Un día por semana me reúno con tres o cuatro “Rafaelas” de alguno de mis pueblos. Una de ellas es una excelente cantora que tiene en su repertorio cantos no sigo antiguos, sino algunos antiquísimos. Hace no mucho me sorprendió con uno a la Virgen de origen claramente medieval.
Hablando con ellas de canto religioso, al final hemos llegado, o y he llegado a la conclusión, de que uno de los factores claves en la banalización del catolicismo actual está en una penosa música religiosa, que ha pasado de un contenido en los cantos netamente teológico, y donde se exaltaban la gracia y el misterio, a unos cantos sensiblones y autocomplacientes. Es decir, pasamos de la contemplación y expresión del misterio de Dios a la exaltación del propio yo.
Me van a permitir explicar esto con dos tipos de cantos.
Cantos eucarísticos.
Seguramente pensaremos todos en tres o cuatro de esos “de toda la vida” y que hoy seguimos cantando sin mayos problema. ¿Quién no ha cantado o sigue cantando en ciertos momentos “Cantemos al amor de los amores?”. Es un canto centrado en el misterio de la Eucaristía: Dios está aquí, venid adoradores… Gloria a Cristo Jesús, cielos y tierra, bendecid al Señor…
Piensen el otro clásico: “De rodillas Señor ante el sagrario”: el sagrario que guarda cuanto queda de amor y de unidad… Cristo en todas las almas…
O ese “Oh bien Jesús, yo creo firmemente” … que por mi bien estás en el altar, que das tu cuerpo y sangre juntamente al alma fiel… Ya ven: en dos líneas se afirma la presencia real en la Eucaristía, se recuerda la presencia en pan y vino y se recuerdan las condiciones para una buena comunión.
O eso de “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, y la Virgen concebida sin pecado original…” Pura teología…
Piensen ahora, por favor, en los cantos que solemos escuchar durante la comunión. ¿Tú has venido a la orilla? ¿Es comparable la letra? ¿O ese “Tan cerca de mí?
Me atrevo con cantos marianos.
Desde “Eres más pura” que dice eso de “A ella sola entre tantos mortales, del pecado de Adán, Dios libró. El dogma de la Inmaculada Concepción.
“Toma Virgen pura… que es mirar al cielo, reconocer la grandeza de María e invitar a vivir un día con ella en lo alto.
El “Salve, Madre”…
O incluso aquello de Juan del Encina:
Tú, que del parto quedaste
tan virgen como primero;
tú, Virgen, que te empreñaste
siendo virgen por entero;
pues que con Dios verdadero
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!
Y que merece la pena leer entero…
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jueves, 19 de abril de 2018
miércoles, 18 de abril de 2018
Del Oficio del Día
De la Apología primera de san Justino, mártir, en favor de los cristianos
(Cap. 66-67: PG 6, 427-431)LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
Sólo pueden participar de la eucaristía los que admiten como verdaderas nuestras enseñanzas, han sido lavados en el baño de regeneración y del perdón de los pecados y viven tal como Cristo nos enseñó.
Porque el pan y la bebida que tomamos no los recibimos como pan y bebida corrientes, sino que así como Jesucristo, nuestro salvador, se encarnó por la acción del Verbo de Dios y tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que aquel alimento sobre el cual se ha pronunciado la acción de gracias, usando de la plegaria que contiene sus mismas palabras, y del cual, después de transformado, se nutre nuestra sangre y nuestra carne es la carne y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.
Los apóstoles, en efecto, en sus comentarios llamados Evangelios, nos enseñan que así lo mandó Jesús, ya que él, tomando pan y habiendo pronunciado la acción de gracias, dijo: Haced esto en memoria mía; éste es mi cuerpo; del mismo modo, tomando el cáliz y habiendo pronunciado la acción de gracias, dijo: Ésta es mi sangre, y se lo entregó a ellos solos. A partir de entonces, nosotros celebramos siempre el recuerdo de estas cosas; y, además, los que tenemos alguna posesión socorremos a todos los necesitados, y así estamos siempre unidos. Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo.
