martes, 13 de septiembre de 2016

Entrevista a Rafael Palomino es catedrático de Derecho Eclesiástico en la Universidad Complutense de Madrid

Resultado de imaxes para La religión en el espacio público

Enrique Chuvieco / ReL
10 septiembre 2016


Rafael Palomino es catedrático de Derecho Eclesiástico en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Su último libro es La religión en el espacio público. Los símbolos religiosos ante el derecho (Digital Reasons).

En este estudio alerta sobre el «peligro» de que el espacio público se llene de símbolos de el «más poderoso, que no necesariamente es el más numeroso, imponiendo su iconografía» y lo ejemplifica en que aceptamos que «ondee la bandera del arco iris en el Día del Orgullo en las universidades, pero nos parece inconcebible que haya una representación del belén en un edificio público en las fiestas de Navidad».

-Acaba de publicar La religión en el espacio público. Los símbolos religiosos ante el derecho. ¿Qué papel juegan las creencias de las personas en la sociedad?

- Pienso que desde la investigación universitaria basta remitirse a los hechos y a los estudios más actualizados sobre el papel de la religión en el espacio público. Hemos pasado mucho tiempo bajo dogmas y prejuicios simplistas en torno a la religión y a la secularización de la sociedad. Al final, parece que la religión ha vuelto al espacio público porque, en el fondo, siempre estuvo ahí; por tanto, no va camino de desaparecer como si de una etapa pretérita se tratase.

- Una laicidad extrema en Occidente, arrincona a la esfera privada el ejercicio del hecho religioso, ¿no atenta esto contra las libertades de conciencia y religiosa?

- Debe aclararse que, por lo general, ese tipo de laicidad extrema no opera de forma total, global en todos los países de Europa, ni siquiera de forma uniforme en un mismo país. Pero es cierto que, desde la perspectiva de la laicidad extrema (la laicidad ideológica, si se prefiere), la religión es un fenómeno irracional, trasnochado, y que por ello no puede contarse con él para adoptar el consenso público o las decisiones que nos afectan a todos.Como mucho, puede admitirse en el ámbito privado… Y ahí viene entonces el problema que Usted entrevé: puesto que la vida de los creyentes religiosos no puede escindirse matemáticamente en el ámbito privado y en el ámbito público (no tiene una doble vida, una doble cara), si se les impone una conducta obligatoria de restricción de las manifestaciones de religiosidad, se atenta contra su libertad.

- ¿Ve en España que se estén vulnerando derechos fundamentales por este planteamiento por diversas legislaciones estatales o autonómicas?

- Me llegan noticias de un aumento significativo de actos y gestos de intolerancia hacia la Iglesia católica en España. Y esto pienso que debe preocupar a todos, creyentes o no creyentes.

- Observamos que para, supuestamente, no herir sensibilidades ateas o de otras religiones, se prohíben símbolos religiosos en escuelas y otros ámbitos. ¿Cree Ud. que se zanja así justamente el asunto?

- Realmente es una cuestión que tiene que ver mucho con la concepción de la propia escuela. Determinadas sensibilidades entienden que la escuela es de todos, pero para lograrlo termina siendo de nadie, es decir, un espacio donde las otras sensibilidades, las religiosas, no tienen cabida desde el punto de vista colectivo.
»Es muy difícil que la escuela sea un espacio aséptico, neutro, vacío de simbología. Al final se corre el peligro de que el espacio vacío sea llenado por el “más poderoso” (que no necesariamente es el más numeroso), imponiendo su propia iconografía. Así, estamos dispuestos a aceptar —por ejemplo— que en el rectorado de las universidades ondee la bandera arcoíris el día del orgullo, pero nos parece inconcebible que haya una representación del belén en un edificio público en las fiestas de Navidad.

- ¿Cuál es la diferencia entre un estado aconfesional y un estado laicista?

- El término “estado aconfesional” es totalmente genérico. Con él se indica simplemente que el Estado no acoge una religión, una confesión religiosa, como oficial. Dentro del estado aconfesional caben muchas posibilidades. Y el estado laicista es el que ha hecho del laicismo su “confesión religiosa”, es el que ha adoptado una “confesionalidad inversa” que se vuelve contra las religiones. De forma que en una línea imaginaria podemos situar tres elementos diferentes: a un lado, el estado confesional religioso; en medio los estados aconfesionales; y en el otro lado, los estados laicistas.
 

Papa Francisco: «¿Alguna vez han pensado que cada vez que nos acercamos al confesionario, hay alegría y fiesta en el cielo?»



