viernes, 17 de noviembre de 2017

Orar con el Salmo del Día

Sal 18,2-3.4-5 
R/. El cielo proclama la gloria de Dios

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

En el Seminario


jueves, 16 de noviembre de 2017

Carta del Sr. Arzobispo


JORNADA ANTIGUA, JORNADA PERMANENTE

​Hay una página que siempre nos deja incómodos y hasta con mala conciencia cuando abrimos el Evangelio: “venid a mí, benditos de mi Padre, porque… tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25,31-46). Aquellos primeros oyentes quedaron sorprendidos. Algunos de ellos estuvieron con el Maestro día y noche en los últimos tres años. Jamás le vieron como Él decía que estuvo sediento, hambriento, forastero, desnudo, enfermo, encarcelado. La pregunta no se dejó esperar: ¿cuándo te vimos así? ¿dónde? Y su respuesta fue fulminante: “cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

​Y el mismo Jesús lo vaticinó: siempre tendréis pobres, siempre habrá pobres… sea cual sea el rostro y el nombre de su penuria y precariedad (cf. Mt 26,11). Esto es lo que ha movido al Papa Francisco para proponer a toda la Iglesia una Jornada mundial de los pobres. Bien es verdad que la comunidad cristiana siempre ha servido a estos hermanos a través de mil gestos y un sinfín de compromisos que han marcado la identidad de la Iglesia para pasmo de los tibios o incomodidad de los poderosos de turno, que unos y otros se sentían de algún modo señalados por su mediocridad o por su prepotencia.

​Una Jornada de los pobres que viene a recordarnos lo que es memoria viva cada día en tantas personas que han abrazado el Evangelio siguiendo a Jesús pobre en la pobreza de los hermanos. Dice el Papa Francisco en el mensaje que ha escrito para esta Jornada: “No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Sigamos el ejemplo de san Francisco. Él, precisamente porque mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación”.

​En la Diócesis, Cáritas, Manos Unidas, el Pan de los pobres de San Antonio, las Conferencias de San Vicente de Paúl… son algunos de los cauces en los que la comunidad cristiana se solidariza mirando a Cristo y a los santos, con los hermanos más desfavorecidos que piden les salgamos a su encuentro para encender en ellos la llama de la esperanza que se nutre de la caridad. Como decía el gran teólogo Von Balthasar, “sólo el amor es digno de fe”.



+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Noviembre: un mes para acordarse de los que ya no se acuerdan


Del Oficio del Día

Del libro del profeta Ezequiel 10, 18-22; 11, 14-25
LA GLORIA DEL SEÑOR ABANDONA LA CIUDAD SENTENCIADA

En aquellos días, yo, Ezequiel, fui arrebatado en éxtasis por el Señor, y vi que la gloria del Señor salió, levantándose del umbral del templo, y se colocó sobre los querubines. Vi a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo, sin separarse de las ruedas, y salir. Y se detuvieron junto a la puerta oriental de la casa del Señor; mientras tanto la gloria del Dios de Israel sobresalía por encima de ellos.

Eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Kebar, y me di cuenta de que eran querubines. Tenían cuatro rostros y cuatro alas cada uno y una especie de brazos humanos debajo de las alas, y su fisonomía era la de los rostros que yo había contemplado a orillas del río Kebar. Caminaban de frente. Entonces vino a mí esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, los habitantes de Jerusalén dicen de tus hermanos, los responsables de la familia y de la casa de Israel toda entera: "Ellos se han alejado del Señor, a nosotros nos toca poseer la tierra." Por tanto di: "Esto dice el Señor: Cierto, los llevé a pueblos lejanos, los dispersé por los países, y fui para ellos un santuario provisorio en los países adonde fueron." Por tanto di: "Esto dice el Señor: Os reuniré de entre los pueblos, os recogeré de los países en los que estáis dispersos, y os daré la tierra de Israel. Entrarán y quitarán de ella todos sus ídolos y abominaciones. Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos: serán mi pueblo y yo seré su Dios. Pero a aquellos cuyo corazón se vaya tras sus ídolos y abominaciones les daré su merecido -oráculo del Señor-."»

Los querubines levantaron las alas, sin separarse de las ruedas; mientras tanto la gloria del Dios de Israel sobresalía por encima de ellos. La gloria del Señor se elevó sobre la ciudad y se detuvo en el monte al oriente de la ciudad.

