o no, encabezas… todo una serie de elementos que te van a decir cómo es esa pieza. Después miro las alteraciones, si tiene rotura, desgarros, ataques por insectos xilófagos, etcétera. Y a continuación analizo las causas que han producido esas alteraciones. Cuando tengo todo eso en la mano, propongo un diagnóstico, pero este no es algo cerrado porque a lo mejor en el proceso de recuperación responde de otra forma y hay que adaptarse», explica.

En este punto, la ovetense señala que además es «muy importante» hacer todas las pruebas pertinentes como la estabilidad de las tintas, el ph del mismo, la acidez, ya que al tratarse de materia orgánica, «tanto la piel como las telas y el papel sus componentes estructurales están continuamente en una transformación». «Antiguamente como se utilizaban los candiles, hay muchos libros que tienen manchas de aceite. Unas manchas que van oxidándose y degradándose. Pasa lo mismo con las manchas de tinta, que uno de los grandes problemas es que el componente que da color es el hierro y este con el tiempo se oxida. Si se oxida va perforando y el papel se va rompiendo», precisa.

Una vez diagnosticado el documento llega el momento del tratamiento. Este puede ser en seco, que engloba la limpieza, la aspiración... o en húmedo, que generalmente implica lavar. «Una vez en el agua, las sustancias ácidas se van y tú a la vez lo que tienes que hacer es neutralizar», asevera María Dolores Díaz de Miranda, antes de explicar que si hay lagunas pérdidas, es decir, el papel está roto, hay que reintegrar el mismo. Para ello, «miras con el microscopio que tipo de fibras tiene y, según eso, haces una pasta para que los injertos sean de características similares». A continuación «hay que encolar el papel para que cuando escriba no se comporte como un secante, después hay que alisar y secar el mismo, armar y construir el libro, coserlo y encuadernarlo», pormenoriza la ovetense.

«El libro hay que sentirlo, tienes que vibrar con él»

De todo este proceso laborioso y minucioso a partes iguales, María Dolores Díaz de Miranda se queda con todo el aspecto táctil. «El libro hay que sentirlo, tienes que vibrar con él», asegura antes de confesar que los ejemplares le generan cierta emoción. «En algunos casos me ha tocado estar meses con un libro, por eso cuando sale del taller es como que te despides de él», reconoce la ovetense, quien manifiesta que aparte del valor histórico que puede tener un documento también está el humano y el afectivo.

Bajo esta premisa, la religiosa asegura que fue en Barcelona cuando tuvo que restaurar unos documentos que le marcaron «mucho». «Eran los registros de los presos que se iban a Mauthausen. Con esos listados aparecía el nombre del preso y, con él, el nombre de un referente que podía ser su mujer, su tío, su hermano o alguien. Yo ante eso siento una vibración. Además, ahí hay una dimensión de sufrimiento», relata. También, «no hace mucho que me trajeron para restaurar una Biblia de 1800 y pico y te das cuenta que pasó hasta cinco generaciones y encima la han utilizado», señala la ovetense, quien resalta que «todos los documentos nos ayudan a construir nuestra historia, dado que una persona sin historia es una persona sin memoria».

Una historia de la que María Dolores Díaz de Miranda forma parte, puesto que participa «en el recorrido vital de los documentos». Y lo seguirá haciendo muchos años más, dado que continuará dedicándose a la restauración de libros y ejemplares con siglos de antigüedad. Aunque «el tiempo te llega para lo que te llega», por el momento ya participa en un proyecto de investigación con la Universidad de Humanidades de Copenhague sobre un estudio de un manuscrito de Hernán Colón. También está en un proyecto sobre los papiros en el que colaboran miembros del CSIC, de la Universidad Pompeu Fabra y de la Escuela de Restauración de León.

Además ha llegado a un momento de su vida en el que le gustaría transmitir todo lo que sabe sobre este oficio. Es por ello que baraja impartir alguna que otra clase. «En Barcelona ya hice pequeños cursos sobre restauración y aquí en Toledo lo hice sobre cantorales y vino gente de fuera de España», cuenta antes de proseguir que «en el taller he tenido alumnos de máster haciendo asignaturas curriculares, a parte de codirigir trabajos de Fin de Grado». Y por si fuera poco, por su mente ronda la idea de escribir dos libros. Uno sobre la restauración de ejemplares litúrgicos y otros sobre las identificaciones del papel, tal y como confiesa la ovetense, quien cada vez que puede se escapa a su tierra natal para reencontrarse con los suyos, pero sobre todo para pasar tiempo con su madre.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Santos Felipe y Santiago, apóstoles del Resucitado

(COPE) “Seréis mis testigos por el Amor” recuerda Cristo a los Once antes de enviarles a predicar después de resucitar de entre los muertos. Hoy celebramos a los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, que forman parte de este grupo y que fueron fieles hasta el final. Felipe es oriundo de Betsaida como Andrés y Pedro. También sigue sin ningún tipo de duda cuando les elige el Maestro a los Doce de entre sus discípulos. Así entra a formar parte del Colegio Apostólico.

