miércoles, 4 de agosto de 2021

San Juan María Vianney, Patrono de los Párrocos

(COPE) Sin duda el Evangelio se muestra por haberse revelado a los pequeños y sencillos. Hoy celebramos a San Juan María Vianney, uno de esos pobres y humildes que profundizó en la Buena Nueva del Evangelio y así se lo dió a los demás. Conocido popularmente como el Santo Cura de Ars, nace en las cercanías de Lyón en 1786, cuando Francia sufre la Revolución.

Al dar síntomas de vocación sacerdotal, es enviado a la escuela del Cura de Ecully. Cada vez es más notoria su llamada a la vida sacerdotal. Sin embargo, la contrariedad se presenta cuando los estudios se le hacen tremendamente difíciles, especialmente el latín y la Teología. Así, tiene que recibir clases especiales de lenguas clásicas. Reclutado por Napoleón, que retiró la exención de la participación en el ejército a los aspirantes al sacerdocio, hubo de partir hacia la Guerra contra España.

Inesperadamente cae en poder de los desertores, estando a punto de ser considerado como uno de ellos, sufriendo muchas contradicciones. Tras reanudar sus estudios, es ordenado presbítero y enviado a Ars, un pequeño pueblecito de feligreses imbuidos en el paganismo y la indiferencia. Todos los allegados pensaban que era el mejor lugar para su capacidad.

Pero su tesón en la oración y la dirección espiritual de las almas, hace que esa aldea abandonada sea centro de peregrinación de muchos lugares lejanos, al correr la fama de santidad del Párroco. No faltan los enfrentamientos con el diablo, molesto por las conversiones. Muere en 1859 y Benedicto XVI le ha propuesto como ejemplo de pastor en el Año Sacerdotal. Precisamente en el año 2009 se cumplieron 150 años de su nacimiento a la Vida Eterna.

martes, 3 de agosto de 2021

Necrológica

Ha fallecido el Rvdo. Sr. D. Aurelio Coro Prieto (Operario Diocesano)

El sacerdote operario D. Aurelio Coro Prieto

Nació en Caravia la Baja (Asturias) el 3 de enero de 1934.

Ingresó en el Aspirantado de Tortosa en 1955 incorporándose al Curso de espiritualidad.

Estudió el primer curso de Filosofía en la Universidad de Oviedo y continuó en el Seminario de Salamanca y en la Universidad Pontificia, donde obtuvo la licenciatura en Teología en 1960.

Inició el período de probación el día 4 de noviembre de 1955 en Tortosa e hizo su primera consagración en la Hermandad el 5 de noviembre del año siguiente en Salamanca.

Fue ordenado sacerdote el 16 de abril de 1960 en Aspirantado Maestro Ávila de Salamanca por Mons. Juan Manuel González Arbeláez. Estaba incardinado en la Hermandad.

Sus destinos fueron:

Prefecto y profesor en el Seminario Mayor de Murcia (1960-1961)

Prefecto y profesor del Aspirantado Colegio San José de Tortosa (1961-1963)

Vicerrector del Pontificio Colegio San José de Roma (1963-1966)

Rector del Seminario Mayor de Plasencia (1966-1968)

Vive en la Residencia de León dedicándose a diversos ministerios (1968 - 1969)

Coadjutor en la Parroquia San Cristóbal y San Rafael de Madrid (1969-1974)

Coadjutor en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat en Tucumán - Argentina (1974 - 1980)

Profesor en el Seminario Mayor de Tucumán - Argentina (1974 - 1988) 

Vicario en la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario de Fátima - México D.F. (1989 - 1991)

Director de la Casa de Ejercicios “Quinta Saulo” México D.F.(1991 - 2002)

Colabora en el Colegio y Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat de Tucumán - Argentina (2002-2007)

Regresó a España en el año 2007 fijando su domicilio en Asturias su tierra natal colaborando en la Parroquia de San Juan el Real de Oviedo desde 2007 a 2013.

Desde 2013 residía en el Hogar Mosén Sol de Majadahonda.

Falleció en la tarde del pasado 2 de agosto en el Hospital San Juan de Dios de Ciempozuelos a los 87 años a consecuencia de un ictus. A las 11 de la mañana se ha celebrado un sencillo funeral en la Capilla de la Residencia Mosén Sol de Majadahonda. Sus cenizas serán depositadas en su pueblo de Caravia.

D. E. P.

Fallece el sacerdote avilesino P. José Carlos Panizo Calvo, exvicerrector de El Escorial

(El Comercio) El sacerdote avilesino José Carlos Panizo Calvo, hermano del actual párroco de La Carriona, Francisco Panizo, falleció ayer en Salamanca a consecuencia de un cáncer fulminante. Panizo, muy conocido y querido en su ciudad, y muy vinculado a la parroquia de San Nicolás de Bari, además de a la Cofradía de San Juan, estaba destinado al colegio San Agustín de Salamanca.

