jueves, 17 de septiembre de 2015

Entrevista al Cardenal Raymond Leo Burke. Si no somos fieles a Cristo en su enseñanza sobre el matrimonio no sé cómo la gente podrá confiar en nosotros



Eminencia, Permanecer en La verdad de Cristo incluye un capítulo inicial analizando la base escriturística del matrimonio, que fue escrito por el padre Paul Mankowski, S.J. Permítame darle un par de citas bíblicas tomadas de la Nueva Biblia Americana destacadas por la Conferencia Episcopal Estadounidense. Génesis 2, 24 dice: «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer y se hacen una sola carne». Marcos, capítulo 10 dice: «Los fariseos se acercaron y le preguntaron: ¿le es lícito al hombre divorciarse de su mujer? Lo estaban probando. Les respondió: ¿qué os mandó Moisés? Ellos contestaron: Moisés permitió redactar el acta de divorcio y repudiarla. Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestros corazones se os ha dado este mandamiento, pero desde el principio de la creación «Dios los hizo hombre y mujer, por esta razón, el hombre debe dejar a su padre y a su madre y se une a su mujer y así serán una sola carne». Así que lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe». En la casa los discípulos de nuevo le preguntaron acerca de esto. Él les dijo «quien se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella; y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Quiero preguntarle, Eminencia, una pregunta muy básica. ¿Estaba Jesús en lo correcto acerca del matrimonio?

Absolutamente. Su misión salvadora para restaurar nuestra comunión con Dios Padre -esa comunión que ha sido rota por el pecado de Adán y Eva- tiene como uno de sus aspectos fundamentales la restauración de la verdad del matrimonio y la fidelidad a esa verdad en la vida del marido y la esposa.


Y así Nuestro Señor, en su enseñanza, hace referencia a la creación misma, en otras palabras, al orden que Dios ha puesto en el mundo y en el corazón humano, por el que un hombre y una mujer son atraídos el uno hacia el otro para formar una unión de por vida, fiel y procreadora, que Nuestro Señor dejó muy claro que ésta es la verdad acerca del matrimonio, que no hay otra verdad acerca del matrimonio, que ésta es la verdad completa.


Y era tan clara que los discípulos le preguntaban acerca de ella porque ellos estaban pasmados. Dijeron: bueno, quizás es mejor no casarse. Y Nuestro Señor dejó claro que Dios Padre da la gracia a aquellos que están llamados a casarse para vivir este maravilloso sacramento y vivir el misterio que refleja de una manera muy particular el amor dentro de la Trinidad, que también es fiel, duradero y fecundo.


Así que vemos que en la obra Salvífica de nuestro Señor, uno de los más importantes aspectos fue restaurar el matrimonio a su verdad.


Dado que fue Jesucristo mismo quien nos enseñó lo que es el matrimonio, ¿puede cualquier sacerdote u obispo cambiar lo que Jesús ha declarado acerca del matrimonio?


No, absolutamente no. Los sacerdotes y obispos están llamados a ser fieles a la verdad. Nuestro oficio es enseñar esta verdad y ayudar a los fieles a vivirla, pero nunca podemos, incluso bajo una supuesta aproximación pastoral, ya sea alterar o negar la verdad acerca del matrimonio.


¿Puede el Papa mismo cambiar la naturaleza del matrimonio, teniendo en cuenta lo que dijo Cristo?


No, no está en su poder, y está muy claro en la enseñanza de la Iglesia que si un matrimonio ha sido válidamente celebrado y consumado no puede ser separado. No puede terminarse por nada excepto por la misma muerte.


¿Y la institución del matrimonio y la manera en que es reconocida por la Iglesia puede ser cambiada por cualquier obispo o cualquier papa?


No. No porque la Iglesia en este asunto sigue tanto la ley natural como la ley divinamente revelada. Como ha señalado, estas palabras de Jesús en el evangelio de Mateo, y no hay ningún estudiante respetable de Escritura que cuestione que estas mismas palabras de Nuestro Señor y el texto de la Escritura dejan claro lo que Nuestro Señor parece estar diciendo, más aún, él lo está diciendo porque sus propios discípulos reconocen que es algo duro, que es una llamada a los casados a una manera de vida heroica, pero una vida a la que están realmente llamados.


Puede ser una verdad inconveniente, pero es la verdad.