Sobre Él se asienta la Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios, que suple a Israel, el Pueblo de la Antigua Alianza. Es San Juan quien recoge en el Evangelio que Andrés fue a decirle a Felipe que habían encontrado al Mesías, y Felipe, a su vez, se lo comentó a Bartolomé. Entre los momentos que aparece en el Evangelio, destaca cuando en la multiplicación de los panes y los peces se pregunta sobre cómo dar de comer con cinco panes y dos peces, y en el discurso de despedida le pedirá al Maestro que les muestre al Padre.

Por su parte Santiago es denominado en la Escritura “el pariente del Señor”.La Escritura le presenta como hijo de Alfeo, que es el nombre que también se le da a Cleofás. Así lo llama San Pablo cuando habla de uno de los pocos discípulos que vio tras vivir su conversión. Autor de la Carta Canónica que se incluye en el Nuevo Testamento con este mismo nombre, es el primer Obispo de Jerusalén, La Ciudad Santa.

Durante su Ministerio preside el Concilio Jerosolimitano donde consigue la paz entre los judíos conversos y los paganos que pasan al cristianismo, tal y como se reflejó en los Hechos de los Apóstoles. Tanto Felipe como Santiago, morirán mártires por el Nombre del Señor Jesús, como el resto del Colegio Apostólico, a excepción de San Juan. Previamente se celebró su festividad el 31 de mayo y, en un principio, el día 10.

Así es como santa Elena reconoció la Verdadera Cruz de Cristo

(Aleteia) Muchos artistas como Piero della Francesca, Giotto, Masolino o Agnolo Gaddi, se inspiraron en la Leyenda Áurea para realizar sus pintura

Son muchos los cuadros que representan el momento de «El reconocimiento de la Verdadera Cruz», como se catequizaba antiguamente, narrando la Leyenda Áurea sobre este hecho en la historia de la cristiandad.

Para empezar explicamos brevemente que es la Legenda Aurea (Leyenda Áurea): son las biografías hagiográficas compuestos en latino por el fraile dominico Jacopo da Varazze, obispo italiano de la ciudad de Génova.

El fraile recopiló estos escritos, también llamados Leyenda dorada, desde 1260 hasta su muerte en 1298. Recogió alrededor de 150 vidas de santos, escribió una treintena de capítulos dedicados a las principales fiestas litúrgicas, cristológicas y marianas, a las que se suman relatos relacionados con la Leyenda de la Verdadera Cruz.

Precisamente, muchos artistas como Piero della Francesca, Giotto, Masolino o Agnolo Gaddi, se inspiraron en la Leyenda Áurea para realizar sus pinturas.

Mirando el cuadro de Gaddi nos haremos una idea visual del relato de cómo santa Elena encontró y supo cuál era la Verdadera Cruz de Cristo.

El cuadro está como si estuviera divido en dos partes, mostrando dos episodios.

El primer episodio se ve en la parte derecha: nos muestra a santa Elena, fácilmente reconocible por la aureola, vestida de rojo; a su lado se encuentra san Macario, obispo de Jerusalén, que acompañó a la madre de Constantino en el Gólgota a la búsqueda de la Verdadera Cruz. Él justamente con su mano señala un pozo donde se encontraban tres cruces con la gran posibilidad de que una de ellas sea la de Nuestro Señor Jesucristo.


Es aquí donde se presentó el gran dilema ¿Cuál de todas era la verdadera cruz? Las tres cruces eran idénticas y santa Elena, por temor a venerar la cruz de un criminal, hizo que trajeran el cuerpo de un hombre recientemente fallecido al sitio de excavación, para que lo apoyaran en cada de las tres cruces.

Y es así que ocurrió un milagro, cuando el cadáver fue apoyado en la Cruz de Cristo, este resucitó a los ojos de la santa y de varios presentes, permitiendo identificar la Cruz Verdadera. Este es el segundo episodio que vemos en la parte izquierda de la obra.

