sábado, 4 de julio de 2020

Don José Manuel Feito, el raso del garo de los xagós. Por Rodrigo Huerta Migoya

Esta frase en bron, lengua gremial utilizada por los caldereros del barrio avilesino de Miaranda, que traducida al castellano significa lo que ha sido este hombre: ‘’el cura del pueblo de Miranda’’. La existencia de este amigo -como me dejó demostrado desde que nos conocimos- sacerdote, etnólogo, investigador, poeta y sabio somedano, la resume muy bien un pasaje de San Juan que él se sabía: ‘’para que no se pierda nada’’ (Jn 6,12).


Nació en el 34 en Pola de Somiedo, donde vivió una infancia marcada por la guerra civil. En aquella niñez en su tierra natal comenzó a manifestar su amor lo autóctono, por la tierra, las tradiciones…. Pero donde abrió sus ojos a la cultura y empezó a zambullirse en los libros fue en el Seminario.

Con diez años ingresó en Dolebún (Tapia de Casariego), ese día viajó desde Pola de Somiedo a la Plaza de la Catedral de Oviedo y de allí hasta tapia de Casariego. En su examen de ingreso el prefecto le preguntó: “Digame un cardenal del tiempo de los Reyes Catolicos”, a lo que respondio al instante: “Cisneros”. A las dos de la tarde partió para Tapia donde llegó en plena noche. D. Jose Manuel contaba siempre la anécdota de su llegada cuando a la mañana siguiente le preguntó a un compañero: ¿Aquí se aparece la virgen?, y es que a su llegada vio la luz del faro iluminando la pared donde estaba la imagen de Nuestra Señora, y el niño Feito que era de interior no sabia lo que era un faro.

Conoció el hambre, aunque logró que algún compañero que tenía chorizo de casa guardado le diera un poco a cambio de dejarle los cuentos de Pinin. Pronto pasó a Valdediós donde se ganaría la fama de buen declinador y poeta en las fiestas de la Inmaculada, Navidad o Santo Tomás de Aquino. En las navidades de 1948 ganó su primer concurso poético, pues los seminaristas no tenían permitido ir a casa.

Ya en el Seminario de Oviedo, continuó escribiendo versos llegando a convertirse en una de las figuras claves de las veladas literarias que se organizaban con motivo de la onomástica del prelado. Para fomentar este campo organizó una tertulia junto a Juan Luis Ruiz de la Peña, Víctor García de la Concha y Celso Carrocera.

Él me contó que el día de su ordenación no fue muy feliz, pues las dudas le devoraban; no le caminaban los pies cuando ya anocheciendo salieron en fila del Seminario en dirección a la Iglesia de San Juan el Real donde tuvo lugar la ordenación. Después logró encauzar aquellas zozobras escribiendo sus angustias en versos; así nació su poemario ‘’Diario de un ordenado’’.
Ahora es costumbre en muchos lugares regalar a un sacerdote recién ordenado un viaje a tierra santa, en aquel 1958 eso era impensable; sin embargo, pudo viajar a Bruselas para disfrutar de la Exposición Internacional. No sólo disfrutó empapándose de cultura, sino que aprovechó el viaje para celebrar sus ‘’primeras misas’’ en lugares especiales como el pabellón de la Santa Sede de la Exposición, Ars, Lourdes… Pero especial para él fue la celebrada en Pola de Somiedo ante ese ‘’Cristo roto’’ que diría el Padre Cué SJ.

Visitando San Severino de Paris le picó el gusanillo por los catecismos con una publicación que allí descubrió llamada ‘’Credo’’, llegando a tener una colección de más de 400 catecismos, algunos unas verdaderas joyas.

De vuelta a la diócesis recibe su primer destino: Los Cabos (Pravia). El primer amor y las primeras cruces. La Parroquia de Santianes fue su válvula de escape, pues el Colegio y la Comunidad de religiosas a veces le superaban. Ellas querían un sacerdote con dedicación exclusiva, pero Feito necesitaba sentirse pastor.