Exactamente.


Eminencia, en el Catecismo de la Iglesia Católica, como aparece en el sitio web del Vaticano, hay una sección llamada «Dar testimonio de la verdad». Y dice esto, dice: «Ante Pilato, Cristo proclama que Él ha venido al mundo a dar testimonio de la verdad.». El cristiano no tiene que avergonzarse entonces de dar testimonio de Nuestro Señor. Y sigue diciendo: «El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y seguir las obligaciones que se derivan de ello. Su testimonio es una transmisión de la fe en palabras y hechos. Testimoniar es un acto de justicia que establece la verdad o la hace conocida.»


Ahora, el Catecismo sigue diciendo que hemos visto mártires que a lo largo de la historia de la Iglesia han dado sus vidas porque ellos dieron testimonio de la verdad, cuando no sólo era inconveniente sino que suponía riesgo para su vida.


Un ejemplo es San Juan Fisher que fue un obispo inglés del siglo XVI en tiempos del rey Enrique VIII. A éste, su esposa Catalina de Aragón no le había dado ningún heredero varón superviviente, así que él quería dejarla de lado, divorciarse de ella, y casarse con Ana Bolena. La Enciclopedia Católica describe lo que hizo San Juan Fisher como sigue. Dice: «Cuando la cuestión del divorcio de Enrique de la Reina Catalina llego a Fisher, se convirtió en el principal apoyo de la reina y su más fiel consejero. Aparecía al lado de la Reina en la corte, donde sorprendía a sus pares por lo directo de su lenguaje y sobre todo por declarar que, como San Juan Bautista, estaba listo para morir por la indisolubilidad del matrimonio. Enrique VIII se separó dela Iglesia Católica y se declaró la suprema autoridad sobre la Iglesia de Inglaterra, lo que San Juan Fisher se negó a reconocer, por lo que fue martirizado por Enrique VIII. ¿hizo lo correcto el cardenal Fisher diciendo que entregaría su vida en defensa de la indisolubilidad del matrimonio?


Absolutamente. Ningún sacerdote ni obispo ni ningún pontífice romano podría hacer menos. En otras palabras, entregar la indisolubilidad del matrimonio, como el Rey Enrique VIII pedía, habría sido entregar su fe católica y él no podía hacerlo y Nuestro Señor le dio la gracia de ser un mártir. Él incluso hizo referencia a San Juan Bautista, que durante el propio ministerio de Jesús dio testimonio heroico de la indisolubilidad del matrimonio, dejando claro a Herodes que él estaba viviendo en pecado público y grave, viviendo en matrimonio con la esposa de su propio hermano, que obviamente estaba ligada en matrimonio a su hermano.


¿Debería el cardenal Fisher ser un modelo para los sacerdotes y laicos católicos de hoy?


Bueno, ciertamente lo es para mí. Desde el momento en que me convertí en obispo, he estudiado especialmente su vida. Pero él es un modelo para todos los sacerdotes y obispos y para los laicos. Por supuesto, como sabe, Santo Tomás Moro, un laico, un hombre casado, se unió a él en el martirio, porque también se negó a apoyar a Enrique VIII en su pretensión de ser la suprema cabeza de la Iglesia, para darse a sí mismo la licencia de «casarse» con alguien cuando ya estaba casado con Catalina de Aragón.


Ya sabrá, Eminencia, hace unos cincuenta años Hollywood hizo una película sobre Santo Tomás Moro, Un hombre para la eternidad, que mostraba lo que le sucedió a Santo Tomás Moro y lo promovía como un gran héroe cultural. Pienso que en aquellos días -estamos hablando de los sesenta en Estados Unidos- la idea de que una persona podría tener que sacrificar su vida en la civilización occidental porque se mantiene en contra de la autoridad del Estado defendiendo la institución del matrimonio y la autoridad moral de la Iglesia parecía chocante. ¿parece chocante ahora?


No, no lo parece. Y muestra cómo de lejos, en un período corto de tiempo, hemos descendido y nos hemos alejado de la verdad de nuestra fe y la verdad de la ley moral en general. Pero el hecho de que esta clase de preguntas sean realmente discutidas en la Iglesia debería chocarnos a todos y despertarnos a la necesidad de dar un testimonio heroico de la verdad de la indisolubilidad del matrimonio frente a ataques desde dentro de la Iglesia.