Luego la santa hizo transportar la Verdadera Cruz a Roma, e hizo construir, en uno de sus palacios, una basílica exclusivamente para venerarla junto a otras reliquias de la Pasión, la que es hoy la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén.

martes, 2 de mayo de 2023

Sacerdotes con los sindicatos antes de la Guerra Civil: Pedro Gerard y José Gafo, dominicos

(Rel.) A finales del siglo XIX, el asociacionismo laboral católico en España brotaba inspirándose en el ejemplo de Francia y Alemania, países más industrializados y que habían iniciado sus organismos sindicales católicos.

En el año 1879, el jesuita Antonio Vicent creó los Círculos Católicos basados en los Círculos Obreros franceses, que se fueron configurando como los pioneros del asociacionismo social católico.

Potente cooperativismo católico campesino

A partir de la publicación de la encíclica Rerum Novarum por el Papa León XIII en el año 1891, la acción social católica ganó relevancia en España. En 1893, se fundó la Federación Nacional de Cooperativas Católico-Obreras, que luego se convertirá en la Conferencia Nacional Católico    Agraria cuyo desarrolló llegará en 1920 a ser de 59 federaciones que agrupaban a 5.000 sindicatos con más de 600.000 socios cooperativistas.

Sin embargo, en el ámbito obrero no se conseguirán resultados tan buenos como en el mundo agrario.

Esfuerzos jesuitas entre los obreros

El jesuita Gabriel Palau, quien había viajado a Alemania donde conoció la Volksverein germana, trasladó aquella idea a España, fundando en 1907 la Acción Social Popular (ASP) en Barcelona. El ambiente creado por la ASP proporcionó una serie de personas que se sintieron en la obligación de crear una serie de sindicatos católicos, que en ese mismo año, decidieron agruparse en una confederación nacional.

La mayor parte de aquellos sindicatos fueron confesionales, fundados bajo la orientación de los jesuitas y con el apoyo del marqués de Comillas. La resultante será la Confederación Nacional de Sindicatos Católicos, que no pudo reunir a todos los sindicatos del ámbito católico, como había sido su finalidad.

Los sindicatos mineros católicos de Asturias

Entre los que no se unieron estaban aquellos que eran favorables a la formación de sindicatos profesionales puramente obreros, y organizados sin la complicidad empresarial. Uno de aquellos fue el sacerdote Maximiliano Arboleya (1870-1951), quien había creado sindicatos independientes mineros en las cuencas hulleras de Asturias, que en su momento inicial tuvieron más importancia que el vinculado a la UGT (socialista).

Sin embargo, sus reivindicaciones profesionales le llevaron al enfrentamiento con la patronal minera, que quería eliminar su tono reivindicativo, y por su carácter católico, también con el sindicato socialista. Finalmente, la conjunción de ambas fuerzas, consiguió el declinar de la labor de Maximiliano Arboleya, que fue uno de los más avanzados de los pioneros sindicales católicos.

Dos dominicos impulsando los sindicatos católicos libres

Otros sindicatos católicos sin complicidad empresarial fueron los Sindicatos Católicos Libres, fundados por los padres dominicos Pedro Gerard (1871-1919) y José Gafo (1881-1936).

El P. Gerard había sido prior del convento de Santo Domingo en Jerez de la frontera, donde fue testigo en 1911 del agresivo anticlericalismo republicano que se alimentaba de la profunda injusticia social profundizada por los gobiernos liberales.

Después de un viaje a Bélgica, donde tomó relación con el padre dominico Georges Ceslas Rutten, volvió a España convencido de las bondades del sindicalismo católico libre de aquel país. En las VI Semanas Sociales de Pamplona, daría a conocer su experiencia, chocando con un contexto español, donde el sindicalismo católico todavía se enmarcaba en los cauces del confesionalismo y la cooperación con el empresariado, lo que impedía una reivindicación laboral rotunda y les hacía parecer amarillos (colaboradores de la patronal) por su moderación.

A pesar de la defensa de la necesidad de constituir unos sindicatos puramente obreros e independientes incluso de la jerarquía de la Iglesia, aquello le llevaría al padre Gerard a ser apartado del apostolado social hasta su fallecimiento en 1919.

Sin embargo, su labor no será fallida, al ser continuada por otro miembro de su orden, el P. José Gafo, quien se había formado en 1922 con el P. Rutten.

