Tal día como hoy, un cuatro de Noviembre de 1967 era consagrado el altar de nuestra iglesia parroquial de San Félix de Lugones, por el entonces Arzobispo de Oviedo Monseñor Vicente Enrique y Tarancón. La reforma del presbiterio del templo para adaptarlo a la liturgia del Concilio Vaticano II fue costeada con la herencia del difunto párroco de Lugones Don Jesús García.
El Altar, lugar litúrgico. Por Javier Sánchez Martínez
El altar de la Nueva Alianza es la cruz del Señor, de la que manan los sacramentos del Misterio Pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es también la mesa del Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado. En algunas liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo murió y resucitó verdaderamente) (Catecismo de la Iglesia, nº 1182)
El altar es la mesa, la mesa del Señor en la casa de Dios. Ver el altar exclusivamente como "ara del sacrificio" es propio de todas las religiones; verlo también como "Mesa del Señor" es propio del cristianismo (el mantel es propio de la mesa donde se come, no del ara de sacrificios...). “El altar, en el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales, es, además, la mesa del Señor, para cuya participación es convocado en la Misa el pueblo de Dios; es también el centro de la acción de gracias que se realiza en la Eucaristía” (IGMR, n. 296). Así en el altar se verifica cómo el Sacramento de la Eucaristía es a la vez Sacrificio, Banquete pascual y Presencia real del Señor.
En cuanto a las características del altar destaquemos:
a) El altar debe ser y aparecer como una mesa santa.
b) El altar debe estar separado de la pared y poder circundarlo, especialmente en la incensación.
c) El altar debe ser el centro de atención de toda la asamblea. Su lugar más querido, está en el centro del presbiterio; más importante que cualquier imagen o cuadro...
d) El altar debe ser único y dedicado sólo a Dios. Un solo altar (o, como mucho, uno para celebrar los días feriales).
e) Sobre el altar no debe haber imágenes ni reliquias. Sí las reliquias al pie del altar, bajo el altar.
f) El altar, consagrado, o al menos bendecido.
g) El altar debe ser de piedra natural o de otra materia noble, porque significa a Cristo, piedra angular de la Iglesia.
Y sobre la disposición del altar:
Para que el altar aparezca sobre todo como mesa no es conveniente que presente la forma de un rectángulo exageradamente alargado; más bien, buscando una forma proporcional tendente a ser cuadrado, sin ser exageradamente grande como los altares de nuestra Tradición tanto romana como hispana.
El altar debe tener su realce. Un escalón o una tarima propia, su alfombra festiva, etc... El altar se debe cubrir para la Eucaristía, banquete pascual, con un mantel proporcionado al estilo del altar y manteles más amplios en las grandes fiestas: ¡el convite pascual de Jesucristo!, siempre con elegancia, estilo y discreción.
La cruz de la celebración sobre o junto al altar, al igual que los candeleros. Todo también en proporción con las dimensiones del altar. Una cruz bien visible, significativa, que atraiga las miradas de todos y manifiesten cómo la cruz y el altar están unidos en la identidad del mismo sacrificio, difiriendo sólo en la modalidad de su realización: cruento en el Calvario, incruento y sacramental en el altar. Se atiende así a IGMR, 3º ed.: “También se ha de cuidar con todo esmero cuanto se relaciona directamente con el altar y con la celebración eucarística, como son, por ejemplo, la cruz del altar y la cruz procesional” (n. 350).

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