Desde dentro de la propia Iglesia. Como sabe, muchos de los obispos de Inglaterra no se mantuvieron con San Juan Fisher, se fueron con el rey.



No, la mayoría no lo hizo. De hecho, Fisher fue el único obispo. Ahora bien, después hubo muchos que dieron testimonio heroico y laicos y fieles. Pero en ese momento Fisher estuvo más bien solo.


¿Piensa que hay amenaza o riesgo de que en un futuro cercano la Iglesia Católica pueda enfrentarse a esta situación incluso en países occidentales, donde algunos líderes de la Iglesia, algunos obispos, decidan alinearse con el César más que con Dios?¿Tomar partido en contra de la verdad de la Iglesia?¿Hay riesgo de eso?

Pienso que hay desafío real hoy y quizás no viniendo tanto del Estado como de la cultura en general, la aceptación general, la amplia aceptación del divorcio y del volverse a casar, y la Iglesia Católica que es prácticamente la única institución que mantiene la verdad del matrimonio, la indisolubilidad del matrimonio, ahora se le pide un compromiso en esa materia.


Así, tenemos que reconocer que si no estamos en lo correcto acerca del matrimonio -en otras palabras, si no somos fieles a la palabra de Cristo, a la verdad que Cristo nos anunció acerca del matrimonio- en la Iglesia, no sé cómo la gente podría confiar en nosotros acerca de la enseñanza de la fe de cualquier otra manera.

Quiero decir, estamos hablando del mismo fundamento de la vida de la Iglesia, la primera célula de nuestra vida, en la unión marital y la formación de la familia y si no defendemos la santidad del vínculo matrimonial, estamos realmente no sólo abandonando la fe católica, sino realmente abandonando la fe cristiana, en el sentido de que estamos abandonando la misma ley natural.


Eminencia, déjeme preguntarle en relación a otro aspecto del catecismo que llama al respeto de las almas de los otros y habla del pecado de escándalo.

Dice: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave si, por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.» «El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a nuestro Señor esta maldición: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar» (Mt 18, 6; cf 1 Co 8, 10-13). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos». «El que usa los poderes de que dispone en condiciones que arrastren a hacer el mal se hace culpable de escándalo y responsable del mal que directa o indirectamente ha favorecido». ¿Piensa que algunos de los obispos que han participado en el sínodo y estaban empujando a la Iglesia Católica contra la enseñanza de Cristo sobre el matrimonio están en riesgo de cometer escándalo?


Bueno, ciertamente sucedió con la publicación de la relatio intermedia del sínodo. Se causó escándalo en la Iglesia. Los medios de comunicación seculares, no sin razón, se refirieron a ello como un terremoto en la Iglesia. Mientras algunos obispos y otros lo excusaban diciendo que no era una posición doctrinal, sino un simple informe que estaba siendo discutido en el sínodo, el mismo hecho de que estos asuntos estaban siendo discutidos y cuestionados por los presidentes de las conferencias episcopales, por los jefes de los dicasterios de la curia romana y por otros designados especialmente por el Santo Padre para el sínodo, causó una tremenda confusión y podría incluso inducir a los fieles al error respecto a la enseñanza acerca del matrimonio y otras enseñanzas.


Y así, para mí, fue una seria responsabilidad intentar corregir tan rápida como efectivamente fuese posible el escándalo causado por la relatio intermedia.


Recuerdo un obispo en nuestro pequeño grupo, nos encontramos justo después de la lectura de larelatio intermedia y dijo: «¿cómo voy a casa, a mi pueblo, llevando este mensaje para ellos?».


Eminencia, déjeme ser específico en esta parte. En la relatio intermedia -el texto inicial que fue publicado- había una sección llamada «aspectos positivos de las uniones civiles y la cohabitación». Dice: «una nueva sensibilidad en la pastoral de hoy consiste en darse cuenta de la realidad positiva de los matrimonios civiles y habiendo mostrado nuestras diferencias, de la cohabitación. Es necesario que la propuesta de la Iglesia, mientras se presenta claramente el ideal, también indiquemos los elementos constructivos en aquellas situaciones que aún no se corresponden al ideal.» ¿Es esta posición específica escandalosa?


Creo que lo fue porque ¿cómo se puede decir que hay elementos positivos en un acto que es gravemente pecaminoso, comprometerse en el acto matrimonial cuando no estás casado?


