domingo, 2 de mayo de 2021

Hoja litúrgica Domingo V de Pascua


''Yo soy la verdadera vid''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Nos encontramos ya en el V Domingo de Pascua, y seguimos adentrándonos en los inicios de aquellas primeras comunidades cristianas con la lectura continuada diariamente del libro de los Hechos de los Apóstoles. El fragmento que hemos escuchado este día es muy interesante, pues nos presenta a ese Pablo inicialmente perseguidor ya convertido, el cual acude a Jerusalén en busca de los apóstoles y de la comunidad cristiana del lugar, donde encuentra el rechazo de todos. No se fiaban de él; seguramente sospecharon que podría tratarse de una emboscada para descubrirles y poner fin a la propagación del evangelio en aquel lugar. Entonces Bernabé actúa como mediador para hacerles ver que no deben de ser ellos ahora perseguidores del que fue perseguidor, sino aceptarlo como un hermano convertido que ha abierto a los ojos de la fe y ha renacido por el bautismo. El autor subraya una característica de aquel primer momento: ''La Iglesia gozaba de paz''; la paz que da saber que Cristo vive y no abandona a los suyos. Y nos dice más sobre la actitud de los primeros cristianos, cuyo corazón ardía al haber sido testigos de la Resurrección, siendo ahora Iglesia y haciendo Iglesia: ''Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo''.

El salmo también es muy inspirador en este día; si recordamos el salmo 21 comienza con una temática totalmente dramática: ''Dios Mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'', con el que empezamos la Semana Santa, concluyendo con la parte que hemos escuchado hoy, ya con un aire totalmente alegre y luminoso, propio de la Pascua: ''El Señor es mi alabanza en la gran asamblea''.

La segunda lectura de la primera carta de San Juan, nos presenta la práctica de la verdad y el amor. Los seguidores de Jesús no nos basamos en ideologías, sino que sencillamente nos esforzamos en vivir lo que creemos y llevamos en nuestro interior: el evangelio. Según nos enseñan las escrituras, es el corazón quién revela nuestro actuar y pensar. Si en nuestros tuétanos está la fe recibida en el bautismo, no podemos traicionarla ni anestesiar nuestra conciencia comprometida en ella. A nuestro propio corazón no lo podemos engañar.

Finalmente, el evangelio de este domingo se nos presenta un texto de San Juan, el cual siempre nos resulta un tanto elevado por la profundidad teológica del texto. En concreto, este pasaje forma parte de los conocidos como ''discursos de la revelación''; es decir, esos relatos en los que Cristo se describe a sí mismo para nosotros poder conocerle mejor. Si el domingo pasado nos decía ''Yo soy el Buen Pastor'', hoy nos dice ''Yo soy la verdadera vid''. Yo soy el Mesías, el Pan de vida, la Luz del mundo, la Puerta de las ovejas, el Hijo de Dios, la Resurrección, el Maestro y el Señor... El camino, la verdad, la vida.  Unos símiles que nos son muy familiares, pero quizá el de este domingo es de los que más nos cuesta comprender. ¿A qué se refiere con lo de la verdadera vid y mi Padre el labrador?...

Pensemos a quienes se estaba dirigiendo el Señor, eran personas que en una gran mayoría trabajaban y vivían en torno a viñedos, por eso Jesús recurre pedagógicamente a esta comparación, por ser para ellos más próxima. Era también una alusión indirecta a las escrituras, las cuales los conocían al detalle los judíos. En esa línea tenemos "el canto a la viña de Isaías": ''mi amado tenía una viña en un fértil collado''. Alguna vez al explicar ese texto ya hemos comentado toda la catequesis que contiene tras "la viña". ''La viña del Señor es la casa de Israel''... Siendo más concretos, nosotros somos esa viña; a partir de ahí hagamos nuestra la parábola e integrémonos en ella.

