sábado, 17 de febrero de 2024

El Papa recomienda para esta Cuaresma dejar espacio «para la oración silenciosa de adoración»

(Infovaticana) El Papa Francisco presidió en la Basílica de Santa Sabina la Misa del Miércoles de Ceniza. La celebración corrió a cargo del cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor.

En su homilía, el Papa hizo una llamada a volver a lo esencial durante esta Cuaresma. El Santo Padre hizo hincapié en que «la cuaresma nos sumerge en un baño de purificación y de despojamiento; quiere ayudarnos a quitar todo “maquillaje”, todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que realmente somos».

Para el Papa, volver al corazón significa «volver a nuestro verdadero yo y presentarlo tal como es, desnudo y despojado, frente a Dios. Significa mirarnos por dentro y tomar conciencia de quiénes somos realmente, quitándonos las máscaras que a menudo usamos, disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la vida y la verdad de nosotros mismos».

El Santo Padre recordó que «la vida no es una actuación, y la cuaresma nos invita a bajar del escenario de la ficción para volver al corazón, a la verdad de lo que somos. Volver al corazón, volver a la verdad».

«La ceniza puesta sobre nuestra cabeza nos invita a redescubrir el secreto de la vida. Nos advierte: mientras sigas usando una armadura que cubre el corazón, camuflándote con la máscara de las apariencias, exhibiendo una luz artificial para mostrarte invencible, permanecerás vacío y árido», dijo el Pontífice en la homilía.

Además, insistió en que «la limosna, la oración y el ayuno no pueden reducirse a prácticas exteriores, sino que son caminos que nos reconducen al corazón, a lo esencial de la vida cristiana. Nos hacen descubrir que somos polvo amado por Dios y nos vuelven capaces de esparcir el mismo amor sobre la “ceniza” de tantas situaciones cotidianas, para que en ellas renazca esperanza, confianza y alegría».

«Escuchemos, pues, en esta Cuaresma, la voz del Señor que no se cansa de repetirnos: entra en lo secreto, vuelve al corazón. Es una sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie, que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y apreciados», añadió Francisco.

Francisco ha animado a que en estas semanas de cuaresma, «dejemos espacio para la oración silenciosa de adoración, en la que permanecemos en presencia del Señor a la escucha, como Moisés, como Elías, como María, como Jesús».

«Reconozcámonos por lo que somos: polvo amado por Dios, y gracias a Él renaceremos de las cenizas del pecado a la vida nueva en Jesucristo y en el Espíritu Santo», concluyó el Santo Padre.

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