También empezó a interesarse por los orígenes del monasterio benedictino que era la sede del colegio de huérfanas de la Guardia Civil, ‘’Camilo Alonso Vega’’. La iglesia parroquial que él conoció nada tiene que ver con la que hoy conocemos, y muchos detalles interesantes me relató en alguna ocasión sobre lo único que realmente hay del siglo IX allí, a su modo de ver. Trabajó por implantar la JOC y la HOAC en la Parroquia.

Hubo muchos problemas con las monjas, hasta el punto que le costó su cese. Por una niña pobre que lloraba por no poder hacer la primera comunión vestida de blanco, decidió Don José Manuel ya en aquellos comienzos de los sesenta prohibir que las niñas comulgaran vestidas de pequeñas novias.

Llegó a Miranda de Avilés en 1965, al principio como él comentaba ‘’castigado’’, aunque luego acabó siendo el amor de su vida. Intentó compatibilizar la vida pastoral y la docencia con el estudio y hasta se matriculó un curso en Filosofía/Psicología. Fue también profesor de Sociología y Religión en los colegios San Fernando (Avilés), Estilo (Salinas) y Luisa de Marillac (Miranda), y en los institutos Carreño Miranda, La Magdalena y Menéndez Pidal (Avilés) hasta su jubilación en 1999. Siempre tuvo la espina clavada de no haber sido nunca párroco, pues de Santianes fue encargado, de Miranda de Avilés fue Ecónomo, de San Julián de Illas administrador parroquial y de la Carriona tan sólo encargado.

Admirador de los mártires y de la obra de D. Ángel Garralda, escribió preciosos versos a los seminaristas, así como indagó sobre el sacerdote natural de Miranda que fue coadjutor de la Parroquia y capellán del cementerio municipal, Don Celedonio Ávila Rodríguez. Feito presenció la exhumación de los restos del sacerdote martirizado y guardó como un tesoro la bala que estaba incrustada en la calavera, el tiro de gracia que terminó con su existencia terrenal. Muchas veces hablamos de la causa de las llamadas ‘’Enfermeras Mártires de Astorga’’, incluso le facilité estampas, boletines de la causa y documentos sobre ellas. Quizás de haber tenido más salud y tiempo nos hubiera enriquecido con una publicación suya sobre este tema que lo sentía tan cercano.

Cuidó y mejoró el templo parroquial incorporándole novedades que pretendían ser un canto a la historia de la localidad, como las lámparas, que pretenden ser un guiño a los caldereros, el oratorio inspirado en el camino de Santiago, ''la Chipenutana”, y tantas buenas ocurrencias del sabio pastor. Siempre trabajó codo con codo con las Hijas de la Caridad, las cuales han sido y son un puntal esencial en la Parroquia. Fiel colaboradora de tantos años de Feito en Miranda, ha sido sin duda Sor María Jesús Felipe, popular y cariñosamente apodada en Miranda como “Sor Guay” o “Sor Chispa”, religiosa inquieta y trabajadora que siente la parroquia mirandesa como si fuera la suya de nacimiento.

En el campo de la pastoral hizo grandes apuestas, pues Feito fue un adelantado en lo que Benedicto XVI denominó ‘’atrio de los gentiles’’; es decir, hacer de la cultura, del arte y del saber una escuela de evangelización. Esto lo logró de forma precisa en los sus poemas, que además de bellos y fáciles para los lectores siempre apuntan a la trascendencia. Sus poemarios son un verdadero patrimonio literario: Pasión de noche (1954), Diario de cinco años, Ser cura (1958), Profeta verso adentro (1960), Silencio íntimo -recopilación- (1976), Cuanta noche en mis manos (1986), Jesús del atardecer (2006).