El buen viñador sabe que debe cortar lo que ahoga el crecimiento de la plata; ésta exige un cuidado, atención, contribuir a que produzca uvas y no agrazones. Cristo nos regala en este día una exhortación a vivir en comunión, algo que tanto nos cuesta a todos. En primer lugar en comunión con Él, sólo unidos a Cristo podemos crecer en la fe, sino estamos perdiendo el tiempo. Únicamente siendo sarmientos que tenemos claro cuál es el tronco del que tomamos la sabia, podremos crecer y dar buen fruto.

Sarmientos unidos entre sí y a la Vid: ''como el Padre me amó, yo os he amado, permaneced en mi amor''. Es verdad que en un viñedo cada cepa tiene ya su forma, su tamaño, su orientación, su propio ritmo de crecimiento, pero permanecen unidas al tronco. Los cristianos somos así, diferentes, pero no podemos olvidar que hay algo que nos une aunque estemos distanciados: Cristo nuestro centro y el motor de nuestra vida.

En estos tiempos tan convulsos en los que seguimos observando divisiones dentro de la Iglesia hemos de hacer nuestro este evangelio como una llamada de atención a cada uno de nosotros para vivir no sólo en comunión con Cristo interpretando las cosas a mi manera, sino hacerlo dentro de la Viña; es decir, en comunión eclesial. Hemos de vivir dentro de los límites que la Santa Iglesia nos marca sin salirnos de la enseñanza que desde el tiempo de los apóstoles y a la luz de la Palabra de Dios ha llegado hasta nosotros. Hemos de ser cristianos con un gran amor al Papa, a nuestro obispo, a nuestra parroquia. No podemos ser cristianos "por libre" o "a  la carta", sino fieles a Cristo y su Iglesia, al Viñador y a la Viña.

Evangelio Domingo V de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor


sábado, 1 de mayo de 2021

ATENTOS




El sacerdote D. José Ángel Pravos Martín, nuevo Vicario episcopal de Gijón-Oriente

El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, ha procedido a realizar una reestructuración del Consejo Episcopal, nombrando a un nuevo Vicario episcopal de Gijón-Oriente en la persona del Rvdo. D. José Ángel Pravos Martín, actualmente párroco de San Miguel de Pumarín (Gijón).

Mons. Sanz Montes agradece el servicio realizado por el Vicario episcopal saliente, el Rvdo. D. Jorge Cabal Fernández, quien seguirá al frente de la parroquia de San Lorenzo (Gijón), al tiempo que encomienda al Señor la labor del nuevo Vicario episcopal.

El Rvdo. D. José Ángel Pravos Martín nació en Ciudad Rodrigo (Salamanca) en 1954. Con nueve años se trasladó con su familia a Avilés.

Estudió en el Seminario de Oviedo y en 1979 recibió la ordenación sacerdotal.

Su primer destino pastoral fue Vega de Rengos (Cangas del Narcea), donde permaneció durante nueve años. Ocupó el cargo de Vicario episcopal de Occidente entre los años 1988 y 1997.

Entre 1997 y 1999 cursó estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca y obtuvo la Licenciatura en Teología Dogmática.

De 1999 a 2003 fue párroco de Tudela Veguín y Delegado episcopal de Pastoral de la Salud; de 2003 a 2018, párroco de Sama de Langreo; y de 2018 hasta el presente, párroco de San Miguel de Pumarín.

Sanz Montes: la Virgen María es un «ejemplo de feminidad cristiana frente al feminismo radical»

(Pablo Cervera/ Rel.) La Orden Franciscana siempre ha destacado por su amor a la Virgen María. No es casualidad que, en la Edad Media, ellos fueran los grandes defensores de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora: "Pudo y no quiso, no es Dios; / quiso y no pudo, no es Hijo; / dígase, pues, que pudo y quiso"... esta era la letrilla inmaculista que el beato Duns Scoto propagó popularmente.

Conversamos esta vez con el único obispo franciscano en activo en España: fray Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. Nos unen muchos años de amistad y conocimiento desde nuestra formación en el seminario de Toledo y en Roma, aunque él, tras terminar sus estudios en Toledo, ingresó en la Orden de San Francisco.

