(Infovaticana) El Papa Francisco presidió en la Basílica de Santa Sabina la Misa del Miércoles de Ceniza. La celebración corrió a cargo del cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor.
En su homilía, el Papa hizo una llamada a volver a lo esencial durante esta Cuaresma. El Santo Padre hizo hincapié en que «la cuaresma nos sumerge en un baño de purificación y de despojamiento; quiere ayudarnos a quitar todo “maquillaje”, todo aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que realmente somos».
Para el Papa, volver al corazón significa «volver a nuestro verdadero yo y presentarlo tal como es, desnudo y despojado, frente a Dios. Significa mirarnos por dentro y tomar conciencia de quiénes somos realmente, quitándonos las máscaras que a menudo usamos, disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la vida y la verdad de nosotros mismos».
El Santo Padre recordó que «la vida no es una actuación, y la cuaresma nos invita a bajar del escenario de la ficción para volver al corazón, a la verdad de lo que somos. Volver al corazón, volver a la verdad».
«La ceniza puesta sobre nuestra cabeza nos invita a redescubrir el secreto de la vida. Nos advierte: mientras sigas usando una armadura que cubre el corazón, camuflándote con la máscara de las apariencias, exhibiendo una luz artificial para mostrarte invencible, permanecerás vacío y árido», dijo el Pontífice en la homilía.
Además, insistió en que «la limosna, la oración y el ayuno no pueden reducirse a prácticas exteriores, sino que son caminos que nos reconducen al corazón, a lo esencial de la vida cristiana. Nos hacen descubrir que somos polvo amado por Dios y nos vuelven capaces de esparcir el mismo amor sobre la “ceniza” de tantas situaciones cotidianas, para que en ellas renazca esperanza, confianza y alegría».
«Escuchemos, pues, en esta Cuaresma, la voz del Señor que no se cansa de repetirnos: entra en lo secreto, vuelve al corazón. Es una sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie, que nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y apreciados», añadió Francisco.
Francisco ha animado a que en estas semanas de cuaresma, «dejemos espacio para la oración silenciosa de adoración, en la que permanecemos en presencia del Señor a la escucha, como Moisés, como Elías, como María, como Jesús».
«Reconozcámonos por lo que somos: polvo amado por Dios, y gracias a Él renaceremos de las cenizas del pecado a la vida nueva en Jesucristo y en el Espíritu Santo», concluyó el Santo Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario