miércoles, 13 de enero de 2016

¡Por el bien común de España!. Por el Cardenal Antonio Cañizares


Acabo de regresar de Tierra Santa, donde he hecho ejercicios espirituales con varios sacerdotes de mi diócesis de Valencia. Al llegar me encuentro con la situación tan delicada que atraviesa España en estos precisos momentos, 10 de enero de 2016. Resumiendo: en Cataluña tenemos lo que tenemos, calificable de máxima y extrema gravedad. En el resto de España, la debilidad grande en que se encuentra, además con un Gobierno en funciones, tras el proceso electoral, y hasta que se constituya un nuevo Gobierno estable, calificable también de máxima gravedad. Las consecuencias de toda esta situación son imprevisibles, pero ninguna de ellas es buena, ni siquiera indiferente. Pongo por escrito las siguientes reflexiones como obispo y ciudadano, no como político, que no lo soy, pero siento un profundo respeto enteramente a ese campo que no es de mi incumbencia, y soy consciente y sé la repercusión que tiene en la vida política lo que digo a continuación...

En aquellos lugares de Israel he podido, una vez más, adentrarme en la persona de Jesús, en su vida, en su mensaje. Y la verdad es que necesitamos tantísimo, en estos momentos, en España de lo que dijo e hizo Jesús.

Es plenamente actual. Se despojó de todo, se rebajó hasta lo último, no buscó ningún puesto ni ningún interés humano. Sólo se preocupó del hombre, de los más pobres; pasó haciendo el bien, amando y ayudando, dejando su vida y entregándola por la salvación de todos, no de unos cuantos; fue testigo de la verdad, la Verdad misma es Él; trajo la libertad a los cautivos; anunció el perdón y perdonó siempre hasta entregar su vida y perdonando a los que se la quitaban; mostró su infinita misericordia y la acogida de todos sin excluir a nadie: dio de comer a la multitud extenuada que le seguía y caminaba como oveja sin pastor; trajo la buena noticia a los pobres y a los que sufren; proclamó la misericordia de Dios e invitó a la misericordia; declaró dichosos a los que trabajan por la paz, a los misericordiosos, a los que tienen hambre de la justicia; se identifi có con los hambrientos, con los sin techo, con los enfermos; oró y enseñó a orar a su Padre y nuestro Padre, que hace salir el sol sobre justos e injustos; nos mostró el rostro de Dios en su persona, en su actuar, en sus gestos; nos trajo a Dios, un Dios que es amor; murió y resucitó por la reconciliación y la unidad entre los pueblos y las gentes ... Pasó por uno de tantos, pero lo crucificaron los que no aceptaban que el salvador fuese de esa manera: misericordioso como su Padre del cielo y que viniese a reunir a todos los dispersos.

En definitiva, nos muestra a Dios inseparable del hombre y al hombre inseparable de Dios. Nos indica que por encima de otras cosas está la persona, el bien de la persona, el bien común Todo esto lo necesitamos ahora como el comer, en España, en Europa y en el mundo entero.

Pero en España, desde donde y para quien escribo estas reflexiones, lo necesitamos de una manera especial; y no trato de imponer nada a nadie, sólo ofrecer lo que tengo y he podido enriquecer estos días atrás. No es una propuesta de una determinada confesión religiosa particular, pues es de todos y para todos, conforme a la razón, y a todos lo ofrezco, también a nuestros políticos, recordando las palabras de Jesús «dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», que tanta luz aportaría en esta encrucijada de España, como glosé en otro artículo en este diario.

Es opinión común reflejada en conversaciones, en tertulias de radio o de TV, en los diferentes medios de comunicación, que en la situación que vivimos está en juego nuestro futuro, se pone en máximo riesgo de supervivencia a España y las consecuencias las van a pagar, como siempre, los mismos: los pobres, los que no tienen trabajo, las familias, los débiles, los últimos, los que no cuentan. Es una hora que pide a todos una gran voluntad de sacar adelante y contribuir a la realización el proyecto de lo que somos España, dentro de una Europa, que reclama unidad y cooperación entre todos. Una vez más tengo que decir que me duele España.