Hombre agudo, de sólida formación, pluma cuidada, lo es tanto es sus escritos más teológicos como en sus cartas pastorales en las que debela las argucias de un gobierno totalitario en muchas de sus actuaciones. A veces parece casi la única voz en el desierto. El problema es que ya sabemos cómo terminó el Bautista…

Durante el confinamiento primaveral de la pandemia sacó tiempo para escribir largamente sobre María. Al amparo de la Santina terminó estas bellas y hondas páginas el día de la Anunciación. Nos referimos a su libro María y su itinerario cristiano. Una compañía materna en nuestro camino, publicado por Ciudad Nueva.

Hoy, al comienzo del mes de la Virgen, este espejo se nos hace especialmente necesario para levantar los corazones y afianzar nuestra esperanza: María, "memoria" de Cristo, decía San Juan Pablo II.

-Es buena compañía la de la Madre en el confinamiento y en la pandemia… y fuera de ellos…

-María no es un atajo que nos hemos buscado los cristianos para salvar la aparente distancia de Dios, sino que ella ha sido el cauce por el que Él mismo ha querido acercarse a nuestra humanidad. En María se dio el abrazo mayor con el que el Señor quiso hacer suyas también nuestras preguntas, andar nuestros caminos, llorar nuestras lágrimas y brindar por nuestros contentos. De la Virgen nació Dios al hacerse hombre.

»Por eso María no es una sustitución de quien únicamente nos salva, ni un piadoso entretenimiento en medio de nuestra incertidumbre o intemperies. Ella dijo su “hágase” a la Palabra, un sí inmenso a todo cuanto Dios dice o cuanto Él calla. No hay carencia del buen vino en las bodas de la vida, ni hay tampoco ausencia al pie de nuestras cruces, porque María se nos dio como madre cuando por ella Dios se nos hizo hermano.

»Es el motivo por el que la buena compañía de la Virgen en nuestra vida, supone una gracia de ternura, un libro abierto en el que aprender a ser cristianos, una cercanía que no nos sustituye, sino que con discreción diligente nos acompaña, nos protege, nos arropa. Una madre que da la vida, la nutre y la ve madurar hasta la santidad a la que hemos sido llamados cada cual en su vocación.

-El libro se enmarca en el primer centenario de la Coronación de la Santina. Desde ella revivió España. Solo desde ella reviviremos.

-Covadonga es un enclave natural de gran belleza en el corazón de los Picos de Europa. Cuando anualmente subo con centenares de jóvenes por los caminos de montaña hasta el Santuario de la Santina, les invito a que se quiten los cascos de músicas enlatadas y se atrevan a mirar los colores de los bosques, a escuchar el sonido de los arroyos o la sinfonía de las aves que revolotean nuestras cabezas, respirar la paz desarmada que nos brinda siempre la “hermana madre tierra”, que decía San Francisco.
»Pero, además, ese sitio tiene una referencia histórica indispensable, porque allí nació un pueblo que sabe de reconquistas. No son los turbantes del moro lo que ahora nos turba, sino tantas cosas que han sido secuestradas, enajenadas, torpemente sustituidas, que hemos de saber también nosotros reconquistar con el talante creyente de los hijos de Dios con la fe cristiana.

»Y, finalmente, Covadonga es un rincón mariano que rodea esa belleza natural y esa historia inacabada. La Santa Cueva tiene secretos, los que los cristianos hemos ido volcando a través de los siglos cuando acudimos ante la imagen de la Señora para pedir una gracia o para dar gracias. Covadonga significa eso: Cueva de la Domina, Cueva de la Señora. Su imagen está coronada desde hace un siglo. Ella tiene corona y no tiene virus. Por eso encontramos la fuerza de su materna protección y consuelo pacificador, como Pelayo y sus compañeros. Allí empezó esta hermosa historia. Allí comienza toda reconquista de lo que es bello, bondadoso y verdadero, esa mirada cristiana y eclesial de todas las cosas.

