viernes, 21 de noviembre de 2025

Jorge López Teulón: «El 48 % del clero de Toledo fue asesinado en 1936, un auténtico holocausto sacerdotal»

(El Debate/ Álex Navajas) Acaba de presentar el cuarto y último tomo de su enciclopédica obra La persecución religiosa en la archidiócesis de Toledo de 1936 a 1939. El sacerdote Jorge López Teulón ha entregado más de 23 años de su vida a desarrollar una incansable investigación que ha plasmado en alrededor de 2.400 páginas que recogen el martirio de 290 sacerdotes, un subdiácono y cuatro seminaristas de la archidiócesis de Toledo.

El sacerdote e investigador, con más de 25 libros escritos sobre el tema, no duda en referirse a un verdadero «holocausto sacerdotal», durante el que fue masacrado el 48% del clero toledano. «El primer sacerdote asesinado fue el beato Agrícola Rodríguez García de los Huertos, párroco de Mora de Toledo y natural de Consuegra, el 22 de julio de 1936. El último asesinado fue el siervo de Dios Félix Collado Rodríguez, párroco de El Toboso. Murió el 25 de julio de 1937 en su casa familiar de Corral, un año después de sufrir el martirio en El Toboso», explica López Teulón. Es decir, la inmensa mayoría de los crímenes se produjeron en los primeros meses de la Guerra Civil.

– Es una obra absolutamente pormenorizada y documentada...

– En estas más de dos décadas he escrito sobre las vidas de los 290 sacerdotes. En el año 2019, vimos la posibilidad de empezar a recoger todo ese material en varios libros. El primer tomo solo trata de la ciudad de Toledo, por la magnitud de lo que sucede allí, pues 108 sacerdotes fueron asesinados: canónigos de la catedral, 11 hermanos maristas, de los 5 jesuitas que había mataron a 3, 1 franciscano y 16 carmelitas.

Las dimensiones de la archidiócesis en ese momento eran enormes: llegaba a Guadalajara, Badajoz, Cáceres y hasta Albacete y Jaén.

– ¿Qué porcentaje del clero fue asesinado en Toledo?

– El 48%. Hemos recordado la sangría que hubo en Barbastro (Huesca). Fue un holocausto auténtico, desde el obispo hasta seminaristas. Allí fue del 98%. Y luego, en Cataluña, en Solsona (Lérida), se habla del 52%. Y ya enseguida, en este ranking espantoso que fue el holocausto de la persecución religiosa, vendría Toledo. Desde julio hasta diciembre de 1936, el 48% de los alrededor de 600 sacerdotes son asesinados en seis meses. Que se suprima la mitad del clero es una atrocidad.
Abrir heridas del pasado

– ¿Qué responde usted cuando le dice que la Iglesia reabre heridas con este tipo de temas?

– Bueno, llevo trabajando desde el año 2002. En el año 2007 Zapatero crea la Ley de Memoria Histórica, la primera, y coincidió con la beatificación de 498 mártires. Cuando no había nacido Zapatero, esas causas ya estaban en Roma entregadas...

La historia de la Iglesia va a su ritmo. El que quiera ver enfrentamientos, los verá. Nosotros no podemos olvidar lo que sucedió. No queremos olvidar lo que sucedió. Otro sacerdote que trabajó en las causas martiriales, monseñor Jaime Colomina Torner, siempre decía que desde el año 303, en que asesinaron a Santa Leocadia–una joven que muere bajo la persecución del Imperio Romano–, hasta 1936, no se había derramado sangre martirial en la ciudad de Toledo. La sangre corrió por las calles. Literalmente. Entonces, no es una cosa que podamos olvidar.

– ¿Por qué Pablo VI estableció un período de 50 años antes de que se pudiesen abrir en Roma causas de los mártires de España?

– Él era el Papa entonces, y cree que eso es lo que tiene que hacer en ese momento determinado. No olvidemos que Serrano Suñer, con Pío XII, reclama lo que se consideraban entonces los mártires por Dios y por España, que eran más de 100.000. No tenía tampoco ningún sentido. Pero ya con monseñor Benjamín Arriba y Castro, en Tarragona, se había entregado mucha documentación en Roma en los años 60, pero en ese momento se paraliza.