Amante del Folk fundó en la Parroquia el grupo Madreselva, llegando a grabar un disco y actuar en TVE. Y es que los grupos parroquiales de Don José Manuel Feito eran los más originales que alguien se podía imaginar: Cine fórum en la Patagonia -Ciclos de Mastroianni, Ingmar Bergman…-, Teleclub, Seminario de Bron –la lengua de los caldereros-, Club parroquial, Escuela y Museo de Cerámica, jornadas anuales de lenguas gremiales…

Siempre le gustó escribir, por ello se aventuró en numerosas publicaciones en las que se daba salida a sus últimos descubrimientos. Colaboró en numerosas revistas y periódicos. Destacaron sus colaboraciones en La Voz de Avilés, Miranda, El Bollo, el Boletín del Instituto de Estudios Asturianos… Escritos suyos fueron incluidos en la Enciclopedia Temática de Asturias, la Gran Enciclopedia Asturiana, la Enciclopedia Artesanía en España y otros trabajos en grupo. Llegó a escribir varios guiones para documentales televisivos sobre artesanía, donde aportó su voz y conocimientos.

Sólo Dios sabe las horas que dedicó a indagar cual profesional del trabajo de campo las tradiciones de los más ancianos del lugar. Leyendas, topónimos, cuentos, folclore, costumbres, cuestiones etnológicas, cerámica o alfarería, artesanía tradicional, arqueología… Orgulloso de llevar un apellido vaqueiro, pues aunque se hizo Mirandino jamás renunció a su Somiedo del alma. Los amigos de los programas “Sones” o “Cantadera” bien conocen y reconocen su faena en la recopilación del romancero y del cancionero de Somiedo.

Cuando veía la acción del tiempo y de la edad sobre él quiso poner a buen recaudo sus tesoros, y para ello la única salida que encontró fue legar sus importantes colecciones al Monasterio de Benedictinas de Oviedo, donde hoy se conservan. Es muy valorada en Asturias nuestra cerámica, pero cuando Feito empezó a estudiarla y escribir sobre ella apenas se conocía dentro de la Provincia  lo que era la cerámica negra, ni se sabía dónde estaba Llamas del Mouro, o la importancia de la alfarería de Faro en Oviedo. Gracias a él, pueblos como Ceceda  recuperaron  su memoria de pueblo alfarero, o como Miranda, que restauró su olvidado pasado calderero. Alguna vez me preguntó por la cerámica Guisasola de Lugones y por otras cuestiones en los que nuestros gustos coincidían.

Entre su obra escrita destacan los siguientes títulos: ‘'La artesanía popular asturiana' (1977), 'Artesanía tradicional asturiana' (1983), 'Cerámica tradicional asturiana' (1985), 'Biografía y escritos de Faustina Álvarez García (madre de Alejandro Casona) durante su estancia en Miranda 1910-1916' (2001), 'Alejandro Casona, de maestro en Narciandi a inspector en el Valle de Arán' (2003), 'Los Pruneda: la primera imprenta de Avilés' (2004), 'Don Mariano Cubí i Soler, pedagogo, frenólogo, lingüista, primer recopilador del Bron de los caldereros' (2005) y 'El cancionero de Torner y el romancero y cancionero de Somiedo en el grupo folk Madreselva' (2006).

De los muchos reconocimientos que recibió destacan ser miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Premio Nacional de Etnografía Marqués de Lozoya (1983) por su obra Cerámica tradicional asturiana, y Premio Nacional de Periodismo Mundo Negro (1988) por sus artículos sobre la cerámica negra de Burundi. Este trabajo sobre Africa lo realizó tras una visita a la misión que la diócesis tenía en aquel país. En 1976 recibió la mención especial del premio de poesía Alfonso Camín de Gijón con su poema ‘’Al hórreo’’ y en 1981 recibió el premio Ana del Valle con su composición poética ‘’Verso en ruinas’’.

Siempre se presentó como un sacerdote progresista y a menudo contestatario, para lo que aplicaba la leyenda de la iglesia de San Martín de Luiña: ‘’ No pasen de aquí a oír misa los vaqueiros’’, y como él mismo decía después de hablar pensaba: ‘’ya crucé la raya’’, uniendo sus raíces vaqueiras a su tendencia a salirse de la ortodoxia católica en temas como el del celibato o la confesión.