(RV) La misericordia de Dios fue el tema central de la reflexión del Papa a la hora del Ángelus este segundo domingo de septiembre. El Santo Padre se refirió al capítulo 15 del Evangelio de Lucas, considerado el «capítulo de la misericordia», que contiene las tres parábolas con las cuales Jesús responde a las murmuraciones de los escribas y de los fariseos, que lo criticaban porque recibía a los pecadores y comía con ellos.

La primera parábola, en donde Dios es presentado como un pastor que deja las noventa y nueve ovejas para ir a la búsqueda de aquella perdida. En la segunda, es comparado con una mujer que perdió una moneda y la busca hasta que la encuentra. En la tercera parábola Dios es imaginado como un padre que acoge al hijo que se había alejado.

«Con estas tres parábolas Jesús nos presenta un Dios de brazos abiertos, que trata a los pecadores con ternura y compasión», dijo el papa Francisco

El Papa aseguró que el perdón de Dios cancela el pasado y nos regenera en el amor y esto «nos infunde gran esperanza», porque «no hay pecado en el que hayamos caído del cual, con la gracia de Dios, no podamos renacer; no hay una persona irrecuperable, porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien, ¡aun cuando pecamos!»
Texto completo de las palabras del Pontífice

«Queridos hermanos y hermanos, ¡buenos días!

La liturgia de hoy nos propone el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, considerado el capítulo de la misericordia, que contiene tres parábolas con las cuales Jesús responde a las murmuraciones de los escribas y de los fariseos. Ellos critican su comportamiento y dicen: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos» (v. 2). Con estos tres relatos Jesús quiere hacer entender que Dios Padre es el primero en tener una actitud acogedora y misericordiosa hacia los pecadores.

Dios tiene esta actitud. En la primera parábola Dios es presentado como un pastor que deja las noventa y nueve ovejas para ir a la búsqueda de aquella perdida. En la segunda, es comparado con una mujer que perdió una moneda y la busca hasta que la encuentra. En la tercera parábola Dios es imaginado como un padre que acoge al hijo que se había alejado; la figura del padre desvela el corazón de Dios, de Dios misericordioso manifestado en Jesús.

Un elemento común de estas parábolas es aquel expresado por los verbos que significan alegrarse juntos, festejar. No se habla de estar de luto. Se goza, se festeja. El pastor llama a amigos y vecinos y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido» (v.6); la mujer llama a las amigas y a las vecinas diciendo: «Alégrense conmigo, porque encontré la moneda que se me había perdido» (v. 9); el padre dice al otro hijo: «Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado« (v.32). En las primeras dos parábolas el acento está puesto en la alegría tan incontenible que es necesario compartirla con «amigos y vecinos». En la tercera parábola, el acento se pone en la fiesta que parte del corazón del padre misericordioso y se expande a toda su casa. ¡Esta fiesta de Dios por aquellos que regresan a Él arrepentidos se entona como nunca con el Año Jubilar que estamos viviendo, como dice el mismo término «Jubileo»! Es decir, júbilo.

Con estas tres parábolas, Jesús nos presenta el rostro verdadero de Dios, un Padre de brazos abiertos, que trata a los pecadores con ternura y compasión. La parábola que más conmueve, –a todos– porque manifiesta el infinito amor de Dios, es aquella del padre que estrecha hacia él y abraza al hijo reencontrado. Y lo que impresiona no es tanto la triste historia de un joven que precipita en la degradación sino sus palabras decisivas: «Ahora mismo iré a la casa de mi padre» (v. 18).

El camino de regreso a casa es el camino de la esperanza y de la vida nueva. Dios espera siempre nuestro ponernos en viaje, nos espera con paciencia, nos mira cuando estamos lejanos, nos viene al encuentro, nos abraza, nos besa, nos perdona. ¡Así es Dios! ¡Así es nuestro Padre! Y su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor. Olvida el pasado: y ésta es la debilidad de Dios. Cuando nos abraza y nos perdona, pierde la memoria. ¡No tiene memoria! Olvida el pasado.

Cuando nosotros pecadores nos convertimos y nos hacemos encontrar por Dios, no nos esperan reproches y durezas, porque Dios salva, vuelve a recibirnos en casa con alegría y festeja. Jesús mismo en el Evangelio de hoy, dice así: «Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta más que por 99 justos que no tienen necesidad de conversión». Y les hago una pregunta:

¿Alguna vez han pensado que cada vez que nos acercamos al confesionario, hay alegría y fiesta en el cielo? ¿Han pensado esto? ¡Es hermoso!

Esto nos infunde gran esperanza porque no hay pecado en el que hayamos caído del cual, con la gracia de Dios, no podemos renacer; no hay una persona irrecuperable: ¡nadie es irrecuperable! Porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien, ¡aun cuando pecamos!