-Su obra no es estrictamente una mariología pero apunta maneras. ¿Qué ha querido hacernos llegar sobre todo?

-Que María no es un adorno secundario en la vida cristiana, sino que su propio camino tiene que ver con el nuestro. La Via Mariae, el camino de María, es también nuestro itinerario. Porque las preguntas ante la vida que todos nos hacemos fueron las que también ella tuvo que hacerse.

»Dios la eligió para una misión, le hizo una propuesta, vivió su existencia en el despliegue de tamaña encomienda, y tuvo momentos de duda, de perplejidad, de soledad, de temor y sufrimiento, de confianza inaudita y de total entrega poniendo su vida en las manos providentes de Dios. Siendo una joven doncella en aquel Nazareth de hace dos mil años. Nosotros, siendo quienes somos en los lares de nuestro domicilio y en la época de nuestro tiempo. Pero las grandes preguntas ante lo que a diario nos ofrece la existencia con sus retos y desafíos, sus trampas y contradicciones, sus lágrimas y sus sonrisas, sus límites y posibilidades, son las mismas que tuvo que afrontar María, ella que fue la primera y más perfecta cristiana.

»Conocer su camino es una forma de asomarnos a nuestro personal itinerario, para que con su ayuda intercesora podamos responder también con nuestro “sí” a cuanto en la vida Dios nos va indicando y proponiendo en medio de nuestras incertidumbres y nuestras certezas.

-La vida de María, en los evangelios, parte de una invitación a la alegría por parte del Arcángel San Gabriel y de su ¡Hágase! Parece que las circunstancias no invitan a la alegría…

-A veces pensamos que la alegría es un privilegio que sólo pueden permitirse los que no tienen problemas, los que jamás albergan duda ninguna, los que no enferman ni sufren incomprensiones o humanos fracasos. Pero ese tipo de alegría ligado a la bonanza de una circunstancia que juzgamos favorable desde nuestro modo de ver las cosas, no es la alegría que se funda en la esperanza cristiana.

»El “hágase en mí según tu palabra” con el que María responde al mensajero divino, el arcángel San Gabriel, es toda una proclamación de intenciones que acompañará el resto de sus días. Es decir “sí” a lo que no siempre entendemos, ni controlamos, ni depende de nosotros su final resultado, pero con esa expresión estamos diciendo algo tan grande que pronunciaron los labios de María: la palabra que me acercas, divino mensajero, quiero que se haga vida de mi vida, luz en mi sendero, horizonte hacia el que moverme, destino bondadoso para el que fui creada.

»No se trata de una especie de negociación con Dios, sino de una humilde aceptación de lo que más nos corresponde. Que luego en el día a día haya circunstancias que llamamos favorables o gratificadoras o que, por el contrario, nos resulten desafiantes o dolorosas, es algo secundario. Las circunstancias no rivalizan con la verdadera alegría, sino que se fundan en la esperanza de sabernos mirados y sostenidos por Dios que nos acompaña.

»Las circunstancias puede que no cambien, pero sí que puede cambiar nuestro modo de mirarlas, de vivirlas, de ofrecerlas. Este es el secreto de la verdadera alegría que jamás defrauda.

-Parece que la Iglesia hace un guiño al feminismo cultural al hablar de ella…

-He querido abordar esta cuestión del feminismo, porque hay una batalla cultural que se está librando. No es indiferente para el discurso teológico (y, consiguientemente, para el discurso mariológico) los diferentes vaivenes que la historia del pensamiento y las influencias de las culturas dominantes ejercen sobre el modo de autocomprenderse el hombre, desde la aceptación o el rechazo del dato revelado por la Sagrada Escritura y custodiado por la Tradición cristiana.

