viernes, 3 de enero de 2020

Oración al Dulce Nombre de Jesús

Jesús, Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, tanto amas a la humanidad que no sólo te rebajas a hacerte hombre, sino que eres el manso cordero que cargas con los pecados de todos nosotros.

¡Gracias por el don de tu humildad, tu misericordia y tu perdón!

Quiero que mi vida de cada día esté limpia de pecado, nunca indigna de un discípulo tuyo.

Te pido que toda mi existencia transcurra siempre en tu compañía, y las últimas palabras sean repetir tu santísimo Nombre, JESÚS, el Nombresobretodonombre.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Conventos de clausura reciben en sus tornos cartas a los Reyes Magos para orar por sus intenciones

(Rel.) A la vez que son muchos los que todavía están escribiendo su carta a los Reyes Magos para entregársela cuando sus Majestades visiten su parroquia o participen en la Cabalgata, también se puede enviar una carta muy particular para que las monjas de clausura recen por las intenciones que estén puestas en ella.

Se trata de una iniciativa de la Delegación Episcopal para la Vida de la Archidiócesis de Granada y que este año celebra su segunda edición en este tiempo litúrgico de Navidad.

Para ello, los conventos de clausura de toda la Provincia Eclesiástica de Granada, que comprende las diócesis de Granada, Guadix, Almería, Jaén, Málaga y Cartagena, abrirán sus tornos y buzones para recibir las peticiones de oración de los fieles, de modo que puedan enviar a las religiosas su particular carta de los Reyes Magos para que las religiosas puedan orar por ellos.

Un sentido completo de esta fiesta de los Reyes Magos

Todos los conventos de clausura de la diócesis están abiertos para que los fieles que lo deseen puedan depositar allí una carta con sus peticiones de oración especiales para todo el año. Aquellos conventos o monasterios que no hayan podido colocar un buzón a tal efecto, recogerán las peticiones a través de sus tornos.

Los organizadores animan a todos los niños a que escriban también esta singular Carta de Reyes y que se les acompañe a depositarla. De este modo la festividad de Epifanía y la tradición de Reyes Magos alcanzarán un sentido distinto y completo, más perfecto y entrañable.

jueves, 2 de enero de 2020

En Palabras del Papa


My tailor is rich. Por Jorge González Guadalix

Posiblemente hoy haya sido día de verduritas y plancha. Quizá incluso hasta de intenso paseo. Me dicen que Rafaela y Joaquina se han acercado hasta el río, y no pilla cerca. 

Y hasta un pajarito me ha contado que esta mañana ha sido sorprendido el señor Ramón buscando, un año más, su librito de Assimil con la sana intención de pasar por una vez del “my tailor is rich”, a la vez que depositaba tabaco y mechero en la papelera más próxima, que su señora, Marcela se ha apresurado a recoger sabiendo que muy posiblemente volvieran a ser imprescindibles en días u horas.

Es la resaca del uno de enero y los buenos propósitos urgidos por unos pantalones que, misteriosamente, tienden a estrecharse tras las navidades (y nos queda el roscón).

Año nuevo, vida nueva. Buenos propósitos para cuidar un cuerpo y cultivar una mente con fecha de caducidad, esperemos que no próxima.

Por eso ayer, en la homilía de cada una de mis tres misas, además de hablar de las lecturas y explicar el sentido de la solemnidad de Santa María madre de Dios, animé a mis feligreses a un “año nuevo, vida nueva” en el camino de la santidad. Porque, digo yo, aquí mucho perder peso, mucho tipito, mucho lo de “mens sana in corpore sano”, pero si no nos cuidamos para la santidad y el cielo, buena gana de andar perdiendo el tiempo. Lo malo es que hablas de santidad y la gente como que se asusta. Año nuevo, deseos renovados de santidad.

Les decía que lo de la santidad tampoco era tan complicado, empezando, por ejemplo, por lo de acudir a misa cada domingo y algún día más poco a poco. Santidad es acordarse de rezar algo cada día, es plantearse el rosario al menos alguna vez y si puede ser en familia mejor. Santidad es el esfuerzo por ser fiel a los mandamientos, que tampoco es para tanto, y acercarse alguna vez al sacramento de la reconciliación.

Santidad es ese esfuerzo, aunque sea de momento pequeñito, por practicar las obras de misericordia, empezando por los más cercanos.

Santidad es ir haciendo cada día, sencillamente, lo que tenemos que hacer.

Ya. Ya sé que me faltan muchas cosas. Pero es que un servidor habla a sus paisanos, con sus virtudes y vicios, con su generosidad y sus manías, y sabe que esto sí que lo entienden, y que Rafaela y Joaquina harán lo imposible por no faltar a misa un domingo, y que el señor Manolo, todo el día peleándose con las vacas, tiene que hacer el esfuerzo de organizarse y sacar el rato de la misa, y que aunque siempre hay sus cosas, hay que superar roces y limar tanta bobada. Santidad es que alguna vez los Ramones y las Marcelas se dejan caer en misa a diario, que no tienen costumbre. Santidad de pueblo es que sepamos vivir en la fe las tradiciones y fiestas de siempre.