A través de su pluma fina siempre fue critico con los temas que acontecían en la vida cotidiana de la diócesis. Así, en referencia a los carteles y materiales inúiles que según él mandaban desde el Arzobispado, escribió un poema que logró el aplauso unánime de todo el clero del arciprestazgo de Avilés. Decía así:

Me da pena tirar a la basura
tanto y tanto papel como recibo
yo que gasto tan poco cuando escribo
y el que compro administro con mesura

Ellos no. Me parece una locura
mandar  tanto papel al colectivo:
Carteles, circulares sin motivo
que nada dicen ya al cansado cura

No sé bien el por qué ni quien lo manda,
si es el jefe, el gestor o el subalterno…
No quiero más papel. Me cierro en banda

Sólo pido y suplico al Dios Eterno
que quien siga mandando propaganda
arda siempre con ella en el infierno

Sus investigaciones etnológicas siguieron los pasos de Natacha Seseña e incluso propició una gran metodología de investigación en el campo de la bucarofagia. Feminista convencido repetía con frecuencia aquella frase de Juan Pablo I ‘’Dios es más madre que padre’’. Le encantaban las historias de Xanas, de lugares donde mandaban las mujeres como la isla de San Baladran, “las cacharreiras“  de la cerámica astur o la impronta femenina de Ana Del Valle, su amiga de las tertulias literarias de Avilés.

Hasta sus anécdotas y vivencias tenían tratamiento literario cuando eran contadas por él. Dos que nunca olvidó son esas visitas a sendos enfermos terminales en la Parroquia. Una era una mujer en una horrible agonía que no terminaba; Don José Manuel le dijo que le pidiera al Señor la paz, y ella sin perder ese genio asturiano le contestó: ‘’Ya lo hago Señor cura, pero ni puto caso’’. De ahí surgió un soneto que llevaba por título esas cuatro ultimas palabras. Más bella fue la historia del enfermo de cáncer que tras confesar, comulgar y recibir la Unción en casa, le pidió a la mujer ir a por pasteles y vino dulce, pues según este ‘’había que celebrar la última comunión’’.

Feito estaba predestinado a terminar en Avilés, alguien que nace el día de San Agustín no podía gastar su vida en mejor lugar. Curiosamente la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, que fue hijuela de San Nicolás de Bari hasta 1885 debe su breve historia al sacerdote que más tiempo la ha atendido: D. José Manuel Feito Álvarez. Su antecesor tampoco lo hizo mal, pues D. Ángel González García fue párroco de Miranda treinta y siete años, desde 1927 hasta su muerte en 1964.

Avilés le cautivó; su pasado ilustre y legendario, el valor de sus imprentas y librerías, sus devociones, su arte, todo que le decía algo a Feito. Por eso será en el suelo de Avilés donde esperará ahora la venida gloriosa de Nuestro Señor.

De los poemas en los que Feito habla de la muerte hay tres especialmente brillantes, pues fueron muertes de compañeros que conmocionaron a la diócesis:

In Memoriam Llovió –en la muerte de D. Carlos el Párroco de Pola de Siero (13/08/91)-, Al amanecer –en la muerte de D. Alberto el Vicario General (14/12/00), In Paradisum –en la muerte de D. Norberto el Párroco de Illas (12/12/06)



Quiero ganar la orilla poco a poco,
y perder, poco a poco, la conciencia.
Pido morir mi muerte a plena ausencia:
es la muerte que cada día invoco.

Y si un día esta cláusula revoco
olvídala, Señor, es mi demencia
que no sabe decir en su indigencia
que es mejor vivir cuerdo y morir loco.

Pedía un escritor “morir su muerte”;
no pensaba, quizá, que en la agonía
con dolor siempre hay riesgo de perderte.

Mas si el alma está viva en cuerpo inerte
es más fácil hacer la travesía
y llegar sin temor al cielo a verte.

Descanse en Paz Don José Manuel, el raso del garo de los xagós.


viernes, 3 de julio de 2020

Para cualquier urgencia


Santoral del día: Santo Tomás Apóstol

Tomás significa “gemelo”. La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.

