viernes, 3 de agosto de 2018

No te la pierdas


Orar con el Salmo del Día












Sal 68
R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado?

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.

jueves, 2 de agosto de 2018

50 años de la Humanae vitae. Por Monseñor Demetrio Fernández

(Obispado de Córdoba) El 25 de julio de 1968 publicaba el Papa Pablo VI (que será declarado santo el próximo 14 de octubre) la encíclica Humanae vitae sobre el sentido del amor humano en su expresión corporal matrimonial y la regulación de la natalidad. Se cumplen, por tanto, 50 años de esta “encíclica profética”, que viene a iluminar el sentido del amor humano en el seno del matrimonio cristiano. El misterio del hombre sólo se ilumina a la luz del misterio del Verbo encarnado, nos recuerda el Vaticano II (GS 22). También en este punto tan profundo y delicado del amor, y del amor en su máxima expresión corporal, como es la unión sexual de los esposos, bendecida por Dios desde el principio y elevada a la categoría de sacramento por el mismo Jesucristo.

La sexualidad, lugar en el que se expresa ese amor corporal de los esposos, no es mala. Más aún, vio Dios todo lo que había hecho y, cuando llegó al hombre (varón y mujer), “vio que era muy bueno” (Gn 1,31). Es algo salido de las manos de Dios, por tanto es algo bueno en su origen. Ciertamente, el pecado ha trastornado todo lo que ha salido bien de las manos de Dios, pero no lo ha destruido ni lo ha corrompido plenamente. Esta realidad del principio, herida por el pecado, ha sido sanada por el mismo Cristo. Por eso, mirándole a él, el Verbo que ha tomado nuestra alma y nuestro cuerpo humano, e influidos por su gracia, entendemos el misterio del hombre también en esta dimensión del amor humano, de la sexualidad humana. El trato con Jesucristo hace entender y ayuda a vivir este aspecto tan neurálgico de la vida de los esposos.

El Papa Pablo VI hace un canto al amor de los esposos, diciendo que ha de ser un amor humano y humanizador. Es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo. No es una simple efusión del instinto o del sentimiento, sino que es también y principalmente un acto de la voluntad humana. Es un amor que va convirtiendo a los esposos en un solo corazón y los va conduciendo a la perfección de cada uno. Es un amor total, es una forma singular de amistad personal, que se goza no sólo en recibir, sino en darse sin reservarse nada. Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Así lo entiende el esposo y la esposa el día que lo asumen libremente. Puede conocer momentos de prueba, pero esa fidelidad es posible, noble y meritoria. Así lo demuestran tantos matrimonios de hoy y de siempre. Es un amor fecundo, porque normalmente se prolonga en el don de los hijos, que son el don más excelente del matrimonio y contribuyen al bien de los padres.

En el contexto en el que se publica este documento pontificio, está en plena efervescencia la revolución sexual de 1968, el amor libre y sin ataduras, la expansión y universalización de la píldora anticonceptiva, la propuesta del aborto libre y una serie de retos que plantean a los cristianos una respuesta. Esta encíclica de Pablo VI ilumina con una luz duradera que el ejercicio de la sexualidad humana tiene su lugar dentro del matrimonio, en el cual cada uno de los actos de unión sexual propios de los esposos deben estar abiertos a la vida, pues tales actos para ser humanos llevan incluido el sentido unitivo y el sentido procreativo de la unión sexual. Es decir, no pueden servir sólo para la unión y crecimiento en el amor de los esposos entre sí, sino que cada uno de ellos debe estar abierto a la vida. Dado el carácter cíclico de la fecundidad, no se deriva de cada acto conyugal la concepción de un nuevo hijo, pero todos y cada uno de los actos ha de estar abierto a la vida, los esposos no deben poner ningún impedimento. De ahí la importancia también del conocimiento del ciclo fértil para un uso responsable.