El trabajo del P. Gafo

Ya en 1912 se había formado como fruto de aquellas VI Semanas Sociales, el sindicato de obreros “Nuestra Señora del Camino” en Pamplona. El ejemplo se fue extendiendo y en noviembre de 1916 se constituyó en la capital foral la Federación Nacional de Sindicatos Católicos Libres que llegará a editar su prensa propia, “El Obrero Sindicalista” y a extenderse por toda la región vasconavarra. En 1923 se denominarán como Confederación de Sindicatos Libres del Norte de España, apelando a su independencia organizativa.

Esa postura defendida por el P. Gafo y su equipo estaba basada en la honesta reivindicación de justicia social, que se veía impedida de hacerla si no eran independientes, para poder ser verdaderamente una alternativa a los sindicatos de ideología revolucionaria (anarquista o socialista). Por este diferente espíritu, los sindicatos “católicos libres” evitaron unirse a los confesionales para no perder su obrerismo.

Los únicos sindicatos que tenían un perfil afín eran los Sindicatos Libres surgidos en Barcelona, en el entorno de los círculos carlistas de obreros y artesanos. En 1924, ambas familias sindicales confluyeron en la Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España. No obstante, el periodo de la dictadura de Primo de Rivera no les favoreció en exceso, mientras que la UGT (socialista), que colaboraba con el régimen militar, se convirtió en el elemento hegemónico al absorber al elemento desorganizado de una CNT (anarquista) desarticulada por la policía.

La proclamación de la Segunda República traerá una fuerte persecución sobre el mundo católico, la Confederación de Sindicatos Libres se disolvió, y mientras su rama catalana intentó sobrevivir en clandestinidad, siendo una sombra de lo que fue, su brazo vasconavarro acabo uniéndose por supervivencia con las agrupaciones confesionales, para constituir en diciembre de 1935 la Confederación Española de Sindicatos Obreros (CESO) que intentó reunir a todo el mundo sindical católico y profesional.

Gafo: dominico, sindicalista ¡y diputado!

El P. Gafo quien había llevado las riendas del trabajo de su compañero P. Gerard, mantuvo buenas relaciones con los católicos sociales de Severino Aznar y los mauristas, que luego mantendrán su relación con José Calvo Sotelo.

En 1933 el dominico asturiano saldrá elegido diputado por Navarra, en representación del mundo sindical, por el cual había sido invitado a formar parte del Bloque de derecha que se presentó unido en el viejo reino.

Con el estallido de la Guerra Civil, el P. Gafo será detenido por Agapito García Atadell, jefe de las «Milicias Populares de Investigación» (la terrible «Brigada del amanecer»), acompañado de milicianos y policías.

El padre Gafo sería asesinado por su condición sacerdotal y sindical, el 4 de octubre de 1936, como sucedió con centenares de miembros de los sindicatos católicos. La Iglesia lo reconoce como mártir de Jesucristo y fue beatificado el 28 de octubre de 2007 por el papa Benedicto XVI.

En cuanto a su obra sindical, la CESO, que había estado dirigida por el P. Gafo O.P. y Ángel Sabador, un antiguo dirigente libre, se integró el 12 de noviembre de 1936 en la Obra Nacional Corporativa que había organizado el carlismo, bajo la dirección de José María Arauz de Robles, delegado de Gremios y Corporaciones en la Junta Nacional de Guerra, antecedente del gobierno nacional, que finalmente quedaría integrada en el organismo sindical oficial de la España nacional.

Restos mortales del asturiano P. José Gafo, sacerdote dominico, sindicalista y diputado, tras su martirio a manos del bando republicano; 
Benedicto XVI lo proclamó beato.

RECUERDA


lunes, 1 de mayo de 2023

¿Por qué el mes de mayo es el mes de la Virgen María?

(COPE) María es la única mujer de toda la historia de la humanidad a la que Dios permitió nacer sin pecado original, la madre de Cristo y siempre Virgen, que fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Tenemos 30 días por delante en este mes de mayo para dedicarlos especialmente a Nuestra Madre. Pero, ¿por qué el mes de mayo es el mes de la Virgen María? Si la Iglesia está celebrando la Resurección de Jesús, ¿por qué se rinde homenaje también a María en este mes?

Esta tradición lleva dos siglos en vigor y coincide con el comienzo de la primavera y el destierro del invierno. El "triunfo de la vida" que simboliza la primavera es uno de los motivos por los que se sitúa en mayo el mes de la Virgen, Madre de la Vida, de Jesús.