De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.

El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: “Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice “Dídimo”, que significa lo mismo: el gemelo.

Cuenta San Juan (Jn. 11,16) “Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él”. Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente “una fe esperanzada, sino una desesperación leal”. O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.

La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: “A donde Yo voy, ya sabéis el camino”. Y Tomás le respondió: “Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:

Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.

Le dijo Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.

En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.

En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros… Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: “Sígame, que yo voy para allá”, entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: “Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad”. Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: “O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna”.

El hecho más famoso de Tomás

Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.

Dice San Juan (Jn. 20, 24) “En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. El les contestó: “si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré”. Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: “Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”. Jesús le dijo: “Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver”.

Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.

Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.

Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe “Señor mío y Dios mío”, y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: “Dichosos serán los que crean sin ver”.

(EWTN)

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Del cepillo al internet: la solidaridad cristiana

Llegamos cada domingo a nuestra parroquia y nos parece algo descontado que debe estar limpia, ordenada, bien iluminada, con megafonía adecuada, con calefacción cuando hace frío que pela, y refrigerada o ventilada cuando el sopor caluroso. Ahora hay un factor más añadido: debe haber gel hidroalcóholico para nuestras manos, y al acabar la celebración ha de emplearse algún producto limpiador en todo el templo. Todo esto supone gastos que alguien debe ayudar a pagar. Nuestra clásica picaresca hispánica acuñó un término simpático para nombrar un momento de la Misa dominical que ha tenido muchos sobresaltos: “pasar el cepillo”. Sin duda que esta labor de “cepillar” no tiene una solemnidad litúrgica propiamente dicha, como cuando incensamos el altar o las personas porque en ellas reconocemos la presencia del Señor. No, cuando alguien en la iglesia “pasa el cepillo”, es para recordarnos algo tan antiguo en la práctica cristiana como la comunicación de los bienes, compartiendo con los hermanos lo que se recibe de Dios.

Tal vez, la colecta dominical se ha podido reducir a unas “perrillas” que se echan en el cesto como tímida colaboración en los gastos de la parroquia. Tiempos podrán venir en los que los cristianos deberemos todos concienciarnos que la colecta del domingo debe ser un modo habitual y hasta generoso, de compartir los gastos de la comunidad que nadie subvencionará. Pero los “gastos” no son únicamente los que acabo de señalar como mantenimiento de unos locales, sino sobre todo los que se derivan de la ayuda que prestamos a los pobres, sea cual sea su rostro de pobreza. Las hambres no son solamente las de la falta de pan, sino también otras hambres que dejan igualmente insatisfechos, inanes y desnutridos a quienes no alimentan su esperanza, su caridad o su fe.

Si pasamos el “cepillo”, no lo deberíamos hacer como un resorte mecánico, ni hacer como hacían aquellos que siguiendo la misa por la televisión al no poder acudir a la iglesia debido a su enfermedad, llegando la colecta cambiaban de canal por si acaso salía de la pantalla el cesto del cepillo. Lo hacemos con la conciencia clara de quien quiere poner en común algo de lo mucho que le sobra o algo de cuanto sin sobrarle lo quiere así agradecer: compartiéndolo. No lo hacemos porque sí, ni tampoco al rebufo de otras iniciativas semejantes, sino por amor a Dios que en los hermanos más necesitados vive y nos extiende su propia mano. 

No es un alarde de generosidad altanera,sino un modo de reconocimiento de que incluso cuando lo que tenemos es fruto del sudor honesto de nuestra frente, lo hemos recibido de la Providencia del Señor. Porque la caridad cristiana tiene siempre su propia denominación de origen, si quiere seguir siendo caridad y cristiana. Bienvenidos sean otros cauces e iniciativas, como las suscripciones familiares de quienes entregan mensualmente a la parroquia una cantidad fija como cuota de colaboración estable. O hagamos nuestro donativo a la comunidad diocesana o parroquial a través de otros cauces como el de internet: http://www.donoamiiglesia.es

