jueves, 10 de septiembre de 2015

NUEVO ÉXODO. Por Joaquin Manuel Serrano Vila


Hace ya tiempo que algunos venimos anunciado una realidad que Europa y sus diferentes gobiernos, tras demasiada indiferencia, han abordado precipitadamente y que, finalmente, se ha vuelto un poco contra ellos. Me refiero, claro está, al drama humano de la inmigración que ahora abre telediarios y portadas de periódicos.

Atónitos vemos cada día las oleadas de barcos que arriban con gente que huye de las guerras y de la miseria a costas españolas y sobre todo italianas; sin contar los miles que ya han dejado en el mar sus ilusiones de futuro en una “Tierra que mana leche y miel”, donde, finalmente tampoco es para tanto, aunque para ellos lo sea todo pues nada tienen, y por ello, nada que perder; sólo sus propias vidas como única y devaluada moneda de cambio que repetitivamente va perdiendo su valor en las profundidades del mar o entre los bañistas de las playas, casi a punto ya de arañar su sueño.

Ahora las imágenes nos transmiten un verdadero éxodo por tierra (Turquía, Grecia, Macedonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Austria y ALEMANIA) de padres, hermanos, abuelos y madres con niños y bebés en brazos, desesperados por llegar a algún lugar donde poder empezar a vivir con dignidad, dejando atrás sus patrias (Siria, Irak, Libia, Sudán, Somalia…) donde el fundamentalismo terrorista arrasa y amenaza sus vidas como lo ha hecho ya con miles de personas asesinadas de manera cobarde y aberrante en nombre de un dios inexistente, pues no hay dios en ningún Universo -le llamemos como le llamemos- que acepte y menos aún propugne semejante barbarie.

Hace dos años ya, la Conferencia Episcopal Española pidió al Gobierno que se acogiera a un grupo de refugiados Sirios. No obtuvo respuesta, quizá -y eso no lo dicen los telediarios ni la prensa- porque un gran número de ellos eran cristianos, como ahora nos anuncia la ONG “Hazte Oír”, tras llevar recursos en mano y entrevistarse con el Arzobispo de Kirkut y Bagdag (Irák), Moseñor Mirkis y el Patriarca Caldeo Luis Raphael I, que denuncia, además, que los cristianos al tiempo de ser víctimas principales de la guerra allí, sufren la delincuencia común, pues se les roba y arrebatan sus casas, tierras y posesiones. Esto, tampoco sale en las noticias…

El Papa nos ha pedido solidaridad con ellos como ha hecho él mismo; con todos los que claman y piden refugio… Y tienen hambre, y sed, y están desnudos…Y aunque la mayoría por su cultura, geografía e historia son musulmanes, nuestro Dios es el de las Bienaventuranzas y el de la misericordia que nos pide acoger al hermano como lo haría nuestro Señor Jesucristo. Y, ciertamente, su grandeza -Dios es Grande- reside precisamente en ello y no en el “ojo por ojo”, la venganza y el asesinato.

Al tiempo, no deja de sorprenderme y llamarme la atención que toda esta gente que huye lo haga precisamente hacia Europa, donde históricamente se asientan las profundas raíces del cristianismo, y no hacia los muchos -y algunos muy ricos- países islámicos que no están en guerra…

Nosotros, acogiéndoles y ayudándoles, pondremos en valor la verdad de nuestra fe, la grandeza de nuestro Dios y la misericordia de Jesucristo ante un nuevo éxodo que supera toda frontera terrestre y trasciende toda conciencia, toda cultura y ha de englobar toda religión en un único Dios.

Joaquín, Párroco

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