Además, la presencia de este homenaje particular a María se corresponde con otorgar un sentido cristiano a este mes y en esta estación. La Grecia y la Roma clásicas también celebraban la llegada de la primavera. Lo hacían con festividades, oraciones y flores para Artemisa y Flora, ambas consideradas diosas de la fertilidad.

Esta tradición dio un vuelco en el siglo XII y cambió de página en el calendario. Nació la fiesta de "La devoción de los treinta días a María", que tenía lugar entre la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre.

Dedicarle un mes exclusivo a la Virgen es una idea del siglo XVII. En esta época volvió a incluirse un culto especial a María en el mes de mayo, que es el que ha llegado hasta la actualidad.

La primavera y el mes de mayo presentan una naturaleza verde, en flor, con buen tiempo. Ese reflejo de la belleza de la naturaleza también hablan de María, de su belleza y de su virtud.


La celebración de este mes de mayo es más que una tradición entre los cristianos, es un homenaje y una acción de gracias hacia quien es Nuestra Madre. Como "regalos" para Ella, se suelen hacer muchas cosas. Entre ellas, el rezo del Rosario, las ofrendas florales o la meditación de sus dogmas son algunas ideas con las que honrar a María en este mes de mayo.

San José obrero y la pastoral obrera. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Hoy, 1 de mayo, es un día especial para los cristianos que volvemos de nuevo la mirada a San José, al que contemplamos como trabajador, obrero, artesano... Esta fiesta nació a iniciativa del Papa Pío XII como una valiente y, como siempre, adelantada iniciativa de la Iglesia por ser no sólo algo próxima, sino por empatía y cercanía a todas las realidades del campo del trabajo y sus gentes; ya desde antiguo la Iglesia Católica se mostró sensible al ámbito laboral como demuestran las numerosas encíclicas papales que de un modo u otro en los últimos siglos han venido abordando en profundidad el rico magisterio social que encontramos ahora sintetizado en el compendio de la doctrina social de la Iglesia. De forma especial con los pontificados de León XIII y Pío XII fue cuando empezó a tomar forma la solicitud de atención espiritual al mundo obrero, que a partir del Concilio Vaticano II se llamó "pastoral obrera".

Fueron años de un fecundísimo trabajo donde la Iglesia a través primero de sus pastores y más tarde de religiosas y laicos comprometidos con esta misión eclesial fueron voz de denuncia ante injusticias, salarios indignos, falta de seguridad y de atención médica, así como tantísimos otros aspectos donde se vulneraban los derechos de los trabajadores. Originalmente la atención a los obreros tenía un importante matiz espiritual con pláticas, misiones populares en las fábricas, celebraciones y procesiones "in situ", confesiones, dirección espiritual... Aquel fue el momento álgido de la pastoral obrera de  la Iglesia cuando se ayudó a los obreros y trabajadores en general a vivir las fatigas de cada día en clave de redención. 

Ahí tenemos la gran figura de San Juan Bosco preocupándose de los niños y jóvenes contratados irregularmente en aquellas fábricas del Turín del siglo XIX en condiciones insalubres que terminaban con enfermedades terribles como el escorbuto o la tuberculosis. Así nació la Congregación Salesiana, pioneros en lo que hoy llamamos la formación profesional y la atención de la juventud, que tanto bien han hecho aquí en nuestra tierra, empezando por Tudela Veguín y hoy en sus centros de la Fundación Masaveu de Oviedo o el Colegio Santo Ángel de Avilés... Y tantos otros religiosos como los Hermanos de La Salle en la Fundación de San Eutiquio de Gijón, los Jesuitas de la Fundación Revillagigedo del Natahoyo, las religiosas de María Inmaculada en el servicio doméstico, y tantísimos carismas que han sido aliados del mundo laboral como las Dominicas y las Hijas de la Caridad, atendiendo los hospitalillos y sanatorios de nuestras cuencas mineras y los colegios para las niñas de los obreros, como de igual modo hicieron también con los niños los hijos de San Juan Bautista de la Salle. 

Por desgracia, quizá en algún momento se perdió la dirección y el rumbo, olvidando que la razón de ser de la pastoral obrera no es asumir o coquetear con ideologías políticas, sino llevar a Cristo al trabajador. El Papa Francisco constantemente insiste en que cuando la ideología política entra en una realidad eclesial el Espíritu Santo es el primero en irse y eso acaba muriendo. Algo de esto ha ocurrido en España con el mundo del trabajo, tal vez quisimos ayudar tanto a los obreros que nos hicimos expertos en sindicatos, comisiones, huelgas, manifestaciones, pancartas y pasquines, olvidando a Jesús obrero por los obreros de Jesús.