Sea pasando el cepillo en nuestras celebraciones dominicales, o sea a través de otros modos de colaboración estamos compartiendo cristianamente nuestros bienes con la comunidad y asistiendo a los pobres. Quienes luego nos acercaremos al altar para recibir el Cuerpo del Señor debidamente preparados, sabemos que quien sacia nuestra hambre con el Pan santo de la Eucaristía, nos envía a saciar o paliar desde la caridad a nuestros hermanos necesitados. Y cuando hayamos cumplido con este grave deber de asistir a los hambrientos de pan, no dejemos de hacerlo a quienes también se mueren de tantos modos porque les falta el otro pan: el de la fe, de la caridad o de la esperanza.

+ Jesús Sanz Montes,
Arzobispo de Oviedo

jueves, 2 de julio de 2020

Munilla acude a una frase del Padre Pío para animar a leer este verano y propone 36 libros

36 propuestas para este verano

Fiel a su cita estival con la lectura, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ofrece un año más una selección de libros católicos (o interesantes para los católicos) que presenta con una frase del  Padre Pío como lema: "En los libros se busca, en la oración se encuentra".

Presentamos a continuación la lista, con los enlaces para adquirirlos y enriquecida con algunas reseñas de los libros publicadas en Religión en Libertad.

Esperamos os sirvan

Estos son:


Biografía y hagiografía

1. Papa Francisco, San Juan Pablo Magno

2. Javier de La Torre (ed.), Los santos y la enfermedad

3. Hugo Rahner, S.I., Ignacio de Loyola: el hombre y el teólogo

4. R. Cantalamessa, Francisco de Asís. El genio religioso y el santo

5. Ana Muncharaz Rossi, Santa Hildegarda de Bingen

6. Anne-Isabelle Tollet, Asia Bibi ¡Por fin libre!

7. Giovanni Maria Vian, Pablo VI, un cristiano del siglo XX

8. Baldomero Jiménez Duque, San Juan de Ávila

9. José Javier Esparza, Jérôme Lejeune: luchar, amar, curar

10. Pablo Cervera (ed.), Luis María Mendizábal. Transparencia de un Corazón

Cristianismo hoy

11. Papa Francisco, Credo

12. Cardenal Robert Sarah, Se hace tarde y anochece

13. José Luis Gadea y Magüi Gálvez, El Inmaculado corazón de María triunfará en mi matrimonio

Espiritualidad y oración

14. Marko Ivan Rupnik, "El día al día le pasa el mensaje". La experiencia del padre

15. Santa Margarita Mª de Alacoque, Autobiografía

16. Pablo Cervera, Las Letanías del Corazón de Jesús. Escuela del hombre interior

Novela y literatura

17. Giacomo Biffi, Contra Maese Cereza. Comentario teológico a «Las aventuras de Pinocho»

18. Gustave Thibon, Seréis como dioses

19. Sohrab Ahmari, Fuego y agua. Mi viaje hacia la fe católica

Historia

20. Christopher Dawson, Los dioses de la revolución

21. Gabriel Calvo Zarraute, Verdades y mitos de la Iglesia Católica. La historia contra la mentira

Mariología

22. Paul Claudel, La Anunciación a María

23. Pablo Cervera, Ahí tienes a tu Madre. María, Madre y Patrona de todos los pueblos del mundo

Pensamiento

24. Fabrice Hadjadj y Fabrice Midal, ¿Qué es la verdad?

25. Samuel Gregg, Razón, fe y la lucha por la civilización occidental

26. C.S. Lewis, La abolición del hombre

Ensayo

27. José Granados, Teología de la creación: de la carne a la gloria

28. Jean Pierre Winter, El futuro del padre

29. Georges Bernanos, La libertad, ¿para qué?

30. Manuel Martínez-Selles, Eutanasia. Un análisis a la luz de la ciencia y la antropología

31. Theodore Dalrymple, Sentimentalismo tóxico

Juvenil e infantil

32. Marta Elizalde, Oratorio de niños

33. Jesús Cortés Pendón, Creo. El Credo contado a los niños

34. Jorge Boronat, ¡Me voy de vocaciones!

35. Gonzalo Barbed Martín y Tomás Olábarri Azagra, A vosotros, queridos jóvenes. Los Papas hablan a la juventud

36. Jesús Azcárate, Pav@s pero sant@s

Y no lo olvides: "En los libros se busca, en la oración se encuentra" (Padre Pío)

miércoles, 1 de julio de 2020

Muere Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI

Georg Ratzinger, hermano mayor de Benedicto XVI, ha fallecido hoy en Ratisbona a los 96 años.

