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viernes, 18 de marzo de 2016
Mons. Juan Antonio Menéndez: "La Iglesia no puede callar y guardar silencio ante los atropellos que se cometen con los refugiados"
“Los refugiados, reto para la Iglesia” ha sido la última charla de las Conferencias Cuaresmales de la Basílica de San Juan, en Oviedo, de este año.
Corrió a cargo del Obispo de Astorga, Mons. Juan Antonio Menéndez, quien pertenece, desde hace años, a la comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. En su intervención, el obispo asturiano quiso destacar, en primer lugar que “En la Iglesia, nadie es extranjero pues ella abraza todas las naciones, razas, pueblos y lenguas. Los refugiados y otras personas forzosamente desplazadas han estado, están y estarán siempre en el corazón de la Iglesia, como lo ha expresado y demostrado en numerosas ocasiones el Magisterio Pontificio y de los obispos, las instituciones eclesiales dedicadas a la atención pastoral de los refugiados y la solidaridad con su causa de muchos cristianos particulares”, y mencionó que los retos que plantean la nueva situación de los refugiados a la Iglesia “podemos resumirlos en los siguientes: Un reto humanitario que conlleva la defensa la dignidad de la vida y de la persona del refugiado y desplazado forzoso, el apoyo al reagrupamiento familiar y la acogida, hospitalidad y solidaridad con los refugiados. Un reto eclesial que se expresa en la atención pastoral y espiritual a los católicos de rito latino, de rito oriental, en el diálogo ecuménico e interreligioso. Un reto cultural que nos comprometa a construir una cultura del encuentro y la paz y estabilidad”.
Además, denunció que “La Iglesia no puede callar y guardar silencio ante los atropellos que se comenten con ellos”, y afirmó que "En estos momentos los gobiernos de las naciones europeas se está comportancdo en esta cuestión como el rico Epulón de la parábola. Quieren colocar a los refugiados fuera de casa, a sus puertas y darles allí las migajas que caen de su mesa para que sobrevivan. Este es un signo evidente de la grave crisis del hombre y de la sociedad que vive Europa. El viejo continente ha perdido su conciencia hospitalaria y su raíz evangélica. Ya no importan las personas ni sus circunstancias sino el beneficio que se pueda sacar de la situación. Ya no importa la solidaridad como ejercicio concreto de la caridad con el prójimo sino la rentabilidad de los números. Los grandes poderes fácticos económicos, ideológicos y los lobys que están detrás de las instituciones europeas son y actúan con moentalidad materialista, poscristiana e incluso anticristiana.
Además, recordó que los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones han hecho pública una nota ante el posible acuerdo entre Turquía y la Unión Europea para devolver al país turco a los refugiados que estos momentos se encuentran en Europa y reasentarlos en dicho territorio. “En el comunicado manifestamos nuestro inmenso dolor ante las tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados detrás de las cuales está siempre un sistema económico injusto en el que prevalece el lucro por encima de la dignidad de las personas o la violencia y la guerra. Alzamos la voz junto con otras organizaciones de la Iglesia en defensa de los derechos de los refugiados e inmigrantes y alabamos unidos al Santo Padre iniciativas como la de los pasillos humanitarios que son un signo concreto de compromiso por la paz y la vida”.Finalmente, recordó que, en estos momentos, la Comisión Episcopal de Migraciones“impulsa una recogida de firmas para pedir al gobierno en funciones del Reino de España que no firme el Acurdo previsto entre la Unión Europea y Turquía y siga con la intención de acoger los 17.000 refugiados a los que en su día se comprometió a acoger”.
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