No puede haber ningún elemento positivo en esto. Está contra la ley divina, natural y revelada. Simplemente nuestra única respuesta -mientras amamos al pecador, como siempre se dice, amar al pecador y odiar el pecado- pero necesitamos orientar a la persona para dejar el pecado y a convertirse. Pero decirle que hay elementos positivos en la manera en que está viviendo es simplemente una contradicción. No tiene ningún sentido. O es gravemente pecaminoso o no lo es. Quiero decir, está el principio de no contradicción. Es lógica fundamental.


Eminencia, dentro del sínodo, cuando los obispos y cardenales estaban discutiendo lo que habría que decir y cómo la Iglesia debe enfocar estas cosas, ¿había realmente cardenales y obispos argumentando que la Iglesia deba decir que la cohabitación tiene aspectos positivos? ¿Había, de hecho, gente diciendo en que es la manera en que la Iglesia debe actuar?


Bueno, el hecho de que fuera incluida en la relatio intermedia significa que había al menos una persona, aquella que escribió el texto sosteniendo esta posición y la persona que lo escribió debe haber pensado que estaba expresando el pensamiento de otros cardenales y obispos. Por mi parte, ni siquiera quiero pensar que hubiese un número significativo de cardenales y obispos que realmente suscribían este pensamiento.


Eminencia, mi sensación, y puede corregirme si me equivoco, de leer posicionamientos de la Iglesia, desde encíclicas a cualquier otro tipo de documento formal, cartas pastorales, que han sido publicadas por papas anteriores y por la Iglesia, es que han sido extremadamente cuidadosos con documentos bien preparados que superan el test del tiempo y más importante, están claramente fundamentadas en la Escritura y en las enseñanzas inalterables de la Iglesia. ¿Estoy en lo correcto acerca de esto?


Sí, absolutamente. De hecho, cuando una objeción fue hecha a la publicación de la relatio intermedia después de que fuese escuchada, la respuesta fue: bueno, siempre hemos publicado larelatio intermedia. Y mi respuesta a ello fue: sí, he tomado parte creo que en cuatro o cinco sínodos de obispos y éstas relatios intermedias estaban siempre cuidadosamente fundamentadas en las Sagradas Escrituras y en la enseñanza constante de la Iglesia y así, estaba agradecido de que fuesen publicadas para dar una correcta expresión de lo que el sínodo estaba intentando. Pero vi este documento como -no estaba fundamentado en las Sagradas Escrituras y ciertamente tampoco en la enseñanza constante de la Iglesia. Y en los círculos menores hubo un gran esfuerzo en tratar de traer el magisterio -por ejemplo la exhortación de San Juan Pablo II Familiaris Consortio- para introducir esto en el texto y corregirlo.


¿Cómo fue que se paró? ¿Cómo fue posible para un documento como este que tan claramente parece que contradice o pone en cuestión enseñanzas inalterables de la Iglesia Católica , qué pasó para que fuera elaborado e incluso publicado por el Vaticano?


No sé cómo explicárselo. Estoy siendo muy sincero. Me causó un estado de shock, para ser honesto con usted. Y el relator general, que es un cardenal al que conozco por más de treinta años, en una conferencia de prensa -no estoy revelando nada que sea confidencial- en una conferencia de prensa, cuando fue preguntado, por ejemplo, qué pasaba con estas declaraciones, se volvió hacia uno de los otros obispos presentes allí y dijo explica tú esto, tú lo has escrito. En otras palabras, no era su texto.


A pesar de que él era técnicamente responsable de ello, aquellas no eran sus palabras o punto de vista.


Es una situación muy grave. Quiero decir, todo esto, esto es para mí, es ahora mismo profundamente preocupante. Y yo no sabría. No puedo explicárselo. Lo siento, pero no puedo.


Entiendo, Eminencia. ¿Pero su percepción a la hora de hablar con sus hermanos obispos y cardenales sobre lo que pasó allí, es su percepción de que la vasta mayoría de ellos comparte su preocupación, entendiendo por qué el documento era problemático y la manera en que fue producido era problemática?


