domingo, 30 de julio de 2017

Homilía de nuestro Párroco

Homilía en la Festividad de San Félix Mártir.
Patrono Titular de la Parroquia de Lugones
Re (3,5.7-12)/ Sal 118 /Rom (8,28-30)/ Mt (13,44-52)

1. Un corazón dócil para amar (aceptar) la voluntad de Dios

Queridos hermanos:

Las lecturas del A.T. que meditamos en esta mañana ponen de relieve una actitud clave para que la vida de un creyente pueda llegar a florecer, y esta es la capacidad de renuncia a nuestras insuficiencias que no sólo nos dominan sino que buscan siempre dominar a los demás. La existencia de toda persona parece asfixiarse cuando en su ritmo de vida siempre impera el triunfo de mis objetivos y metas sobre los demás, que finalmente también son víctimas de nuestro particular egoísmo.

En la primera lectura del libro de los Reyes el rey Salomón consciente de su difícil misión de suceder a un monarca tan polifacético y sabio como fue su padre David, ora al que todo lo puede para pedirle no ser más grande ni más poderoso, sino simplemente tener corazón dócil. Es la tarea a poner en práctica por todos y el denominador común que ha llevado a la santidad a los que como San Félix son ejemplo para nosotros: Dejarse en manos del Buen Alfarero para que el nos haga a su imagen y semejanza (Gn 1,26).

También con el salmo hemos pedido que esta actitud dócil no sólo nos sirva para los momentos en los que estamos a bien con Dios, sino que este dejarse en Él sea un sí para en encajar lo que nos venga, las alegrías y también las penas; las duras y a las maduras...

Así lo hizo San Félix, el cual, una vez que se encuentra realmente con Cristo, rompe sus planes y se deja guiar desde su África natal hasta nuestra península donde anunciará el Evangelio a pesar de la persecución que en aquél momento aquí se vivía.

2. Hacer el bien

La carta del Apóstol Pablo nos señala otro adjetivo muy presente en la vida de este querido patrono: la bondad. Félix tuvo que sufrir muchas injurias y oprobios por ser testigo del Resucitado en tierras gerundenses; sin embargo, encarnó para sí lo que hoy nos decía la epístola: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (Rom 8,28).

En nuestro refranero popular esto tiene su sinónimo: hacer el bien sin mirar a quién.

La antigüedad de nuestro Santo, data nada menos que del siglo III, lo que ha hecho que muchos detalles de su vida se hayan diluido en el tiempo. No sabemos con certeza cuál era su misión en aquella comunidad cristiana de Gerona; unos historiadores apuntan que fue diácono al servicio del Obispo también mártir, San Narciso, mientras que otros consideran que sin haber llegado a ser diácono lo que sí es evidente es que su servicio y entrega como creyente comprometido en aquella primitiva Iglesia le valió para que desde el medievo se le venga representando con los ornamentos propios del diácono. Como dijo el Señor, ''el que quiera seguirme que me sirva'' (Jn 12, 26) y Félix le siguió desde el servicio.

La frescura evangélica del contexto histórico de nuestro protagonista nos hace imaginar cómo a pesar de tenerlo todo en contra, los creyentes del momento supieron afrontar el mal desde la unidad, destacando por ese amor mutuo que ha sido el sello inequívoco de los que son cristianos de verdad.

Cuánto daño hacemos y nos hacen (también entre los que nos decimos cristianos) con la lengua: el Papa Francisco no deja de denunciar lo perjudicial que es en cualquier ámbito eclesial la calumnia, la difamación y todo aquello que conlleva el pecado de palabra, por el que a diario pedimos perdón con una boca más pequeña de la que habitualmente usamos en la calle.

No acabamos de concienciarnos. Una Comunidad Parroquial no brilla ni por tener bienes, antigüedad, números, grupos... no; nada de eso. Una parroquia sólo brilla cuando hay dos cosas muy claras: que Él está en medio de nosotros y cuando esto hace que nos amemos de verdad y respetemos entre nosotros.

3. La parabola del tesoro escondido

La última enseñanza de la Palabra de Dios a la luz de la vida de nuestro Santo, nos la da el mismo Evangelio proclamado. Sabemos que el tesoro esta en ese campo, tan sólo tenemos que comprar el campo y el tesoro será nuestro; pero para comprar el campo necesitamos vender lo que tenemos: ¿son capaces de despegarnos de todo para apostar por algo seguro? No es una hipótesis, el cofre está ahí, sin embargo a veces preferimos aferrarnos a nuestras pobrezas y falsas seguridades en vez de poseer la mayor fortuna imaginable que es la vida plena con el Señor.

San Félix que con tal de encontrarlo vendió no sólo lo poco que tenía sino que dejó descarnar su propio cuerpo antes que perder la oportunidad de alcanzar ese campo.

Concluyo dando las gracias a los que me habéis ayudado a recuperar esta celebración con la dignidad que merece nuestro Patrón, y a los que hacéis posible que el pobre haya salido del ostracismo y del olvido en el tiempo. Gracias a la Cofradía del Carbayu por darle pólvora a este día y muy especialmente a toda la feligresía de Lugones que lo celebra, pues con esta fiesta damos gloria y memoria a nuestros mayores y al Santo que da nombre a Lugones.

Yo siempre digo que la Providencia se ha apoyado en este Santo a lo largo de mi vida. Yo he nacido en una Parroquia que tiene por titular a San Felix, y en su sabiduría ha querido el Señor que yo fuera enviado aquí, a otra Parroquia dedicada también a este gran santo para pastorear a su pueblo como yo lo vi hacer a mis sacerdotes desde niño.

Que siga creciendo en nuestra localidad la devoción hacia su Patrono para que siga intercediendo por nosotros. Que así sea.

Joaquín, Párroco

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