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martes, 3 de enero de 2023
Concierto de belleza al Papa Ratzinger. Por Monseñor Jesús Sanz Montes
lunes, 2 de enero de 2023
Traslación del cuerpo de Benedicto XVI y llegada a la Basílica de San Pedro
“Benedicto XVI, profeta y pastor”. Por Juan Antonio Martínez Camino
Nota de condolencia a la Nunciatura en España
domingo, 1 de enero de 2023
María, Madre de Dios. Por Joaquín Manuel Serrano Vila
I. Sólo Cristo nos libera
San Pablo en su epístola a los Gálatas nos trae un texto que la liturgia nos propone interiorizar en estas fechas: ''Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley''. He aquí la catequesis que el apóstol nos regala, la verdad de que Jesucristo no vino a esclavizar a libres, sino a liberar a los esclavizados. Y la esclavitud tiene muchas fórmulas, no sólo barrotes o grilletes; hay esclavos del puritanismo religioso y de relajo moral, esclavos de ideologías y de modas, esclavos de tantas realidades que tenidas por buenas destruyen al hombre, le oprimen y subyugan. Estamos celebrando la Navidad, y la Navidad es Jesucristo; si sacamos a Jesucristo de nuestras celebraciones estos días pierden por completo su sentido. Serán unas fiestas sentimentales en pleno invierno, y un tanto absurdas, pues el sólo el motivo y el origen da sentido a la celebración. Sería una tristeza quedarnos en la epidermis de estos días deslumbrados por el papel de regalo sin llegar a descubrir el regalo en sí. Dios viene a nosotros no para quitarnos, sino para darnos; no a empequeñecer, sino a engrandecer. No se anda San Pablo con chiquitas, y habla de ''rescatar a los que estaban bajo la ley''. Así es; Pablo era judío al igual que Jesús, y era consciente de la manipulación y tergiversación interesada que se hacía de las normas de Moisés, de la corrupción dentro de la religión, de la hipocresía... Por eso el apóstol no duda en afirmar que Cristo aunque nació bajo la ley por propio abajamiento al ser Hijo de Dios estaba por encima de cualquier norma. Dejemos que Jesús sea el centro y el sentido de nuestras fiestas, que reine en nuestros corazones para ser libres de tantas cadenas que nos atan sin Él.
II. No nos cansemos de pedir la Paz
El 1 de Enero desde 1968 es en la Iglesia la "Jornada Mundial de la Paz" que este año celebra su 54 edición. Pedimos a Dios, Creador y Señor del tiempo que nos bendiga con la Paz; la paz que necesitan nuestras familias, comunidades parroquiales, nuestro mundo... He aquí esa antiquísima y hermosa plegaria que regaló el Señor a Moisés, como nos relataba la primera lectura del Libro de los Números: ''El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor''. Vemos aquí cómo los textos litúrgicos, las oraciones y plegarias no son nada nuevo, sino que su origen se pierde en el tiempo. Forman parte del modo de orar del ser humano, acudir por medio de un texto establecido a la divinidad, más no limitemos nuestra oración al rezo vocal y formal, sino hablemos al Señor y dejemos que Él nos hable. Hay algo en esta oración que San Francisco hizo muy suya y que nos toca de cerca a los asturianos, como es el deseo de que ''El Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz''. Nosotros que veneramos con cariño el Santo Sudario que se conserva en nuestra Catedral, hemos de interiorizar con mayor intensidad este anhelo del alma creyente como es aspirar a contemplar el rostro del Salvador. Esto mismo nos lo recordará hoy el salmista: ''Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros''. Pero esta oración del capítulo 6 del Libro de los Números no es una plegaria estándar, sino que es una súplica de paz. Ya en aquel tiempo tenían claro que el mejor deseo no era la salud, el dinero ni el amor, sino la paz, pues sin paz ningún bien merece la pena ser conquistado.
III. La Navidad de María