No puedo decir la vasta mayoría porque no hablé con la vasta mayoría. Le puedo decir que un número... cardenales muy formales y obispos con los que he hablado, ciertamente comparten mi visión de la situación y están muy muy profundamente alterados por todo ello. La votación de algunos de los párrafos que al final se mantuvieron en la relatio final indica que había un número significativo de cardenales y obispos que seguían muy preocupados acerca de estos textos, los textos sobre dar la Sagrada Comunión a aquellos que están en uniones irregulares y darles acceso a la penitencia y a la Sagrada Eucaristía y también los textos que eran confusos acerca de la cohabitación y la condición homosexual, indican que había un buen número de obispos que encontraban esto inaceptable. Y no podemos decir más porque no sabes qué hay en la cabeza de todos los demás obispos que quizá no votaron en contra de ciertos párrafos, pero no sabes exactamente qué pueden haber estado pensando acerca de ello.


Eminencia, en el catecismo, el cual- (el cardenal le interrumpe)

En cualquier caso, lo que quiero decir, si puedo, es que esto no es, éstas no son preguntas que estén sometidas a un voto democrático, ni incluso de obispos. Quiero decir, ésta es la enseñanza constante de la Iglesia y el único rol de los obispos en el Sínodo es mostrar y presentar esto al mundo. Sólo quería dejarlo claro.


Correcto. Los obispos y cardenales católicos no pueden. Si el noventa y nueve coma nueve por ciento de ellos votaran y negaran lo que Cristo dijo acerca del matrimonio, estarían equivocados y no podrían cambiar lo que Él dijo.


Es correcto. Se tuvo la situación en Inglaterra en el tiempo de Enrique VIII, donde tuvimos un mártir, el obispo cardenal Juan Fisher, y la gran mayoría de los otros obispos mantenían la posición opuesta. Pero él permaneció con la verdad, y ellos traicionaron su oficio episcopal.


Pero es extraordinariamente confuso para los católicos y quizás particularmente para los jóvenes católicos que están formándose en la fe, escuchar a un príncipe de la Iglesia cuestionar la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio o el comportamiento homosexual.


Absolutamente. Lo entiendo, lo que yo digo a la gente que atrae mi atención hacia esto o expresa su tremendo dolor y confusión, yo le refiero a la constante enseñanza de la Iglesia, al catecismo, a la Familiaris Consortio, y les digo que esto permanece y no puede cambiar y por lo tanto, a pesar de que esto es un comportamiento sin excusas, puede pasar y nosotros simplemente tenemos que mantenernos en la verdad en nuestras propias vidas y dar testimonio de esto al mundo.


Eminencia, el catecismo también dice que bajo «ninguna circunstancia» pueden los actos homosexuales ser aprobados. Y sigue diciendo que «el número de hombres y mujeres que tienen profundas tendencias homosexuales no es insignificante. Esta inclinación, que es objetivamente desordenada constituye para la mayoría de ellos una prueba» y continúa diciendo que la gente que tiene esta orientación está llamada a una vida casta. Ahora, ¿puede cualquier sacerdote, obispo o papa cambiar lo que el catecismo dice sobre los actos homosexuales, esto es, que no puedes aprobarlos, y que la orientación es objetivamente desordenada?¿puede cambiarse?


No, no es posible. Es parte de la ley moral natural y es también obviamente, parte del magisterio de la Iglesia. No, esto no puede ser cambiado.


¿El papa mismo no puede cambiar esta enseñanza?


No. no, no.


Eminencia, en la relatio intermedia también se dijo: «los homosexuales tienen dones y cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana: ¿somos capaces de dar la bienvenida a estas personas, garantizándoles un espacio fraternal en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que les ofrezca un hogar donde se sientan bienvenidos. ¿Son nuestras comunidades capaces de proporcionarlo, y de aceptar y valorar su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica acerca de la familia y del matrimonio?... Sin negar los problemas morales conectados con estas uniones homosexuales, se debe hacer notar que hay casos en los que hay ayuda mutua hasta el punto del sacrificio, constituyendo un aporte precioso a la vida de los compañeros. Más aún, la Iglesia tiene especial atención a los niños que viven con parejas del mismo sexo, subrayando que las necesidades y derechos de los pequeños deben siempre ser prioritarias». ¿Puede la Iglesia católica enseñar que la gente estimar «valores» inestimables en la orientación homosexual?