Observo comportamientos que buscan más el interés particular de grupo, el poder, el cambio de sistema, la ideología... que el bien común. Por eso me atrevo a sugerir y pedir a los grandes partidos que sean generosos, que por encima de otros intereses, está el bien común: y el bien común se llama España y los españoles, singularmente los más desfavorecidos que son los que de nuevo peor lo van a pasar en la situación que se está derivando de algunas actitudes de ciertas formaciones políticas. Lo que dicta la razón y el sentido común es que las fuerzas democráticas, moderadas, constitucionalistas, respetuosas con la Ley y las leyes, con sentido común, que se guían por la razón y no por sentimientos, que no vuelven la vista atrás en una mentalidad de guerracivilista superada, que miran al futuro con responsabilidad, capaces de diálogo, de colaboración y de cooperación en el bien común, en la edifi cación de una España de todos y para todos, con capacidad de sacrifi cio... ¿Tan difícil es? Comprendo que sea difícil para quienes tengan una mirada corta y sea alicortos para emprender el vuelo alto que ahora necesitamos... Y aunque no sea un político, como ciudadano, uno más, que siente responsabilidad por el pueblo al que quiero de verdad y para quien quiero lo mejor, me atrevo a pedir que por el bien de España, de los españoles, singularmente de los más pobres, se encuentre la solución que corresponda; Por favor!, estén a la altura que las circunstancias exigen y piensen en el bien común. No hay tiempo que perder: se necesita un Gobierno estable. El retraso en el tiempo de las soluciones –un Gobierno estable– juega contra todos. ¿A quién habrá que pedir las responsabilidades correspondientes?

Bendición de las Mascotas 2016

martes, 12 de enero de 2016

Turismo de pobres o ir de Misiones. Por Rodrigo Huerta Migoya



En este mundo tan globalizado y tan coherente, el sentido común sigue siendo, a la vista de los acontecimientos, el menos común de los sentidos. Algo que queda de manifiesto a la hora de tratar el delicado asunto de la vocación misionera de la Iglesia. Más, pensemos por un instante: ¿Qué es la misión?, ¿Dónde está?: ¿de verdad lo sabemos?

Hace un siglo pensar en misión era hablar de África o Latinoamérica, dos continentes que decíamos necesitados de Dios; más ya en pleno siglo XXI se nos ha insistido en que los antaño “países de misión” nos llevan la delantera y somos ahora nosotros, la vieja Europa, la que está necesitada de Dios. Con gran acierto y criterio pastoral nuestros párrocos de los años 40 y 50 vieron la necesidad de celebrar en cada comunidad, por pequeña que fuere, un tiempo de Santas Misiones, de refrescar el anuncio, de poner a toda la feligresía en clave de fe mediante charlas, predicaciones en la calle, celebraciones penitenciales, procesiones eucarísticas, consagraciones a la Virgen o al Sagrado Corazón etc… ¿No será que se lo olían o lo veían venir?

Hoy, con la que está cayendo con una Iglesia envejecida y en sus horas más bajas y necesitada más que nunca de arrimar el hombro, seguimos “jugando” a ir de misiones cuando son “los de allá” los que están viniendo a evangelizarnos. No en vano la Iglesia asturiana cuenta ya con dos sacerdotes africanos (en Piloña y Leitariegos) y seis latinoamericanos (en Panes, Pola de Allande, Villayón, Gozón, Somiedo y Grado ): ¿Tiene sentido que se nos vayan sacerdotes españoles a Africa, América o Asia, cuando nuestras diócesis ya se están viendo reforzadas por aquellos sacerdotes “indígenas”?; ¿No era el papel y el objetivo de la Iglesia el ir abandonando los lugares de misión una vez que estos estuvieran provistos de clero propio y asentados los cimientos eclesiales?...

La verdadera vocación misionera según definió el Concilio Vaticano II en el decreto “AD GENTES DIVINITVS”, es el deseo de que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y esto no sólo atañe a los países en vías de desarrollo. Igualmente el Concilio, en lo referente al ministerio y vida de los presbíteros, recomienda que no se envíen sacerdotes aislados a otras tierras, sobre todo si no conocen bien la cultura y costumbres.