A día de hoy hemos de reconocer, guste o no, que los mayores evangelizadores del campo del trabajo han sido y son los hijos de San Josemaría Escrivá de Balaguer. El "Opus Dei" no ha dejado de proclamar que se puede ser santo siendo obrero, dando a la labor diaria un sentido espiritual y una perspectiva trascendente. Numerosas congregaciones religiosas han sabido acompañar también esta realidad preciosa desde su diversos carismas, sin omitir a tantos grupos y realidades que tuvieron gran peso en Asturias como la Acción Social Empresarial y las numerosas realidades del apostolado seglar como fueron la Acción Católica, la JEC, la JOC o la HOAC. Las diócesis fueron muy cercanas a la realidad obrera, siendo muy numerosas las parroquias y barrios dedicados a San José obrero o a Jesús obrero. 

¿Qué pasó y qué hirió la pastoral obrera?: El marxismo, una de las ideologías más dañinas como nos ha recordado el Papa Francisco con motivo del cincuenta aniversario del Centro de Espiritualidad Santa María donde escribía él: ''Acordaros, por ejemplo, del mal que hizo la ideologización de tinte marxista de algunos centros latinoamericanos por los años 70''. Y más recientemente, en una de las entrevistas concedidas con motivo del décimo aniversario de su pontificado al ser preguntado por cómo se podría encauzar la realidad eclesial en Alemania y en otros lugares que reivindican mayor "aperturismo" el Santo Padre afirmó: ''Tener memoria es la actitud que nos ayuda a superar la tentación de la utopía, de reducir el anuncio del evangelio a un simple horizonte sociológico o que nos embarquen en el marketing de las diversas teorías económicas o bandos políticos''. Y más en concreto, sobre la realidad alemana donde hay mucha ideología de fondo puntualizaba aún más el Papa: ''Algunas cosas a resolver que ellos quieren resolver, pero esto lo resolvés en base a ¿qué criterio? ¿En base a tu experiencia eclesial, tomando de la tradición de los apóstoles y traduciéndolo al día de hoy, o en base a datos sociológicos? Ahí está el problema, el problema de fondo''.

¿Puede haber algo más incoherente, absurdo e incompatible con su ministerio que un sacerdote marxista? Una ideología que considera la religión "opio del pueblo" hace imposible su conjugación con la fe y con un ministerio ordenado. El auténtico católico nunca será marxista, como tampoco el verdadero marxista nunca será católico. La realidad presente es que al mundo del trabajo nada le dice ni importa lo que la Iglesia afirme en papel o pancarta, sólo ha quedado el gesto -¿por qué será que les gusta tanto a los que no los pisan?- de encerrarse en los templos, algo que tampoco entienden muchos; es decir, por qué pisar las iglesias para protestar en ellas en lugar de hacerlo en los despachos de los que gobiernan y tienen en su mano sus destinos...

La pregunta que se suscita es: ¿hay futuro para la pastoral del trabajo? Por supuesto; siempre que se sepa anunciar a Jesucristo sin ataduras de siglas políticas, siempre que no se quede todo en un buenismo teórico, sino en la verdad que la Iglesia anuncia y que está el compendio de su doctrina social y que sólo puede leerse en consonancia con el Catecismo. La doctrina social de la Iglesia nos ayuda en la búsqueda de la justicia social, pero ésta no encuentra camino sin breviario, rosario, misa y sagrario. La justicia terrena no puede ser el único anhelo de un creyente, no se puede perder de vista que estamos llamados a buscar primero el reino de Dios y su justicia; es decir, la justicia del Juez justo que no se equivoca... Pidamos a San José obrero que nos enseñe a ofrecer los sudores y fatigas de cada día, a buscar ganar siempre el pan de cada jornada con honradez, a saber ser luz y sal en el trabajo anunciando a Jesucristo obrero, y descanso para el alma del trabajador.

La Iglesia nos ha puesto a San José como referente para este día: el trabajador silencioso que supo cumplir una misión altísima sin hacer ruido ni vocear por las calles un primer puesto ni una cotizada recompensa. El 1 de mayo es una jornada también para la oración por los trabajadores difuntos, para pedir por los que no tienen un trabajo digno y para dar gracias los si lo tienen.