No. No es posible porque nosotros apreciamos, valoramos, aquello que es bueno y las relaciones homosexuales no son buenas. No son buenas para nadie. En mi propia experiencia pastoral, trabajando con gente que sufre atracción al mismo sexo, es exactamente lo que el catecismo dice: es una prueba para ellos. Y necesitan la ayuda de un buen sacerdote. Necesitan la ayuda, la mayoría de ellos de la oración y del acceso frecuente al sacramento de la penitencia para superar estas atracciones que son desordenadas.


¿Piensa que la llamada del catecismo para los cristianos a dar testimonio de la verdad tiene aplicación en cómo los católicos y el clero debería tratar con personas que tienen orientación homosexual?


Absolutamente. Y el catecismo es muy claro acerca de esto. El problema con ese texto que has leído es que es todo confusión. Por supuesto, tenemos que amar a la gente, a los individuos que sufren de esta manera, y tenemos que estar cerca de ellos e intentar de cualquier manera ayudarlos, pero lo que necesitan sobretodo de nosotros, es que les digamos la verdad. Y darles la impresión de que pensamos que está bien que ellos puedan estar siguiendo esas atracciones es gravemente erróneo. Y así, tenemos que dar testimonio de amor y respeto a ellos como hijos de Dios, pero al mismo tiempo hacerles ver muy claro que seguir esta atracción que ellos experimentan es pecado mortal, es gravemente erróneo. No es por su bien ni por el bien de nadie más que esté envuelto.


¿Y la gente que cohabita fuera del matrimonio y sigue ese estilo de vida, o que siguen un estilo de vida homosexual, deberían recibir, deberían ir a la comunión?



La única manera de que se pueda recibir el sacramento de la penitencia es confesando tus pecados y teniendo un propósito firme de enmienda. Y si se confiesa el pecado de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio o confiesas el pecado de tomar parte en actos homosexuales y no tienes el propósito firme de cambiar tu vida para evitar estos actos en el futuro, no puedes recibir la absolución. Y de la misma manera, no estarás dispuesto a recibir a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión porque tu vida está en contradicción con la verdad que él nos enseña.


Por la misma idea, si alguien es un ladrón habitual y estuviera cotidianamente robando la propiedad privada de alguien, ¿necesitaría no sólo arrepentirse de hacerlo sino también dejar de hacer lo que está haciendo?


Oh, absolutamente. Por ejemplo, si alguien viene y te dice que está habitualmente robando a la gente, el sacerdote inmediatamente pregunta, lo primero de todo, si están dispuestos a hacer restitución de las cosas que han robado y también si están firmemente resuelto a no volver a hacerlo. Si dicen que no, no continúo, no pueden recibir la absolución.


¿Y Dios puede también perdonar a un asesino?

¿Perdón?
¿Dios podría también perdonar a un asesino?



Sí. Dios perdonará a alguien que cometa este terrible acto pero sólo si la personal está realmente arrepentida, por supuesto.


¿Y un aborto?; ¿podría Dios perdonar un aborto o a un abortista?


Sí, si la persona reconoce la gravedad de su pecado, está arrepentida y promete no volver a cometer este pecado otra vez.


Y si un político defiende quitar legalmente una vida humana inocente en un aborto y la financiación de esto y que continúe esto, ¿es esto un grave pecado desde el punto de vista de la Iglesia Católica?


Oh, por supuesto. No sólo es grave en sí mismo defender actos contra de la ley moral, sino también hacerlo de una manera pública y como líder, un líder político, incrementa la gravedad el pecado.


¿Cuándo un político católico hace esto es escandaloso?


Sí, por supuesto.


Pero si un político católico se arrepiente, se enmienda de la defensa del aborto, vuelve atrás y defiende la vida, ¿entonces puede ser perdonado y recibir la comunión?



Por supuesto, por supuesto.


Eminencia, los diez mandamientos dicen honrarás a tu padre y a tu madre, lo que sugiere que los niños tienen el derecho de tener un padre y una madre. ¿Los niños tienen un derecho dado por Dios de tener un padre y una madre?


Absolutamente. Y esta es una de las más fundamentales verdades sobre la vida humana y su inicio en la familia, que cada niño tiene el derecho a tener un padre y una madre. Esto fue bellamente testificado en las manifestaciones de París y Francia en general, cuando el Estado trató de imponer la legalidad de las uniones del mismo sexo y que pudieran adoptar niños. En las manifestaciones el logo era una madre y un padre con sus dos hijos y básicamente el mensaje era que cada niño tiene el derecho a un padre y una madre e incluso las personas más secularizadas parecen captarlo, entender el mensaje.