Sin duda, África y muchos países de Latinoamerica y Asia siguen siendo “tercer mundo” necesitado de ayuda sanitaria, económica, material … pero en lo espiritual, los europeos, dadas las circunstancias, poco podemos aportar, a no ser que vayamos a aprender. No está muy clara en muchos casos nuestra aportación a esos “países de misión”. Al tiempo, sólo hay que ver cómo en nuestros conventos de clausura, como en las Dominicas de Cangas del Narcea el renuevo juvenil de éstas son monjitas de la india; las Salesas de Oviedo tienen varias novicias africanas; o las Agustinas Recoletas, o las Clarisas de Villaviciosa, tienen savia nueva mejicana. ¿Nos queremos engañar?... Hoy aquellos países son tierra de otras necesidades, pero la misión dura y difícil está ahora aquí, en nuestro suelo.

Hoy pocas son las diócesis españolas, a excepción de alguna como Toledo, con Moyobamba, las que se pueden permitir “el lujo” de desprenderse de sacerdotes en beneficio de las misiones. Pongamos algunas cifras sobre la mesa:

El Anuario Pontificio de 2014 apuntaba el aumento de clero con los siguientes porcentajes: África creció un 24%; Asia creció en 20%; América creció en 1,6%, Oceanía creció un 0,6% y, sin embargo, nuestra Europa descendió en sacerdotes en un 6%.

Tres diócesis para comparar:

Oviedo (España) 900 parroquias / 400 sacerdotes: 1.080 329 católicos

Udin Thani (Tailandia) 60 parroquias / 41 sacerdotes: 17.000 católicos

Quito (Ecuador) 173 parroquias / 500 sacerdotes: 1.557 255 católicos

En este aspecto, nos podemos remitir a la Constitución “Presbyterorum Ordinis” (del Concilio Vaticano II) la cual ya remarca que los presbíteros de las diócesis más ricas en vocaciones han de estar prontos a partir con la invitación o permiso de su obispo para ejercer su ministerio en regiones, misiones u obras que padezcan penuria y escasez de clero (eso, ahora, es Europa).

Es cierto que es complejo clasificar dónde hay verdadera misión o no; lo que interesa es diferenciar labor humanitaria de labor evangelizadora, ya que sigue habiendo países pobres con falta de recursos sí, pero mucho más probados y demostrados en la fe que nosotros. Como me decía un sabio religioso y amigo, la diferencia entre ir de misión y hacer turismo de pobres se nota en los que se abajan y trabajan sin que nadie los vea, contrapuestos con los que sólo suben fotos al “facebook” abrazando a necesitados. España necesita misioneros en su suelo.

El Papa Francisco publica su primer libro, dedicado a la misericordia


(COPE) Se titula “El nombre de Dios es misericordia” y en España lo edita Planeta. Como Juan Pablo II en 1994 y Benedicto XVI en 2010, el Papa ha mantenido una larga entrevista con el vaticanista Andrea Tornielli con el fin de explicar por qué ha convocado el Jubileo extraordinario. Y, sobre todo, porqué su insistencia obsesiva en la misericordia desde que empezó su pontificado.

Es un libro breve, en el que no encontramos grandes titulares para los periódicos, ni complicadas reflexiones teológicas. Es una charla de pastor y oveja, de padre e hijo, en la que el Papa responde con un lenguaje sencillo a preguntas profundas sobre la confesión, el pecado, y su propia experiencia de “miseria”. Es una de las primeras cosas que subraya: “Etimológicamente, misericordia significa abrir el corazón al miserable”. Miseria mía, misericordia de Dios.

Lo primero que encontramos al abrir las páginas es este Evangelio:

Y Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh, Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias”. En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh, Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado». Lucas 18, 9-14

Y ahí está resumido prácticamente todo lo que viene a continuación. El relato arranca en la misa de Santa Ana, el domingo siguiente a la elección del Papa Francisco, donde en su segunda homilía, a propósito del evangelio de la adúltera, predicó: «El mensaje de Jesús es la misericordia. Para mí, lo digo desde la humildad, es el mensaje más contundente del Señor»

A partir de ahí, cien páginas a modo de caricia de parte de Dios. El propio Andrea Tornielli, veteranísimo periodista especializado en el Vaticano, se sitúa en el plano del lector, aportando ingredientes a la conversación con preguntas como esta:

