(La Gaceta de Salamanca) Tras casi 40 años dedicada a la vida religiosa, Elsa Campa, priora de las Carmelitas de Alba y de Villagarcía de Campos y presidenta de la Federación de Monasterios de Carmelitas Descalzos, ha sido designada por el Papa consultora de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de la Vida Apostólica, cargo que ejercerá durante cinco años y buena parte del tiempo desde la villa ducal, residencia que alterna con la estancia en su comunidad de Oviedo.
–¿Qué supone para usted este nombramiento?
–La verdad es que es una cosa novedosa y supongo que me harán consultas sobre temas de la vida contemplativa que es lo que conozco o algún trabajo respecto a esto en alguna comunidad de Carmelitas o de otras órdenes. Es una confianza puesta en mi persona y así lo he aceptado, para servir en lo que sea posible.
–¿Cómo es su vida con tantos cargos?
–Es un poco fuerte porque lo normal es que nuestra vida sea más estable, no salimos del monasterio más que para ciertas cosas pero hay que hacer de la necesidad virtud. Para nosotras no es lo habitual estar tanto tiempo en la carretera pero como yo conduzco puedo hacer el viaje bien de Oviedo a Alba que solo son tres horas. Habitualmente voy sola en el coche a no ser que tenga que llevar a alguna hermana y aprovecho para rezar, para hacer alguna llamada o para oír música; también se puede hacer de ese viaje un rato de oración.
–¿A qué se dedica cuando está en el monasterio de Alba?
–Aparte de atender los asuntos como presidenta de los otros monasterios, me dedico a hacer las funciones de priora de Alba junto con la superiora local que corre más con los asuntos del día a día. Además comparto la vida con las hermanas y hago los trabajos habituales de la casa y también atiendo a las hermanas y todos los asuntos legales o aquellos relacionados con el pueblo.
–¿Qué diferencias hay entre la vida en Oviedo y en Alba?
–Dentro de la comunidad y en lo que se refiere a horarios son más o menos parecidas, pero en Oviedo, que es una comunidad más nueva, hay menos incidencia hacia fuera porque no tenemos lo que tiene este convento de Alba de Tormes con toda la atracción que tiene la Santa, allí la vida es más tranquila en cuanto a la relación al exterior pero dentro de casa muy parecida.
–Alba le debe a Santa Teresa parte de su atractivo.
–Claro, sino sería un pequeño pueblo como tantos otros de la zona de Castilla que no tendría mayor trascendencia, pero muchas veces los pueblos los hacen las personas que lo habitan y una persona ilustre ilustra también a ese pueblo, que tiene esa gloria también. Santa Teresa y Alba siempre estarán unidos, uno junto a la otra, aunque hay mucha otra gente que viene por temas culturales. Hay un poco de todo, incluso la cultura de la fiesta que también forma parte de nuestra vida.
–¿Queda mucho patrimonio de la Santa por exponer?
–En Alba está prácticamente todo expuesto, a lo mejor quedarán por la casa cuadros que no están a la vista pero lo más fundamental sí. Pero hay otros monasterios nuestros que también tienen mucha riqueza de patrimonio que lamentablemente no está a la vista.
–¿Se han planteado agrupar todo este patrimonio en un solo museo?
–A veces lo hemos pensado porque si con el paso del tiempo hay que ir cerrando monasterios tenemos que cuidar ese patrimonio, pero no es nada fácil sostener un museo, prepararlo conlleva mucho gasto y trabajo y mantenerlo también. Ahora mismo en Alba estamos buscando posibilidades de poder mantener el museo económicamente porque la comunidad no puede; supone tener personas que lo lleven a término, mucho trabajo y un desembolso importante. Llevamos un año que, salvo unos meses en verano, ha estado cerrado y no se ha sacado ni para cubrir los mínimos gastos y hay que seguir manteniendo el museo con todas las garantías de que no se estropee nada y eso depende exclusivamente de la comunidad.
–¿Han pensado en solicitar ayuda económica?
–Estamos con ayudas de algunas comunidades nuestras y algunas personas conocidas. Ahora estamos tratando de buscar otros medios duraderos para que el museo siga adelante, porque la comunidad seguirá lo que Dios quiera ya que con la falta de vocaciones no sabemos, pero el museo debe tener más trayectoria y eso depende de tener unos patrocinadores o subvenciones, no puede depender solo de la gente que viene porque la temporada empieza a mediados de abril y termina a finales de octubre, pero hay meses que no viene casi nadie y los gastos son los mismos, así que hay que buscar porque si no es imposible. Cosas oficiales y otros benefactores particulares, esto hay que tratarlo, hay que trabajarlo y en eso estamos.
–¿Han descendido mucho las vocaciones?
–Sí, la verdad es que han ido descendiendo paulatinamente aunque en nuestra federación siempre hemos tenido un grupito de formandas, entre novicias y profesas simples, pero para la necesidad de tantos monasterios como hay... por eso se van cerrando, no hay más remedio. En los últimos años hemos cerrado el de Ledesma y el de Toledo, aunque en este último hemos cedido el uso del monasterio a otra comunidad.
–¿Cómo ve el futuro de su comunidad?
–El futuro siempre está en manos de Dios aunque son tiempos recios como diría la Santa, sobre todo por la escasez de vocaciones. Si no hay gente joven que vaya entrando a los monasterios tienen que ir cerrando, nos tendremos que ir juntando y estar atentas a los signos de los tiempos y poder ver lo que el señor nos va pidiendo para esa renovación de la vida contemplativa.
¿Cómo están viviendo la pandemia las Carmelitas?
–Nos llegan muchas llamadas de petición de oraciones y además hemos hecho mascarillas y trajes con bolsas de plástico, incluso en Oviedo una especie de toca como las de antes. Allí también hemos llevado dulces a residencias y hospitales. Cada convento según sus posibilidades.
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