¿Así que, si el gobierno toma a un bebé y legalmente le da la custodia a una pareja del mismo sexo, entonces, negándole al bebé una madre y un padre, está el gobierno negándole a este niño el derecho que Dios le dio?



Sí, absolutamente. Y está demostrado la profunda violencia psicológica hecha al desarrollo del niño cuando crece en esta situación que no es natural.


Eminencia, ¿ puede la Iglesia Católica alguna vez decir que hay algo positivo en sacar a un niño de una situación con un padre y una madre y ponerlo en una situación familiar del mismo sexo?



No, no, no es posible.


¿El Papa no puede decir esto? ¿el Papa no puede decir que en nombre de la Iglesia Católica esto es bueno?


No, no. No, no. No es posible.


De acuerdo. Ahora, en 1986, el Cardenal Ratzinger, que era el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, y que por supuesto, después llegó a a ser Benedicto XVI, escribió una carta pastoral sobre la atención a las personas homosexuales que fue aprobada por el papa Juan Pablo II y la carta decía: «Al hacer las anteriores consideraciones, esta Congregación quiere pedir a los Obispos que estén particularmente vigilantes en relación con aquellos programas que de hecho intentan ejercer una presión sobre la Iglesia para que cambie su doctrina, aunque a veces se niegue de palabra que sea así. Un estudio atento de las declaraciones públicas y de las actividades que promueven esos programas revela una calculada ambigüedad, a través de la cual buscan confundir a los pastores y a los fieles». Sigue diciendo: «Algunos grupos suelen incluso calificar como «católicas» a sus organizaciones o a las personas a quienes intentan dirigirse, pero en realidad no defienden ni promueven la enseñanza del Magisterio, por el contrario, a veces lo atacan abiertamente» ¿usted ve este mismo fenómeno sobre el que el cardenal Ratzinger advirtió en su carta pastoral de 1986 sucediendo hoy, quizás, incluso en el mismo al sínodo?



Ciertamente lo he visto en los así llamados movimientos católicos -falsos católicos-, los cuales, de hecho promueven un modo de vida en contradicción con la enseñanza de la Iglesia y lo he visto también en parte del muy confuso lenguaje de, por ejemplo, la relatio intermedia, y diría que es precisamente culpable de la misma falta que el documento sobre el cuidado a las personas sufriendo una condición homosexual indicaba en 1986.


Resumiendo, ¿Cree que los obispos y el Papa tienen el deber de evitar confundir a los católicos acerca de las enseñanzas inalterables de la Iglesia sobre matrimonio y homosexualidad?


Oh, absolutamente. Incluso como tienen la responsabilidad de evitar confundir a los fieles en cualquier cosa, especialmente sobre tan serios temas, y el deber, también, es incluso más serio en una cultura como la nuestra, en la cual, hay una confusión sin límites en estos asuntos. Contribuir de cualquier manera a la confusión en esto, es muy irresponsable y es una traición del oficio pastoral.


Eminencia, dada la confusión que tan obviamente se ha mostrado como consecuencia de este sínodo ¿qué cree que el papa Francisco debería hacer ahora?¿Qué debería hacer personalmente sobre esto?



Bueno, yo no voy a darle instrucciones al Papa. Pero lo que la Iglesia necesita, eso puedo decirlo. Lo que la Iglesia necesita desesperadamente ahora es una exposición muy clara de su enseñanza respecto al matrimonio, al divorcio, con respecto a la grave inmoralidad de la unión sexual fuera del matrimonio, la grave inmoralidad en cualquier clase de tentativa de unión sexual entre personas del mismo sexo. Y ella (la Iglesia) no tiene que trabajar duro porque toda la enseñanza está ahí. Usted la ha citado en abundancia para esta entrevista. Hay también muchos otros textos. Y la Iglesia debe ahora en esta época sostener la belleza, el esplendor, de su enseñanza no sólo para que sus propios miembros no queden confundidos acerca de la verdad sino también por el mundo y la llamada de la Iglesia a servir al mundo proclamando la verdad y dando testimonio de ella.


Cardenal Raymond Burke, muchas gracias.


De nada.

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