Don Luigi Giussani citaba este ejemplo sacándolo de la novela de Bruce Marshall A cada uno un denario. El protagonista del libro, el abad Gaston, tenía que confesar a un joven soldado alemán que los partisanos franceses estaban a punto de condenar a muerte. El soldado había confesado su pasión por las mujeres y las muchas aventuras amorosas que había tenido. El abad le había explicado que debía arrepentirse. Y él: «¿Cómo hago para arrepentirme? Era algo que me gustaba, si tuviera la ocasión lo haría ahora también. ¿Cómo hago para arrepentirme?». Entonces, al abad Gaston, que quería absolver a toda costa a ese penitente al borde de la muerte, se le ocurrió una idea genial y dijo: «Pero ¿a ti te pesa que no te pese?». Y el joven, espontáneamente, respondió: «Sí, me pesa que no me pese». Es decir, siento no estar arrepentido. La hendidura en la puerta que había permitido la absolución…

Reproducimos aquí algunos fragmentos escritos por el Papa Francisco:

MISERICORDIA Y MISERIA

Etimológicamente, misericordia significa abrir el corazón al miserable. Y enseguida vamos al Señor: misericordia es la actitud divina que abraza, es la entrega de Dios que acoge, que se presta a perdonar. Jesús ha dicho que no vino para los justos, sino para los pecadores. No vino para los sanos, que no necesitan médico, sino para los enfermos. Por eso se puede decir que la misericordia es el carné de identidad de nuestro Dios.

LA IGLESIA CONDENA EL PECADO PORQUE DEBE DECIR LA VERDAD

La Iglesia condena el pecado porque debe decir la verdad. Dice: «Esto es un pecado». Pero al mismo tiempo abraza al pecador que se reconoce como tal, se acerca a él, le habla de la misericordia infinita de Dios. Jesús ha perdonado incluso a aquellos que lo colgaron en la cruz y lo despreciaron. Debemos volver al Evangelio.

LA NOCHE Y LOS LOBOS

Hay que entrar en la oscuridad, en la noche que atraviesan tantos hermanos nuestros. Ser capaces de entrar en contacto con ellos, de hacer notar nuestra cercanía, sin dejarnos envolver y condicionar por esa oscuridad. Ir hacia los marginados, hacia los pecadores, no significa permitir a los lobos entrar en la grey. Significa tratar de llegar a todos testimoniando la misericordia.

PERSONAS HOMOSEXUALES

¿Puedo preguntarle cuál es su experiencia como confesor con las personas homosexuales? Se hizo famosa aquella frase suya pronunciada durante la conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro: «¿Quién soy yo para juzgar?».

En esa ocasión, dije: «Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?». Parafraseé de memoria el Catecismo de la Iglesia católica, donde se explica que estas personas deben ser tratadas con delicadeza y no deben ser marginadas. En primer lugar, me gusta que se hable de «personas homosexuales»: primero está la persona, con su entereza y dignidad. Y la persona no se define tan sólo por su tendencia sexual: no olvidemos que somos todos criaturas amadas por Dios, destinatarias de su infinito amor. Yo prefiero que las personas homosexuales vengan a confesarse, que permanezcan cerca del Señor, que podamos rezar juntos. Puedes aconsejarles la oración, la buena voluntad, señalarles el camino, acompañarlos.

CORRUPCIÓN Y PECADO

La corrupción no es un acto, sino una condición, un estado personal y social en el que uno se acostumbra a vivir. El corrupto está tan encerrado y saciado en la satisfacción de su autosuficiencia que no se deja cuestionar por nada ni por nadie. El corrupto a menudo no se da cuenta de su estado, precisamente como quien tiene mal aliento y no se da cuenta. Tenemos que rezar de una manera especial durante este Jubileo para que Dios haga mella también en los corazones de los corruptos, otorgándoles la gracia de la vergüenza, la gracia de reconocerse pecadores necesitados de su perdón

LA FRASE FINAL DEL LIBRO RESUME TODO SU CONTENIDO:

Al acoger al marginado que tiene el cuerpo herido, y al acoger al pecador con el alma herida, se juega nuestra credibilidad como cristianos. Recordemos siempre las palabras de san Juan de la Cruz: «En la noche de la vida, seremos juzgados en función del amor»

lunes, 11 de enero de 2016

Necrológica Diocesana

El sacerdote diocesano, el Rvdo. Sr. D. Luciano Alonso Díaz,  falleció ayer Domingo en su domicilio de Piñera (Castropol)

Nacido en Castropol el 12 de febrero de 1934.

Tras cursar sus estudios en los seminarios de Tapia, Valdediós y Oviedo, fue ordenado sacerdote el día 22 de marzo de 1958 por de Monseñor Lauzurica y Torralba.