Entonces el espíritu me arrebató y me llevó en volandas al destierro de Babilonia, en éxtasis, y la visión desapareció. Y yo les conté a los desterrados lo que el Señor me había revelado.

RESPONSORIO Ez 10, 4. 18; Mt 23, 37. 38

R. La gloria de Dios se elevó y se colocó en el umbral del templo; la nube llenó el templo y el resplandor de la gloria del Señor llenó el atrio. * Se elevó luego la gloria del Señor y salió del umbral del templo.
V. Jerusalén, ¡cuántas veces he querido agrupar a tus hijos y tú no has querido! Mirad, vuestra mansión va a quedar desierta.
R. Se elevó luego la gloria del Señor y salió del umbral del templo.

ORACIÓN
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

martes, 14 de noviembre de 2017

Juan Pablo I, venerable


(http://www.revistaecclesia.com)

El Papa Francisco aprueba el decreto de virtudes heroicas de Albino Luciani, Papa Juan Pablo I durante 33 días en el verano de 1978, y su beatificación queda a expensas de un milagro obrado ppor intercesión

Juan Pablo I, conocido como “el papa bueno” o “el papa de la sonrisa”, fue el último pontífice italiano y uno de los más efímeros: elegido en agosto de 1978, falleció 33 días más tarde tras sufrir un infarto a los 65 años.

Durante este breve periodo, llevó a la Santa Sede un estilo más directo, pero su simplicidad no gustó a la Curia, el gobierno del Vaticano.

El venerable Juan Pablo I, cuyo nombre antes de ser elegido Papa era Albino Luciani, nació el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, Italia, y falleció el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio Apostólico del Vaticano como resultado de un fallo cardíaco derivado de una enfermedad mal tratada.

Albino Luciani fue Patriarca de Venecia entre 1969 y 1978. El 26 de agosto de 1978 resultó elegido por los Cardenales para suceder al Papa Pablo VI en la Cátedra de San Pedro.

Su pontificado duró únicamente 33, por lo que ha sido uno de los más cortos de la historia de la Iglesia. Fue el primer Papa nacido en el siglo XX y, hasta el momento, el último italiano.

Tras su muerte repentina, que causó una enorme conmoción en la Iglesia, fue elegido Papa San Juan Pablo II.

Albino Luciani fue ordenado sacerdote el 7 de julio de 1935. En ese mismo año, es nombrado Vicario Cooperador de Agordo, Italia, y profesor de religión en dicha localidad.

En 1937 fue nombrado subdirector del Seminario Gregoriano de Belluno, Italia.

Se licenció en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en el año 1947 y unos meses después fue nombrado Procanciller Episcopal de la Diócesis de Belluno.

Un año después recibió el nombramiento como Provicario General de esa misma Diócesis y, en 1954, Vicario General.

En 1958 el Papa Juan XXIII lo promovió a Obispo de Vittorio Veneto. Recibió la consagración episcopal en la Basílica de San Pedro del Vaticano el 27 de diciembre de 1958.

Entre 1962 y 1965 participó en las diferentes sesiones del Concilio Vaticano II y, en 1969, es promovido a Patriarca de Venecia. En 1972 es elegido Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y el 5 de marzo de 1973 es creado Cardenal.

En el Cónclave celebrado el 26 de agosto de 1978 para suceder a Pablo VI en la Cátedra de San Pedro resulta elegido Papa con el nombre de Juan Pablo I. Su Pontificado duró 33 días, hasta su repentino fallecimiento el 28 de septiembre de 1978.

Mons. Gabino Díaz Merchán presentará su libro en la Casa Sacerdotal


(Iglesia de Asturias) 


La editorial PPC organiza, el próximo miércoles, 29 de noviembre, a las 12 del mediodía, en el salón de actos de la Casa Sacerdotal diocesana (calle San José, 3, Oviedo), la presentación del libro “Evangelizar en un mundo nuevo”, del Arzobispo emérito de Oviedo, Mons. Gabino Díaz Merchán.

En el acto estarán presentes Mons. Gabino Díaz Merchán, Mons. Jesús Sanz, Arzobispo de Oviedo, y Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro de Gijón.