Y, el día llamado del sol, nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite.
Después, cuando ha acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras a la imitación de tan preclaros ejemplos.
Luego nos ponemos todos de pie y elevamos nuestras preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos terminado las preces, se trae pan, vino y agua; entonces el que preside eleva, fervientemente, oraciones y acciones de gracias, y el pueblo aclama: Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y comunicación, a cada uno de los presentes, de los dones sobre los cuales se ha pronunciado la acción de gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes.
Los que poseen bienes en abundancia, y desean ayudar a los demás, dan, según su voluntad, lo que les parece bien, y lo que se recoge se pone a disposición del que preside, para que socorra a los huérfanos y a las viudas y a todos los que, por enfermedad u otra causa cualquiera, se hallan en necesidad, como también a los que están encarcelados y a los viajeros de paso entre nosotros: en una palabra, se ocupa de atender a todos los necesitados.
Nos reunimos precisamente el día del sol, porque éste es el primer día de la creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia, y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro salvador, resucitó de entre los muertos. Lo crucificaron, en efecto, la vigilia del día de Saturno, y a la mañana siguiente de ese día, es decir, en el día del sol, fue visto por sus apóstoles y discípulos, a quienes enseñó estas mismas cosas que hemos puesto a vuestra consideración.
RESPONSORIO
R. Jesús, cuando iba a pasar de este mundo al Padre, * instituyó en memoria de su muerte el sacramento de su cuerpo y de su sangre. Aleluya.
V. Y, entregando su cuerpo como alimento y su sangre como bebida, dijo a sus discípulos: «Haced esto en memoria mía.»
R. Instituyó en memoria de su muerte el sacramento de su cuerpo y de su sangre. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
Señor, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido por la resurrección de Jesucristo, y que la alegría de haber recobrado la dignidad de la adopción filial le dé la firme esperanza de resucitar gloriosamente como Jesucristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Necrológica Diocesana
Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Luis Fueyo Fueyo
Nacido en Campomanes (Lena) el 26 de enero de 1926
Fue ordenado sacerdote el día 10 de junio de 1951 de manos de Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba
Destinos pastorales:
Ecónomo de Santa María de Grullos - Candamo (1951-1961)
Encargado de Santiago de Aces y San Andres de Prahúa (1951- 1984)
Encargado de San Nicolás de Cuero y Santa María de Murias (1958-1984)
Párroco de Santa María de Grullos (1961- 2015)
Párroco de San Nicolas de Cuero, Santa Maria de Murias, Santa Eulalia de Llamero y San Juan Bautista de Ventosa (1984-1998)
Destinos pastorales:
Ecónomo de Santa María de Grullos - Candamo (1951-1961)
Encargado de Santiago de Aces y San Andres de Prahúa (1951- 1984)
Encargado de San Nicolás de Cuero y Santa María de Murias (1958-1984)
Párroco de Santa María de Grullos (1961- 2015)
Párroco de San Nicolas de Cuero, Santa Maria de Murias, Santa Eulalia de Llamero y San Juan Bautista de Ventosa (1984-1998)
Fue profesor de Religión, Latín, Griego y Literatura en el Colegio San Luis de Pravia y en tres academias de Grado.
Fue también arcipreste y teniente arcipreste de Candamo.
Hijo Adoptivo de Candamo desde el día 2 de diciembre de 2005
Su funeral de cuerpo presente será mañana jueves 19 a las cinco de la tarde en la Iglesia
Parroquial de Santa María de Grullos.
"Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor." (Lc 2,26)
Fue también arcipreste y teniente arcipreste de Candamo.