Esta encíclica no fue bien recibida por todos. Produjo satisfacción y también turbación. Es como la primera vez que el Papa en su magisterio supremo se ve contestado por unos y por otros, de fuera y de dentro. Las intervenciones posteriores de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han reafirmado el valor de esta encíclica y la actualidad cada vez mayor de esta doctrina de la Iglesia. Por eso, es llamada “encíclica profética”. Se trata de un punto crucial, muchos cristianos se han alejado de la Iglesia sólo por este punto, otros han encontrado verificado en sus propias vidas la felicidad que este mensaje contiene, y las propuestas que el mundo ofrece hoy son mucho más disparatadas que entonces. Por eso, la encíclica Humanae vitae ha sido un faro de luz en estos 50 años y al celebrar este aniversario es una ocasión para profundizar en su contenido y llevarlo a la práctica, como una luz que ilumina el misterio del amor humano en nuestros días. Y una pauta en la que han de educarse los jóvenes especialmente.

La homilía de la 2 de Monseñor Reig.













Texto de la homilía:

https://www.obispadoalcala.org/noticiasDEF.php?subaction=showfull&id=1532511000&archive=

Y para escuchar la homilía en los minutos 19:39 hasta 32:44 de la Celebración:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/dia-del-senor/dia-del-senor-festividad-santiago-apostol/4674053/

Enseñanzas de siempre



miércoles, 1 de agosto de 2018

''Vuelve Madre, porque te necesitamos''. Por Rodrigo Huerta Migoya

Cuando se habla de Nuestra Señora del Buen Consejo, inmediatamente se vincula esta bella advocación a tierras italianas; lo que muchos ignoran es que en realidad este culto se inició en Albania, de donde se trasladó en icono en 1467 a su actual emplazamiento en la localidad de Genazzano, a 60 kilómetros al sur de Roma. Una destacada albanesa, Santa Teresa de Calcuta; ''la Madre Teresa'', visitó este santuario italiano, y cuentan que la religiosa hizo a Nuestra Señora esta sencilla oración: Vuelve Madre porque te necesitamos. Era el deseo de que la paz volviera a su país de origen de la mano de su reinado, que siempre lo es de Paz.

Hoy, ese grito que lanzó aquella monja pequeña de estatura pero grande de corazón y espíritu, resuena también en el sentir de la gran mayoría del asturiano pueblo de Langreo que quiere recuperar para su hornacina pública a María de Nazaret. Quieren que vuelva a la Casa de todos Aquella que es de todos, que no tiene bando ni color político y que une y no divide.

De momento el mal ha triunfado, eso es evidente; lo que me pregunto es qué han ganado o en qué han mejorado los que se han prestado a ser cooperadores en semejante epopeya. ¿No presumía la Corporación Municipal de Langreo de ser aliados de la libertad? Pero ya sabemos que libertad sí, pero la impuesta. El Ayuntamiento es de todos -dicen- pero evidentemente no para todos. Y lo más sangrante de esta situación es que en presunta democracia y libertad, la voz de una amplia mayoría no importa. Cual anacrónico "despotismo ilustrado" (en este caso con mucho más despotismo y poca ilustración): Todo para el pueblo, pero sin el pueblo...

¿Por qué y a quién molestaba la Virgen del Carbayu, en qué ofendía?... Han conseguido únicamente el desprestigio propio y de la Institución y el enfrentamiento entre vecinos. Al desalojar a la Santina del Carbayu de la Casa Consistorial se reabrieron gratuitamente (alomejor es lo que querían) viejas heridas perfectamente cicatrizadas, pues en su momento langreanos de izquierdas y derechas, creyentes y no creyentes, practicantes y no practicantes, se mostraron en contra de que unos cuantos acabaran con algo que en su día habían decidido todos sin excepción.

Langreo no sólo no ha ganado en nada, al contrario, hoy es más pobre, pues ha dado una patada al símbolo y al nombre que a todos les decía algo de una u otra forma; y que mejor ha llevado el nombre del municipio por medio mundo. Hasta al mismísimo José Ángel Fernández Villa -hoy caído en desgracia- también se le vió muchísimas veces subiendo "devoto" al Santuario de todos los langreanos. Tocaba zarpazo a la libertad religiosa para ser más "modernos" amparados también en otra entelequia de "memoria parcial" que imponen, como siempre, los que mandan; muy al margen de los hechos que escriben la verdadera Historia.