Sus destinos pastorales fueron:

Ecónomo de San Antolín de Obona (Tineo) y encargado de Francos -filial de Troncedo- (1958-1960)

Coadjutor de San Martín de Turón (1960-1962)

 Ecónomo de San Martín de Oscos y encargado de Santa María de Laviarón (1962-1967) 

 Ecónomo de San Félix de Hevia y encargado de Sta. Marina de Siero (1967-1979)

 Ecónomo de San Esteban de Barres y Encargado de Santiago de Figueras -Castropol- (1979-2011)

Fue Teniente-Arcipreste de Castropol, Arcipreste de Castropol y Vicearcipreste de El Eo.

Su funeral se celebrará esta tarde, D.m., en la parroquia de Santiago Apóstol de Castropol, a las 16,30 horas y será presidido por el Ilmo. Señor Vicario General.

D. E. P. 


"...Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, 
y a Jesucristo, tú enviado"  (Jn 17,3)

Memoria histórica de un niño de derechas. Por Jorge Gonzalez Guadalix



Mi madre, q.e.p.d., era muy guarduña de papeles. En casa existe documentaciónde su familia y de la familia de mi padre desde hace tiempo. Una de las cosas que hago cada miércoles, que es ese día medio libre que suelo pasar en el pueblo, esrevisar papeles, clasificar, ordenar, curiosear documentación que en algunos casos llega hasta el siglo XVIII.

Algunas cosas del todo previsibles: testamentos, escrituras de fincas, cartas, pagos de impuestos, recibos varios, certificados, libros de cuentas de los abuelos… También he encontrado otra documentación cuya existencia ignoraba por completo.

Quizá de lo más impactante el documento, de fecha 23 de agosto de 1936, por el cual se exigía a mis abuelos la entrega “en el plazo de cuarenta y ocho horas” de la cantidad de mil pesetas con destino a las milicias populares y sus familiares. Unos meses más tarde, con fecha de 4 de septiembre de 1937, otro documento obligaba a mi abuelo paterno a exiliarse de su propio pueblo dejando todos sus bienes tanto inmuebles como ganados a disposición del Consejo Municipal “que ya decidiría su destino”.

Jamás habíamos visto esos papeles. Sí nos habían contado que el abuelo pasó la guerra en Madrid y que le habían obligado a dejar el pueblo. Pero en jamás de los jamases supimos quienes habían firmado esas órdenes ni los responsables de todo aquello. Más aún, he sido y soy amigo de los nietos de uno de los firmantes. Esta es la memoria histórica que vivimos en mi casa, una casa de derechas.

Se hablaba de la guerra, eso sí, sobre todo el abuelo, mi padre, que nos contaba de sus andanzas por media España en los tres años de contienda, e incluso así no demasiado. Pero imposible de todo punto querer sacar más, sobre todo cuando nosotros, ya mayorcitos, preguntábamos por la gente del pueblo y exigíamos nombres de los que hicieron tal o tal cosa. No de derechas ni de izquierdas. Siempre la misma respuesta: “eso ya se pasó y no hay que dar más vueltas”. En una ocasión en que me atreví a dar un nombre, mi madre simplemente me dijo: “las circunstancias, porque no era mala persona”.

Esta es la memoria histórica que vivimos en mi casa, una casa de derechas de toda la vida, desde la cual mis padres se entendían con todo el mundo, y donde jamás se fomentó el odio, se buscaron cosas raras o se nos inculcó una terrible separación entre buenos y malos, ni siquiera la más mínima indicación sobre cualquier vecino.

En casa, en una carpeta especial, guardo ahora estos documentos de aquellos años sin más fin que el mero recuerdo histórico que queda en mi sencillo archivo familiar que vaya usted a saber dónde acabará el día que un servidor falte.

Lo que no acabo de comprender es el sentido de querer sacar a la luz cosas que la inmensa mayoría de los españoles no tenemos ganas de revolver ni de sacar a la luz. Pasó y pasó. Pues hale, parece que llega la revancha. Y yo me pregunto ¿revancha cuando ni siquiera nos enseñaban los papeles? Seríamos raros, pero así lo vivimos en casa. Y como nosotros, otros muchos, la mayoría de la gente.

sábado, 9 de enero de 2016

Evangelio del Domingo del Bautismo del Señor


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 15-16. 21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

–Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:

–Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

Palabra del Señor