»Estamos ante un debate de calado antropológico que tiene en la concepción del hombre y la mujer un punto de encuentro y desencuentro que arroja luz o penumbra, con una indisimulada carga ideológica en torno a la así llamada ideología de género, que es una de las herramientas culturales que una determinada pretensión cultural, política y mediática están llevando a cabo desde hace varios decenios. El Papa Francisco se ha referido en diversas ocasiones a cómo esta ideología representa una nociva colonización de las conciencias de las personas.

»Se ha estudiado con detenimiento ese desembarco de la ideología feminista en el campo de la teología cristiana como una deriva más que se introduce desde la dialéctica hegeliana: enfrentando no sólo clases (burgueses y proletarios) o pueblos (los del norte y los del sur), sino también el enfrentamiento más radical y doméstico en torno al género (varones y mujeres) y al sexo (con todas las variantes arbitrarias en la condición sexuada de la persona humana).

»He querido presentar a María como precioso ejemplo de lo que supone la feminidad cristiana frente al feminismo radical. Hay autores que han tenido dificultades a la hora de entender la teología que se refiere a Santa María desde el prejuicio prestado que les ha venido de la ideología feminista o la ideología de género. Les parecía que debían desmontar una larga y secular visión de la Virgen que –según ellos– habría falseado no sólo la figura de María, sino la del mismo cristianismo. Mi crítica a estos autores y sus postulados, concluye con la presentación positiva y bella de la feminidad que brilla con luz propia en María.

-Hay instancias sociales (y quizá eclesiales) que temen su pluma afilada o su palabra de fuego. Recientemente he leído dos frases fuertes e interesantes en una entrevista que le hacían en el diario asturiano El Comercio: "Estamos en una batalla cultural en la que tratan de vencerte, borrarte y aniquilarte... La mentira como herramienta política es una pandemia que estaba antes del covid y hay otra pandemia laboral consecuencia de medidas arbitrarias. Cuando para ponerlas en marcha mientes como político en la presentación, en los datos y en la esperanza que ilusoriamente das, es terrible. Usas una desgracia para otras finalidades ideológicas". ¿Quiere desarrollarnos un poco estas ideas?

-Es quizás lo que más me preocupa en la gestión política de la cosa pública por parte de algunos gobiernos. Hay una premura que nos zarandea y agobia con esta malhadada pandemia, que hace que tengamos prisa en superarla cuanto antes. Pero aquí viene la dificultad: no tenemos las herramientas adecuadas, son pobres nuestros recursos humanos a la hora de poner nombre a esta situación compleja y variopinta. Decía Ortega y Gasset que “a veces lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”. Efectivamente, nos hacemos tantas preguntas, y aparecen en el horizonte cotidiano tantas cuestiones inconclusas...

»No sabemos bien cómo se ha originado este virus así de letal y extendido en el mundo entero. Son oscuros los orígenes, terribles algunas explicaciones cuando apuntan maquinaciones que de ser verdad nos hielan la inteligencia y el alma. La gestión de la pandemia ha sido desigual, y también esto nos desazona cuando los ciudadanos vemos que ha habido mucha improvisación, no pocas mentiras, y la intervención de la vida de una entera sociedad donde los sentimientos, los divertimentos, las creencias, la libertad, quedaban confinadas al albur de los magos de Oz o de los gurús con los martillos de siempre.

»Si hay engaño, improvisación, intereses inconfesables que esconden sus estrategias en el control de la libertad de las personas, de sus movimientos, de sus decisiones, estamos entonces ante una mala gestión que no busca el bien de las personas en una tragedia como la que nos asola, sino perpetuarse en las poltronas del poder o aspirar a desbancar a los que se sientan en ellas.

»Hay medidas sanitarias que reconocemos justas y necesarias y con responsabilidad las asumimos; hay otras medidas que tienen un calado político e intencionalidad ideológica, donde extrañamente se cercenan las libertades, se pone en alto riesgo la supervivencia laboral de empresas y pequeños comercios, y tienen una cruel incidencia en las familias, en tantas personas.