Poco a poco.

Hay gente que para la santidad hace unos planes que asustan al más valiente. Que ya sé que hay gente muy generosa capaces de todo lo que se les eche encima. Los de pueblo somos más elementales. Y no es que no queremos ser santos, es que vamos poco a poco. En eso estamos.

miércoles, 1 de enero de 2020

Theotókos. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

En algunas parroquias anuncian misas de "año nuevo''; pues a saber que aunque ciertamente sea el primer día del año, los cristianos no celebramos el año nuevo. Hoy celebramos a "Santa María Madre de Dios" en una solemnidad preceptiva que se situó en este día no buscando "cristianizar'' de algún modo el primer día del año civil, sino porque así nos vino dado.

En su origen la fiesta de este día era "la circuncisión del Señor", con la cual concluía la Octava de Navidad, pues según la tradición judía a los ocho días de nacer, el niño se llevaba a circuncidar. 

Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se consideró más apropiado cambiar la celebración de este último día de la Octava, dejando de ser de la Circuncisión del Señor y pasando a la Maternidad de María. No es una celebración que se "inventara" en el pasado siglo, sino que el culto a María como verdadera Madre de Dios, hunde sus raíces en los comienzos del mismo cristianismo. Oficialmente, desde comienzos del siglo V la Iglesia tiene por verdad de fe que María es verdadera Madre de Dios, cuando el Concilio de Éfeso la definió como la "Theotókos", saliendo al paso de la herejía nestoriana que propugnaba que Dios no podía tener madre. 

Menos de un siglo después, en Roma se empezó a celebrar el culto a María con este título de "María Madre de Dios", el cual, según los historiadores, comenzó precisamente con la consagración de la Iglesia de Santa María la Antigua en el Foro de Roma, un 1 de Enero del ya siglo VI, convirtiéndola en una de las primeras iglesias dedicadas a Nuestra Señora. 

Hoy celebramos esta solemnidad que es de María y también de Jesús, pues contemplamos la unión entre Madre e Hijo en una alegría con la que cerramos la solemne Octava navideña y, también (porque no hay oposición sino complementariedad) iniciamos el nuevo año civil con la Madre de Dios como intercesora.

La festividad de María Madre de Dios se incluyó oficialmente en el calendario litúrgico en 1931 por el Papa Pío XI, al conmemorarse el XV centenario del Concilio de Éfeso (en la actual Turquía). Aunque en un primer momento esta fiesta tenía su fecha el 11 de Octubre, la cual se sigue celebrando por el "Vetus Ordo", mientras que en el "Novus Ordo" lo celebramos el 1 de Enero.

El evangelio de hoy nos invita a unirnos a los pastores para ir presurosos a contemplar la tierna escena de cómo Dios se hace niño; indefenso, necesitado del calor y de la ternura de su Madre. Si estos días atrás reflexionábamos sobre la propia Familia de Dios, hoy nos centramos exclusivamente en la figura de la Madre, pues Él tiene mucho que decirnos a través de Ella.

Si miramos la escena de María con el niño en brazos, lo primero que uno siente es paz; qué mejor petición a María que interceda por la paz del mundo y nos conceda a nosotros la que necesita nuestro corazón. La Iglesia Universal celebra también este 1 de Enero la "Jornada mundial de Oración por la Paz", y qué mejor forma de empezar el año nuevo que deseando y deseándonos poner paz donde no la hay, sobre todo y tantas veces en nuestro propio corazón.

En la primera lectura del Libro de los Números, al rememorar la bendición que Dios había impartido sobre Moisés, destaca: ''El Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz”; ésta es una característica que evidencia que Dios ha entrado de veras en la vida de un pueblo, de una parroquia, de un barrio; es decir, que se respira y se vive con paz.

Cuando rezamos el rosario, en las letanías, el primer "piropo" que le regalamos a Nuestra Señora es decirle "Santa María", para, a continuación, ponerle el primer título: "Madre de Dios". Decir que María es la Madre de Dios es la advocación más grande, el título mayor con el que la reconocemos. No hay Corona, Medalla ni atributo mejor para Ella  que ''ser Madre'', y Madre de su Creador. 

Indirectamente, es también una fiesta del Hijo, pues al llamar a María Madre de Dios estamos reafirmando que creemos que Jesús es el hijo de Dios; la fiesta de Dios Hijo, del Dios encarnado que se hace Hijo. Como nos recuerda también hoy la epístola de San Pablo a los Gálatas: ''nacido de una mujer; nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley''.

Miremos de nuevo a María, miremos al Hijo; por Ella le tenemos a Él, y por Él, con Él y en Él, todos la tenemos a Ella por Madre.

Evangelio Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):


En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.


Palabra del Señor

Feliz Año Nuevo