(Infovaticana/ Fernando Beltrán) Las alarmas sonaron el pasado 18 de junio cuando, en una decisión sorprendente sin conocer los detalles, Benedicto XVI abandonaba el Vaticano rumbo a Alemania.

Pronto supimos que el motivo no era otro que visitar a su hermano, gravemente enfermo, que vivía en la ciudad bávara de Ratisbona. Con él pasó cuatro días en los que pudieron celebrar misa diariamente y, como se comprobado hoy, despedirse.

Georg Ratzinger nació el 15 de enero de 1924 en Pleiskirchen, Alemania, siendo el mediano de tres hermanos. La mayor, María falleció en 1991 y vivía con el hermano menor, Joseph, quién acabaría siendo Papa con el nombre de Benedicto XVI.

Junto al futuro Pontífice ingresó en el seminario de la archidiócesis de Munich-Freising en 1947 y juntos fueron ordenados sacerdotes en 1951. En 1964, graduado como músico eclesial y compositor, asumió el cargo de director del coro de la Catedral de Ratisbona. En 1976 fue nombrado Prelado de honor Su Santidad.

El 22 de agosto de 2008, agradeciendo al alcalde de Castel Gandolfo la concesión de la ciudadanía honoraria a Georg, Benedicto XVI dijo de su hermano: “Desde el principio de mi vida mi hermano siempre ha sido para mí, no solo un compañero, sino también un guía confiable. Fue para mí un punto de orientación y referencia con la claridad, la determinación de sus decisiones. Siempre me ha mostrado el camino a seguir, incluso en situaciones difíciles”, recoge Vatican News.

“Mi hermano y yo -dijo Georg Ratzinger hace 11 años durante una entrevista- éramos ambos monaguillos, los dos servíamos en la misa. Pronto tuvimos claro, primero yo y luego él, que nuestra vida estaría al servicio de la Iglesia”, dijo Georg en una entrevista de hace 11 años que recoge el medio vaticano. 

Georg habló del amor por la música que unía a ambos: “En nuestra casa todo el mundo amaba la música. Nuestro padre tenía una cítara que tocaba a menudo por la noche. Solíamos cantar juntos. Siempre era un acontecimiento para nosotros. En Marktl on the Inn, además, había una banda de música que me fascinaba mucho. Siempre pensé que la música era una de las cosas más hermosas que Dios creó. También a mi hermano le ha gustado siempre la música: tal vez le contagié yo”.

El hermano del Papa emérito nunca ocultó el hecho de que no se alegró por la elección de su hermano como Sucesor de Pedro en 2005: “Debo admitir que no me lo esperaba y me quedé un poco decepcionado… Debido a sus gravosos compromisos comprendí que nuestra relación tendría que reajustarse mucho. En cualquier caso, detrás de la decisión humana de los cardenales está la voluntad de Dios, y a esto debemos decir que sí”, recoge Vatican News. 

En 2011, entrevistado por una revista alemana, Georg Ratzinger hizo unas premonitorias declaraciones: “Si no pudiera más desde el punto de vista de la condición física, mi hermano debería tener el valor de renunciar”. Dos años después, en una decisión histórica, su hermano pequeño renunciaba al Papado.

Durante los años siguientes eran frecuentes las visitas de Georg al Mater Eclesiae -residencia de Benedicto XVI en los jardines vaticanos-, donde pasaba largas estancias acompañando a su hermano.

Requiem aeternam dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace.

Conociendo a San Pío de Pietrelcina