»Ahí están unas y otras medidas: las primeras nos ayudan a salir adelante en medio de esta pandemia que nos asola; las segundas nos utilizan, buscando otros intereses que no se confiesan jamás, pero que son fácilmente rastreables cuando examinas las leyes que se emanan, el confinamiento de la libertad de expresión, y el desgaste de algunas administraciones que tienen siglas políticas contrarias.

»Por eso, en medio de este escenario, nosotros como cristianos tratamos de caminar con responsabilidad ciudadana, con prudencia sanitaria, pero también con un punto de vista crítico, mientras estamos cercanos a cuantos por la enfermedad de la Covid-19 o por las entretelas políticas ideológicas, sufren en carne propia todas las consecuencias.

-Fray Jesús, como en otras ocasiones mi afecto y agradecimiento de siempre. Da gusto que, además de estar en la misma comunión de la Iglesia, ambos seamos del Atlético de Madrid…

-Bueno, ser del Atleti no es una virtud cualquiera. Un auténtico troquel en donde partido a partido acuñamos la ilusión deportiva de ganar alguna vez por goleada. Sabemos gozar y sufrir como nadie con nuestros colores colchoneros, y esto es también una escuela de esperanza cristiana.

En el Taller de San José. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

En este año especialmente dedicado a San José, qué menos que detenernos en esta fiesta entrañable del 1º de Mayo en que iniciamos el mes de María de la mano de su casto esposo San José para recordarlo como lo que era: un artesano, un obrero, un trabajador. Cuánto tenemos que aprender de José; mirar su ejemplo de saber vivir de espalda a los laureles, siempre en clave de Dios y sin hacer ruido. Esforzándose cada día en cumplir diligentemente su trabajo con honradez y tesón para sacar adelante el hogar de Nazaret.

Vayamos al taller de San José, aprendamos en su carpintería a saber dejarnos llevar por la voluntad de Dios que nunca defrauda, que quiere contar con nosotros y poder llamarnos algún día siervos fieles y cumplidores. Es lo que nos toca, responder a nuestra vocación con transparencia para ganarnos el pan nuestro de cada día con el sudor de nuestra frente. Cada jornada tiene su afán, pero cada faena por dura que sea tiene su recompensa. 

El trabajo es lugar también para encontrar a Dios que está allí y en el laboro también quiere estar con nosotros. Como le decía Santa Teresa a sus monjas: ''también entre los pucheros anda el Señor''. En los momentos duros le pedimos auxilio, aunque solemos olvidar agradecerle los buenos como si fueran mérito propio. De una u otra forma, Cristo quiere ser nuestro buen compañero de trabajo, como en su día ayudó a su padre putativo en los quehaceres de la madera. 

Mirando hoy a San José hemos de pedirle que nos enseñe a comprender la espiritualidad del trabajo, a luchar por su dignidad, a potenciar los dones que nos ha dado en beneficio de los demás... Es un buen día para pedir por las familias que pasan por la precariedad económica por falta de trabajo a causa de la crisis sanitaria. También a San José le tocó emigrar, sacrificarse y empezar muchas veces de cero para cuidar de su familia Sagrada. Quién mejor que San José para interceder por todos los que se afanan con sus manos como hizo él para alimentar a Jesús, al Cristo del que hoy nos alimentamos nosotros. 

Como canta su himno: Con sencillez, humilde carpintero/ Con sencillez, glorioso San José/ Hiciste bien tu labor, obrero del Señor/ Ofreciendo trabajo y oración. En este año hemos potenciar nuestra devoción al Santo Patriarca, Santo grande donde los haya, que fue figura clave en la historia de nuestra salvación. Mirándole aprendemos a dar lo mejor de nosotros mismos sin esperar reconocimientos ni aplausos, a ser justos y a dar el ciento por uno en nuestro quehacer cotidiano. 

Quiero hacer mía hoy la oración que San Juan XXIII le escribió a San José Obrero: ¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre. Amén.