Juan Pablo II comienza su pontificado en 1978, y es muy bonito ver que respeta ese plazo puesto por Pablo VI. Por eso, hasta el año 1986, cuando se cumplen los 50 años, no le dice a un carmelita: Ya han pasado los 50 años, podemos empezar. En marzo de 1987 están las tres carmelitas descalzas de Guadalajara que, por cierto, eran diocesanas de Toledo, porque la ciudad de Guadalajara pertenecía a la archidiócesis de Toledo.

Pero no es que hubiera una prohibición de no investigar y recabar información. De hecho, por ejemplo, en la archidiócesis de Valencia se siguió trabajando, recogiendo testimonios. Son los que mejor han hecho el trabajo y en el año 2001 ya tienen 233 mártires verificados y muchos seglares, que es un poco de lo que adolecemos las demás diócesis: testimonios martiriales de seglares, que son espectaculares también. Cuidado, no digo que no hicieron caso a Roma, pero sí continuaron trabajando hasta que se cumpliesen los 50 años pedidos por San Pablo VI.

– ¿Es verdad que con Francisco ha habido más beatificaciones de mártires españoles que con ningún otro Papa?

–Claro, por eso muchas veces se busca el enfrentamiento. Y lo que valen son los datos. Con Benedicto XVI se proclaman 498 mártires en el año 2007. Cuando llega Francisco, en 2013 se reconoce a 511 mártires más. Sumando los mártires verificados en el pontificado de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI, en el pontificado de Francisco se dobla el número y un poco más. Y vendrán muchas más en el pontificado de León XIV, si Dios quiere.

León XIV y los mártires de España

– Ahora que cita al Papa León, dio mucho que hablar el tema de su cruz pectoral, que contiene una reliquia de un obispo agustino asesinado durante la Guerra Civil.

– Él es totalmente consciente de lo que pasó en España. No olvidemos que fue prior general de los padres agustinos. De hecho, en el libro publicamos una fotografía en la que sale Robert Prevost en la procesión de salida de la misa de Acción de Gracias de los mártires españoles en la basílica de San Pedro del Vaticano en 2007. Cualquier religioso –sobre todo los de las grandes órdenes que sufrieron– conoce bien la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX en España. De los agustinos fueron asesinados más de 90 frailes.

El mismo postulador general de los agustinos fue quien le regala a Prevost la cruz pectoral con la reliquia de San Agustín, de Santa Mónica, de Santo Tomás de Villanueva, el obispo italiano declarado venerable Giuseppe Bartolomeo Menochio y otro obispo español, de la diócesis de Teruel, el beato Anselmo Polanco. Pero lo asombroso es que fue él quien quisiese salir al balcón de San Pedro, nada más ser elegido Papa, con esa cruz. Él sabía que llevaba esa reliquia de este obispo mártir de la persecución religiosa.

– En este 4º y último tomo, ¿algún testimonio que le haya llamado especialmente la atención?

– El del beato Bartolomé Rodríguez Soria es un martirio tremendo, dentro de su propia Iglesia. Le dieron varias palizas y, después le tiraban desde el púlpito, que ya sabes que, antiguamente, estaban en alto. Le arrojaban al suelo, más palizas, hasta hasta morir desangrado. Luego hay testimonios sobrecogedores de perdón, en los días de cárcel, como el de una religiosa, Isabel de San José.

Hay testimonios de jóvenes, de gente mayor. Lo que más asombra es la fidelidad. Un tomo tras otro, y una historia tras otra historia, es poder comprobar la fidelidad con la que toda esa gente entregó sus vidas. Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares de todas las edades, de toda condición. Y que no haya un solo testimonio en contra. Que no haya una sola desafección. Que nadie negase el nombre de Cristo.

Muchas veces, cuando lees esos martirios con cosas atroces y espantosas, te das cuenta de que fue un tremendo martirio, un martirio atroz. Con cosas sobrecogedoras que uno dice: Yo no sería capaz. Está claro que la luz del Espíritu Santo es la que ilumina. Vuelvo a repetir un nombre y otro nombre. 290 nombres, casi la mitad del clero. De la otra mitad, muchos acabaron trastornados, porque tuvieron que permanecer escondidos en un zulo durante tres años, o porque habían tenido que estar yendo de un lado para otro, escapándose.

Muchos de los que sobrevivieron, además, mueren muy jóvenes, con 40 o 50 años. Nada más acabar la Guerra Civil murieron muchísimos por lo mucho que habían padecido...

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