Hijo Adoptivo de Candamo desde el día 2 de diciembre de 2005
Por sus problemas de salud pidió al entonces Arzobispo Monseñor Díaz Merchán, continuar únicamente con Grullos renunciando a las otras cuatro Parroquias. En el año 2015 pasó a la situación de jubilado dada su avanzada edad y delicada salud. Se le permitió quedarse en la Casa rectoral vinculado a su Parroquia de Grullos donde siguió colaborando con el nuevo Párroco mientras las fuerzas se lo permitieron.
Falleció a las once de la noche de ayer en el Centro Médico de Oviedo a los 92 años de edad y 66 de ministerio sacerdotal.
Falleció a las once de la noche de ayer en el Centro Médico de Oviedo a los 92 años de edad y 66 de ministerio sacerdotal.
Su funeral de cuerpo presente será mañana jueves 19 a las cinco de la tarde en la Iglesia
Parroquial de Santa María de Grullos.
D.E.P.
martes, 17 de abril de 2018
“El laicismo excluyente en el fondo se convierte en una `religión política´”
Entrevista de Iglesia de Asturias a D. Javier Elzo Imaz.
Catedrático Emérito de Sociología de la Universidad de Deusto
Su planteamiento es que una Iglesia tiene que morir para que nazca otra.
La Iglesia está viviendo lo que yo llamo el final del estado de cristiandad. Se está produciendo un cambio de fondo dentro de la estructura eclesial que también responde, en parte, al cambio que se ha producido al menos en el mundo occidental. En el estado de cristiandad la religión cristiana gobernaba y era de alguna manera una especie de Iglesia de Estado. Por varias razones está estructura está cambiando radicalmente y nos encontramos en un contexto distinto con una sociedad global y plural, en la que no está clara la distinción entre lo sagrado y lo profano. Estamos entrando en otro modelo de sociedad que exige otro modelo de Iglesia. Así apuesto por una Iglesia sinodal en donde se sepa aliar su unidad, que es fundamental, con la diversidad. La Iglesia está extendida por el planeta como nunca lo ha estado en la historia. Nunca ha sido tan católica en el sentido de tan universal como ahora, ni ha estado tan separada del poder, aunque no lo está del todo, y libre de él. Es un momento extraordinario para pensar en otro modelo de Iglesia. No creo solamente en una conversión de la Iglesia institución, sino que al mismo tiempo tiene que haber una conversión personal de cada uno de sus miembros.
¿La religión sigue teniendo cabida en la sociedad?
Hay una demanda de espiritualidad entendiéndola como la necesidad de superar la pura materialidad, la dimensión puramente física, científico técnica de la realidad. El problema es dónde encuentra la gente una respuesta a esa espiritualidad. La Iglesia tiene en ese aspecto la dificultad de llevar una mochila de veinte siglos en los que ha hecho cosas muy buenas y muy malas. Vivimos en una sociedad en la cual lo que cuenta y de lo que más se habla, en general, es de las cosas malas; por eso en ese contexto la Iglesia lo tiene complicado. Te van a recordar circunstancias negativas que son exactas, pero no el hecho de que en este momento uno de los organismos que más ayudan a la gente es Cáritas y que tenemos misioneros, y mejor muchas misioneras, que están viviendo en los sitios más complicados del mundo para ayudar a la gente. De eso se habla mucho menos. En ese contexto es en el que la Iglesia tiene que pasar por un desierto, que es en el que estamos ahora.
No hay que desesperar porque tenemos un “producto” muy bueno, como se diría en el campo mercantil. En una sociedad de la desconfianza como estamos ahora, de la queja, de la disputa permanente, en la que se potencia lo malo, la Iglesia tiene dos principios básicos: el mundo no se acaba aquí, la dimensión de la trascendencia; y el principio ético fundamental de la Iglesia que es el amor y la ayuda al más necesitado. Ese producto es extraordinario y responde a unas necesidades reales que existen en este momento en la sociedad. Mostrémoslo entonces sin prepotencia ni ocultación y dejemos que pase el tiempo.
Ha trabajado mucho con jóvenes, ¿cómo los ve dentro de la Iglesia?