Con una importante trayectoria, había estado destinado anteriormente en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde llegó a ser vicerrector del centro universitario María Cristina, y había dirigido también un colegio en Palma de Mallorca. 

Hombre de gran conocimiento y cultura, visitaba frecuentemente Avilés, tanto en fechas señaladas como Semana Santa o Navidad, como en verano, y solía cooficiar misas, como la de San Agustín en 2019. De hecho, tenía previsto acudir este pasado mes de julio, pero el rápido avance de su enfermedad lo impidió. «Fue un hombre bueno, entregado, servicial y cercano», destacaba ayer el párroco de San Nicolás, Alfonso López.

lunes, 2 de agosto de 2021

Fiesta del Buen Suceso 2021

 





''Toma al niño y a su madre''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Este año estamos mirando de forma muy especial a San José al conmemorarse 150 años de su declaración como Patrono de la Iglesia Universal. El Papa Francisco ha querido declarar este Año Santo dedicado al esposo de la Santísima Virgen de modo que nos sirva de ayuda a todos los creyentes, no sólo para acercarnos más a la vida y figura de San José y crecer en devoción hacia él, sino que nos sirve también para acercarnos indudablemente a Jesús y a María. Viendo a José con qué cariño los trata a ambos podremos aprender nosotros también a amar más al Señor y a su Santísima Madre. Por esto he elegido este versículo del evangelio de San Mateo como lema del triduo y la fiesta de este año: "Toma al niño y a su Madre". Son unas palabras dirigidas a San José, pero que hoy quiero que estén dirigidas a cada uno de los presentes: tomad en vuestra vida a Jesús y a María, no les dejéis fuera, déjadles entrar en vuestro corazón.

Cuando miramos la bella imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso vemos precisamente esto: "al niño y a su madre", y he aquí la primera gran lección que nos da la Virgen: Dios está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Tanto es así, que hecho uno de los nuestros lo vemos en pañales en brazos de su madre como cualquier niño nuestro; carne de nuestra carne. Por María toma Dios parte en nuestra humanidad para hacernos a todos partícipes de su divinidad.

Es un día de gozo; celebrar a María siempre es un motivo de alegría, aunque este año nos falte de nuevo la romería y sigamos padeciendo la pandemia. No nos podemos reunir en gran número como antaño. Precisamente por eso debemos acudir a Ella para decirle que como en la boda de Canaá de Galilea nos falta el vino de la salud, del trabajo, de la esperanza...

Hay una frase que el cine y la televisión han hecho muy célebre: ''una madre nunca debería faltar'', que es lo mismo que decir: ¡una madre debería ser eterna!. Esto es precisamente lo que Cristo nos ha regalado desde la Cruz al darnos a su madre por madre nuestra, en la persona de Juan. Esas palabras últimas de Jesús en su agonía se nos dicen a cada uno de nosotros aquí hoy en el Carbayu y mirando a la Santina del Buen Suceso: ''¡Ahí tienes a tu madre!''. He aquí esa Madre nunca nos va a faltar, que nunca nos va reprochar nada, que siempre nos va a acoger, a aceptar... Una Madre que siempre nos va a esperar con los brazos abiertos para con reír o llorar. 

Tomar al niño y a su madre va todo unido, no vale ser de Cristo y no tener devoción a la Virgen, como tampoco es coherente querer mucho a la Virgen sin contar con Cristo. Ella siempre nos lleva a Él, que es en definitiva nuestra meta. Por eso la devoción a la Virgen del Buen Suceso no se puede limitar a venir a verla una vez al año; llevemos a la Virgen y al niño con nosotros, no sólo en la cartera, en el coche o en la mesita de noche: ¡en tu corazón! Ella nos ama más; siempre nos llevará la delantera. En estos tiempos de dificultad nos ponemos bajo su protección conscientes de que es lo que decía San Juan XXIII: "estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura''."

No le vamos a pedir a Nuestra Señora del Buen Suceso solamente que nos ayude, porque eso lo hace siempre; lo que hemos de pedir hoy es que nos dejemos ayudar. Ella que nunca pidió nada para sí misma, sino para los demás -como lo hizo en Canaá- por eso es para nosotros el mejor referente de caridad; que sepamos dejar de centrarnos únicamente en nuestros problemas para acercarnos más a las dificultades de los que nos rodean. Que como María sepamos vivir "en clave de Dios", en "un sí sostenido" que nos permita valorar los buenos sucesos que el Creador nos regala cada día. 

domingo, 1 de agosto de 2021

''Pan de Vida''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


A partir de este Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, los textos de la Palabra de Dios nos ayudarán a interiorizar la grandeza del misterio sacramental que celebramos cada día sobre el Altar, y es que en estos domingos el evangelio está tomado del llamado "discurso eucarístico de Jesús".