La Virgen María, Refugio de los pecadores, haga nacer en nuestros corazones la confianza que se encendió en el corazón del hijo pródigo: «Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: »Padre, pequé contra el Cielo y contra ti» (v. 18). Por este camino, podemos dar alegría a Dios, y su alegría puede volverse su fiesta y la nuestra».

(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Radio Vaticano)

lunes, 12 de septiembre de 2016

Seminarios en el Instituto San Melchor de Quirós

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(Iglesia de Asturias)

El Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Oviedo San Melchor de Quirós propone a lo largo de este curso 2016-2017 una oferta de seminarios cuatrimestrales y anuales, tanto para los estudiantes del grado de Ciencias Religiosas, como para todas aquellas personas que tengan interés en alguna de las materias que se ofrecen, en cuyo caso podrían asistir a los cursos en calidad de oyentes. Losseminarios cuatrimestrales se imparten los miércoles en horario de 17,30 a 19 horas, y los anuales, en horario de viernes por la tarde

En el primer cuatrimestre, que dará comienzo el 28 de septiembre, se ofrecerán los cursos “Iconografía de la Catedral de Oviedo”; “Curso fundamental de la fe de Karl Rahner”; “Comparativa del cristianismo y la religiosidad africana”; “Arqueología cristiana”; “Misionología”; “El mundo de las creencias sobrenaturales en la Edad Moderna” y “Solfeo y músical I”. El segundo cuatrimestre, por su parte, contará con “Solfeo y música II”; “El sincretismo religioso en América”; “Psicopatología pastoral”; “La organización del clero parroquial en la Asturias de la Edad Moderna” y “Ampliación de Derecho canónico”. Los seminarios anuales se centrarán en dos idiomas modernos: inglés e italiano.

Más información en el teléfono 985 22 08 97

Dulce Nombre de María

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Jesús Marí Ballester

Ha sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume.

En el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura". Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración. "Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.

EL NOMBRE Y LA MISION

En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: "Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización

domingo, 11 de septiembre de 2016

José Luis Secades, escritor y experto en los secretos de Fátima, fallece a los 79 años

Á. FIDALGO 

José Luis Secades Montoto (Oviedo, 1937), estudioso de cuestiones religiosas, conferenciante, traductor y reconocido experto en las apariciones de la Virgen en Fátima, falleció ayer a la edad de 79 años. La capilla ardiente permanecerá abierta hasta la una de la tarde de hoy en la Asociación Peñavera, obra corporativa del Opus Dei de la que el fallecido fue promotor e impulsor de actividades "con el entusiasmo y dedicación que ponía en todo lo que hacía", según destacaron sus allegados. Una hora después recibirá sepultura en el cementerio parroquial de Lugones. Mañana lunes, a las cinco de la tarde, se celebrará el funeral en la iglesia parroquial de San Melchor de Quirós.

José Luis Secades era el único español que tenía acceso a los archivos en los que se custodia la documentación en torno a Lucia, Francisco y Jacinta, los tres videntes de Fátima. Su vinculación con el santuario portugués surge desde que la hermana Lucia le escogiera para que fuera el traductor de todos sus libros del portugués al español. Secades fue también colaborador durante doce años del Padre Luis Kondor, vicepostulador de la causa de canonización de los Pastorcitos de Fátima.

Pero ya con anterioridad estaba dedicado con intensidad al estudio y difusión de asuntos religiosos. La completísima guía "Capillas e iglesias de Asturias", es su último libro. Recoge la relación más completa de los lugares de culto de Asturias, 3.600 en total. Un exhaustivo trabajo que es el fruto de 15 años de investigación, en los que el autor recorrió la geografía asturiana visitando todos los lugares de culto que catalogó. Está considerada una valiosa obra de consulta para los estudiosos y amantes de Asturias, su cultura y sus tradiciones.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Peregrinación al Jubileo de la Cruz

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Turno de nuestra Parroquia de Lugones junto con las de:  San Tirso el Real, Sagrada Familia de Ventanielles, Sto. Domingo, Cristo de las Cadenas-Montecerrao, Santo Tomás de Latores , Santa María de Bendones, Santiago de Tudela Agüeria, San Pedro de Naves, Santa Eulalia de Manzaneda, San Pelayo de Olloniego y San Julián de Box de Tudela Veguín.


MIERCOLES 
14 de Septiembre

A las 18:30 en la Catedral de Oviedo

Preside y predica el Párroco del Cristo de las Cadenas


Evangelio Domingo XXIV del Tiempo Ordinario

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Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (15,1-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.” Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: “iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.” Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.” El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.” Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.” Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.” El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”»

Palabra del Señor