El problema de los jóvenes viene de lejos. Cuando yo lo era también se hablaba de los jóvenes que se alejan, no vienen o de que las personas que iban a la iglesia eran mayores. Estuve en la preparación del sínodo en Roma y tuve ocasión de asistir durante una semana a las sesiones y realmente esos jóvenes, de todo el mundo, eran magníficos, me emocionaba oyéndoles hablar de cómo se sentían.
Los jóvenes manifiestamente necesitan una respuesta vital en su búsqueda de plenitud y de sentido y la Iglesia tiene algo que ofrecerles. Lo que ocurre es que si no lo hace no es porque no acierte en las prácticas o en las técnicas, sino porque no hay un humus cristiano en el público adulto. Pero está en el fondo esa inquietud de qué sentido tiene la vida, por qué estoy yo aquí, por qué tengo que hacer el bien y no el mal, por qué me tengo que preocupar del otro, hay algo más después de esta vida. Esa cuestiones se las plantean también los jóvenes. He hecho mucha investigación y en el marco de esos estudios siempre solía incorporar la cuestión: ¿por qué no te preguntas cómo sientes tú, que estarás más contento el lunes por la mañana según cómo te hayas comportado el viernes y el sábado? En el fondo se trata de animarles a reflexionar a ellos mismos sobre lo que hacen y así hay una apertura a otro mundo que no es solo el material. No se trata de moralina sino de hacer reflexionar. No es fácil en un mundo en el que hay miedo a pensar.
¿Son edades más difíciles para significarse en ese sentido?
No sucede solamente en ciertas edades. Decirse católico es cosa rara, la gente tiene más fácil expresar que es cristiano o que tiene cultura cristiana. No se puede entender el proceso de secularización si no se entiende previamente el de confesionalización. Esta idea la vi por primera vez escrita a un sociólogo español, Casanova, donde decía que para entender la situación de secularización de los países católicos del Sur de Europa había que comprender que habían sido países confesionalmente católicos. Prácticamente había obligación de ser católico y España además ha estado dividida desde le punto de vista religioso todo el siglo XX. Eso deja huella. En la actualidad tenemos movimientos laicistas excluyentes de lo religioso que quisieran que la dimensión religiosa se limitara al ámbito privado e individual y les da tirria que haya una capilla en la universidad o las cárceles. Es una respuesta al estado de confesionalidad que hemos vivido. Necesitamos vivir en ese pluralismo, saber que hay personas con sensibilidades distintas, el laicismo excluyente –porque hay un laicismo que es incluyente y que defiendo– en el fondo se convierte en una especie de religión política.
Su planteamiento es que una Iglesia tiene que morir para que nazca otra.
La Iglesia está viviendo lo que yo llamo el final del estado de cristiandad. Se está produciendo un cambio de fondo dentro de la estructura eclesial que también responde, en parte, al cambio que se ha producido al menos en el mundo occidental. En el estado de cristiandad la religión cristiana gobernaba y era de alguna manera una especie de Iglesia de Estado. Por varias razones está estructura está cambiando radicalmente y nos encontramos en un contexto distinto con una sociedad global y plural, en la que no está clara la distinción entre lo sagrado y lo profano. Estamos entrando en otro modelo de sociedad que exige otro modelo de Iglesia. Así apuesto por una Iglesia sinodal en donde se sepa aliar su unidad, que es fundamental, con la diversidad. La Iglesia está extendida por el planeta como nunca lo ha estado en la historia. Nunca ha sido tan católica en el sentido de tan universal como ahora, ni ha estado tan separada del poder, aunque no lo está del todo, y libre de él. Es un momento extraordinario para pensar en otro modelo de Iglesia. No creo solamente en una conversión de la Iglesia institución, sino que al mismo tiempo tiene que haber una conversión personal de cada uno de sus miembros.
¿La religión sigue teniendo cabida en la sociedad?
