jueves, 3 de marzo de 2016

La Pastoral Penitenciaria llamada a ser apostolado



Han pasado las semanas, y parece que aún son varios los empeñados en jugar a los manifiestos y en desacreditar y presentar como “equivocados” precisamente a los que la Iglesia pone como guías para ese camino pastoral; en primer lugar al mismo Sr. Arzobispo y por extensión a su Delegado Episcopal. Y es que, para necedad de unos y escándalo de otros, doctores tiene la Iglesia, y en este caso ya se han pronunciado.

Hace ya muchos años que el voluntariado religioso en el Centro Penitenciario de Villabona requería de una revisión, un análisis y remodelación profunda, pues la esencia de esa obra de misericordia se había difuminado perdiendo su origen e identidad. Visitar al cautivo no puede ser nunca un fin de proyección personal o grupal; de “hobbies” o intereses varios que nada tienen que ver con la misión de ir a un lugar en nombre de la Iglesia. En ese sentido se ha pronunciado el Arzobispado, y actuado en consecuencia. En medio de las voces disidentes contra esas medidas que ejercían “su” pastoral, tampoco han faltado muchas que dijeran “ya iba siendo hora”.

Estuve en la Cárcel y me visitasteis (Mt 25,36): sí, el pasaje lo conocemos todos, ahora bien ¿Qué espera ese Jesús reo de nosotros?... ¿Qué le llevemos entretenimiento de ONG envuelto en politiqueo barato?; ¿Qué le presentemos el futuro como un guateque “hippie”? ¿Podemos decirnos Iglesia cuando el Evangelio lo edulcoramos y maquillamos a nuestro gusto para que “mole” y quedar de “guays” los mensajeros?...

Este era el problema de raíz y a subsanar, y que siendo “vox populi”, clamaba al Cielo. Para muchos fue un acierto el nombramiento en su día para esta capellanía del último Delegado, Don Julián De Hoyos; quizás el ser natural de Ventanielles le hacía conocedor de campo del destino de los que caen en las miserias de la droga y la marginalidad. Don Julián inició un proyecto de cambio para hacer de esa Casa de Dios entre los apresados una casa de oración y esperanza; no sólo un lugar de encuentro y entretenimiento con actividades varias e iniciativas originales, desmarcadas muchas veces del propio Evangelio.

Le sucedió el P. José Antonio Quintana S.J., un excelente religioso al que en mi casa se le tiene mucho aprecio por haber sido tutor y profesor de mi hermana. Algunos de los “ofendidos” por su nombramiento han tratado de matar al mensajero y difamar a este jesuita, el cuál es conocido por desarrollar una gran labor en los diferentes destinos por los que pasó, como Zaragoza, Alicante o Gijón. Por ser hombre de criterio y formación, ha sabido encaminar al llamado “equipo de pastoral”, en clave de principio y fundamento. Con tranquilidad pero sin dejarse manipular, cumpliendo un encargo en conciencia, trata de desarrollar un proyecto conforme a las directrices de la Iglesia. De nada pueden servir violinistas ni médicos o astronautas con brillantes “curriculums” sino tienen claro el origen de su misión ni en nombre de quién van. Aquí hacen falta personas que lleven amor, Amor con mayúscula y la Palabra de Dios desde la experiencia y vivencia personal en la Iglesia de Jesucristo.

Y en el “totum revolutum”, salen ahora a flote después de un letargo más que pronunciado, algunos “ilustres” del “Foro Gaspar Garcia Laviana”, pero esta vez y para sorpresa, para unirse -y no para escribir en contra- de Monseñor Sanz (quizá sabiendo que no es Monseñor Osoro) siendo en todo caso bueno que los sacerdotes redescubran el temor de Dios, y, porque no decirlo, el respeto a su prelado.
Pienso que ya han pasado las horas de panfletos, manifiestos y pantomimas; de “comunas” y demás grupitos anclados en una época que ya pasó; que piensan que la vida de la Iglesia pasa por repartir a los currantes panfletos e invitar a la chavalería a meriendas y campos de trabajo para su adoctrinamiento; para llevar beatas a pascuas juveniles. Es hora de abrir los ojos y caer en la cuenta que el Jesús del que el mismísimo Papa Francisco habla, no se parece ni en el blanco de los ojos al que nos “venden” Pagola, Queiruga o Arregui…


Enhorabuena Sr. Arzobispo y mucho ánimo al Sr. Delegado, que ya se hará camino al andar o como diría San Agustín: “Solvitur ambulando”.

Rodrigo Huerta Migoya

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