San Pablo nos presenta otra realidad no sólo ante la eucaristía, sino ante todo lo referente a Dios, invitándonos a una coherencia de vida para aquellos que han descubierto realmente a Cristo: ¿Somos consecuentes en el pensar y el obrar, y nos acercamos a recibir el Cuerpo del Señor ''dignamente preparados''?... A veces sorprende ver vanas tertulias en los templos antes de la misa; o al tiempo que se reza el Rosario o cuando algunos aprovechan la fila de la comunión para "lucirse" y saludar a los amigos, comulgando como el que da un paseo o se toma "un pincho", incluso habiendo llegado tarde. De esto les habla el Apóstol a los cristianos de Éfeso, de que si se dicen cristianos de verdad han de vivir como tal y no como paganos. Es una llamada de atención a todos para esforzarnos en cuidar nuestra vida de fe haciendo nuestras las palabras de San Pablo: ''En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza''.

La primera lectura del Libro del Éxodo nos muestra al pueblo de Israel vagando por el desierto cuando el hambre empezaba ya a hacerse presente y las quejas de una mayoría se volvían contra el pobre Moisés. Es tal la desesperación y la desconfianza en Dios que llegan a lamentar ser libres y añoran incluso las ollas de carne que comían siendo esclavos en Egipto. Moisés clama al Señor y Dios vuelve a mostrar que está con su pueblo, que no le deja de su mano, pero quiere probar su fe. En medio del inhóspito desierto el Señor alimentó a su pueblo con codornices y "maná". Aún hoy en nuestro lenguaje contemporáneo seguimos diciendo: ''esto no es como el maná que baja del cielo''. Ese panecillo como escarcha y rocío con el que Dios cubrió el suelo seco para alimentar a sus hijos, no fue un pan para la eternidad, aunque como hemos cantado con el salmista: fue ''un trigo celeste''. Todo esto nos sirve de antesala del evangelio, donde Jesús se presenta así mismo como el Pan Vivo que ha bajado del Cielo.

El pasado domingo en tocó celebrar a Santiago, por lo que el evangelio fue otro distinto, pero el que correspondía de haberse celebrado el propio del Tiempo Ordinario era el de "la multiplicación de los panes y los peces". No quiero omitir esto, pues el comienzo del pasaje hace alusión indirecta a ello. El texto empieza diciendo que la gente se subió a las barcas y fueron a buscar a Jesús a Cafarnaún, pues no le veían por allí ni a él ni a sus discípulos y, cuando les encontraron, Jesús les recuerda que no le buscaban por haber visto sus señales milagrosas y a Dios mismo en su hacer y proceder, sino por el interés, pues habían comido hasta saciarse en aquel milagro. Entonces Jesús les da una nueva lección: ''No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él''. Jesús no quiere que se queden en lo secundario o anecdótico aunque sea portentoso, sino que sepan buscar lo esencial.

 El Señor Jesús les dice que la obra de Dios consiste en creer en su enviado; es decir, en Él. Uno de los presentes -seguramente un escriba- le dijo a Jesús: ''Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto", y es aquí donde Cristo da comienzo a su gran catequesis eucarística con un importante trasfondo sapiencial. Jesús quiere que levanten la mirada del suelo, no está hablando de cosas terrenales, sino que quiere que vean más allá. Los judíos acostumbraban a hablar del maná como el pan que les había dado Moisés, por eso Jesús hace aquí una corrección importante: ''Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo''. No está nuestro Salvador minusvalorando el episodio del maná, sino aclarando que fue Dios mismo y no Moisés quien alimentó al pueblo de Israel en el desierto como ahora y para siempre hace con las obras y palabras de sí mismo que serán prefiguración sacrificial y eucarística del Pan de la vida que se concreta en Él.

Él es el nuevo maná que no satisface únicamente un hambre temporal: ''El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed''. Seguramente cuando Jesús les dijo estas palabras aún no entendían a qué se refería, pero quedaron tan impactados con sus afirmaciones que terminaron con un deseo claro: «Señor, danos siempre ese pan».

Evangelio Domingo XVIII del T.O.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,24-35):

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.

Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: 

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»

Jesús les dijo: 

«Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»

Le preguntaron:

 «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»

Jesús les contestó:

 «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»

«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."»

Jesús les contestó: 

«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»

Y Jesús les dijo: 

«Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

Palabra del Señor