Hay una demanda de espiritualidad entendiéndola como la necesidad de superar la pura materialidad, la dimensión puramente física, científico técnica de la realidad. El problema es dónde encuentra la gente una respuesta a esa espiritualidad. La Iglesia tiene en ese aspecto la dificultad de llevar una mochila de veinte siglos en los que ha hecho cosas muy buenas y muy malas. Vivimos en una sociedad en la cual lo que cuenta y de lo que más se habla, en general, es de las cosas malas; por eso en ese contexto la Iglesia lo tiene complicado. Te van a recordar circunstancias negativas que son exactas, pero no el hecho de que en este momento uno de los organismos que más ayudan a la gente es Cáritas y que tenemos misioneros, y mejor muchas misioneras, que están viviendo en los sitios más complicados del mundo para ayudar a la gente. De eso se habla mucho menos. En ese contexto es en el que la Iglesia tiene que pasar por un desierto, que es en el que estamos ahora.
No hay que desesperar porque tenemos un “producto” muy bueno, como se diría en el campo mercantil. En una sociedad de la desconfianza como estamos ahora, de la queja, de la disputa permanente, en la que se potencia lo malo, la Iglesia tiene dos principios básicos: el mundo no se acaba aquí, la dimensión de la trascendencia; y el principio ético fundamental de la Iglesia que es el amor y la ayuda al más necesitado. Ese producto es extraordinario y responde a unas necesidades reales que existen en este momento en la sociedad. Mostrémoslo entonces sin prepotencia ni ocultación y dejemos que pase el tiempo.
Ha trabajado mucho con jóvenes, ¿cómo los ve dentro de la Iglesia?
El problema de los jóvenes viene de lejos. Cuando yo lo era también se hablaba de los jóvenes que se alejan, no vienen o de que las personas que iban a la iglesia eran mayores. Estuve en la preparación del sínodo en Roma y tuve ocasión de asistir durante una semana a las sesiones y realmente esos jóvenes, de todo el mundo, eran magníficos, me emocionaba oyéndoles hablar de cómo se sentían.
Los jóvenes manifiestamente necesitan una respuesta vital en su búsqueda de plenitud y de sentido y la Iglesia tiene algo que ofrecerles. Lo que ocurre es que si no lo hace no es porque no acierte en las prácticas o en las técnicas, sino porque no hay un humus cristiano en el público adulto. Pero está en el fondo esa inquietud de qué sentido tiene la vida, por qué estoy yo aquí, por qué tengo que hacer el bien y no el mal, por qué me tengo que preocupar del otro, hay algo más después de esta vida. Esa cuestiones se las plantean también los jóvenes. He hecho mucha investigación y en el marco de esos estudios siempre solía incorporar la cuestión: ¿por qué no te preguntas cómo sientes tú, que estarás más contento el lunes por la mañana según cómo te hayas comportado el viernes y el sábado? En el fondo se trata de animarles a reflexionar a ellos mismos sobre lo que hacen y así hay una apertura a otro mundo que no es solo el material. No se trata de moralina sino de hacer reflexionar. No es fácil en un mundo en el que hay miedo a pensar.
¿Son edades más difíciles para significarse en ese sentido?
No sucede solamente en ciertas edades. Decirse católico es cosa rara, la gente tiene más fácil expresar que es cristiano o que tiene cultura cristiana. No se puede entender el proceso de secularización si no se entiende previamente el de confesionalización. Esta idea la vi por primera vez escrita a un sociólogo español, Casanova, donde decía que para entender la situación de secularización de los países católicos del Sur de Europa había que comprender que habían sido países confesionalmente católicos. Prácticamente había obligación de ser católico y España además ha estado dividida desde le punto de vista religioso todo el siglo XX. Eso deja huella. En la actualidad tenemos movimientos laicistas excluyentes de lo religioso que quisieran que la dimensión religiosa se limitara al ámbito privado e individual y les da tirria que haya una capilla en la universidad o las cárceles. Es una respuesta al estado de confesionalidad que hemos vivido. Necesitamos vivir en ese pluralismo, saber que hay personas con sensibilidades distintas, el laicismo excluyente –porque hay un laicismo que es incluyente y que defiendo– en el fondo se convierte en una especie de religión política.
lunes, 16 de abril de 2018
El Papa: Jesús Resucitado no es un fantasma, tiene cuerpo, come pescado; Dios nos quiere con cuerpo
(Rel.) En el tercer domingo de Pascua y antes de rezar el Regina Coeli desde la ventana que mira a la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco ha explicado que en el cristianismo “debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo”.