Estos modernos, de estado y ayuntamientos laicos (no habla de eso la Constitución) no han visto que otros consistorios como Gijón no han cogido el óleo de Marola que representa a San Pedro Apóstol, Patrono de la Ciudad, ni se bajó al trastero ni se quemó en una hoguera. Ni que tampoco su vecino Ayuntamiento de Lavina persiga o condene al ostracismo (sino todo lo contrario) a la Virgen del Otero... Quizá porque tienen más fresca la memoria y el respeto a la historia de la mayoría de un pueblo.

Triste hazaña desmemoriada del grupo municipal, aquellos que alzaron la mano contra lo que sus abuelos y vecinos habían decidido y entronizando en la Casa de Todos. Qué habrían dicho los difuntos sobre tal ultraje; esos langreanos anónimos que ya no están para defender a su Virgen, los que sus últimas oraciones o recuerdos fueron para Ella, y que cada año subían al Carbayu a pedir salud y protección, o simplemente porque era su Virgen y su Carbayu...

Muy a sabiendas, la alevosía de esta acción se escuda en que tienen claro que hay muchas firmas que no se pueden recoger para darles en cara porque una gran mayoría deshonrada de langreanas y langreanos de La  Nueva, de Ciaño, de Sama, de la Felguera, del Puente, de Pando, de Lada, de Tuilla, de la Venta, de Barros, de Riaño... descansan ya en la paz de esta tierra del Valle del Nalón revuelta por los picadores y que a buen seguro, tras tantas subidas al Carbayu, tendrán sobre su sepultura una imagen de esa Madre que para ellas y ellos en su Ayuntamiento lo era bella, visible e histórica.

Seguiremos esperando por ella y con ella, pues el tiempo pasa también para los necios y soberbios de corazón. Así nos lo anunció musicalmente Gabaraín: ¡una madre no se cansa de esperar!.

Del Oficio del Día

De las obras de San Alfonso María de Ligorio, obispo.
(Tratado sobre la práctica del amor a Jesucristo, edición latina, Roma 1909, pp. 9-14)

EL AMOR A CRISTO

Toda la santidad y la perfección del alma consiste en el amor a Jesucristo, nuestro Dios, nuestro sumo bien y nuestro redentor. La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto.

¿Por ventura Dios no merece todo nuestro amor? Él nos ha amado desde toda la eternidad. «Considera, oh hombre -así nos habla-, que yo he sido el primero en amarte. Aún no habías nacido, ni siquiera existía el mundo, y yo ya te amaba. Desde que existo, yo te amo.»

Dios, sabiendo que al hombre se lo gana con beneficios, quiso llenarlo de dones para que se sintiera obligado a amarlo: «Quiero atraer a los hombres a mi amor con los mismos lazos con que habitualmente se dejan seducir: con los vínculos del amor.» Y éste es el motivo de todos los dones que concedió al hombre. Además de haber dado un alma dotada, a imagen suya, de memoria, entendimiento y voluntad, y un cuerpo con sus sentidos, no contento con esto, creó, en beneficio suyo, el cielo y la tierra y tanta abundancia de cosas, y todo ello por amor al hombre, para que todas aquellas creaturas estuvieran al servicio del hombre, y así el hombre lo amara a él en atención a tantos beneficios.

Y no sólo quiso darnos aquellas creaturas, con toda su hermosura, sino que además, con el objeto de conquistarse nuestro amor, llegó al extremo de darse a sí mismo por entero a nosotros. El Padre eterno llegó a darnos a su Hijo único. Viendo que todos nosotros estábamos muertos por el pecado y privados de su gracia, ¿que es lo que hizo? Llevado por su amor inmenso, mejor aún, excesivo, como dice el Apóstol, nos envió a su Hijo amado para satisfacer por nuestros pecados y para restituirnos a la vida, que habíamos perdido por el pecado.

Dándonos al Hijo, al que no perdonó, para perdonarnos a nosotros, nos dio con él todo bien: la gracia, la caridad y el paraíso, ya que todas estas cosas son ciertamente menos que el Hijo: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todo lo demás?

RESPONSORIO Sal 144, 19-20; 1Jn 3, 9

R. El Señor satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. * El Señor guarda a los que lo aman.

V. Quien ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él.

R. El Señor guarda a los que lo aman.

ORACIÓN.

Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.