“Puede convertirse en una ocasión o en un instrumento de pecado, pero el pecado no es causado por el cuerpo, sino por nuestra debilidad moral”.
Narrando el Evangelio según San Lucas, donde Jesús se manifiesta a los Apóstoles diciéndoles: "La paz esté con vosotros", el Papa Francisco explica que “es tanto la paz interior como la paz lo que se establece en las relaciones entre las personas”.
El episodio contado por el evangelista Lucas insiste mucho en el realismo de la Resurrección, de hecho – asegura Francisco - no es una aparición del alma de Jesús, “sino de su presencia real con el cuerpo resucitado”.
“Jesús se da cuenta de que los apóstoles están desconcertados al verlo porque la realidad de la Resurrección es inconcebible para ellos” continúa el Papa.
Creen que ven un fantasma, “pero Jesús resucitado no es un fantasma, es un hombre con cuerpo y alma” y es por ello que les dice: "Miren mis manos y mis pies: ¡soy realmente yo! Tocadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que tengo”.
Y como esto no parece suficiente para vencer la incredulidad de los discípulos, Jesús les pregunta: "¿Tienen aquí algo para comer? Los discípulos le ofrecen un poco de pescado asado y Jesús lo toma y se lo come delante de ellos.
El cuerpo no es un obstáculo o una prisión del alma
Tras narrar el Evangelio según San Lucas, el Papa afirmó que “la insistencia de Jesús en la realidad de su Resurrección ilumina la perspectiva cristiana sobre el cuerpo”, pues el cuerpo “es creado por Dios” y el hombre no está completo “si no es una unión de cuerpo y alma”.
Jesús, que ha vencido la muerte y ha resucitado en cuerpo y alma, nos hace comprender que debemos tener una idea positiva de nuestro cuerpo: “El cuerpo es un regalo maravilloso de Dios, destinado, en unión con el alma, a expresar plenamente la imagen y semejanza de Él”, dijo el Papa - por lo tanto, continuó - “estamos llamados a tener un gran respeto y cuidado de nuestro cuerpo y el de los demás” ya que toda ofensa, herida o violencia al cuerpo de nuestro prójimo "es un ultraje para Dios el creador”.
Cuerpos dañados, como el de Cristo
Además, Francisco envió un particular pensamiento a todos los niños, las mujeres y los ancianos maltratados en el cuerpo: “En la carne de estas personas encontramos el cuerpo de Cristo; Cristo herido, burlado, calumniado, humillado, azotado y crucificado” pero Jesús lo que nos enseñó fue “el amor”, un amor que, en su Resurrección – puntualizó el Santo Padre – “ha demostrado ser más poderoso que el pecado y la muerte, y quiere salvar a todos aquellos que experimentan en su propio cuerpo las esclavitudes de nuestros tiempos”.
“Vivimos en un mundo donde prevalece la prepotencia contra los más débiles y el materialismo que sofoca el espíritu”, señaló el Pontífice, y es por eso que el Evangelio de hoy “nos llama a ser personas capaces de mirar profundamente, llenas de asombro y gran alegría por haber encontrado al Señor resucitado” y concluyó pidiendo, por la intercesión materna de la Virgen María para que “nos sostenga en este camino”.
El Papa dedicó un saludo a los fieles reunidos en Madagascar para la beatificación del maestro y padre de familia Lucien Botovasoa, decapitado por una facción anticlerical en 1947.
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